Reformas Republicanas, Autonomía y Guerra Civil en el País Vasco (1931-1939)

Reformas de la II República Española

En general, las reformas impulsadas durante la Segunda República encontraron serias dificultades y, en muchos casos, fracasaron debido a una combinación de factores:

  • La oposición de sectores poderosos como los grandes terratenientes y la Iglesia Católica.
  • La desfavorable coyuntura económica internacional tras el Crac de 1929.
  • La elevada conflictividad social (con episodios trágicos como los sucesos de Casas Viejas).
  • La lentitud en la aplicación de las propias reformas.
  • La hostilidad de una parte significativa del ejército, especialmente los sectores africanistas.

Ámbito Educativo

Existía una gran incidencia de la Iglesia en la educación y una notable escasez de escuelas primarias públicas. Las principales reformas se centraron en:

  • Sustituir una enseñanza de fuerte impronta católica por una más progresista, laica y basada en principios pedagógicos renovadores, inspirados en parte por la Institución Libre de Enseñanza y la filosofía krausista.
  • Un ambicioso plan de construcción de nuevas escuelas primarias (se proyectaron miles, aunque no todas llegaron a completarse).

Los resultados fueron:

  • El profundo descontento de los sectores católicos, que rechazaban una enseñanza laica para sus hijos y veían amenazada su influencia.
  • La depuración o exilio de algunos catedráticos y profesores universitarios por motivos ideológicos o religiosos.

Ámbito Militar

El ejército español presentaba varios problemas estructurales: un exceso de oficiales (macrocefalia), una formación a menudo deficiente y material obsoleto, lo que mermaba su capacidad técnica. Las reformas intentaron:

  • Reducir el número de oficiales mediante jubilaciones anticipadas voluntarias (Ley Azaña).
  • Modernizar el material y la organización militar.
  • Disminuir la jurisdicción militar en favor de la civil.
  • Se creó la Guardia de Asalto, una fuerza policial moderna, entrenada para el orden público urbano y leal al régimen republicano.

Los resultados fueron:

  • El descontento de muchos oficiales que se sintieron perjudicados o relegados.
  • Las mejoras en material y organización fueron limitadas por las restricciones presupuestarias y la resistencia interna. En general, las reformas fueron poco eficaces para transformar profundamente la institución militar y asegurar su lealtad a la República.

Ámbito Agrario

La situación del campo español era pésima desde épocas anteriores, marcada por la desigual distribución de la tierra, con enormes latifundios, especialmente en Andalucía y Extremadura, a menudo infrautilizados, coexistiendo con una masa de jornaleros sin tierra y en condiciones precarias. La reforma agraria intentaba convertir a los jornaleros en pequeños propietarios o arrendatarios estables, expropiando tierras a los grandes terratenientes. Sin embargo, la fuerte oposición de estos últimos dificultó enormemente su aplicación. Tras el levantamiento monárquico fallido del general Sanjurjo en agosto de 1932, se aceleró la aprobación de la Ley de Reforma Agraria. A pesar de las buenas intenciones, la que podría haber sido la reforma más transformadora fracasó por su lentitud, complejidad burocrática y la resistencia de los propietarios.

Los resultados fueron:

  • Provocó el profundo descontento y la hostilidad de los grandes propietarios de tierras.
  • Evidenció la difícil situación económica de los jornaleros, que a menudo carecían de medios para acceder a las tierras, incluso cuando estas se expropiaban.
  • Generó numerosas disputas y tensiones sociales por la aplicación de la ley y los repartos de tierras.

Ámbito Social

Existían jornadas laborales muy largas y condiciones de trabajo duras. En el campo, predominaban los contratos de arrendamiento cortos, lo que generaba inseguridad en los campesinos y permitía a los propietarios subir las rentas frecuentemente. Las reformas sociales, impulsadas principalmente por el Ministro de Trabajo Largo Caballero, incluyeron:

  • La reducción de la jornada laboral (estableciéndose las 8 horas en muchos sectores).
  • La creación de legislación para favorecer contratos de arrendamiento más largos y estables (Ley de Arrendamientos Rústicos).
  • El establecimiento de Jurados Mixtos para la negociación laboral.

Ámbito Territorial

A pesar de que la Constitución de 1931 definía a España como un “Estado integral, compatible con la autonomía de los Municipios y las Regiones”, permitía el derecho a la autonomía de ciertas regiones, con la intención de dar cauce a las aspiraciones nacionalistas, principalmente en Cataluña, País Vasco y Galicia. Se redactaron varios proyectos de estatutos de autonomía. Durante el primer bienio (1931-1933), solo se aprobó el Estatuto de Autonomía de Cataluña (1932). El vasco se aprobaría más tarde, ya iniciada la Guerra Civil, y el gallego, aunque plebiscitado favorablemente en 1936, no llegó a ser aprobado por las Cortes debido al estallido del conflicto.

