Revolución de 1868 y Constitución de 1869 en España: Fin del Reinado de Isabel II

Gobiernos Moderados y la Caída de Isabel II (1863-1868)

Durante los últimos años del reinado de Isabel II, los moderados dominaron el poder, alternando ocasionalmente con los unionistas. Narváez representó el moderantismo tradicional, caracterizado por la restricción de libertades, manipulación electoral y suspensión de la desamortización. O’Donnell, como líder unionista, buscó un equilibrio introduciendo ciertas reformas progresistas, como mayor autonomía municipal y limitación del poder real.

El Gobierno de O’Donnell (1858-1863)

El gobierno de O’Donnell fue el más largo del reinado, destacando por su estabilidad interna, prosperidad económica impulsada por el ferrocarril, y una política exterior activa pero costosa y poco eficaz. Esta política exterior incluyó:

  • Expedición a Indochina (1858-1863): Beneficios para Francia.
  • Intervención en México (1862): España y los británicos se retiraron al detectar intenciones francesas de instaurar un imperio en México.
  • Campañas en Marruecos (1859-1860): Incorporación de Ifni y ampliación del territorio de Ceuta.
  • Reincorporación de Santo Domingo a la Corona española (1861-1865): Fracasó por oposición local.

El Declive del Reinado

En 1863, con Narváez de nuevo al mando, el autoritarismo moderado se intensificó, marginando a otras facciones políticas y reprimiendo protestas, como las universitarias de 1865, que aumentaron la indignación pública. En 1866, una sublevación de sargentos en el cuartel de San Gil, apoyada por progresistas y demócratas, fracasó pero marcó el declive del reinado.

La crisis económica de 1867 agravó el malestar, mientras progresistas y demócratas firmaron el Pacto de Ostende, al que se unieron los unionistas, acordando el fin de la monarquía y la convocatoria de Cortes Constituyentes con sufragio universal masculino. Finalmente, tras la muerte de Narváez en abril de 1868, la revolución de La Gloriosa en septiembre derrocó a Isabel II, quien partió al exilio.

La Revolución de Septiembre de 1868 y la Constitución de 1869

La Gloriosa acabó con el reinado de Isabel II, dejando a España sin monarquía durante tres años. Durante este tiempo, las Cortes elaboraron la Constitución de 1869, que contó con la participación de diversos sectores políticos.

Causas de la Revolución

Varios factores contribuyeron a la caída de Isabel II:

  • Crisis económica y financiera: La Bolsa se desplomó debido a la baja rentabilidad de las empresas ferroviarias, afectando las finanzas del gobierno, que no podía cubrir la deuda pública.
  • Crisis industrial: En Cataluña, la industria textil sufrió por la falta de materia prima debido a la guerra civil en EE. UU., lo que causó cierres de fábricas y aumento del paro.
  • Crisis de subsistencia (1866): La escasez de trigo disparó los precios del pan, afectando a las clases populares.

En este contexto de miseria y descontento, las clases populares, industriales y la burguesía se unieron en el Pacto de Ostende para derrocar a Isabel II. Tras la muerte de Narváez (1868), la situación se agudizó con el nombramiento de González Bravo, quien continuó las políticas autoritarias de su predecesor.

El Desarrollo de la Revolución

En septiembre de 1868, la escuadra de Cádiz, liderada por Juan Topete, inició la insurrección con el apoyo de los militares progresistas, como Prim, y unionistas, como Francisco Serrano. La revuelta se extendió rápidamente, y tras la batalla de Alcolea (Córdoba), la victoria rebelde forzó a Isabel II a exiliarse.

Las Juntas revolucionarias en las ciudades, dominadas por progresistas, demócratas y republicanos, exigieron reformas como libertades, soberanía, separación de la Iglesia y el Estado, sufragio universal y la convocatoria de Cortes Constituyentes. A pesar de las diferencias entre las facciones, la principal meta era derrocar a Isabel II.

