1. Reinado de Isabel II
1.1. Regencia de Mª Cristina (1833-1840)
1.1.1. La Primera Guerra Carlista (1833-1839)
A la muerte de Fernando VII se inicia una guerra civil que enfrenta a los partidarios de Carlos Mª Isidro con los de Isabel II, representada por su madre Mª Cristina de Borbón, debido a la minoría de edad de la heredera. En realidad, se trata de un enfrentamiento entre dos ideologías: los carlistas, defensores del Antiguo Régimen, y los liberales, que buscaban un nuevo orden.
Carlos Mª Isidro no acepta la regencia de Mª Cristina y, junto a sus seguidores, se subleva, iniciando una sangrienta guerra en el País Vasco, Navarra, Cataluña y el Maestrazgo (norte de Valencia y sur de Aragón).
Bandos:
Los carlistas: en su mayoría, miembros de la nobleza rural, campesinos y clérigos. Su lema fue “Dios, Patria, Fueros y Rey”. Defendían el absolutismo, los fueros, la preeminencia de la Iglesia católica y la unión del trono y el altar. Representaban la defensa de un régimen arcaico y conservador, temeroso del liberalismo por su oposición a sus costumbres y creencias. Contaron con el apoyo de países absolutistas como Rusia, Austria y Prusia.
Los cristinos o isabelinos: los absolutistas fieles a Fernando VII y los liberales moderados, partidarios de cambios graduales que evitaran una revolución popular. La regente se vio obligada a pactar con los liberales progresistas para asegurar el trono a su hija. Recibió el apoyo de Inglaterra, Francia y Portugal.
Fases de la guerra:
Primera fase (1833-1835): Éxito carlista. El general Zumalacárregui organizó a unos 25.000 hombres, pero no logró extender la sublevación ni tomar las capitales de provincia. La guerra se prolongó por la tardanza del ejército liberal y la guerra de guerrillas carlista. Sitiaron Bilbao sin éxito. Zumalacárregui muere en el asedio.
Segunda fase (1835-1837): Los carlistas realizan expediciones en territorio liberal para ganar adeptos, sin éxito. La más destacada, la de Carlos Mª Isidro, llegó cerca de Madrid, pero al no poder tomarla, se retiró al norte.
Tercera fase (1837-1839): División interna carlista entre partidarios de un acuerdo con los liberales y los que querían continuar la guerra. En 1839, el general Maroto (carlista) y Espartero (liberal) firman el Convenio de Vergara, que pone fin a la guerra. Se acuerda la rendición carlista a cambio del mantenimiento de los fueros del País Vasco y Navarra, y la integración de los oficiales carlistas en el ejército español.
El carlismo no desapareció, con dos guerras más en el siglo XIX y su pervivencia, aunque transformado, hasta casi nuestros días.
Consecuencias:
La monarquía se inclinó definitivamente hacia el liberalismo. Los militares ganaron protagonismo político, con frecuentes pronunciamientos. Los gastos de la guerra forzaron la desamortización de las tierras de la Iglesia. El país quedó devastado tras seis años de guerra.
1.1.2. Inicio de las reformas liberales (1833-1835)
Simultáneamente a la guerra, se implanta el liberalismo. La primera medida del gobierno liberal moderado fue el Estatuto Real (1834), para atraer apoyos durante la guerra y contentar a absolutistas y liberales. Elaborado por Martínez de la Rosa, sus rasgos principales son:
- No admite la soberanía nacional ni la división de poderes.
- Sufragio muy censitario.
- Cortes sin funciones legislativas. Dos cámaras: Próceres (elegida por la Corona) y Procuradores (elegida por el 1%).
El Estatuto no satisfizo a nadie. Los absolutistas lo vieron demasiado liberal y los liberales, insuficiente, provocando su división en progresistas y moderados.
La respuesta progresista fue la creación de Juntas en Andalucía, Barcelona y Madrid, la organización de la Milicia Nacional y revueltas urbanas con quema de conventos y fábricas. En 1836, la guarnición de La Granja se sublevó. La regente recurre a los progresistas (Mendizábal) para formar gobierno y restablece la Constitución de 1812.
1.1.3. Progresistas en el poder (1835-1837)
Asumieron la implantación del liberalismo con las siguientes actuaciones:
Reforma Agraria:
- Disolución del régimen señorial: los nobles pierden la administración de justicia y las rentas, pero se apropian de las tierras que los campesinos no puedan demostrar como propias.
- Desvinculación: supresión de los mayorazgos, permitiendo su venta libre.
- Desamortización (1836): Mendizábal decreta la disolución de las órdenes religiosas y la incautación y venta en subasta pública de sus propiedades.
Objetivos de la desamortización:
- Financiar la guerra carlista.
- Reducir la deuda pública.
- Crear una base social de nuevos propietarios que apoyaran el liberalismo progresista.
La desamortización expandió la superficie cultivada y consolidó una burguesía terrateniente, pero no mejoró la productividad ni la estructura de la propiedad (latifundios en el sur, minifundios en el norte). Fue una oportunidad perdida para la agricultura española y los dos millones de jornaleros.
Liberalización de la Economía:
- Supresión de los privilegios de la Mesta.
- Derecho a cercar.
- Supresión de los gremios.
- Libertad de comercio y precios.
- Reducción de aduanas interiores.
- Supresión de los diezmos eclesiásticos.
