Transformaciones Económicas durante la Restauración
Los avances económicos durante el periodo de la Restauración se caracterizaron por la introducción de innovaciones tecnológicas y un crecimiento ininterrumpido de la producción, el consumo y las actividades comerciales. Destacan los beneficios de las entidades bancarias, que aumentaron significativamente.
La producción minera carbonífera se cuadriplicó, impulsando también la producción de acero y la construcción naval.
Se desarrollaron nuevos sectores industriales, como el de producción y distribución de energía eléctrica, gracias a la entrada en España de poderosos grupos empresariales alemanes como AEG.
En cuanto a la banca, se produjo la apertura de nuevos bancos que se convirtieron en poderosos holdings al adquirir intereses y participaciones en empresas de todo tipo.
El sector agrario sufrió un fuerte descenso de los precios de los productos y el hundimiento del valor de las tierras debido a la internacionalización del transporte y del producto, lo que facilitó el consumo de productos de todo el mundo. Los agricultores presionaron a los gobiernos para la imposición de medidas proteccionistas.
En España, la competencia de los cereales baratos procedentes de América, Rusia y la India afectó desastrosamente a los agricultores, quienes comenzaron a tener enormes dificultades para vender sus cosechas ante la caída de los precios.
Esto motivó la emigración rural y el endeudamiento de los agricultores, que en muchos casos se vieron obligados a convertirse en ganaderos y abandonar el cultivo de campos.
En cualquier caso, las fuertes medidas proteccionistas de los gobiernos consiguieron evitar una crisis de mayores dimensiones.
La Guerra Colonial y la Crisis del 98: Pérdida de las Colonias (El Desastre del 98)
El Problema Cubano
En 1895 estalló una nueva insurrección armada independentista en Cuba. Desde hacía tiempo, la isla ya no dependía económicamente de España.
En 1893, Antonio Maura intentó llevar a cabo un proyecto de reforma autonómica para Cuba, pero no tuvo aceptación, lo que le llevó a dimitir como ministro. El proyecto, aunque fue recibido como una esperanza por parte de buena parte de la sociedad cubana, fue considerado inaceptable en su forma.
Los burócratas, comerciantes y azucareros españoles residentes en la isla se opusieron a cualquier tipo de autonomía. Además, el comercio con Cuba, prácticamente un mercado en régimen de monopolio, proporcionaba a la Península un saldo positivo.
La abolición de la esclavitud en Cuba fue tardía (1880-1886). El proyecto de autonomía no se llevó a cabo y se intentó convertir la isla en una provincia de España, enviando allí a unos 700.000 emigrantes, sobre todo gallegos (1868-1894).
En la isla había tres partidos políticos:
- Unión Constitucional (partido españolista ultraconservador)
- Partido Autonomista (moderados que querían mantener la unión con España)
- Partido Revolucionario Cubano (grupo independentista fundado por José Martí)
Los guerrilleros separatistas (que gozaban de amplios apoyos entre el campesinado) optaron por la guerra de guerrillas en lugares inaccesibles contra un ejército mal preparado y sin equipos apropiados. Los mambises iban armados con machetes y fusiles, buscando siempre escondites entre la espesa maleza de la manigua, en las zonas pantanosas más inaccesibles y en los montes más escarpados. El ejército español estaba formado en su mayor parte por soldados novatos, con armas y equipos anticuados, además de ser diezmados por las enfermedades tropicales.
El gobierno de EE.UU. intervino pronto en este conflicto, proporcionando material y armamento a los guerrilleros cubanos. Este país intentaba el dominio total sobre la isla, no su independencia. Los motivos principales del gobierno estadounidense para expulsar a España de Cuba eran de carácter económico y geoestratégico. Aunque EE.UU. intentó en dos ocasiones comprar la isla al gobierno español. Esta acción se enmarca en el expansionismo de EE.UU. durante este periodo: la conquista del Oeste, la compra de Alaska, la invasión de Texas, la ocupación del archipiélago de Midway y la apertura de bases militares en Hawái y Samoa. Desde el punto de vista económico, EE.UU. importaba el 90% de la producción de azúcar y tabaco de la isla, por lo tanto, era una necesidad económica para este país, afianzando así sus dominios en el Caribe y Centroamérica, que se completarían con sus posesiones en el Pacífico, unidas por el Canal de Panamá.
Entre 1896 y 1897 también se produjeron rebeliones armadas separatistas en Filipinas y Puerto Rico. Pocos años antes, habían sido creadas dos organizaciones revolucionarias independentistas en el archipiélago filipino: El Katipunan y la Liga Filipina. En Puerto Rico, con una importancia económica significativa, el principal partido era el Partido Incondicional Español, aunque el movimiento insurreccional en este país fue mínimo.
El Conflicto Hispano-Norteamericano
Estados Unidos declaró la guerra a España en 1898, basándose principalmente en el hundimiento del Maine, donde murieron 260 miembros de su tripulación. El gobierno de EE.UU. acusó sin pruebas a los españoles y envió un ultimátum al gobierno, con una declaración de guerra si el ejército no abandonaba inmediatamente la isla.
El gobierno y la oposición eran conscientes de que una guerra con EE.UU. era un disparate tanto político como económico, pero cedieron a las presiones de la sociedad española, provenientes de los periódicos españoles y de los mandos del Ejército, que se negaban a abandonar la isla de Cuba. Se consideraba que una solución negociada equivalía a una traición y mantuvieron un tono delirantemente belicista, patriotero y antinorteamericano.
En consecuencia, el gobierno careció de coraje para afrontar la impopularidad de una retirada de Cuba y prefirió entrar en guerra, por temor a un golpe militar en la Península.
La guerra fue un paseo militar para EE.UU., ya que los combates resultaron muy desiguales y la flota española quedó completamente destruida en dos únicos enfrentamientos navales: el primero en Cavite, en la bahía de Manila, y el segundo en la bahía de Santiago de Cuba. Aprovechando el conflicto, las tropas de EE.UU. conquistaron Puerto Rico y Filipinas.
Una vez consumada la derrota militar, el gobierno de Sagasta inició las conversaciones diplomáticas con EE.UU. con el objetivo de negociar una rendición. Finalmente, en diciembre de 1898 se firmó en París un tratado de paz entre ambas naciones, terminando así con las últimas colonias de España en América. Se cedían las posesiones a EE.UU., que las convertía en estados asociados o protectorados.