La Constitución de 1869

Tras la revolución, el general Serrano fue proclamado regente y Prim presidente del gobierno. Se disolvieron las Juntas y se desarmó la Milicia Nacional. Se instauraron reformas como la libertad de imprenta, el derecho de asociación y la supresión de impuestos al consumo. En diciembre de 1868, se celebraron elecciones municipales, y en enero de 1869 se eligieron Cortes Constituyentes mediante sufragio universal masculino (70% de participación). Los progresistas y unionistas, con tendencias monárquicas, obtuvieron la mayoría, mientras que surgieron minorías carlistas y republicanas.

La Constitución de 1869, aprobada por las Cortes en junio, marcó un hito en la historia de España, estableciendo un conjunto de derechos y libertades que buscaban responder a las demandas de la sociedad liberal-democrática. Entre sus aspectos clave destacan:

  • Derechos y libertades: Reconoció derechos de manifestación, reunión y asociación, y garantizó la igualdad para acceder a empleos y la libertad de enseñanza.
  • Religión: El Estado reconoció la libertad religiosa, permitiendo la práctica pública o privada de cualquier religión, aunque asumió el sostenimiento financiero de la Iglesia católica.
  • Soberanía nacional y monarquía: Declaró la soberanía nacional y adoptó la monarquía como forma de Estado, con un rey con competencias limitadas, lo que fue una de las decisiones más controvertidas. El poder legislativo residía en las Cortes bicamerales y el poder judicial se declaró independiente.
  • Colonias: Cuba y Puerto Rico obtuvieron el mismo rango que las provincias peninsulares, mientras que Filipinas recibió un régimen especial.
  • Autonomía local: Se ampliaron las competencias de los ayuntamientos.

En el contexto político y social, las Cortes, al estar vacante el trono, nombraron a Francisco Serrano como regente y a Prim como presidente del gobierno. Durante este periodo, se vivía un ambiente de descontento republicano y carlista, así como una difícil elección de rey. Sin embargo, el nuevo gobierno fue considerado más confiable por los inversores internacionales, lo que permitió una serie de reformas económicas que favorecieron a la burguesía nacional e internacional.

Reformas Económicas

  • Se promovió el librecambismo, facilitando la entrada de productos extranjeros y se implementó la Ley de Bases Arancelarias en 1869, que fue rechazada por los productores textiles catalanes y los vendedores de cereal castellanos.
  • Se suprimieron algunos impuestos sobre el consumo, pero se introdujeron nuevos impuestos sobre las rentas.
  • Se adoptó la peseta como moneda nacional.
  • Se promovió la desamortización del subsuelo mediante la Ley de Minas de 1871, vendiendo o concediendo concesiones a compañías extranjeras para extraer recursos minerales.

Descontento Social y Oposiciones

Aunque la Constitución respondía a las demandas de los liberales, provocó frustración en sectores populares. Los republicanos y carlistas se oponían al mantenimiento de la monarquía y la financiación pública a la Iglesia, y lamentaban la falta de medidas para resolver las desigualdades sociales. Las tensiones sociales se manifestaron en protestas en el campo, principalmente en Andalucía y Extremadura, donde los campesinos exigían la redistribución de tierras. En las ciudades, hubo protestas contra el aumento de los precios de productos básicos, los impuestos y el sistema de reclutamiento (quintas). En este contexto, los republicanos se sintieron desbordados por sus fracasos parlamentarios y la creciente influencia del movimiento obrero internacional, que inspiró la creación de organizaciones de clase, en gran parte basadas en el anarquismo y el marxismo.

Fuerzas Políticas en las Cortes

  • Derecha: Los carlistas y los moderados abogaban por el regreso de la dinastía Borbón, con figuras como Antonio Cánovas del Castillo.
  • Centro: La coalición de Unionistas, Progresistas y Demócratas defendía un liberalismo con amplios derechos, contando con el apoyo del ejército, la burguesía y las clases medias urbanas.
  • Izquierda: Los republicanos se dividían en federalistas y unitarios:
    • Los federalistas (como Pi y Margall y Figueras) apoyaban una República federal, con separación total entre Iglesia y Estado y una amplia agenda de derechos democráticos y laborales, apoyados por la pequeña burguesía y el movimiento obrero.
    • Los unitarios (como Castelar) defendían una República unitaria, más conservadora en su enfoque.