La Restauración Borbónica y el Sistema Canovista
Tras el fracaso del Sexenio Revolucionario, la monarquía borbónica se reinstauró con Alfonso XII. Sin embargo, se formó una reducida oligarquía que poseía todo el poder político y económico, lo que provocó el surgimiento de movimientos que buscaban romper con ese sistema. Tras el golpe de Estado de Pavía, el general Serrano ocupó el poder. Alfonso XII envió una carta redactada por Cánovas del Castillo en la que explicaba que la monarquía era el futuro. Gracias a Cánovas, el pueblo, los monárquicos, la Iglesia y el Ejército se posicionaron a favor de Alfonso XII. Como consecuencia, se limitó la libertad de expresión y se promulgó una constitución que consagraba la obligatoriedad monárquica y el apoyo al turnismo. Esto llevó a una imperfecta división de poderes, dado que el rey podía cambiar al jefe de Estado a su antojo. También hubo más libertades políticas, como la instauración de dos cámaras o la declaración de un Estado confesional que, sin embargo, respetaba a otras religiones. No obstante, también dio lugar al sistema canovista, que implicaba, por un lado, una división de poderes entre el rey y las Cortes y, por otro lado, la incapacidad política de los partidos que no aceptaran este sistema.
Este contexto propició el turnismo, donde solo dos partidos gobernaban: el conservador, liderado por Cánovas, y el liberal, liderado por Sagasta. Mediante la corrupción electoral y el caciquismo, se turnaban el poder para no perderlo.
Crisis del Sistema y Auge de los Movimientos Sociales
En 1885, falleció Alfonso XII, lo que supuso una dificultad para el sistema canovista. Sin embargo, Cánovas y Sagasta pactaron seguir con el turnismo, y María Cristina de Habsburgo se convirtió en regente de su hijo nonato, Alfonso XIII. El sistema canovista provocó el surgimiento de movimientos opuestos que rechazaban algunas de sus normas, alejándose aún más de la posibilidad de alcanzar el poder político. En la izquierda moderada se encontraban los republicanos y los demócratas, y en la izquierda extremista, los comunistas y los anarquistas. Estos partidos constituyeron un movimiento obrero para reclamar ciertos derechos.
El Movimiento Obrero: Anarquismo y Socialismo
Dentro del movimiento obrero, se diferenciaban dos grupos principales:
- Anarquistas: Buscaban la libertad y se negaban a participar en política, lo que les granjeó la oposición de la clase obrera. El anarquismo comenzó a organizarse durante la Primera República, pero tras el golpe de Estado de Pavía, se ilegalizó. Cuando volvió a la legalidad, se fundó la Federación de Trabajadores de la Región Española.
- Socialistas: A pesar de que en España tuvo más éxito el anarquismo, los socialistas formaron el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) con el fin de lograr derechos como el sufragio universal, la igualdad de salarios, la jornada laboral de ocho horas, etc. Al no lograr sus objetivos inicialmente, decidieron aliarse con los republicanos, consiguiendo así el primer diputado socialista, Pablo Iglesias.
La Crisis de 1898 y el Regeneracionismo
En 1898, España perdió la guerra de Cuba y, con ella, sus últimas colonias. Sin embargo, esto supuso algunas ventajas para España, ya que se repatriaron una gran cantidad de capitales y no se perdió el mercado latinoamericano. A pesar de esto, la muerte de 50.000 combatientes provocó una conmoción nacional, dando lugar a una crisis de conciencia, propuestas de reformas y modernización pública (regeneracionismo) y un mayor empuje y protagonismo de los nacionalismos periféricos.
Descomposición del Régimen y la Dictadura de Primo de Rivera
Poco a poco, el régimen se descompuso, a pesar de que el turno se mantuvo hasta 1917, durante el gobierno de Canalejas, cuando salieron a la luz diferentes problemas culturales y sociales. El Estado envió soldados a Marruecos, lo que empeoró la situación, provocando una huelga general y la declaración del estado de guerra. Para restablecer el orden social, se llevaron a cabo juicios rápidos, lo que generó oposición hacia Maura, presidente del gobierno en aquel entonces. Maura dimitió y Canalejas impulsó una reforma social que comenzó con la obligatoriedad del servicio militar. Finalmente, Canalejas fue asesinado a tiros.
España se mostró neutral durante la Primera Guerra Mundial. Este periodo fue esencial para la descomposición del sistema político de la Restauración. Más tarde, España se dividió entre aliadófilos (izquierdas) y germanófilos (derechas). La sociedad española entró en un estado de inquietud y desorden moral, ya que los negocios derivados de la neutralidad enriquecieron exageradamente a unos pocos y hundieron en la miseria a la mayoría, lo que aumentó la diferencia entre clases sociales y empeoró drásticamente la situación. La población quiso participar en política y, como el turnismo lo impedía, se produjeron tres revoluciones distintas:
- Las Juntas de Defensa: Los militares exigieron una serie de derechos y, debido a que la monarquía necesitaba un ejército, se los concedieron mediante la Ley del Ejército.
