Transformaciones Agrarias y Políticas en la España del Siglo XIX

Transformaciones Agrarias en el Siglo XIX

La economía de países como Gran Bretaña, Bélgica, Francia y Alemania experimentó una profunda transformación durante el siglo XIX. La industria desplazó a la agricultura como principal actividad económica, impulsada por una producción sin precedentes. La mecanización y el uso de nuevas fuentes de energía revolucionaron las formas de producción, al tiempo que se consolidaba la propiedad privada. Estos cambios transformaron radicalmente la estructura económica y la organización social, dando paso al capitalismo (basado en la búsqueda del máximo beneficio y la ley de la oferta y la demanda).

España, al igual que otros países del este y sur de Europa, experimentó transformaciones económicas significativas, pero no se industrializó plenamente. A finales del siglo XIX, su economía seguía siendo predominantemente agraria, con un sector industrial limitado y poco competitivo en el mercado exterior. Sin embargo, la sociedad española presentaba características propias del capitalismo, aunque con un nivel de riqueza por habitante notablemente inferior al de los países industrializados. Estos factores explican en gran medida la marginación de España en el proceso de industrialización europeo.

Consolidación de la Propiedad Privada de la Tierra

Los gobiernos liberales del siglo XIX, especialmente los progresistas, adoptaron una nueva concepción jurídica de los derechos de propiedad. Esta nueva visión implicaba la eliminación de las estructuras del Antiguo Régimen (señoríos, mayorazgos, manos muertas) y la consolidación de la propiedad privada de la tierra como pilar fundamental de la nueva organización capitalista.

Diversos factores influyeron en este proceso, como los graves problemas agrarios, la resistencia campesina a los antiguos derechos feudales y las demandas de nuevos sectores que accedían a la propiedad y buscaban el progreso y la modernización agraria. Para lograr estos objetivos, se emprendió una reforma agraria liberal a través de un conjunto de medidas implementadas tras la llegada al poder de los liberales. El objetivo principal era liberar las tierras de las ataduras del Antiguo Régimen y fomentar la propiedad privada para establecer una economía de mercado (un sistema en el que las actividades económicas buscan maximizar beneficios según la ley de la oferta y la demanda, con una mínima intervención estatal).

Definiciones:

  • Caciquismo: Forma distorsionada de gobierno local donde un líder político (cacique) ejerce un control absoluto sobre una comunidad rural a través del clientelismo político. Este sistema, aunque presente en España, es más característico de América Latina. Los caciques pueden controlar el voto de sus clientes, lo que les permite negociar con políticos de alto nivel y actuar como representantes locales del partido. Esto da lugar a”democracia” que funcionan solo en teoría, sin representar realmente la voluntad popular. El caciquismo prevaleció durante el siglo XIX y gran parte del siglo XX en diversas regiones de América Latina y España.
  • Manos muertas: Bienes inmuebles pertenecientes a la Iglesia Católica y las Órdenes Religiosas que se encontraban bajo la protección de la Monarquía Hispánica. Estos bienes no podían ser vendidos ni enajenados por obispos, abades ni priores. Las autoridades eclesiásticas que intentaran hacerlo podían ser suspendidas a divinis e incluso excomulgadas. Quien adquiriese estos bienes los perdía; solo podía reclamar legalmente contra el vendedor, nunca contra la Iglesia.
  • Mano Negra: Presunta organización anarquista secreta y violenta que operó en Andalucía a finales del siglo XIX. Se le atribuyeron asesinatos, incendios de cosechas y edificios.
  • Mayorazgo: Institución del antiguo derecho castellano que permitía mantener un conjunto de bienes vinculados entre sí de forma perpetua. Estos bienes pasaban al heredero, generalmente el hijo mayor, evitando la división del patrimonio familiar y asegurando su crecimiento.
  • Mesta: Gremio o asociación profesional de origen medieval que agrupaba a los ganaderos dedicados a la trashumancia. Desde finales del siglo XII o principios del XIII, se denominaba”mesta” a las asambleas de ganaderos. La importancia de esta actividad llevó a la fundación del Honrado Concejo de la Mesta en 1273 por Alfonso X el Sabio.

