La Restauración Borbónica en España: Auge y Crisis del Sistema Canovista (1874-1923)
Introducción
Tras fracasar el intento de construir un estado democrático durante el denominado Sexenio Revolucionario, España inició en 1874 una nueva etapa histórica. Con la Restauración Borbónica, en la persona de Alfonso XII, España parecía volver a la situación de 1868, pero no fue una simple vuelta al pasado. El cuadro de fuerzas sociales y económicas se estaba haciendo más complejo y maduraba un desarrollo industrial, financiero y urbano que provocaba nuevas tensiones y conflictos. El modelo político y social de la Restauración se caracterizó por un extremado conservadurismo que se asentaba en un sistema liberal parlamentario, pero escasamente democrático, todo controlado por una reducida oligarquía. Sin embargo, fueron desarrollándose una serie de elementos, como el movimiento obrero y las fuerzas democráticas, que dieron al traste con un sistema basado en la corrupción y el caciquismo.
En la evolución de la Restauración hay tres fases:
- Hasta 1885, cuando muere Alfonso XII.
- Desde 1885 hasta 1902, donde su esposa, María Cristina de Austria, ejerce una regencia durante la minoría de edad de Alfonso XIII.
- Empieza en 1902 con la mayoría de edad de Alfonso XIII.
Solo se puede hablar de Restauración en las dos primeras fases; en la última, el sistema canovista entró en crisis hasta deshacerse en 1923 con la dictadura de Primo de Rivera, que acabará en 1930 y provocará la caída de la monarquía en 1931.
La Monarquía Restaurada: Alfonso XII, Rey de España
Cansada la sociedad española durante el Sexenio Democrático, fue tomando cuerpo la idea de Cánovas del Castillo de proclamar rey de España a Alfonso XII, hijo de Isabel II, y restaurar la monarquía de los Borbones. Los alfonsinos iban ganando posiciones y siempre contaron con el apoyo de la monarquía terrateniente, ansiosa de una mayor tranquilidad política una vez consolidadas las desamortizaciones; de la burguesía catalana, enemiga del librecambismo del Sexenio; de los intereses cubanos, cansados de la inestabilidad política, e incluso del Vaticano, que deseaba un cambio que pusiera fin al anticlericalismo revolucionario. Cánovas redactó el 1 de diciembre de 1874 un manifiesto que el príncipe firmó en Sandhurst, pero los acontecimientos se precipitaron porque el general Martínez Campos proclamó rey a Alfonso XII el 29 del mismo mes tras el pronunciamiento en Sagunto. Contra los deseos de Cánovas, la monarquía borbónica había sido restaurada mediante un golpe militar llamado la “botarada”. Tras su entrada en Madrid el 15 de enero de 1875, el nuevo rey no defraudó a nadie. Por su juventud, actitud comprensiva e inteligencia, pronto se ganó la simpatía del pueblo y la clase política, favoreciendo el éxito de la Restauración y siendo uno de sus símbolos.
Los Fundamentos Doctrinales de la Restauración
La Restauración fue ideada y ejecutada por Cánovas del Castillo con la ayuda de Sagasta. Cánovas era un historiador y político liberal que se había formado en las filas de O’Donnell y tenía un conocimiento muy profundo de la Historia de España y un claro proyecto de lo que debía ser un Estado. El nuevo sistema canovista tenía carácter conservador, pero escasamente democrático. El golpe de Estado fue recibido con satisfacción por los conservadores, atemorizados por la radicalización del Sexenio y por la irrupción del obrerismo, con la esperanza de una estabilidad política, económica y social. Además, el nuevo régimen pretendía superar:
- El carácter excluyente de los moderados.
- El intervencionismo de los militares.
- Las continuas convulsiones sociales.
Entregó la educación a la Iglesia, limitando la libertad de cátedra de los centros de enseñanza, alejando a las élites intelectuales del nuevo régimen político. Los pilares básicos del sistema canovista eran:
- La Corona: la monarquía se hallaba por encima de cualquier decisión política; el rey ejerce de árbitro para garantizar el buen entendimiento y la alternancia en el poder de los partidos Conservador y Liberal.
- Los partidos dinásticos: el Partido Conservador y el Liberal renunciaron a los pronunciamientos como medida para acceder al poder.
- El Ejército: se estableció la supremacía del poder civil sobre el militar, pero también la libertad y autonomía del estamento militar en sus asuntos internos.
