La Proclamación de la Segunda República Española
A lo largo de 1930 se acentuó la soledad de la monarquía. El apoyo de Alfonso XIII a Primo de Rivera había vinculado el destino del rey al del dictador. La oposición republicana se unió y fortaleció gracias a la firma del Pacto de San Sebastián. Tras la dimisión de Berenguer, el almirante Aznar recibió el cometido de convocar un proceso electoral. Las elecciones fueron convocadas de forma escalonada, empezando por los comicios municipales el 12 de abril. La campaña electoral adquirió un claro matiz plebiscitario; se cuestionaba la naturaleza del estado: monarquía o república. Aunque las candidaturas monárquicas lograron más concejales, las republicanas vencieron en la mayoría de las principales ciudades del país. En el Palacio Real cundió el desánimo. Se intentó negociar con el comité republicano de Madrid la posible abdicación del monarca, pero finalmente se acordó su salida del país sin que hubiera alteraciones del orden público. Así, se inició su exilio. La mañana del 14 de abril una multitud proclamaba la Segunda República. Esta decisión desató la fiesta popular donde celebraban un cambio de régimen interpretado como una oportunidad para las clases populares dentro de un contexto internacional especialmente delicado y complejo.
En el plano político se asistía a la expansión de los fascismos y los nacionalismos autoritarios, y de su alternativa representada por el comunismo soviético. Marcó un claro retroceso de las democracias y una tendencia de radicalización ideológica. En el plano económico, la proclamación de la República coincidió con la crisis mundial provocada por el crac de 1929. España se vio afectada, lo que lastró la puesta en marcha de las reformas sociales planteadas en el nuevo régimen.
El Gobierno Provisional
Poco después de proclamarse la República quedó constituido un gobierno provisional, confluencia de las fuerzas políticas:
- La Derecha Liberal Republicana liderada por Niceto Alcalá Zamora y por Miguel Maura, ministro de Gobernación.
- El centro, el Partido Radical liderado por Lerroux, ministro de Estado, cuyo programa era anticlerical y populista.
- El centro izquierda lo representaba la Acción Republicana de Manuel Azaña, el Partido Republicano Radical Socialista liderado por Álvaro de Albornoz.
- El regionalismo y el nacionalismo a través de figuras como Santiago Casares, miembro de la Organización Republicana Gallega Autónoma (ORGA), y Lluís Nicolau d’Olwer, representando al republicanismo catalán.
- El nacionalismo vasco quedó fuera del primer gobierno, al no haber participado en el Pacto de San Sebastián.
- La izquierda la representaron ministros socialistas como Indalecio Prieto y Francisco Largo Caballero.
Se trataba de grupos con inclinaciones ideológicas y aspiraciones políticas muy diferentes, que solo tenían algunas veces en común, su voluntad de acabar con la monarquía. El gobierno provisional llevó adelante una intensa labor legislativa para establecer el marco jurídico y político de la República mediante una serie de decretos orientados a ofrecer soluciones iniciales a los grandes problemas:
- En el mundo rural beneficiaron a los trabajadores del campo en cuestiones como contratación, seguro de accidentes y regulación de la jornada laboral.
- La oposición del ejército: se propició el retiro voluntario de generales y oficiales. Quedó suprimida la Academia General Militar, al frente de la cual estaba Francisco Franco.
- Las relaciones entre la Iglesia y el Estado: el cardenal primado de España, lamentó la ruptura de la tradicional alianza entre altar y trono. La tensión se incrementó con la quema de conventos e iglesias. Esto provocó una división interna del gobierno, ya que alguno de sus miembros, como Alcalá Zamora o Maura, eran católicos practicantes.
- Respecto al caciquismo, el gobierno publicó en 1931 un decreto regulando las elecciones para evitar los vicios del sistema caciquil.
