La confluencia entre las nuevas teorías sociales y las organizaciones obreras en progresivo desarrollo se produjo en la década de 1860, dando lugar a una nueva y ambiciosa organización proyectada para el conjunto de los trabajadores del mundo. En 1864, un grupo de delegados de organizaciones obreras acordaron en asamblea fundar la AIT o la I Internacional (1864-1876), integrada por asociaciones obreras de variado signo. El encargado de redactar sus estatutos fue Marx, quien redactó el manifiesto inaugural y los estatutos organizativos, e introdujo dos elementos centrales de su pensamiento: la emancipación tenía que ser obra de los propios trabajadores, y la clase obrera debía participar en la lucha política para conquistar el poder, con el fin de transformar la sociedad. La existencia de la Internacional reforzó la conciencia diferenciada de la clase obrera. La AIT incorporaba muchas tendencias y opiniones distintas sobre cómo dirigir el movimiento obrero. Esta heterogeneidad se reflejaba en el plano ideológico. Los proudhonianos, más pacíficos, rechazaban la participación obrera en las luchas políticas, mientras que los seguidores de Marx eran más radicales y querían la huelga para conseguir participación en política de organizaciones obreras y la reclamación de una legislación laboral. Esto generó intensas confrontaciones. En el año 1868, con la incorporación de Bakunin, la AIT sufrió una polarización que condujo a enfrentamientos entre los anarquistas y marxistas.
La Comuna de París
La Comuna de París fue la primera experiencia de gobierno obrero. En París se inició una revolución de carácter democrático y socialista tras la derrota de Francia. Se organizaron elecciones y se formó una asamblea comunal, de poder popular, dirigidos por diferentes grupos. Tras batallas, la Tercera República Francesa entró a París y reprimió todo, lo que tuvo un efecto en la AIT. Las dos posiciones chocaron en el Congreso de La Haya en 1872, resultando en que Bakunin y sus delegados quedaron en minoría y fueron expulsados de la Internacional. La mayoría de gobiernos europeos persiguieron a la AIT. La I Internacional se disolvió en el congreso celebrado en Nueva York en 1876. Desde entonces, el movimiento obrero siguió el camino de Marx, que propuso la fundación de partidos socialistas obreros decididos a intervenir en la política nacional de sus países respectivos.
Entre 1875 y 1912 se fundaron muchos partidos socialistas, como el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), fundado en el Congreso de Gotha mediante la fusión de dos organizaciones obreras alemanas en 1875. Este partido obtuvo cada vez más votos y más representantes en el gobierno. La consolidación de los partidos socialistas llevó al nacimiento de la II Internacional en 1889, en París. Esta fue una federación flexible de partidos socialistas que solucionó la autoridad de distintos partidos y evitó cualquier peligro de centralización. En 1896 acordó la participación en legislación y actividad parlamentaria. Organizaba reuniones para temas específicos que impactaron en la opinión pública. Se luchó por el socialismo con la emancipación femenina, y se instituyó el 1 de mayo como el Día de la Mujer Trabajadora. Había diferencias doctrinales y políticas en ella. El crecimiento de algunos partidos y las conquistas sociales con métodos pacíficos y democráticos explican que comenzaran a revisarse las tesis revolucionarias. Frente a estas tesis, se alzaban las que propugnaban un socialismo revolucionario. Había todavía dos tendencias. La primera, aunque minoritaria, condujo a la Revolución Rusa y otros intentos insurreccionales; la segunda es la política reformista y socialdemócrata que han defendido los partidos socialistas hasta la actualidad.
Sindicatos en España: UGT y CNT
UGT: Agrupación sindical española, de ámbito nacional y carácter obrero. Fue fundada por Pablo Iglesias en Barcelona en 1888, como rama sindical del Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
CNT: Agrupación sindical española. Se constituyó en Barcelona sobre el núcleo de los anarcosindicalistas catalanes de Solidaridad Obrera. Los centros más importantes fueron la zona industrial de Cataluña y el campo de Andalucía. Sus objetivos eran la destrucción del sistema capitalista, la colectivización de los medios de producción y la sustitución del Estado por los sindicatos.