- Asamblea de Parlamentarios: La burguesía buscó el apoyo del pueblo, pero temía perder el poder que tenía sobre él. Las Cortes estaban cerradas, por lo que el jefe de la Lliga Regionalista decidió convocar una asamblea de parlamentarios paralela. Esto provocó una revolución de las clases y grupos progresistas contra la oligarquía, pero la asamblea se desvaneció al ir perdiendo fuerza.
- Huelga general: Estuvo influenciada por las dos anteriores. Los republicanos iban contra la monarquía, pidiendo la rebaja de las subsistencias. Romanones prometió resolverlo, pero al cambiar de presidente, Dato no se vio obligado a cumplirlo. Las izquierdas convocaron una huelga pacífica, pero el ejército intervino, provocando heridos y muertos. Los manifestantes se posicionaron contra el ejército, afirmando la lucha en las calles, pero no en Marruecos.
Hubo una gran inestabilidad política, auge del movimiento obrero, lucha sindical y una mala situación en Marruecos. Los gobiernos duraban poco; en seis años hubo veintitrés diferentes. Tras la Primera Guerra Mundial, se vivió una crisis económica generalizada. La guerra en Marruecos estalló en 1921 como resultado del intento de colonizar el territorio. Con el objetivo de solucionar el problema, el general Primo de Rivera pidió plenos poderes para gobernar Cataluña, pero al no recibirlos, dirigió un golpe de Estado en 1923. No pretendía instaurar un régimen definitivo, sino arreglar un país deteriorado. La burguesía le apoyó, ya que frenaba a la clase obrera y desmanteló la oligarquía. Al tener todo el poder político, las leyes se ejecutaban sin problemas.
Primo de Rivera obtuvo la victoria en Marruecos, lo que elevó la autoestima del ejército. La Hacienda se recuperó y la economía del país comenzó a crecer. Sin embargo, tras sospechosos ascensos militares en Marruecos y debido a que los intelectuales nunca habían apoyado la dictadura, el país se volvió en su contra y, finalmente, dimitió.
El Pacto de San Sebastián y la Segunda República
El Pacto de San Sebastián supuso un cambio en el Estado hacia la República. Se reunieron las tres fuerzas principales y comenzaron sustituyendo a los alcaldes nombrados por Primo de Rivera. Sin embargo, esto se convirtió en un plebiscito sobre la monarquía y, a pesar de que las elecciones no tenían como objetivo acabar con la monarquía, visto el resultado mayoritariamente republicano, el rey abdicó y se exilió, dejando así espacio para que se formara la Segunda República.
Industrialización en el País Vasco
La Restauración presentaba una sociedad dual en la que había pocas áreas industrializadas y un inmenso interior agrario. La industrialización del País Vasco se centró en la revolución industrial de Vizcaya, donde la extracción del hierro impulsó el desarrollo económico de la provincia. Sin embargo, las guerras civiles dificultaron el proceso de industrialización. Aunque la producción de hierro aumentó en 1860, más tarde se vio paralizada a causa de la guerra carlista. Casi todo el hierro extraído de Vizcaya se destinaba a la exportación, principalmente a Inglaterra.
Desarrollo Siderúrgico y Auge Económico
Al finalizar la guerra, hacia 1883, comenzó a disminuir la demanda de hierro inglés, por lo que se incrementó la exportación de hierro vizcaíno, que más tarde se transformó en acero. La burguesía fue la protagonista del fenómeno industrial y se consolidó gracias a su propiedad y a la participación en compañías como Orconera. A partir de 1887, con la intención de competir con el mercado de acero extranjero, los burgueses vascos empezaron a comprar carbón inglés para convertir su hierro en acero. El proteccionismo ascendió en 1891, lo que llevó a la aparición de una industria metalúrgica media, consolidada con la Ley Arancelaria de 1891. Se abrió una etapa de fortalecimiento político y desarrollo económico, junto con la repatriación de capitales coloniales.
Diversificación Económica y Nacionalismo Vasco
Mientras algunos propietarios de minas invertían en la metalurgia, otros lo hacían en el negocio naviero. En este sector, destacaron figuras como Ramón de la Sota y Eduardo Aznar. El potencial económico que se desarrolló necesitaba servicios, por lo que en ese mismo año se fundaron el Banco de Comercio y la Bolsa de Bilbao para canalizar el dinero hacia las inversiones. De la actividad minera surgió el capital necesario para el desarrollo siderúrgico y el desarrollo industrial vizcaíno, incluyendo compañías navieras, empresas metalúrgicas e infraestructuras como ferrocarriles, embarcaderos y cargueros. El 45% de la exportación del hierro fue a compañías extranjeras, y el restante 55% se reinvirtió en la industrialización, dando lugar a una burguesía pujante que contaba con el apoyo de la banca del país. En 1900, las tres principales fuerzas económicas del país estaban en Vizcaya, Valladolid y Barcelona. A causa de la Primera Guerra Mundial, se amplió el mercado español. Más tarde, debido a la necesidad de trabajadores en la industria vizcaína, se incrementó la inmigración, lo que influyó en el desarrollo del nacionalismo vasco y en el nacimiento de una oligarquía con gran poder financiero.