La Constitución de 1931
El proceso electoral tuvo lugar en dos vueltas y presentó índices de participación superiores al 70%. La derecha monárquica tuvo una participación muy reducida y el resultado electoral fijó la relación de fuerzas dentro de la coalición republicano-socialista. Se configuró un parlamento sobre el PSOE y el Republicano Radical. El resto se repartieron entre radicales y socialistas, Acción Republicana y Derecha Liberal. En Cataluña, la Lliga Regionalista desapareció en beneficio de Esquerra Republicana. En el País Vasco, el PNV logró 4 escaños; la coalición vasco-navarra, nueve. En Galicia, la ORGA obtuvo 16. La derecha monárquica solo 36 escaños. El 14 de julio de 1931 tuvo lugar la apertura de las Cortes, una vez aprobada la Constitución se prolongaron hasta el 9 de octubre de 1933. Las características de estas Cortes fueron la ausencia de la vieja clase política de la Restauración (sustitución radical de las élites políticas). La inmensa mayoría pertenecía a las clases medias ilustradas.
Los principales debates se centraron en tres grandes cuestiones: separación Iglesia-Estado, articulación territorial y la capacidad reguladora del Estado en cuestiones económicas y sociales.
Características de la Constitución de 1931
La Constitución de 1931 respondía a las características de su tiempo. El constitucionalismo del siglo XIX se había basado en el reconocimiento y regulación de las libertades políticas, en el alcance de la soberanía y en las formas de separación de los tres poderes. El nuevo texto, por el contrario, incorporaba cuestiones de tipo económico y social. Tuvieron influencia la Constitución alemana de Weimar y la Constitución mexicana de 1917.
- En el primer artículo se proclamaba la idea de un Estado integral compatible con la autonomía de los municipios y las regiones. Se afirmaba el carácter único de la nación, se contemplaba su descentralización política sobre realidades singulares diferenciadas. La primera repercusión fue la elaboración posterior del Estatuto de Autonomía de Cataluña en 1932.
- La Constitución prohibía la federación de regiones autonómicas en el art. 13.
- Diseñó una república parlamentaria, de Cortes unicamerales. El presidente de la República poseía grandes poderes al tener potestad para disolver Cortes y nombrar o retirar al presidente.
- En términos sociales, se incorporaron derechos sociales. La Constitución definía a España como una república democrática de trabajadores de todas clases. Fue pionera en explicitar los derechos de la infancia en la Declaración de Ginebra en 1924, y estipuló la obligatoriedad y gratuidad de la enseñanza primaria.
- En términos económicos levantó una enorme polémica dentro y fuera del Parlamento. Los conservadores lo entendieron como un ataque a la propiedad privada. El Partido Radical también mostró su oposición, y los republicanos radicales manifestaron su descontento. Fue el PSOE el que impuso el nuevo marco: el art. 44 establecía que la riqueza del país estaba subordinada a los intereses de la economía nacional. El Estado podía socializar la propiedad, nacionalizar las empresas e intervenir en ellas. El art. 46 instauró una amplia política de asistencia social. Participación de los trabajadores en la dirección y gestión de las empresas.
La Separación Iglesia-Estado
Los escasos diputados monárquicos se opusieron a ello, igual que el grupo dirigido por Alcalá Zamora. La Constitución declaró la aconfesionalidad del Estado y el catolicismo dejó de ser religión oficial. Disolución de las congregaciones religiosas que mantuvieran obediencia a cualquier autoridad distinta a la legítima del Estado. Se prohibía a las congregaciones religiosas la práctica de la enseñanza. Eran sometidas a un régimen tributario equiparable al de cualquier otra asociación (art. 26).
Las Reformas del Bienio Reformista (1931-1933)
Las reformas políticas estuvieron acompañadas de debates que sirvieron para acrecentar los conflictos. La regulación de las relaciones Iglesia-Estado suscitó una controversia decisiva por sus implicaciones posteriores. Una de las reivindicaciones básicas había sido la laicización del Estado, condición imprescindible para la democratización. Las relaciones con la Iglesia habían quedado reguladas por el Concordato de 1851, que garantizaba la financiación del culto e intervencionismo eclesiástico en la enseñanza. Se trató de un acuerdo que pretendió relajar las tensiones tras la desamortización de Mendizábal y que había refrendado la influencia social y los privilegios económicos. La Iglesia vio en la separación un ataque a la religión. La mayoría de la jerarquía eclesiástica valoró negativamente el 14 de abril, pues pensaba que significaba la ruina económica. Una parte de la sociedad española se sentía a la par católica y republicana. Hubo intentos de aplicación de la Rerum novarum pero esta inclinación era minoritaria.
