La llegada de los Borbones y el contexto europeo
El siglo XVIII en España se inicia con la llegada de la dinastía Borbón tras la Guerra de Sucesión (1701-1714). Este conflicto europeo y civil enfrentó a Castilla y Francia, que apoyaban a Felipe de Anjou, contra Gran Bretaña, Portugal, Holanda, Austria y la Corona de Aragón, que respaldaban al archiduque Carlos de Austria. Los tratados de Utrecht (1713) y Rastatt (1714) reconocieron a Felipe V como rey de España, pero el país perdió sus posesiones europeas. Para compensar estas pérdidas, España se alió con Francia mediante los Pactos de Familia, con el objetivo de conservar sus territorios americanos.
Reorganización política y administrativa
Los Borbones implementaron una serie de reformas para centralizar y modernizar la administración del Estado. Se dividió el territorio en provincias e intendencias, con nuevos cargos como los Capitanes Generales, que reemplazaron a los Virreyes, y los Intendentes, encargados de la economía, la recaudación de impuestos y las obras públicas. Los Corregidores vieron reducidas sus funciones políticas, centrándose en tareas policiales y judiciales. Se estableció la uniformidad judicial a través de las Audiencias y Magistraturas. El nuevo absolutismo borbónico supuso la desaparición de las Cortes, unificadas en las Cortes castellanas de Madrid. Se reformaron el ejército y la armada para la defensa de las rutas comerciales con América, sustituyendo los viejos tercios por modernos regimientos. La Corona también reforzó su control sobre la Iglesia mediante una política regalista, limitando el poder de la Inquisición y expulsando a los jesuitas.
Reformas económicas y sociales bajo el Despotismo Ilustrado
Los Borbones también impulsaron reformas económicas y sociales inspiradas en el Despotismo Ilustrado. Se promovieron las Sociedades Económicas de Amigos del País para fomentar el desarrollo económico. La sociedad, sin embargo, seguía siendo feudal, y las reformas sociales se limitaron a medidas como la “Honorabilidad del Trabajo Manual” (1783), que buscaba dignificar el trabajo manual. A pesar de ello, se produjeron revueltas y motines de subsistencia debido a las desigualdades sociales. Se impulsó la educación, especialmente en ciencias y medicina, con la fundación de Reales Academias, Museos y expediciones científicas.
Reformas fiscales y crecimiento demográfico
Se intentó reformar la Hacienda recuperando el cobro directo de impuestos y estableciendo un nuevo sistema fiscal de contribución única. El Catastro del Marqués de la Ensenada (1759) fracasó por la oposición de los grupos privilegiados. Se crearon nuevas fuentes de ingresos como la lotería (1763) y el Banco de San Carlos para financiar la deuda del Estado. La población aumentó moderadamente, especialmente en la zona mediterránea, gracias a la alta tasa de natalidad, las mejoras higiénico-sanitarias, la reducción de la mortalidad catastrófica, el aumento de la producción agraria y la disminución de las hambrunas.
Agricultura, industria y comercio
La economía experimentó un crecimiento desigual, beneficiando a algunas zonas periféricas frente a la España interior. Se implementó una política económica mercantilista e intervencionista, con medidas proteccionistas para el comercio y la artesanía. Se buscó aumentar la producción agraria mediante la expansión de los terrenos cultivados y la ampliación de los regadíos, pero las técnicas agrícolas seguían siendo tradicionales. La propiedad de la tierra seguía en manos de los grupos privilegiados, con pocos campesinos propietarios. La industria, principalmente artesanal y gremial, se estancó. Se promovió la creación de manufacturas estatales o Reales Fábricas para la producción de artículos de lujo. El comercio fue el sector que más creció, gracias al fin del monopolio de la Casa de Contratación y los Decretos de Libertad de Comercio (1765 y 1778). Se mejoraron las infraestructuras viarias.
Resistencia a las reformas y el germen del independentismo
Las reformas borbónicas, especialmente la política recentralizadora, generaron descontento tanto en España como en América. El Motín de Esquilache de 1766, que protestaba por la subida del precio del trigo, fue un ejemplo de la resistencia a las reformas. En América, el malestar sentó las bases del movimiento independentista del siglo XIX.
Conclusión: Un reformismo limitado
El programa reformista borbónico tuvo un éxito limitado debido a la resistencia de los grupos privilegiados, la indiferencia de las clases populares y el deseo de los reformadores de mantener las bases del Antiguo Régimen. El reinado de Carlos IV y los sucesos revolucionarios en Francia marcaron el inicio de la Crisis del Antiguo Régimen.