Para alcanzar estos objetivos se realizó una comparación entre lo viejo y lo nuevo, y fue conocido como la Constitución interna, formada por una serie de principios políticos esenciales como la libertad, la monarquía, la propiedad, etc. Esta constitución no llegó a promulgarse, pero todo el mundo la conocía.
Los Partidos Políticos y las Bases Sociales e Institucionales
El conocimiento y admiración que sentía Cánovas por el parlamentarismo inglés le llevaron a concebir el funcionamiento sobre la base de dos partidos políticos que se alternasen en el poder, conocidos como los partidos dinásticos. Cánovas se consagró a configurar el Partido Conservador, que se apoyaba en las clases altas, y la oposición era el Partido Liberal, sostenido por la burguesía industrial y por las clases medias urbanas, y también colaboraba en este Sagasta. Si Cánovas aglutinó a moderados y unionistas, Sagasta integró a progresistas, parte de unionistas y algunos ex republicanos moderados. Fuera del sistema quedaban los partidos antidinásticos o ilegales. En la extrema derecha estaban los carlistas, fieles a Carlos VII, y los integristas, fieles a Cándido Nocedal; y en la extrema izquierda estaba la oposición republicana, el anarquismo y el socialismo de Pablo Iglesias. El sistema canovista contaba con una amplia base integrada por la alta burguesía adinerada y terrateniente, la burguesía rural de medianos y pequeños propietarios agrícolas, y la mediana y pequeña burguesía urbana. El campesinado se mantuvo indiferente, al igual que el proletariado urbano, que ambos fueron ganados por ideas socialistas y anarquistas. Muy importante fue el apoyo del ejército, que se volvió conservador, y el de la Iglesia, que eran fieles al carlismo.
La Mecánica del Turnismo
Para gobernar se necesitaba la confianza de las Cortes y la Corona, y no se podía gobernar si no se tenía mayoría de Cámaras. La mecánica del turnismo de partidos fue otra: los partidos Conservador y Liberal se cedieron el poder periódicamente por obra de un acuerdo mutuo o desgaste interno, lo que provocaba un fraude en las elecciones. Cuando el partido del gobierno sufría un desgaste político y perdía apoyo en las Cortes, el monarca llamaba al jefe del partido a formar gobierno, este convocaba las elecciones y hacía uso del fraude en los resultados y los mecanismos caciquiles para asegurar que las elecciones siempre fueran favorables al que le tocaba gobernar. El ministro elaboraba una lista de candidatos que debían ser elegidos. Los gobernadores transmitían la lista a los alcaldes; todos se ponían a su servicio para obtener los resultados deseados. A esto se le denominó “el Pucherazo”, es decir, a la adulteración de los resultados electorales, falsificación de censos incluyendo a personas muertas, manipulación de actas, compra de votos, etc. El caciquismo era ejercido por esa oligarquía, por familias poderosas económicamente que podían controlar la circunscripción electoral, haciendo informes y certificados personales, controlar el sorteo de quintas, etc. El sufragio censitario y la abstención de una parte de la población ayudaron al mantenimiento del sistema, que quería mantener apartados a republicanos, carlistas, socialistas y nacionalistas. El caciquismo se dio sobre todo en Andalucía, donde se dieron tres tipos:
- El cunero: procedía del medio urbano y era una persona relevante y era elegido en distritos muy pobres y por personas analfabetas.
- El notable: solía ser un personaje muy vinculado al distrito por tener intereses muy importantes en la región.
- El cacique: era un político profesional, muy conocido, y con apelativos populares como Perico Rodríguez de Sevilla.
España se caracterizaba por la ausencia de una motivación ideológica y la conversión de la política en el reino del favor, la recomendación y el enchufismo. La corrupción también estaba muy extendida. La situación se caracterizaba por la legalidad constitucional y por una oligarquía y el caciquismo, donde se caracterizaba la diferencia entre campo y ciudad.
El Caciquismo
A pesar de sus imperfecciones, el turnismo dio estabilidad a la vida política española. En 1885, al morir Alfonso XII, se firmó el Pacto del Pardo, por el que se aseguraba la regencia de María Cristina. Pronto el caciquismo y la farsa electoral que conllevaba sería reconocido como un mal de la patria y era vinculado a la Restauración. El encasillado imponía a los cuneros; la administración central, a diputados que se preocupaban por la realidad socioeconómica de sus representados, convirtiéndose la corrupción en un nivel de la sociedad.