Reforma Militar
Aunque existían sectores proclives al nuevo régimen, la mayoría del ejército estaba en contra y Azaña planteó la necesidad de reformar la institución mediante su modernización y depuración, su republicanización. Había que disminuir el número de oficiales, reformar la enseñanza militar y por la Ley de Retiro (1932) apartar de la función a elementos contrarios al gobierno republicano. Azaña creó la Guardia de Asalto, nuevo cuerpo militar compuesto por hombres partidarios de la República. Muchos militares pasaron a la vida civil conservando sus sueldos, lo que supuso una situación insostenible para la Hacienda pública. La corporación percibió las medidas como un ataque directo a sus privilegios, se generó una actitud de rechazo que encontró soporte ideológico en el fascismo propio de los años 30.
Reforma Agraria
La construcción de la sociedad liberal había acentuado la concentración de tierras debido a las desamortizaciones. La transformación de las estructuras de propiedad agraria había despertado las esperanzas de los campesinos sin tierra. En los años 30, más del 50% de los campesinos eran jornaleros. Existía un reducido grupo de grandes propietarios que poseían la mitad de las tierras. Había un 25% que eran pequeños propietarios. Esto hizo que se mantuviera una fuerte conflictividad social. En noviembre de 1932 se aprobó la Ley de Bases de la Reforma Agraria, se perseguían tres objetivos: resolver el problema del latifundismo, lograr una clientela social afín a la República e incrementar la renta campesina como base de la modernización económica del país. Se creó el Instituto de Reforma Agraria, cuyas propuestas no contentaron a nadie, pues se trataba de una ley muy conservadora. Los objetivos planteados eran muy modestos, y el tiempo de aplicación escaso, pues la derecha suspendió su aplicación en 1933. Provocó la radicalización del campesinado.
La Cuestión Regional
La vocación centralista de los republicanos quedó superada por el pragmatismo preciso para contar con el apoyo de los nacionalismos periféricos. El líder de Esquerra Republicana proclamó la República Catalana dentro de la española. La Constitución reconoció la pluralidad del país y estableció los cauces para la descentralización. En 1932 entró en vigor el Estatuto catalán, llamado de Nuria, reflejaba los acuerdos suscritos entre republicanos y catalanistas en el Pacto de San Sebastián, para acomodarse en una estructura descentralizadora. Las reivindicaciones catalanas suscitaron enconados debates en las Cortes entre defensores del centralismo y los que justificaban la descentralización. En el País Vasco, carlistas y nacionalistas habían elaborado el Estatuto de Estella en 1931. La falta de sintonía entre el republicanismo y el nacionalismo vasco frenaron esta primera tentativa. Ya en plena Guerra Civil, se aprobó un texto que garantizaba la adhesión vasca a la causa republicana. En Galicia el hecho de que la religión quedara en manos de los sublevados impidió su desarrollo y su puesta en marcha.
Reforma Educativa
La proclamación de la República supuso la oportunidad para hacer realidad los proyectos de renovación educativa impulsados por la Institución Libre de Enseñanza, pero también reivindicados desde el socialismo y el anarcosindicalismo. Tuvo como centro la idea de la escuela unificada, laica, obligatoria y gratuita que asegurara a todo español una igualdad de oportunidades. La expulsión de los jesuitas obligaba al gobierno a realizar un gran esfuerzo educativo. La enseñanza primaria incrementó el número de escuelas en un 30% entre 1931-1933. Se incentivaron los estudios en pedagogía y se formó a más de trece mil maestros. En la enseñanza secundaria, el número de institutos también se incrementó un 30%. En la universidad se concretaron en la reforma de los planes de estudio, modernizar la enseñanza… Se pusieron en marcha las Misiones Pedagógicas y el grupo de teatro universitario La Barraca.