El Proyecto de Estatuto de Estella y el de las Gestoras

Después de que la Constitución de 1931 concediera al País Vasco el derecho a la autonomía en el marco de un Estado integral, el destacado nacionalista José Antonio Aguirre (PNV) redactó un manifiesto en el que el Partido Nacionalista Vasco (PNV) reconocía a la República e inició conversaciones para plantear la autonomía vasca. En el primer proyecto, conocido como el Estatuto de Estella (junio de 1931), participaron representantes de los ayuntamientos de las tres provincias vascas (Álava, Gipuzkoa, Bizkaia) y Navarra. La inclusión de Navarra, con fuerte presencia carlista, implicó que estos no aceptaran la separación Iglesia-Estado que dictaba la Constitución republicana (Estado laico). En la asamblea de municipios reunida en Estella, se aprobó un proyecto de Estatuto que incluía una enmienda relativa a la autonomía de la región vasca en las relaciones Iglesia-Estado y el derecho a negociar un concordato propio con el Vaticano. Este proyecto fue finalmente rechazado por las Cortes Constituyentes por ser considerado anticonstitucional, dada su postura sobre las relaciones con la Iglesia.

Tras este primer fracaso, comenzó el proyecto conocido como ‘Estatuto de las Gestoras’. En esta fase, se observó cómo poco a poco el PNV, aunque manteniendo sus convicciones católicas, se acercaba tácticamente al sector más progresista, aproximándose a republicanos y socialistas para sacar adelante la autonomía. A pesar de reconocer la República, el PNV continuó colaborando puntualmente con la derecha en la defensa de los intereses de la Iglesia. El PNV aceptó una alianza con los republicanos de izquierda, y en 1932 las comisiones gestoras de las diputaciones presentaron un nuevo proyecto de autonomía. Navarra, en cambio, se desligó definitivamente del proyecto, ya que su tradición foral y católica, y la mayoría política del momento, hacían inviable aceptar un marco autonómico laico dentro de la República. Respecto a las tres provincias vascas, el proyecto contó con gran apoyo en Bizkaia y Gipuzkoa, mientras que en Álava (con mayor peso de fuerzas conservadoras y no nacionalistas) hubo más reticencias, aunque finalmente lo aceptó tras concedérsele varias peticiones específicas. El referéndum popular que debía aprobar el Estatuto se llevó a cabo el 5 de noviembre de 1933 con un resultado abrumadoramente favorable, pero en las elecciones generales celebradas ese mismo mes ganó la coalición de centro-derecha (CEDA y Partido Radical), y la tramitación parlamentaria del proyecto se paralizó durante el Bienio Radical-Cedista (1933-1935).

El Estatuto de Autonomía Vasco de 1936 y el Primer Gobierno de Aguirre

Los partidos coaligados en el Frente Popular ganaron las elecciones de febrero de 1936, lo que reabrió la posibilidad de aprobar el Estatuto. El estallido de la Guerra Civil en julio de 1936 y la rápida caída de Gipuzkoa en manos de los sublevados en septiembre facilitaron que el PNV, tras ingresar formalmente en el gobierno de la República presidido por Largo Caballero, pudiera negociar con Madrid la aprobación urgente del Estatuto, que fue consensuado y aprobado por las Cortes republicanas (reunidas en Madrid) el 1 de octubre de 1936.

El 7 de octubre de 1936, en Gernika, el PNV, con José Antonio Aguirre como lehendakari (presidente), presidió el primer Gobierno autónomo vasco, un gobierno de concentración con presencia de nacionalistas, socialistas, republicanos de izquierda y comunistas. El relativo aislamiento del territorio vasco leal a la República (fundamentalmente Bizkaia) en la primera fase de la Guerra Civil permitió que el País Vasco funcionase con una notable autonomía: creando una moneda propia, organizando su propia policía (Ertzaintza), levantando un Ejército Vasco (Eusko Gudarostea) y practicando una política internacional propia, con delegaciones en el extranjero, fundamentalmente en Gran Bretaña y Francia.

Asimismo, la creación del Tribunal Popular de Euskadi supuso la práctica de una justicia propia en tiempo de guerra, intentando evitar las ejecuciones sumarias y venganzas (“paseos”) que se produjeron trágicamente en ambas zonas durante el conflicto.

