Los Primeros Núcleos de Resistencia Cristiana
Tras la desaparición del reino visigodo, las zonas montañosas del norte de la Península, libres de la dominación musulmana, se convirtieron en los primeros núcleos de resistencia. Antes del año 1000, estos núcleos solo lograron pequeños avances hacia el sur, sobre tierras despobladas y sin control musulmán directo. En el núcleo occidental surgió el reino astur, tras la victoria de Covadonga (722). Ya como reino de León, inició su expansión hacia el Duero (siglos IX y X), incorporando Galicia, el País Vasco y el condado de Castilla. En el núcleo central, el reino de Pamplona se consolidó en el siglo IX, expandiéndose sobre el alto Ebro. Los condados aragoneses, por su parte, no sobrepasaron el Pirineo, oscilando entre el control navarro y franco. En el núcleo oriental surgieron los condados catalanes, bajo dominio franco hasta finales del siglo X.
Etapas de la Reconquista
Antes del año 1000, los núcleos cristianos del norte se limitaron a pequeños avances sobre Al-Ándalus. Sin embargo, entre los siglos XI y XIII, las conquistas cristianas les permitieron ocupar casi toda la Península y las Baleares. Los mayores avances coincidieron con las etapas de mayor debilidad política de Al-Ándalus. En el siglo XI, Castilla y León ocuparon el valle medio del Tajo; los reyes aragoneses sobrepasaron el Pirineo; y los condes de Barcelona, la línea del Llobregat. En el siglo XII, los avances continuaron hasta Sierra Morena en el oeste, y hasta el sur de los actuales Aragón y Cataluña en el este. El siglo XIII comenzó con la victoria de Castilla y sus aliados sobre los almohades en las Navas de Tolosa (1212), lo que permitió la rápida conquista del valle del Guadalquivir. Portugal también alcanzó su extremo sur en este siglo. Por acuerdos entre Castilla y Aragón, este último conquistó las Baleares y el reino de Valencia, cediendo la conquista de Murcia a Castilla. A finales del siglo XIII, Al-Ándalus solo conservaba el reino de Granada (actuales provincias de Almería, Granada, Málaga y parte de Cádiz).
Ocupación del Territorio y Repoblación
La repoblación, ocupación civil de los territorios conquistados, se basó en el sistema de “presuras” hasta el año 1000. Campesinos, espontáneamente o por concesión real, accedían a la propiedad de pequeñas parcelas. A partir del siglo XI, los repartos de tierra, cada vez mayores, quedaron en manos de la corona (“tierras de realengo”), la nobleza y la Iglesia, creando latifundios trabajados por campesinos que, sin propiedad de la tierra, se convirtieron en siervos bajo el amparo de un señor. Este es el origen de los señoríos territoriales y jurisdiccionales. Desde 1150, la repoblación mediante concejos fue frecuente. La corona creaba municipios con “cartas de poblamiento” y “fueros”, otorgando autonomía a sus habitantes. Muchos campesinos buscaron escapar de la servidumbre, instalándose en estas poblaciones. La nobleza, para evitarlo, reforzó su autoridad, por ejemplo, con la “vinculación” de los campesinos. Así, la repoblación generó diferencias en la propiedad agraria y la estructura social de los reinos cristianos, según la época de la reconquista.
Diversidad Cultural: Cristianos, Musulmanes y Judíos
Culturalmente, los reinos cristianos compartían características con Europa occidental, pero con rasgos específicos debido a la existencia de Al-Ándalus, su incorporación progresiva y las comunidades judías. Los judíos, con artesanos, comerciantes y hombres cultos, fueron útiles como lingüistas, médicos, diplomáticos y agentes comerciales. Los musulmanes (mudéjares) mantuvieron sus ocupaciones como campesinos y artesanos. Existía tolerancia religiosa, pero la convivencia era escasa, con segregación espacial (juderías, morerías). La presencia de las tres culturas permitió la creación de las Escuelas de Traductores (Toledo, Tarazona), lugares de intercambio, transcripción, traducción y difusión cultural, atrayendo a intelectuales de toda Europa.
Manifestaciones Artísticas
El arte cristiano medieval presenta varios estilos. Antes del año 1000, predominan los prerrománicos: visigótico, asturiano y mozárabe, exclusivos de la península ibérica. El Románico (siglos XI y XII), primer estilo europeo internacional, penetró a través del Camino de Santiago. Al servicio del clero y la nobleza, sus edificios más representativos son iglesias, monasterios y castillos, construcciones de piedra sólida con muros macizos, arcos y bóvedas. La escultura y pintura tienen valor decorativo. Destaca la catedral de Santiago de Compostela. El Gótico (siglos XIII-XV), también internacional, responde al renacer urbano y la burguesía. Aunque continúa la arquitectura militar y religiosa, se inicia la civil: lonjas, ayuntamientos, palacios. Las catedrales siguen siendo representativas. Se usa la piedra, pero los edificios son más elevados, con vidrieras. Aparece la pintura sobre tabla y se desarrolla la escultura exenta.