Procesos históricos en la Península Ibérica

Proceso de hominización

Hominización es el proceso que transformó progresivamente un linaje de primates en humanos. Como proceso evolutivo biológico concernió al grupo de los homininos a partir de la divergencia entre el último ancestro común de los grandes simios, que forman junto como los homininos el grupo de los homínidos. Como proceso de evolución cultural no se restringe a cambios anatómicos o fisiológicos, sino a cambios etológicos o conductuales no innatos sino culturales, que se produjeron y transmitieron paralelamente, tanto en la cultura material como en el lenguaje, la organización social, las mentalidades, las tradiciones, la producción intelectual y todo tipo de formas de relacionarse entre sí y con el medio natural.

Pueblos prerromanos y primera colonización

El concepto se aplica especialmente en su parte occidental, que fue la romanización, mientras que su parte oriental se mantuvo bajo el predominio cultural del helenismo o de las mucho más antiguas civilizaciones locales, con excepción de las zonas balcánica y danubiana, que sí fueron romanizadas. La primera colonización fue llevada a cabo por los fenicios, que buscaban el control de la ruta de los metales, de cobre y de estaño fundando factorías costeras como Cádiz y Adra. Los fenicios aportaron el alfabeto, la moneda, el desarrollo del trabajo metalúrgico, la industria pesquera y la construcción naval.

Conquista y colonización posromana

A finales del siglo III a. C. los romanos pusieron el pie en la Península Ibérica. Lo que en principio era una lucha entre Cartago y Roma que tenía uno de sus escenarios en Iberia, pronto se convirtió en un territorio de interés para los romanos que consiguieron dominarla aunque tras un largo proceso de conquista. La península se convirtió en una pieza más del Imperio Romano, que se encargó de explotarla económicamente, pero al mismo tiempo los habitantes de este territorio se beneficiaban de los avances culturales que les aportaron sus conquistadores: un importante legado cultural y artístico, conocido como romanización.

La España visigoda

A principios del siglo V penetraron en la Península Ibérica varios pueblos bárbaros (suevos, vándalos y alanos), por lo que Roma tuvo que recurrir a los visigodos, como pueblo federado (aliado), para controlar el espacio peninsular. De esta forma, expulsaron de la península a vándalos y alanos, permaneciendo los suevos en el noroeste. A principios del siglo VI, los visigodos abandonan las Galias, derrotados por los francos en la batalla de Vouillé (507), y se instalan definitivamente en Hispania, fundando el Reino Visigodo de Toledo. A lo largo del siglo VI los visigodos lograron controlar casi todo el territorio peninsular. Un siglo después, desde finales del siglo VII y principios del siglo VIII, los continuos conflictos políticos derivados de las luchas por el poder ocasionaron la entrada de los musulmanes y la rápida conquista por parte de éstos de la península.

Conquista islámica en España

Comenzó cuando Tarik desembarcó en Gibraltar donde iniciaron las primeras batallas. En un periodo de 10 años los árabes y bereberes conquistaron casi toda la península bajo el nombre de Al-Andalus. La revuelta de los abasíes provocó la caída de la familia omeya al frente del poder califal de Damasco. El príncipe Abderramán I huyó hacia Al-Andalus donde estableció un emirato independiente. El Califato de Córdoba representó el máximo apogeo político, económico y cultural de Al-Andalus. A lo largo del tiempo, la resistencia que se ocultó al norte fue recuperando los territorios hasta conquistar Córdoba, donde se puso fin a la España islámica.

Crisis del siglo XI

Tras la muerte de Almanzor, el califato entró en un periodo de crisis en el que se sucedieron las conspiraciones y numerosos califas. En esta situación, el califato desaparece ya que los gobernadores de las provincias peninsulares se declararon independientes. Con ello, el califato se desintegró en 28 pequeños reinos o taifas, enfrentados entre sí. Este hecho fue aprovechado por los estados cristianos del Norte que, a mediados del siglo XI, comenzaron su expansión hacia el sur (Reconquista) llegando a conquistar Toledo. Ante esta situación, los reinos de taifas pidieron ayuda a los Estados musulmanes del norte de África. Así, a finales del siglo XI los almorávides invadieron la península, terminaron con los reinos de taifas y lograron contener el avance cristiano. Pero a mediados del siglo XII los almorávides sucumbieron, aunque aparecen otras gentes procedentes del norte de África, los almohades. Estos últimos no aguantan mucho y son derrotados en la batalla de las Navas de Tolosa (1212).

Economía y sociedad de Al-Andalus

El centro de toda actividad económica era la ciudad. Allí se intercambiaban los productos agrarios por los artesanos y se desarrollaban los mercados. La mayoría de la población se dedicaba a la agricultura. Hicieron nuevas técnicas, como el regadío, y nuevos cultivos, como el arroz, los cítricos y el cáñamo. Existía además la artesanía (textil, cuero, vidrio, forja…) que se ponían a la venta en los mercados. Al-Andalus comerciaba con los productos de Europa y los de África y Oriente. De allí llegaban materias primas, oro, plata. La sociedad estaba dividida en cuatro: los árabes, que eran una minoría que formaban el poder político y social; los bereberes, más numerosos, llegados a la península con el ejército conquistador, se dedicaban al pastoreo y eran gente humilde; los muladíes, la mayoría de la población, eran hispano-visigodos convertidos al islam; y los mudéjares, musulmanes que vivían en territorios cristianos.