En resumen, a pesar de que este estatuto se aprobó para las tres provincias vascas, en la práctica solo se aplicó plenamente en Bizkaia y en la pequeña parte de Gipuzkoa que permaneció leal a la República durante unos meses. Esto se debió a que Álava se sumó al golpe de Estado desde el principio y las tropas sublevadas, con fuerte presencia navarra, conquistaron Gipuzkoa rápidamente. Finalmente, Bizkaia también cayó en junio de 1937, y con ella, la aplicación efectiva del Estatuto (su vigencia efectiva fue de aproximadamente nueve meses).

Etapas de la Guerra Civil en el País Vasco

Frente Guipuzcoano (Julio-Septiembre 1936)

En los primeros meses de la guerra, el territorio guipuzcoano sufrió el ataque de las columnas sublevadas, principalmente requetés carlistas y unidades militares, que avanzaban desde Álava y Navarra bajo el mando general del general Mola. Las tropas rebeldes tomaron Irún a principios de septiembre, cerrando la frontera con Francia y aislando el norte republicano, y poco después cayó San Sebastián. Gipuzkoa pasó a manos sublevadas, iniciándose el avance hacia Bizkaia. La Junta de Defensa de Gipuzkoa, integrada por el PNV, el Frente Popular y la CNT, se constituyó para organizar la defensa y controlar el territorio; sin embargo, las disputas internas (especialmente entre anarquistas y nacionalistas), la falta de un mando unificado eficaz y la limitada capacidad ofensiva de las milicias frente a la superioridad militar rebelde provocaron el rápido desmoronamiento del frente guipuzcoano.

La Ofensiva sobre Villarreal (Noviembre-Diciembre 1936)

Una vez constituido el Gobierno Vasco en octubre de 1936, este asumió la dirección militar en el territorio bajo su control. Ante la presión de las tropas enemigas sobre los límites de Bizkaia, el lehendakari Aguirre ordenó una ofensiva en noviembre de 1936 sobre Villarreal (Legutiano, en Álava), con el objetivo de aliviar la presión sobre Bizkaia y, eventualmente, intentar alcanzar Vitoria. Sin embargo, la ofensiva fracasó tras duros combates, poniendo en evidencia las deficiencias organizativas y de material del recién formado Ejército Vasco y la superioridad de las tropas sublevadas.

La Caída de Bilbao (Marzo-Junio 1937)

Tras el fracaso de Villarreal, el Gobierno vasco se volcó en la defensa del territorio vizcaíno, reforzando la construcción del conocido Cinturón de Hierro, una línea fortificada estática diseñada para proteger Bilbao. En marzo de 1937, el general Mola inició la ofensiva final sobre Bizkaia. La táctica empleada por el ejército franquista, apoyado decisivamente por la aviación de la Legión Cóndor alemana y unidades del Corpo Truppe Volontarie italiano, combinó intensos bombardeos aéreos y de artillería previos al avance de la infantería. Localidades como Otxandio, Durango y, tristemente célebre por su brutalidad y simbolismo, Gernika (bombardeada el 26 de abril de 1937) fueron atacadas y cayeron sucesivamente. En mayo de 1937 se inició el asalto final al Cinturón de Hierro, dirigido por el general Dávila (tras la muerte de Mola en accidente aéreo). La ruptura del frente (facilitada por la traición del ingeniero Alejandro Goicoechea, uno de los diseñadores del Cinturón, quien entregó planos detallados del sistema defensivo a los sublevados) permitió la entrada de las tropas franquistas en Bilbao el 19 de junio de 1937.

Tras la caída de Bilbao, una parte significativa del Ejército Vasco, principalmente los batallones vinculados al PNV, se rindieron a las tropas italianas en Santoña (Cantabria) en agosto de 1937, en un episodio conocido como el Pacto de Santoña, con la esperanza de obtener un trato favorable que Franco no respetó. El resto de las unidades vascas, formadas mayoritariamente por batallones de partidos de izquierda (socialistas, comunistas, anarquistas, republicanos), continuaron la lucha integrados en el Ejército Popular de la República en Cantabria y Asturias hasta la caída completa del frente norte en octubre de 1937. Tras la derrota, numerosos combatientes y civiles vascos, junto con el Gobierno de Aguirre en pleno, emprendieron el camino del exilio, principalmente hacia Francia.

El Cinturón de Hierro de Bilbao

En septiembre de 1936, el recién creado Eusko Gudarostea (Ejército Vasco), dirigido por el también recién formado Gobierno vasco de José Antonio Aguirre y compuesto por batallones de diversas ideologías leales a la República, resistía a las tropas del General Mola únicamente en Bizkaia, la zona oeste de Gipuzkoa y una pequeña parte del noroeste de Álava. En el plano militar, la superioridad de los sublevados en armamento y organización era patente.

