Los Reyes Católicos: Los Comienzos del Reinado
La Sucesión al Trono de Castilla
Enrique IV de Castilla tuvo una hija, Juana, apodada “la Beltraneja”. La nobleza castellana, en parte, obligó a Enrique IV a reconocer a su hermanastra Isabel como legítima heredera al trono de Castilla mediante el Pacto de los Toros de Guisando (1468). En 1469, Isabel contrajo matrimonio con Fernando II de Aragón, en contra de la voluntad de Enrique IV. Esto llevó a Enrique a anular el acuerdo de Guisando y proclamar a su hija Juana como heredera legítima.
A la muerte de Enrique IV, Isabel, apoyada por un amplio sector de la nobleza, se autoproclamó reina de Castilla, iniciando la Segunda Guerra Civil Castellana (1474-1479) contra su sobrina Juana, casada con Alfonso V de Portugal. Isabel y Fernando se impusieron en las batallas de Toro (1476) y Albuera (1479). Esta superioridad militar se consolidó con el Tratado de Alcaçovas-Trujillo (1479), donde los portugueses reconocieron a Isabel y Fernando como reyes de Castilla, y los castellanos se comprometieron a no intervenir en la expansión portuguesa por el Atlántico.
Ese mismo año murió Juan II de Aragón, y Fernando II se convirtió en rey de Aragón. Esto dio lugar a la unión dinástica de Castilla y Aragón, iniciando la configuración del Estado Moderno en España. Se produjo una unión dinástica, ya que cada Corona mantenía sus propias leyes, costumbres e instituciones. Compartieron la política exterior y la unificación religiosa.
Finalización de la Reconquista y Unificación Religiosa
En 1482, los Reyes Católicos impulsaron la finalización de la Reconquista con la Guerra de Granada (1482-1492). La guerra comenzó con la toma de Alhama en 1482, y el 2 de enero de 1492, Granada cayó. Aunque las condiciones iniciales de la rendición fueron tolerantes, en 1499 el Cardenal Cisneros inició una política de presión contra las minorías religiosas.
En 1502, se aprobó un decreto de conversión forzosa, obligando a los mudéjares a convertirse en moriscos (quienes no aceptaron la conversión debieron abandonar Castilla). Respecto a los judíos, en 1492 se publicó el Edicto de Granada, que decretaba su expulsión de las Coronas de Castilla y Aragón.
Completada la unificación religiosa, y fallecida Isabel, Fernando conquistó el Reino de Navarra en 1512. Sin embargo, Navarra mantuvo su identidad al conservar su administración territorial, su Fuero y sus Cortes.
Reformas Administrativas y Fortalecimiento del Poder Real
Situación Previa a las Reformas
La Corona de Castilla estaba gobernada por un rey con todos los poderes bajo un sistema de monarquía hereditaria. Su poder estaba controlado por:
- Las Cortes: Asamblea para aprobar leyes, impuestos o asuntos trascendentales.
- El Consejo Real: Órgano consultivo del monarca.
- La Audiencia: Órgano encargado de los asuntos de justicia.
- Las Contadurías de Hacienda: Recaudación de impuestos.
- Los Concejos: Gobierno de los municipios.
La Corona de Aragón se organizaba como una confederación de cuatro Reinos (Cataluña, Aragón, Valencia y Mallorca), cada uno con sus propios organismos y tradiciones. Las Cortes de cada Reino tenían mayor poder de control sobre el monarca, debido a la tradición pactista, donde el monarca otorgaba privilegios a la nobleza y clases urbanas a cambio de ayuda económica y militar. Cada Reino tenía su propio fuero. El Consejo Real y la Audiencia tenían funciones similares a las de Castilla, pero en Aragón existía un Justicia Mayor.
Las Reformas
En las Cortes de Toledo se inició una reforma institucional. El Consejo Real se reorganizó, y sus miembros fueron elegidos por los monarcas según sus capacidades, no por su escala social u origen. Se realizó una reforma financiera, recortando los privilegios económicos de la nobleza. Se impulsó una reforma legal para aplicar la justicia de manera homogénea. La Chancillería de Valladolid administraba la justicia al norte del Tajo, y en 1494 se creó la Chancillería de Ciudad Real para el sur (trasladada a Granada en 1505).
El fortalecimiento del poder real llevó a la lucha contra las minorías religiosas. En 1478, el Papa Sixto IV otorgó a Isabel y Fernando la bula Exigit sincerae devotionis, autorizando a los reyes a nombrar inquisidores, dando origen a la Inquisición.
Los monarcas también solucionaron la inseguridad rural con la Santa Hermandad en las Cortes de Madrigal de 1476. Un organismo policial y judicial, dirigido por el hermano de Fernando de Aragón, donde los juicios “in situ” y las condenas a muerte devolvieron la paz a los campos de Castilla.
La Política Exterior y el Descubrimiento de América
El 17 de abril de 1492, se firmaron las Capitulaciones de Santa Fe, donde los Reyes Católicos acordaron apoyar y financiar el proyecto de Cristóbal Colón para hallar una ruta alternativa a la India por el Atlántico (proyecto rechazado previamente por Portugal). Se otorgaba a Colón los títulos de Almirante, Virrey y Gobernador General de los territorios descubiertos, y un diezmo de las riquezas generadas.
Esta expansión entró en conflicto con los intereses portugueses, obligando a establecer límites mediante una línea de demarcación imaginaria al oeste de Cabo Verde. La primera demarcación se estableció en el Tratado de Alcaçovas, pero los portugueses reclamaron su ampliación. El Tratado de Tordesillas (1494) estableció la línea divisoria a 370 leguas al oeste de Cabo Verde: lo descubierto al oeste sería para Castilla y al este para Portugal.
Las consecuencias del descubrimiento de América fueron:
- Cambio del centro económico mundial del Mediterráneo al Atlántico.
- Llegada masiva de oro y plata de América.
- Importación de nuevos productos a Europa.
- Llegada masiva de esclavos africanos a las plantaciones europeas en América, generando un mestizaje cultural.
En 1504, Fernando II reincorporó el Reino de Nápoles. El Papa Alejandro VI autorizó a los Reyes Católicos a continuar la Reconquista por el Norte de África, incorporando ciudades africanas a Castilla. También se conquistó el Reino de Navarra en 1512.
La muerte de Isabel la Católica en 1504 parecía poner en peligro el proyecto de Monarquía Autoritaria. Sin embargo, la “incapacidad” de Juana “la Loca” para gobernar, la muerte prematura de su marido y la ausencia de nuevos hijos en el matrimonio de Fernando el Católico con Germana de Foix, permitieron que la corona recayera sobre Carlos, nieto de los Reyes Católicos, en 1516.