El Movimiento Obrero y sus Primeras Organizaciones
Tras la abolición del antiguo régimen, los campesinos y artesanos comenzaron a acudir en número creciente a las fábricas y empresas que ofrecía el desarrollo de las ciudades. La mano de obra era abundante, por lo que las condiciones de la contratación y el nivel de salario eran desfavorables para los obreros. Además, la nueva economía industrial se caracterizaba por padecer crisis periódicas que provocaban el desempleo. Surgieron así constantes motivos de conflictos sociales. Esta concentración de trabajadores favoreció la aparición de organizaciones estables, con la finalidad de defender sus más mínimos derechos como trabajadores, para la mejora de las condiciones laborales, la reducción del horario de trabajo y el aumento del salario. El otro objetivo fue la lucha por conseguir los derechos políticos de voto, de reunión, de asociación y de libre expresión. Las primeras organizaciones de trabajadores aparecieron en Gran Bretaña. Las asociaciones de trabajadores se formaron en los primeros tiempos de la industrialización; algunos procedían de la anterior organización gremial, que se adaptó a las nuevas condiciones del trabajo industrial. Al principio, estas organizaciones estaban prohibidas, ya que se consideraba que iba en contra de la libertad de empresa y de contrato, como reflejaba tanto el código napoleónico como las leyes de asociación británica de 1799 y 1800 (Combination Acts). El derecho de asociación y reunión fue una de las primeras reivindicaciones que plantearon los trabajadores, y GB fue el primero en reconocer ese derecho, en 1824. Las asociaciones de trabajadores podían ser muy diversas. Las primeras y más abundantes fueron las Sociedades de Socorro Mutuo, que tenían la finalidad de auxiliar a sus asociados en caso de accidente, enfermedad y muerte. Acordaron como cajas de resistencia para mantener a los asociados en momentos de huelga. Había oficios en los que los hábitos asociativos debían tanto a la tradición como a las nuevas condiciones laborales. Pronto el motor principal fue la defensa colectiva de las condiciones salariales y laborales. Los nuevos sectores laborales se pusieron a la vanguardia del asociacionismo obrero. La huelga solía ser el principal instrumento de presión.
Formación de Sindicatos y Primeras Acciones Obreras
Sindicato fue el término designado desde finales del siglo XIX para la asociación de trabajadores fundada para la defensa de sus intereses. La dinámica sindical tendió a la creación de uniones nacionales de trabajadores que reunieran a los obreros de todos los oficios y de todos los territorios. Ya en 1834 existía en GB una Unión Nacional de Oficios (Grand National Consolidated Trades Union). Las Trades Union, se formaron en 1824, es un sindicato por oficio que poco a poco tendieron a unirse hasta topar con nuevas prohibiciones. Las primeras acciones obreras fueron el ludismo, que consistía en acciones organizadas de destrucción de la maquinaria por parte de los trabajadores, ya que eran cada vez más modernas y más avanzadas, reduciendo la mano de obra. Era un movimiento ludita, iniciado por un obrero tejedor llamado Nedd Ludd, y de allí vino el nombre de ludismo. En los años 30 del siglo XIX, surgió el Cartismo, un movimiento pacífico que mediante sus manifestaciones y actos públicos consiguió reunir casi dos millones de firmas en defensa de una Carta del Pueblo (1837), mediante la cual se solicitaba a la Cámara de los Comunes británica el sufragio universal, mayor representatividad de los votos y otras reformas electorales, con las que pretendían lograr mejoras laborales, educativas y sociales. Algunas manifestaciones cartistas fueron reprimidas de forma sangrienta, lo que contribuyó a la finalización de un movimiento que, en todo caso, debe considerarse un éxito como ensayo de movilización general de las masas obreras.
Burguesía y Proletariado
Burguesía: Clase ascendente en el poder y en la economía, que dirigió las transformaciones urbanas. Impuso un cambio de costumbres y la aparición de nuevos valores morales y sociales. Tenían gran riqueza por el comercio, posesiones y arriendo de inmuebles urbanos, unos grandes negocios que transformaron en su beneficio la política, leyes y espacio público. Tenían gran cualificación cultural y buena educación. Tenían vestimenta ostentosa y abundante, acudían a cafés, clubes, casinos privados, el teatro y la ópera, o los balnearios y ciudades costeras.
Proletariado: Los sirvientes que engrosaron la fuerza de trabajo de las fábricas formaron esta clase. En las nuevas industrias, fue frecuente la mano de obra femenina e infantil, hasta la aplicación de reformas a finales del siglo XIX. Junto a los nuevos obreros industriales, sobrevivieron algunos herederos de las tradiciones gremiales y viejos oficios artesanos. Eran trabajadores cualificados y fueron los primeros que organizaron los movimientos obreros.