Los Derechos de la Mujer
La Constitución había establecido que ningún ciudadano podía ser objeto de discriminación por su sexo. La equiparación jurídica y legal de hombres y mujeres situó a España en la vanguardia europea en el reconocimiento de los derechos democráticos. Se aprobaron las leyes del matrimonio civil y divorcio. Establecimiento del sufragio universal femenino. Suscitó un gran debate en las Cortes, pues mientras Clara Campoamor se convirtió en defensora de este derecho, otras consideraban que dicha concesión suponía una ventaja electoral para la derecha. Hasta 1933 no votaron por primera vez en el Parlamento. La igualdad jurídica sancionada por la República, no tuvo su correspondencia en las mentalidades. La subordinación al hombre revitalizó las conquistas legales republicanas. El mayor dinamismo social incrementó su presencia en diferentes ámbitos. En el terreno laboral, la tradicional ocupación de la mujer en trabajos campesinos o en tareas domésticas fue diversificada con nuevas posiciones en el sector servicios. En el terreno cultural tuvieron un mayor acceso a la enseñanza. La modernización urbana y la primera irrupción de la sociedad de consumo, introdujo un nuevo modelo de mujer joven, moderna y delgada.
Reformas Laborales
La llegada de Francisco Largo Caballero planteó una profunda reforma en las relaciones entre el mundo del capital y del trabajo. Las reformas laborales: leyes como la de contratos de trabajo, acuerdos para facilitar las contrataciones, fueron el punto de partida para una normativa sobre la duración de la jornada laboral, el descanso dominical, el trabajo de las mujeres y los niños. Se avanzó en las cuestiones de protección y seguros sociales. Las relaciones entre los representantes del capital y los de los obreros, según la idea de que los sindicatos debían jugar un papel en las empresas. Se plantearon propuestas legales que fijaban la participación de los trabajadores en el mundo económico, aunque no llegaron a ser aprobadas. La que sí entró en vigor fue la Ley de Jurados Mixtos, que estableció una unión paritaria entre trabajadores y empresarios, destinada a regular y arbitrar los conflictos laborales. Trató de favorecer la expansión de la UGT en detrimento de la CNT. Se propuso una reforma administrativa de las funciones del Ministerio de Trabajo. Se crearon delegados provinciales e inspectores de trabajo, encargados de supervisar el cumplimiento de la legislación, se dieron mayores competencias al Instituto Nacional de Previsión. Pese a la decidida revisión de las relaciones laborales, la conflictividad social no disminuyó debido a la crisis de los años 30 y las resistencias de los empresarios.
La Crisis del Gobierno Republicano-Socialista
La labor de gobierno desarrollada terminó por debilitarla. La toma de decisiones propició que las diferencias internas crecieran. El catolicismo contrastaba con el agnosticismo. El socialismo estaba cada vez más dividido entre una tendencia socialdemócrata y otra sindicalista y obrerista. El centrismo de Lerroux incorporaba posibles pactos con la derecha. Esta situación de desgaste llegó en el que la oposición al gobierno se planteaba desde los dos extremos ideológicos.
La Derecha
La derecha tras superar el colapso, se reorganizó. Su reacción inicial no pasó de una estrategia de confrontación representada por el fallido golpe del general Sanjurjo (Sanjurjada), pero restableció su implantación a través de dos iniciativas: quedó organizada la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), liderada por José María Gil Robles y compuesta por diversos grupos. Más a la derecha se encontraban dos grupos de carácter antiparlamentario y antirrepublicano: Renovación Española, dirigido por Calvo Sotelo, y el partido resultante de la Falange de Primo de Rivera y la JONS de Ramiro Ledesma, de ideología fascista.
La Izquierda
La izquierda, capitalizada por la CNT. La revuelta revolucionaria en el Alto Llobregat fue una acción preparada; no así los sucesos de Castilblanco y sobre todo los de Casas Viejas que desencadenó una feroz represión por parte de la Guardia Civil y la Guardia de Asalto. Casas Viejas supuso el golpe de gracia para el gobierno de Azaña. La derecha acusó al gobierno de incapacidad para garantizar la paz social.