La Organización Política y sus Instituciones
Castilla y León (1230)
Tras la unión definitiva de Castilla y León en 1230, se establecieron las siguientes instituciones:
- Monarquía: Fortalecida legalmente por las leyes, como las Partidas de Alfonso X, reafirmadas en el Ordenamiento de Alcalá (1348).
- Consejo Real: Órgano consultivo que se convirtió en el principal instrumento de gobierno.
- Audiencia o Chancillería: Órgano supremo en la administración de justicia.
- Cortes: Originadas en 1188 con la convocatoria del rey de León a la nobleza, la Iglesia y representantes de las ciudades. Su protagonismo disminuyó en el siglo XV.
En la administración local, la Asamblea Vecinal fue sustituida por un Consejo restringido, el Regimiento, formado por regidores nombrados por el rey entre la nobleza local. También se impuso la figura de los Corregidores, delegados del poder real.
La Corona de Aragón
La Corona de Aragón era una unión de reinos (Aragón, Valencia, Mallorca y el Principado de Cataluña) con instituciones y leyes propias. Los reyes, más débiles políticamente que los de Castilla, se sometían a las particularidades de cada reino, obligados al pactismo por la nobleza y los ciudadanos. En ausencia del rey, lo representaba un virrey.
En el siglo XII (1188) surgieron las Cortes. En 1283, las Cortes aragonesas, y posteriormente las catalanas, impusieron a Pedro III el Grande el juramento del Privilegio General y los Fueros de sus respectivos reinos. En Aragón, se aceptó la jurisdicción del Justicia Mayor.
En 1359, Pedro IV aceptó la formación de la Diputació del General, una comisión de las Cortes catalanas, para supervisar los acuerdos. Este modelo se extendió a toda la Corona. La Generalitat se convirtió en el gobierno catalán.
La administración territorial se organizó en merindades o veguerías. En las ciudades, el órgano de poder fue el municipio, controlado a fines de la Edad Media por las oligarquías locales (ej. Consejo de Ciento de Barcelona).
Crisis Demográfica, Económica y Política (siglos XIV-XV)
Los siglos XIV y XV se caracterizaron por una profunda crisis demográfica, económica y política. En Castilla, la crisis tuvo su apogeo en el siglo XIV, mientras que en Aragón y Cataluña fue en el siglo XV.
La Peste Negra (1348-1351), agravada por la desnutrición, diezmó la población en algunas zonas entre un 20% y un 40%.
La crisis demográfica impactó en la agricultura, que no había evolucionado tecnológicamente. Se despoblaron zonas, reduciéndose las tierras cultivadas y escaseando la mano de obra. Esto disminuyó las rentas de la nobleza.
En Castilla, la ganadería trashumante ovina, impulsada por el Honrado Concejo de la Mesta (fundado por Alfonso X en 1273), se impuso como principal actividad económica.
La nobleza intensificó la explotación del campesinado, lo que provocó levantamientos en el siglo XV, como las Guerras Irmandiñas en Galicia y las revueltas de los Payeses de Remensa en Cataluña, concluyendo con la Sentencia Arbitral de Guadalupe (1486).
El malestar social generó conflictos urbanos, como el enfrentamiento entre la Biga (alta burguesía) y la Busca, y un rebrote del antisemitismo con progroms contra las comunidades judías.
La crisis política se manifestó en la pugna entre la monarquía y los grupos privilegiados (nobleza y clero). En Castilla, la guerra civil entre Pedro I y Enrique de Trastámara (finales del siglo XIV) entronizó a la dinastía Trastámara. En Aragón, la guerra civil entre Juan II y la nobleza y clero catalanes (1462-1472).
Expansión de la Corona de Aragón por el Mediterráneo
Tras la Reconquista, Pedro III el Grande (1276-1285) inició la expansión mediterránea de la Corona de Aragón, incorporando Sicilia, Córcega y Cerdeña.
Esta expansión generó conflictos con Francia, el Papa, Génova y Venecia, iniciando la lucha por la hegemonía en Italia. La monarquía contó con el apoyo de la nobleza y la burguesía, fortaleciendo el pactismo.
Con Jaime II (1291-1327), la expansión continuó con la actuación de los almogávares en el Mediterráneo oriental. Contratados por el emperador bizantino, tras el asesinato de Roger de Flor (1305), se dedicaron al saqueo. Ocuparon el ducado de Atenas (1311) y crearon el señorío de Neopatria (1319).
Alfonso V el Magnánimo (1416-1458) anexionó Nápoles (1443), estableciendo allí su corte y convirtiéndola en un centro humanístico.
Las Rutas Atlánticas: Castellanos y Portugueses. Las Islas Canarias
Con el Mediterráneo oriental dominado por los turcos, Portugal y Castilla buscaron rutas en el Atlántico. Portugal circunnavegó África, estableciendo enclaves en Ceuta, Azores, Madeira y la costa africana hasta el Cabo de Buena Esperanza (Bartolomé Díaz) y llegando al Índico (Vasco de Gama).
Castilla se centró en las Islas Canarias. Su conquista (1402-1496) se realizó en dos etapas. La primera, por Jean Bethencourt, sometió Lanzarote, Fuerteventura y El Hierro. En 1450, La Gomera. La conquista se detuvo por falta de recursos, la resistencia de algunas islas y su escasa riqueza. El Tratado de Alcaçovas (1479) permitió a Castilla mantener su dominio. En la segunda etapa, bajo los Reyes Católicos, se conquistaron Gran Canaria y Tenerife (1496).