Elaboración de la Constitución de 1837:
En 1836 se convocaron Cortes para elaborar una nueva constitución, aprobada en 1837. Destacan:
- Soberanía nacional.
- Amplia declaración de derechos (prensa, asociación…).
- División de poderes.
- Ausencia de confesionalidad.
- Dos cámaras: Senado y Congreso.
- Amplios poderes a la Corona (veto, disolución de Cortes, nombramiento de ministros).
- Sufragio censitario (2%-4%).
1.1.4. Vuelta de los Moderados (1837-1840)
Los moderados ganan las elecciones de 1837, gracias al restringido derecho a voto. Su objetivo: una política moderada dentro del marco constitucional. Medidas destacadas:
- Ley electoral aún más restrictiva.
- Limitación de la libertad de prensa.
- Ley de Ayuntamientos: la Corona nombra a los alcaldes de las ciudades importantes.
- Devolución de algunas tierras al clero.
- Estudio de la reimplantación del diezmo.
Estas medidas y el apoyo de la regente a los moderados generan un movimiento insurreccional. La regente dimite antes de volver a apoyar a los progresistas.
1.2. Regencia de Espartero (1841-1843)
El general Espartero, vencedor de la primera guerra carlista, es nombrado regente. Su autoritarismo lo aisló incluso de los progresistas. La supresión de los aranceles que protegían la industria textil catalana provocó un levantamiento en Barcelona, reprimido con un bombardeo. La reordenación de los fueros vascos y navarros generó la enemistad de estas regiones. Los moderados (Narváez y O’Donnell) aprovechan el descontento para conspirar. Espartero dimite y se exilia en Gran Bretaña. Se adelanta la mayoría de edad de Isabel II (13 años).
1.3. Mayoría de edad de Isabel II
Tras la caída de Espartero, los moderados toman el poder. Supresión de la Milicia Nacional, restauración de la Ley de Ayuntamientos (la Corona nombra alcaldes) y convocatoria de elecciones. Durante la mayoría de edad de Isabel II, los moderados controlaron el poder, salvo en el Bienio Progresista. Intentaron implantar un estado liberal centralista y uniformizador.
1.3.1. Década Moderada (1844-1854)
Los moderados ganan las elecciones de 1844. Narváez forma gobierno. Objetivo: consolidar el liberalismo conservador y protegerlo del absolutismo y las subversiones populares. Su preocupación: compatibilizar orden y libertad. Medidas:
Constitución de 1845:
- Soberanía compartida (Corona/Nación).
- Confesionalidad católica.
- Dos cámaras: Senado (elegido por la Corona) y Congreso.
- Sufragio censitario restringido.
- Se mantienen amplios derechos, pero restringidos en leyes posteriores.
- Grandes atribuciones a la Corona.
Concordato con la Santa Sede (1851):
Para mejorar las relaciones con la Iglesia. Se establece la suspensión de la venta de bienes desamortizados, la devolución de los no vendidos, la financiación del culto y del clero, la intervención religiosa en la educación, el reconocimiento por la Iglesia de los bienes desamortizados y el derecho de la Corona a presentar una terna para elegir obispos. La Iglesia apoyó oficialmente a Isabel II.
Reformas administrativas:
- Reforma de Hacienda: centralización de impuestos.
- Nuevo Código Penal.
- División provincial: refuerzo de los gobiernos civiles y militares (dependientes del poder central).
- Ley de Administración Local: la Corona elige alcaldes en ciudades de más de 2.000 habitantes; el resto, los gobernadores civiles.
- Adopción del sistema métrico decimal.
- Organización de la educación pública (Ley Moyano).
Entre 1846 y 1849, la Segunda Guerra Carlista, por la negativa al matrimonio de Isabel II con el hijo de Carlos Mª Isidro (Carlos VI para los carlistas). Se desarrolló en el campo catalán, sin la trascendencia de la primera.
La vida política se centró en las “camarillas” cortesanas, buscando favores, más que en las Cortes.
En 1854, el intento de reformar la Constitución de 1845 para hacerla más moderada provocó el levantamiento de progresistas, demócratas (sufragio universal) e incluso moderados progresistas (Unión Liberal). Elaboraron el Manifiesto de Manzanares, exigiendo el cumplimiento de la constitución, reforma electoral y restablecimiento de la Milicia Nacional. O’Donnell se pronuncia en Vicálvaro, dando el poder a los progresistas.
1.3.2. El Bienio Progresista (1854-1856)
Restauración de los principios progresistas: restablecen la Milicia Nacional, anulan la Ley de Ayuntamientos e inician una nueva constitución (no promulgada). Medidas más importantes:
Desamortización de Madoz (1855):
Afectó a bienes de ayuntamientos, Iglesia y órdenes militares. Más tierras a la venta que con Mendizábal. Objetivo: financiar obras públicas (ferrocarril). Resultados similares a la anterior.
Ley General de Ferrocarriles:
Regula la construcción y las ayudas a las empresas.
Aumento de la conflictividad social por el descontento moderado y las revueltas populares al no obtener las mejoras esperadas. Exigen aumento salarial, reducción de impuestos al consumo y supresión de las quintas. El gobierno aprueba una Ley de Trabajo que mejora las condiciones laborales y permite las asociaciones obreras, pero no es suficiente. La revuelta se extiende por el campo castellano. La reina llama a los moderados a formar gobierno.