Revoluciones y Unificaciones del siglo XIX

Las revoluciones de 1820

La oleada revolucionaria que recorrió Europa en 1820 afectó fundamentalmente al área mediterránea, más concretamente a España, Nápoles y Grecia. En los dos primeros estados fracasó la implantación de sendas monarquías liberal-constitucionales debido a la intervención de los vecinos estados absolutistas.

Las revoluciones de 1830

El epicentro de estos movimientos, al igual que en 1789, fue Francia.

Gran parte de estas insurrecciones estuvieron auspiciadas por minorías agrupadas en asociaciones secretas, con conexiones internacionales de fuerte presencia en la oficialidad del ejército. Su objetivo era realizar una “revolución universal contra la tiranía“. De entre esas asociaciones destacaron la de los masones y sus herederos más activos, los carbonarios.

Bélgica

Logró independizarse de los Países Bajos (Holanda) a la que había sido unida en 1815 como “Estado-Tapón”. Formó un nuevo estado basado en una monarquía constitucional representada por Leopoldo I.

España

Pasó de un régimen político absolutista a un régimen liberal, iniciándose un período de guerras civiles entre liberales y absolutistas (Guerras Carlistas).

Polonia, Alemania e Italia

En estos países las revoluciones no tuvieron éxito, fueron aplastadas por los regímenes absolutistas de Rusia, Prusia y Austria. La mayoría de los liberales y nacionalistas polacos, italianos y alemanes hubieron de exiliarse a otros países, fundamentalmente a Gran Bretaña y Francia.

Revolución del 48

Sus causas fueron:

  • La crisis económica desatada en Francia en 1847 como consecuencia de una serie de malas cosechas, en especial la de patatas, alimento básico para las clases populares. La crisis agraria influyó en los sectores industrial y financiero, llevando al paro a muchos obreros.
  • La negación de derechos y libertades a importantes sectores de la sociedad francesa: la monarquía de Luis Felipe de Orleans sólo satisfacía los intereses de la alta burguesía, en tanto que la pequeña burguesía como el proletariado quedaban desatendidos.

Segundo Imperio

El presidente de la república Luis Napoleón Bonaparte siguió los pasos de su tío: dio un golpe de estado (1851), forzó su reelección (a pesar de ser inconstitucional) y se coronó emperador (Napoleón III) en diciembre de 1852.

ACCIONES DEL GOBIERNO DE NAPOLEÓN

Participó en conflictos bélicos europeos con el fin de restaurar la grandeza de Francia y defender los intereses de los movimientos liberales y nacionales frente a los monarcas absolutos.

En ultramar, Napoleón III dio los primeros pasos hacia una política imperialista en África, Asia y México que sería continuada posteriormente por la Tercera República.

Tercera República

Estalló la revolución conocida como la Comuna de París (1871) impulsada por los republicanos radicales y los obreros, los revolucionarios constituyeron un gobierno popular que proclamó una república federal de contenido socialista, que apenas duró 3 meses, posteriormente se realizó un sufragio general masculino y una Asamblea Nacional en Versalles, claramente conservadora, que sometió a los partidarios de la Comuna a una represión terrible.

Unificación italiana

El origen del proceso tuvo lugar en los territorios del norte, los más industrializados, ricos y socialmente avanzados. Fue allí donde se desarrollaron una serie de revueltas antiaustríacas, de carácter liberal, enmarcadas en un movimiento intelectual, cultural y unitario denominado “Risorgimento”.

El promotor de la unificación fue el Conde Cavour, un liberal moderado que estaba al frente del gobierno de Cerdeña-Piamonte y había convertido el reino en un estado liberal moderno, y a su rey Víctor Manuel II (1820-1878).

Unificación alemana

La Unificación de Alemania fue un proceso para lograr la integración y la posterior unificación de diferentes estados alemanes en una sola Alemania, se inició a mediados del siglo XIX y finalizó en el año 1871. El proceso fue dirigido por el primer ministro prusiano Otto von Bismarck, conocido como el Canciller de Hierro, y culminaría con la formación del Segundo Reich “Segundo Imperio Alemán”.

El pensamiento socialista

– El proceso era una fuerza irreversible que conducía a la superación de la injusticia capitalista.

– Los derechos y libertades políticas resultaban insuficientes y no existía igualdad social.

El anarquismo y el marxismo son las dos ramas principales en las que se ha dividido históricamente el movimiento socialista.1 Ambas han realizado una crítica al sistema capitalista oligárquico y han buscado una alternativa para sustituirlo. Las relaciones entre anarquistas y marxistas no han sido siempre fáciles puesto que pese a compartir su crítica hacia el capitalismo, en especial el anarquismo, han manifestado visiones diferentes manteniendo varios puntos de discordia.