La Segunda Guerra Mundial: Orígenes, Causas y el Camino al Conflicto
Orígenes y Causas de la Guerra
El expansionismo fascista y la crisis económica de los años treinta fueron decisivos en los orígenes de la Segunda Guerra Mundial. Frente al expansionismo de Alemania, Italia y Japón, las democracias occidentales practicaron una política de apaciguamiento que resultaría fatal.
El Expansionismo Nazi y Fascista
Con la llegada de Hitler al poder en Alemania en 1933 pronto se manifestó la fragilidad de la Sociedad de Naciones (SDN) como garante de la paz. La Conferencia de Desarme de 1932-1933, reunida en Ginebra, fue el gran objetivo de la diplomacia europea. En esta conferencia se reconoció a Alemania el principio de igualdad de derecho, pero a pesar de eso no hubo entendimiento con Hitler y Alemania abandonó la Sociedad de Naciones. El fracaso del diálogo confirmó la voluntad de Hitler de no someter a ningún arbitraje la cuestión del rearme alemán.
Hitler fue conculcando las limitaciones impuestas por el Tratado de Versalles. El dictador alemán proyectaba dominar toda Europa. Primero había que crear un gran Estado nacionalsocialista de base racial (Gran Reich) más allá de las fronteras fijadas en Versalles. A continuación se le dotaría de un “espacio vital” (Lebensraum) a través del expansionismo y la guerra.
En 1935 Hitler se anexionó el Sarre, que estaba bajo control francés, tras la celebración de un plebiscito en el que la población se manifestó partidaria de su incorporación a Alemania. Inmediatamente después, el Gobierno nazi anunció su propósito de restablecer el servicio militar obligatorio, de construir un ejército de 36 divisiones y crear una fuerza aérea, la Luftwaffe.
Francia, el país más amenazado por Hitler, intentó aislar diplomáticamente a Alemania. En la Conferencia de Stresa (1935), Francia firmó un acuerdo con Italia y Reino Unido para asegurar la independencia de Austria y contra la política armamentista de Hitler. La red de alianzas se completó con otro pacto de asistencia mutua con la URSS en caso de agresión.
Pero entre 1935 y 1936 Italia invadió y conquistó Etiopía. La Sociedad de Naciones condenó esta acción y decidió adoptar sanciones económicas contra Italia. La respuesta de Mussolini fue romper los pactos de Stresa, acercarse a Alemania y abandonar la Sociedad de Naciones.
La Debilidad de las Democracias y los Golpes de Fuerza de Hitler
Alemania dejó de estar aislada en Europa y retomó la iniciativa. En 1936 Hitler ordenó la ocupación de la zona desmilitarizada de Renania. La pasividad de las democracias fue percibida por Hitler y Mussolini como una prueba de debilidad ante una política de hechos consumados.
El estallido de la guerra civil española en julio de 1936 puso de nuevo en evidencia la debilidad de las democracias occidentales. En agosto se logró un acuerdo de no intervención que fue firmado por 25 países, entre los cuales estaban Alemania, Italia y la URSS. El acuerdo pronto se convirtió en “papel mojado”, pues la Alemania nazi y la Italia fascista ayudaron con tropas y material bélico a los militares sublevados contra la República española, y la URSS ayudó a la República con armas y técnicos.
La guerra civil española (1936-1939) facilitó la alianza entre Hitler y Mussolini, que en octubre de 1936, forjaron una alianza bautizada como el Eje Roma-Berlín. Poco después, Alemania y Japón firmaron el Pacto Antikomintern contra la URSS, al que se adhirieron Italia y la España de Franco.
Reforzados los lazos entre Alemania, Italia y Japón, Hitler desveló sus planes en una reunión secreta con sus más estrechos colaboradores a finales de 1937. Estos incluían el recurso a la guerra para lograr sus objetivos: la anexión de Austria y de Checoslovaquia. Dichos planes fueron recogidos en un informe extraoficial conocido como Memorándum Hossbach. El temor de las democracias al estallido de la guerra las llevó a una política de apaciguamiento, haciendo determinadas concesiones que “alimentaron el apetito” de Hitler.
En marzo de 1938 tropas alemanas entraron en Viena. Hitler anunció la celebración de un plebiscito que ratificó la anexión de Austria al Reich alemán (Anschluss). El paso siguiente fue Checoslovaquia. La excusa fue la llamada cuestión de los Sudetes, una región checoslovaca rica en minas e industrias en la que vivían unos tres millones de alemanes. El partido pronazi Partido Alemán de los Sudetes reclamó su anexión al Tercer Reich. La amenazas de Hitler de intervenir surtieron efecto: los jefes de Gobierno de Reino Unido, Chamberlain, y de Francia, Daladier, con Mussolini como mediador, acudieron a la Conferencia de Múnich en septiembre de 1938, donde aceptaron la anexión de los Sudetes al Reich, sin el consentimiento de la misma Checoslovaquia.
Pero la cuestión checoslovaca no acabó ahí. En marzo de 1939 Eslovaquia proclamó su independencia y a continuación tropas alemanas penetraron también en Bohemia, formándose un Protectorado de Bohemia y Moravia como Estado satélite del Tercer Reich. En el mismo mes Hitler se anexionó el puerto de Memel (en Lituania) y en abril Mussolini ocupó Albania. En mayo Alemania estrechó relaciones con Italia con la firma de una alianza ofensiva, El Pacto de Acero.