TRANSFORMACIONES CULTURALES. CAMBIO EN LAS MENTALIDADES. LA EDUCACIÓN Y LA PRENSA
La sociedad española del primer tercio del XIX continuó siendo esencialmente rural y en ella los valores del Antiguo Régimen estaban plenamente vigentes. La influencia de la nobleza y la Iglesia era muy importante: El dominio sobre la tierra, los títulos nobiliarios y el peso de la religión marcaban el pensamiento de la época. No obstante, con el paso del tiempo los nuevos hábitos burgueses y las formas sociabilidad obrera fueron abriéndose paso transformando la mentalidad de la época.
Desde la segunda mitad del XIX (Isabel II – Sexenio – Restauración) la vida urbana va imponiendo sus pautas sobre el mundo rural. Las ciudades multiplicaron su población siendo necesario derribar sus murallas; la extensión de la luz de gas transformó la vida, iluminó los hogares, prolongó el día y civilizó las calles, que fueron perdiendo peligrosidad. Otros avances como el ferrocarril o el tranvía comenzaron a acortar las distancias y con ello aumentó la estandarización de las costumbres y de las mentalidades. El primer tranvía de España comenzó a funcionar en Madrid en 1871.
La Iglesia siguió siendo una fuerza social de gran influencia durante todo el siglo. Las romerías, la Semana Santa y las celebraciones navideñas concentraban a multitud de fieles; no obstante, fue surgiendo una ola de anticlericalismo entre las clases populares, los obreros y el mundo intelectual que consideraban que la Iglesia “bendecía” las injusticias sociales existentes.
El siglo XIX terminó, por tanto, derribando los valores del Antiguo Régimen e introduciendo una nueva mentalidad basada en la libertad de pensamiento y en los valores propios del sistema capitalista. La nueva sociedad industrial provocó también el aumento de la conflictividad social dadas las desigualdades de riqueza y las duras condiciones de vida de la clase obrera.
El fin de siglo trajo otro cambio importante para las formas de comportamiento: La extensión del ocio entre todas las clases sociales. Los toros, la zarzuela y los cafés habían sido las formas principales de entretenimiento, pero a partir de 1890 y a principios del XX el deporte-espectáculo y el cine se convierten en las formas de ocio más populares. En 1889 se fundó el Recreativo de Huelva, primer equipo de fútbol; en 1902, se disputó la primera competición oficial la Copa del Rey Alfonso XIII. En mayo de 1896 se proyectó en España la primera película; en 1914, Barcelona tenía más de 160 cines.
El rasgo más significativo de la educación en España durante el XIX es la necesidad de enfrentarse al evidente problema del analfabetismo que existía. El descenso del analfabetismo será apreciable, pasando del 94 % en 1807 al 66 % en 1900, pero quedando muy lejos de países como Alemania o Francia (menos del 10 % en 1900).
El Estado tenía escasa intervención en la educación en el inicio de siglo: Controlaba los niveles y titulaciones, pero la inversión en escuelas era escasa quedando la mayoría de ellas en manos privadas (fundamentalmente de la Iglesia).
Las Cortes de Cádiz (1812) establecieron la universalidad, obligatoriedad y gratuidad de la enseñanza primaria, pero no pasó de una buena intención. La educación se regirá a partir de 1857 por la Ley Moyano(más de un siglo vigente) basada en la división en Educación Primaria, Secundaria y Superior (Universitaria).
La Ley Moyano se ajustó más a la realidad que la Constitución de Cádiz, estableció la enseñanza primaria como obligatoria entre los seis y nueve años, pero no necesariamente gratuita. Cada pueblo estaba obligado a sostener una escuela, pero la oferta de plazas era generalmente insuficiente y tampoco existía verdadera conciencia sobre la importancia de la educación lo que provocaba que muchos padres considerasen los estudios como algo impropio de su posición social.
La enseñanza secundaria quedaba reservada para apenas unos miles de personas (menos de 40000 estudiantes a finales del XIX), sólo había un instituto por cada capital de provincia o ciudad importante. En las enseñanzas medias convivían los institutos provinciales con los colegios privados, incorporados oficialmente a los institutos.
La enseñanza universitaria estaba muy centralizada en Madrid (Universidad Central) y de ella dependían otras universidades a cuya cabeza había un rector nombrado por el Estado. La censura fue la nota predominante durante todo el siglo al no existir la libertad de cátedra. La represión de docentes universitarios condujo a la fundación en 1876 de la Institución Libre de Enseñanza por parte de Francisco Giner de los Ríos, siguiendo las directrices del krausismo. La Institución Libre de Enseñanza formó a buena parte de la elite intelectual de los siguientes cincuenta años.
El desarrollo de la prensa en España tuvo un primer momento de crecimiento con la gran demanda informativa surgida con la Guerra de la Independencia en 1808. En el asediado Cádiz de 1810 se decretó la libertad de prensa y los ciudadanos seguían con gran interés las noticias de las Cortes; todo ello provocó la multiplicación de las publicaciones de todas las tendencias: Periódicos liberales como “El Conciso”; absolutistas como“El Censor General”; e incluso afrancesados como “La Gaceta de Sevilla”.
El retorno de Fernando VII y su absolutismo volvió a provocar un fuerte retroceso en la actividad periodística, que no vuelve a crecer hasta el inicio de la revolución liberal durante la regencia de María Cristina. Los periódicos anteriores a 1835 apenas incluían informaciones o columnas de opinión; se limitaban a exponer los artículos políticos oficiales y trataban temas científicos. Pero, a partir de entonces, surgen otros más parecidos a los actuales:En 1850 salían a la calle 13 periódicos, aunque la mayoría tenían una vida efímera y escasa tirada. Destacan: “La Esperanza”, “El Clamor” o “La Reforma”.
Tras la “Revolución Gloriosa” y la aprobación de la libertad de prensa en la Constitución de 1869 se multiplican los periódicos y revistas. Dentro de publicaciones del Sexenio Democrático destaca la aparición de “La Flaca”, revista satírica y de tendencia republicano federal. El aspecto externo de la nueva prensa es ya más ameno, no sólo se dedica a temas políticos, sino que aparecen nuevas secciones de crítica literaria, pasatiempos y humor. Fue muy habitual también la inserción de folletines (novelas por capítulos) que gozaban de gran aceptación entre los lectores. En esta línea cabe destacar la labor de “Los lunes del imparcial” que desde 1879 y hasta 1906 publicó las obras de los autores más importantes de la época (Juan Valera, Pardo Bazán, Pío Baroja, etc.). En cualquier caso, el analfabetismo que seguía tan extendido en la España de la Restauración convertía a la prensa en un producto para minorías. Los periódicos aumentaron paulatinamente su vinculación con los partidos políticos conservadores y liberales. Entre la prensa conservadora destaca la aparición en Barcelona de “La Vanguardia” en 1881 y del “ABC” en 1905; en la línea progresista sobresale la aparición de “El Heraldo de Madrid” en 1890 que desde posiciones liberales evolucionó hasta el republicanismo de izquierdas.