II. La Oposición al Sistema de la Restauración
Tras el golpe de Pavía, diversas fuerzas quedaron al margen del sistema de la Restauración. Entre ellas se encontraban los republicanos, profundamente divididos tras su desplazamiento del poder, y los carlistas, derrotados militarmente y sin lograr conectar con los sectores más conservadores del catolicismo. Además, existía un incipiente movimiento obrero que, desde la clandestinidad, buscaba recursos para enfrentarse al régimen político burgués. A estos se sumaban los nacientes nacionalismos periféricos.
Carlismo
Después de la derrota militar, muchos carlistas se vieron obligados al exilio, del que solo pudieron regresar tras un indulto gubernamental.
Republicanismo
Las medidas de control político adoptadas por Cánovas al inicio de la Restauración marginaron a los republicanos de la legalidad. Algunos de sus líderes más destacados, como Salmerón y Ruiz Zorrilla, se vieron afectados. Durante el reinado de Alfonso XII, los intentos de unificación en un único partido republicano fracasaron. Sin embargo, su influencia en el régimen político de la primera etapa de la Restauración fue mayor que su representación parlamentaria.
A comienzos del siglo XX, los republicanos se dividían en numerosos grupos de diversa importancia, entre los que destacan:
- Partido Federal: Tras la muerte de Pi i Margall, su ámbito de influencia se redujo a Cataluña.
- Exaltados de Lerroux: Cristalizaron en el Partido Radical, de carácter populista y anticlerical, con un discurso revolucionario.
- Partido Reformista de Melquíades Álvarez y Azcárate: Partidarios de un acercamiento al sistema vigente, defendían reformas sociales.
Movimiento Obrero
A pesar de la disolución de la Internacional de Trabajadores durante la reacción conservadora de la República de 1874, las organizaciones anarquistas mantuvieron su organización, acentuando su estructura federal. El socialismo marxista, por su parte, se limitaba a dos pequeñas organizaciones en Madrid y Barcelona. Los miembros de la entidad madrileña fundarían en 1879 el Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
El gobierno liberal del Parlamento Largo permitió el avance de estos movimientos. La Ley de Asociaciones de 1887 permitió la salida de la clandestinidad a grupos que habían mantenido una actividad semilegal:
- PSOE: Con menor difusión, su vía sindical se expresó con la formación de la Unión General de Trabajadores (UGT) en 1888.
- Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE): De orientación anarquista, apolítica y colectivista.
La debilidad del movimiento obrero español se debía también a su división interna. El socialismo no solo mantenía malas relaciones con el anarquismo, sino que dentro de este último existían tendencias enfrentadas.
Nacionalismos Periféricos
A lo largo del siglo XIX surgieron en España núcleos intelectuales y grupos políticos que reivindicaban las particularidades de las zonas periféricas frente al Estado unitario tradicional. Estas peculiaridades se expresaban a través de los conceptos de regionalismo y nacionalismo, que cuestionaban la estructura territorial del Estado.
El modelo de Estado adoptado por el liberalismo español fue centralista y unitario, continuando el modelo “castellanizante” impuesto por los Borbones en el siglo XVIII. Frente a esta uniformización, surgieron nacionalismos periféricos que defendían sus particularidades como pueblos, planteando una visión de España diversa y multinacional.
Nacionalismo Catalán
Los precedentes del catalanismo en la primera mitad del siglo XIX se sitúan en el desarrollo de una burguesía industrial y en la Renaixença, movimiento cultural que reivindicaba la lengua y la cultura catalana. Durante el Sexenio Revolucionario, el catalanismo se manifestó a través del federalismo, incluso con intentos de proclamar un Estado Federal Catalán en 1873.
Con la Restauración, el catalanismo se constituyó en un movimiento político bajo la influencia de Valentí Almirall, fundador del Diari Català. Surgieron asociaciones de diferente signo, pero con marcado carácter regionalista, como el Centre Català de Prat de la Riba, la Lliga de Catalunya y la Unió Catalanista. En 1891, la Unió Catalanista redactó las Bases per la construcció regional catalana (Bases de Manresa), primer documento reivindicativo del catalanismo.
Con la crisis de 1898, los nacionalismos, y el catalán en particular, experimentaron una gran expansión, con Cambó como líder destacado. La burguesía catalana dejó de apoyar a los partidos dinásticos. En 1901, la Lliga Regionalista, de cierto conservadurismo e industrialismo, triunfó en Cataluña, y los partidos dinásticos perdieron peso. Cambó llegó a formar parte del gobierno de Maura. De la Lliga se escindió un grupo de izquierda que, junto a otras tendencias, dio lugar a la Unión Federal Republicana. Surgieron otros intentos unificadores, como Solidaritat Catalana, que tuvo gran éxito en las elecciones de 1906, aunque posteriormente se desintegró.
Nacionalismo Vasco
En su formación incidieron tres factores: un movimiento cultural para la recuperación de su cultura, los efectos de la revolución industrial y la inmigración, y la derrota del carlismo y la anulación de sus fueros. Aparecieron dos tendencias: un nacionalismo radical que defendía la recuperación íntegra de los fueros (más tradicional y agrario, defensa de lo vasco, la raza, la historia, la lengua, etc.) y la independencia, y un nacionalismo más burgués y urbano que aceptaba la abolición de los fueros y buscaba una legislación proteccionista para la industria vasca. Ambas tendencias se concretaron en la figura de Sabino Arana, quien formuló el nacionalismo vasco.
En el terreno cultural, surgieron sociedades como la Sociedad Euskalerria. Las ideas de Arana se convirtieron en proyecto político con la fundación del Partido Nacionalista Vasco (PNV) en 1895. Al igual que en Cataluña, parte de las clases dirigentes vascas abandonaron el esquema de la Restauración y apoyaron al PNV. A partir de 1915, contaron con representación parlamentaria e incluso se abrieron al mundo sindical con la creación de Solidaridad de Trabajadores Vascos.
Otros Nacionalismos
Además de los nacionalismos catalán y vasco, en Galicia, los componentes culturales y jurídicos se unieron al problema de la propiedad de la tierra, formando un movimiento más importante cultural que políticamente. En Valencia, las formaciones políticas surgieron a principios de siglo.