Reformas en la Organización del Estado: La Monarquía Centralista
La nueva dinastía Borbón consolidó una monarquía absoluta, reforzando su poder mediante reformas legislativas y administrativas basadas en la centralización del poder y la uniformidad legislativa.
Decretos de Nueva Planta
Los Decretos de Nueva Planta (Valencia y Aragón en 1707; Mallorca en 1715 y Cataluña en 1716) suprimieron los fueros, instituciones y cargos de la Corona de Aragón, imponiendo las leyes e instituciones de Castilla. Los territorios vasco y navarro conservaron sus fueros por su apoyo a Felipe V en la Guerra de Sucesión.
Supresión de las Cortes y Reorganización de los Consejos
Las Cortes de los distintos territorios fueron suprimidas, integrándose en las Cortes de España. Los Consejos territoriales se redujeron al Consejo de Castilla (órgano consultivo) y el Consejo de Indias (para las colonias americanas).
Reorganización del Gobierno
Se crearon las Secretarías de Estado para los asuntos más importantes: Hacienda, Estado, Justicia, Guerra, Marina e Indias.
Administración Territorial
La administración se dividió en provincias, con un intendente nombrado por el rey para controlar asuntos económicos, administrativos y de orden público. Cada provincia tenía un capitán general con atribuciones militares y administrativas, y una audiencia para la administración de justicia.
Reformas en el Ejército y la Marina
Se modernizaron el ejército y la marina. Los tercios fueron sustituidos por regimientos, se estableció un servicio militar por cuotas (quintas) y se impulsó la recuperación de la marina de guerra con la creación de astilleros en El Ferrol, Cartagena y Cádiz. Con Carlos III se fundaron academias para la oficialidad.
La Práctica del Despotismo Ilustrado: Carlos III
El rey Carlos III (1759-1788) fue el máximo representante del despotismo ilustrado. Sus gobiernos contaron con políticos reformistas como el marqués de Esquilache, el conde de Floridablanca y Campomanes, buscando modernizar el país e impulsar su desarrollo.
El Motín de Esquilache
Las primeras reformas generaron malestar entre los privilegiados. Esto, junto con malas cosechas y subidas de precios, provocó el motín de Esquilache (1766). El motín se dirigió contra Esquilache, cuyas reformas eran impopulares. Las consecuencias fueron su destitución y la bajada de precios de los artículos básicos. A partir de 1766, las reformas se hicieron más pausadamente.
Política Regalista
Carlos III mantuvo una política regalista, estableciendo la soberanía real sobre asuntos religiosos para controlar el poder de la Iglesia, sin cuestionar la fe o la moral. Reclamó el derecho a nombrar cargos eclesiásticos y a controlar la Inquisición. La expulsión de los jesuitas (1767) se explica por su poder, obediencia al papa y su posible instigación del motín de Esquilache.
Medidas Económicas
Agricultura
Se buscó ampliar el número de propietarios, pero la oposición de los privilegiados limitó las reformas. Se tomaron medidas menores como la colonización de nuevas tierras en Sierra Morena, la protección de arrendatarios, el reparto de tierras de concejos y el aumento de la superficie cultivada, limitando privilegios de la Mesta.
Industria
Se trató de liberalizar la producción al margen del sistema gremial. Se crearon fábricas de capital privado en Cataluña (manufacturas de algodón) y Valencia (producción de seda). Las manufacturas reales impulsaron la industria nacional, destacando los arsenales en Cartagena y Ferrol, las fábricas de municiones y las de objetos de lujo (reales fábricas de tapices de Santa Bárbara, de cristales de San Ildefonso o la de porcelanas del Buen Retiro).
Comercio
La reforma más importante fue el establecimiento del libre comercio colonial a todos los puertos españoles, estimulando el comercio con América y contribuyendo al equilibrio de la balanza comercial.
Hacienda
No se modificó el sistema de impuestos. Para paliar la deuda pública se emitieron vales reales y se creó el Banco Nacional de S. Carlos (1782) para la financiación y gestión de dichos vales.