La Oposición Política al Régimen de la Restauración
Los Republicanos
Los republicanos se oponían a la Restauración. Las relaciones entre ellos se fueron deteriorando. La república, inicialmente apoyada por las clases obreras, perdió su respaldo cuando estas comenzaron a inclinarse hacia el partido obrero, dejando de lado la causa republicana. Intentaron acceder al poder mediante una revolución, orquestando un golpe de estado contra Alfonso XII que fracasó.
Los Carlistas
Los carlistas también se oponían a la Restauración. Tras su derrota en la Tercera Guerra Carlista, su apoyo disminuyó. Carlos María intentó crear un partido carlista, adoptando nuevas medidas. Esto provocó una escisión dentro del carlismo, surgiendo los integristas, liderados por Nocedal, quienes abogaban por mantener la línea tradicional del movimiento.
El Movimiento Obrero
El movimiento obrero se posicionó en contra de la Restauración, buscando concienciar a los obreros sobre su situación de explotación. En España, el movimiento obrero se dividió en dos corrientes ideológicas principales:
- Teoría Marxista (Karl Marx): El marxismo se fundamenta en la lucha de clases entre explotadores y explotados, defendiendo una relación más justa. Propugnaba una revolución en la que los explotados, cuyas quejas habían sido ignoradas, tomarían el poder. Su finalidad era la instauración del comunismo.
- Teoría Anarquista (Mijaíl Bakunin): Según Bakunin, cada persona debería tener la libertad de elegir las normas bajo las cuales desea trabajar. El estado reprimió violentamente a los anarquistas, quienes respondieron con actos de terrorismo. Durante esta etapa, Cánovas del Castillo fue asesinado, y muchos anarquistas fueron ejecutados.
En España, el anarquismo tuvo más arraigo que el marxismo. Del socialismo marxista, los socialistas fueron representados por el PSOE, fundado por Pablo Iglesias. Sus objetivos incluían la reforma de leyes y normas, para lo cual crearon la UGT. Para difundir sus ideas, fundaron el periódico El Socialista.
Regionalismo y Nacionalismo
Los movimientos regionalistas y nacionalistas también se opusieron a la Restauración, abogando por un estado menos centralizado. A finales del siglo XIX, surgieron varios nacionalismos periféricos debido a factores como la preferencia por un nacionalismo español poco desarrollado, un sistema educativo no obligatorio ni controlado por el estado, sino por religiosos, un ejército sin prestigio y una administración pública ineficiente. En el País Vasco, Sabino Arana intentó crear un “euskera estándar” que unificara los dialectos vascos. Cataluña, Galicia y el País Vasco buscaron recuperar su prestigio. Se distinguen:
- Nacionalismo Catalán:
- Primera fase: Representada por Valentí Almirall, con ideas federalistas. Presentó el Memorial de Greuges (Memorial de Agravios) a María Cristina en 1885.
- Segunda fase: Liderada por Prat de la Riba, quien buscaba la restauración de la identidad catalana. Sus ideas se plasmaron en las Bases de Manresa, donde se exigía el autogobierno. Crearon la Lliga Regionalista, un partido conservador.
- Nacionalismo Vasco: Fundado por Sabino Arana, quien creía en la existencia de una raza vasca superior y abogaba por la independencia del País Vasco y la expulsión de los “maketos”. Para ello, creó el PNV. También intentó unificar la lengua y creó símbolos como la bandera vasca. Tras su muerte, el nacionalismo vasco se moderó y atrajo a miembros de la alta burguesía.
La Evolución Política del Sexenio Democrático (1868-1874)
El Sexenio Democrático representa el intento de implantar el liberalismo democrático en España. Durante este periodo, España experimentó tanto la monarquía constitucional como la república.
Este régimen surgió tras la Revolución Gloriosa, una sublevación cuyas causas se encuentran en la crisis financiera, económica, social y política, así como en la creciente industrialización. Tras el triunfo de La Gloriosa, el poder pasó a un gobierno provisional presidido por Serrano, quien convocó Cortes para redactar una nueva Constitución en 1869, mediante elecciones con sufragio universal masculino. En las elecciones, ganaron los progresistas, liderados por Prim, quienes promulgaron la Constitución de 1869, que establecía la soberanía nacional, la división de poderes y el sufragio universal masculino.
Mientras se buscaba un rey, gobernó Serrano. Posteriormente, fue elegido Amadeo de Saboya, cuyo reinado duró tres años. Amadeo no fue bien recibido: los carlistas organizaron una rebelión, dando inicio a la Tercera Guerra Carlista; no fue reconocido por el Papa; las clases populares creían que con la república obtendrían mejoras; surgieron el anarquismo y el marxismo; y los republicanos intuían que se volvería a la situación de La Gloriosa.
Cuba inició la Guerra de Independencia con el Grito de Yara. Se buscaba abolir la esclavitud, lo que generó la oposición de las élites económicas y la burguesía. Serrano no apoyó a Amadeo, quien, ante la oposición generalizada, abdicó, dando paso a la Primera República Española. Se distinguieron dos formas de república: la federal y la unitaria. El primer presidente fue Estanislao Figueras, partidario de la república unitaria, pero al optar por la federal, dejó el poder a Francisco Pi y Margall, quien promulgó la Constitución Federal de 1873.
Surgió el cantonalismo, que pretendía crear pequeños estados dentro de España mediante la formación de cantones. Estos cantones intentaron marchar sobre Madrid y proclamar sus propias repúblicas en otras ciudades. Pi y Margall dimitió, y le sucedió Nicolás Salmerón, quien envió al ejército para sofocar la rebelión. Sin embargo, Salmerón se negó a firmar sentencias de muerte y dimitió. Le sucedió Emilio Castelar, quien derrotó a los cantones revolucionados. Los parlamentarios intentaron destituir a Castelar, pero, tras una votación, el general Pavía dio un golpe de estado e intentó entregar el poder a Castelar, quien lo rechazó. Finalmente, el poder fue entregado a Serrano.
Serrano instauró una dictadura republicana, gobernando con la Constitución de 1869. Ante el fracaso de la República, Cánovas del Castillo aprovechó para restaurar la monarquía borbónica. Alfonso XII recibió la corona y fue educado en una academia militar en Gran Bretaña. Cánovas hizo público el Manifiesto de Sandhurst, redactado por Alfonso. Martínez Campos dio un golpe de estado y Alfonso XII fue proclamado rey.