La Restauración de Alfonso XII y la Regencia de María Cristina
La pacificación social fue el principal objetivo de la política interior de la Restauración; para conseguirlo se llegó a un consenso con el ejército y la Iglesia. El ejército y el trono se reencontraron después del Sexenio. Alfonso XII fue un rey soldado que asumió el espíritu y jefatura del ejército y marcó el camino a seguir de sus sucesores. La Iglesia y el Estado se reconciliaron. La Iglesia recuperó su prestigio e influencia en el campo de la enseñanza. El poder de Cánovas permitió la libertad de cultos y otras confesiones religiosas que se instalaron en el país, que no fueron bien vistas por algunos sectores de la Iglesia. Las empresas fundamentales del sistema canovista fueron la terminación de las guerras carlistas y la pacificación de Cuba. Con Alfonso XII, el ejército logró vencer los núcleos carlistas del Maestrazgo, Seo de Urgell y del norte, obligando a Carlos VII a huir a Francia en 1876. Y Martínez Campos logró la pacificación de Cuba tras la firma del Convenio de Zanjón en 1878.
Análisis y Valoración de la Constitución de 1876
Cánovas inició el proceso constitucional convocando una asamblea de la que salió una comisión de Notables con 39 personalidades encargados de redactar una constitución y presentarla a las Cortes elegida por sufragio universal y promulgado en junio de 1876. La Constitución de 1876 fue concebida como un equilibrio entre la moderada de 1845 y la revolucionaria de 1869. Consta de dos partes: en la primera se hace una declaración de derechos individuales y en la segunda se establece y se planifica un mecanismo político para elaborar e imponer la ley. En el primer título se recogían derechos individuales como la seguridad personal, la inviolabilidad del domicilio y correspondencia, libertad de residencia, así como derechos de reunión y asociación. El espíritu del liberalismo de la Constitución de 1845 le daba un aspecto moderado y conservador. Queda recogido el principio de soberanía compartida del rey y las Cortes, y por los demás el rey sanciona y promulga leyes, disuelve Cortes y tiene derecho a veto, siendo el gobierno ejercido por los ministros, siendo los responsables de sus actos. Se expresa la confesionalidad del Estado, definiendo la religión católica como la oficial y estableciendo la libertad de culto. Las Cortes se estructuraron en Congreso, con un diputado por cada 50.000 habitantes, y el Senado, integrado por miembros de derecho propio de nombramiento real. Las Cortes discuten y aprueban leyes, intervienen en la sucesión de la Corona, en la minoría de edad y en las regencias. Complemento de la Constitución fue la Ley Electoral de 1878, de tipo censitario, ya que solo votaba el 5 % de la población, introduciendo después un sistema democrático al implantar en 1890 el sufragio universal, por el que tenían derecho a voto todos los varones mayores de 25 años. Pero una cosa era la constitución formal del país y otra cosa la realidad, ya que España era sobre todo campesina y analfabeta. La labor legislativa del periodo de la Restauración se caracterizó por la coerción política y el centralismo político y administrativo. La libertad de imprenta tuvo una restricción al establecerse la censura previa a los impresos, significando el control de todos los folletos y periódicos desde el Estado, extendiéndose la ley de imprenta de 1879 a todo ataque sobre la Restauración. La primera constatación de la imposición de un centralismo fue la abolición de los fueros en las Provincias Vascas por una ley de julio de 1876, y para engrandecer la conciencia nacional unitaria se puso la excusa del fin de la guerra civil con los carlistas. El centralismo se hizo patente en la reorganización de las Diputaciones Provinciales y Ayuntamientos, restringiéndose la participación ciudadana en las elecciones de los cargos, determinándose que en las poblaciones de más de 30.000 habitantes habría alcaldes nombrados por el rey y que los presupuestos provinciales y municipales debían ser aprobados por el gobierno.
Consecuencias
La Restauración tuvo que hacer frente a la expansión de movimientos sociales, al cuestionamiento del dominio español y la emergencia de propuestas nacionalistas que exigían la reforma del Estado. La crisis del 98 hizo que se resquebrajaran las bases del sistema y planteó la necesidad de tomar medidas orientadas a la regeneración del país. La fuerte conmoción provocada por el desastre del 98 forzó a los partidos dinásticos a modernizar la Restauración y democratizar la vida española, pero no se llevó a cabo y dio lugar a la dictadura de Primo de Rivera, pero previamente se perdería Cuba en una lucha que se tiene con EE. UU. y todo el beneficio que se obtenía del comercio de azúcar y tabaco con Cuba y Filipinas.