Para intentar evitar la caída de Bizkaia, el Gobierno vasco ordenó la construcción del denominado Cinturón de Hierro, una compleja línea defensiva estática (trincheras, nidos de ametralladora, fortines, refugios) diseñada para proteger Bilbao y su área industrial circundante, siguiendo las instrucciones técnicas del general Alberto de Montaud y Noguerol. En su construcción trabajaron miles de obreros (hasta 8.500 en los momentos de mayor actividad) desde septiembre de 1936, aunque a principios de 1937 esta cifra se redujo considerablemente.

A pesar del ingente esfuerzo económico y humano invertido, cuando se produjo la ofensiva final de los sublevados en la primavera de 1937, gran parte de la línea defensiva estaba aún sin finalizar o presentaba deficiencias; se estima que solo una parte minoritaria estaba en condiciones óptimas de combate. Además, la seguridad del proyecto se vio comprometida. Ya a finales de 1936, los oficiales Murga y Anglada fueron descubiertos y fusilados por las autoridades vascas tras intentar entregar planos a agentes rebeldes. Más grave aún fue la traición del ingeniero monárquico Alejandro Goicoechea, quien había participado en el diseño: consiguió pasar las líneas del frente en febrero de 1937, llevándose consigo planos e información crucial sobre el entramado defensivo y sus puntos débiles.

De esta forma, los mandos franquistas supieron con precisión dónde atacar. Identificaron que en el sector del monte Gaztelumendi, el Cinturón era especialmente vulnerable, con una sola línea defensiva en estado deficiente. A principios de mayo de 1937, los sublevados lanzaron un potente ataque terrestre en ese sector, precedido y apoyado por intensos bombardeos de la aviación italiana (Aviazione Legionaria) y alemana (Legión Cóndor), que pulverizaron las defensas y desorganizaron las líneas republicanas. Hasta ese momento, influidos por la propaganda oficial, muchos soldados del Eusko Gudarostea creían que el Cinturón era una barrera casi inexpugnable, por lo que fueron sorprendidos por la relativa facilidad con que fue superado en el punto elegido para la ruptura.

Fin de la Guerra en el País Vasco y Consecuencias del Franquismo

Tras la ocupación total del País Vasco por las tropas franquistas en 1937, se implantó el nuevo régimen dictatorial. El primer franquismo (la larga posguerra) se caracterizó por la imposición de una férrea homogeneidad política, social y cultural, y por una dura represión contra los vencidos. Aunque la crisis económica de posguerra afectó de manera desigual, la mayoría de la población sufrió las dificultades del racionamiento, la escasez, el estraperlo (mercado negro), el incremento de precios de productos básicos, los bajos salarios y el hambre.

Consecuencias Políticas

La implantación del régimen franquista supuso una dura represión sistemática contra todos aquellos identificados con la República o el nacionalismo vasco: miles de personas sufrieron condenas de muerte (ejecutadas o conmutadas), encarcelamientos masivos en condiciones penosas, depuraciones en la administración y en las empresas, destierros, multas económicas y dificultades de todo tipo para rehacer sus vidas.

Consecuencias Culturales y Lingüísticas

La dictadura impuso una visión unitarista y nacionalcatólica de España. Los maestros de enseñanza primaria y profesores considerados desafectos al régimen fueron expedientados, sancionados o expulsados (depuración del magisterio). Los medios de comunicación fueron estrictamente censurados y controlados por el partido único, el Movimiento Nacional. El euskera y todos los símbolos de la identidad y cultura vascas (la ikurriña, topónimos, nombres propios, publicaciones) fueron duramente reprimidos, prohibiéndose su uso público y limitándose drásticamente en el ámbito privado. Se buscaba castigar especialmente al nacionalismo vasco, considerado por el régimen un enemigo a erradicar y un ‘invento’ contrario a la unidad de España.

Consecuencias Económicas y Forales

En el ámbito fiscal, una de las consecuencias más significativas y simbólicas fue la abolición del tradicional Concierto Económico para Bizkaia y Gipuzkoa. Mediante un decreto de junio de 1937, Franco suprimió este régimen fiscal singular para estas dos provincias, calificándolas explícitamente de “provincias traidoras” por su lealtad a la República y su resistencia al golpe de Estado. Por el contrario, Álava y Navarra, que habían apoyado mayoritariamente la sublevación militar desde el principio, conservaron sus regímenes fiscales diferenciados (Concierto y Convenio, respectivamente) como recompensa por su adhesión al nuevo régimen.