Pronunciamientos y Falseamiento Electoral en el Siglo XIX

El nuevo Estado liberal español se vio afectado desde sus inicios por factores que obstaculizaban el libre desarrollo político y la estabilidad del sistema:

  • Intromisión de la Corona en la vida política.
  • Intervención del ejército.
  • Falseamiento de las elecciones.

El prestigio militar tras la victoria en la Guerra Carlista otorgó al ejército un papel político que trascendía sus obligaciones, consolidando su presencia en la vida política del siglo XIX. Tanto militares moderados como progresistas recurrieron sistemáticamente al pronunciamiento para derrocar gobiernos. La Corona tendía a favorecer a los moderados, lo que obligaba a los progresistas a instigar revueltas populares para acceder al poder. Los progresistas y demócratas apoyaban la formación de juntas y el reclutamiento de la milicia nacional para presionar a su favor.

Sin embargo, el parlamentarismo español funcionaba de forma distorsionada:

  • El acceso al poder ejecutivo se lograba por imposición de la Corona, mediante conspiraciones militares o revueltas populares, en lugar de responder al resultado de las elecciones.
  • Una vez en el poder, el gobierno manipulaba las elecciones utilizando los amplios poderes del Ministerio de Gobernación para asegurarse una cómoda mayoría parlamentaria.

Durante el reinado de Isabel II, se celebraron 22 elecciones generales, en su mayoría ganadas por el gobierno que las convocaba. Esto se debía a que las leyes electorales permitían la manipulación de los resultados por parte del gobierno. Este periodo se conoce como el”Régimen de los generale” o el”Parlamentarismo pretorian”.

Los Pronunciamientos

El mecanismo de falseamiento electoral comenzaba cuando, ante el descontento popular, un general leía un manifiesto a sus tropas, es decir, se pronunciaba. Si el golpe contaba con suficiente apoyo, los sublevados detenían y reemplazaban a las autoridades. Si tenían éxito, encontraban poca resistencia; de lo contrario, el gobierno respondía con represión, fusilamientos o exilio de los golpistas. En cada pronunciamiento, los militares actuaban en nombre de un partido concreto, nunca de las fuerzas armadas en su conjunto. Eran los políticos civiles quienes les pedían apoyo para sus causas.

La influencia militar se extendía a los capitanes generales de provincia, cuyas atribuciones eran casi absolutas. Podían suspender las garantías constitucionales y declarar el estado de guerra para reprimir motines y revueltas populares.

Falseamiento de las Elecciones

Los gobernadores civiles ejercían un gran poder en sus provincias. Elaboraban las listas electorales, elegían a los alcaldes que supervisaban el proceso electoral y presidían las mesas electorales. Esto les permitía cometer fraude en las listas, la composición de las mesas y el recuento de votos. Estas prácticas se convirtieron en habituales para asegurar la mayoría parlamentaria del gobierno. Se utilizaba a alcaldes y caciques para manipular el voto a su favor.

El Bipartidismo Durante la Restauración

Antonio Cánovas del Castillo impulsó un régimen bipartidista inspirado en el modelo británico con el objetivo de poner fin a las tensiones políticas del siglo XIX y asegurar la estabilidad del régimen surgido tras la Restauración. Su intención era crear dos grandes partidos políticos que aglutinaran diferentes corrientes de pensamiento dentro del liberalismo, excluyendo a aquellos que no aceptaran la monarquía restaurada y la dinastía borbónica.

Los partidos que dominaron la escena política durante la Restauración fueron el Conservador y el Liberal, representando a la derecha y la izquierda del liberalismo, respectivamente. El Partido Conservador ganó las primeras elecciones y, bajo su liderazgo, se redactó la Constitución de 1876. A partir de su aprobación, la vida política se basó en la alternancia pacífica de ambos partidos en el gobierno.

El bipartidismo se consolidó tras la muerte prematura de Alfonso XII en 1885, sin un heredero varón y con la reina embarazada. Los dos partidos pactaron el turno político para garantizar la estabilidad del régimen. Cánovas demostró su habilidad política al dimitir y sugerir a la reina regente que encargara la formación de un nuevo gobierno a su rival, el liberal Práxedes Mateo Sagasta. El 17 de mayo de 1886 nació Alfonso XIII, hijo póstumo de Alfonso XII.

stumo de Alfonso XII.