La Transformación Económica de España en el Siglo XIX
La Reforma Agraria Liberal
La agricultura seguía siendo la actividad económica más importante a principios del siglo XIX. Ocupaba a dos tercios de la población activa y representaba más del 50% de la renta nacional, constituyendo la base del comercio exterior. Sin embargo, presentaba rasgos de un sector poco evolucionado:
- Agricultura de subsistencia basada en el cultivo extensivo de cereales.
- Jornadas laborales de sol a sol.
- Métodos de trabajo tradicionales.
La evolución agraria española durante el siglo XIX se caracterizó por:
- Expansión de la superficie cultivable.
- Incremento moderado de la producción global, principalmente de trigo, olivo y vid.
- Técnicas agrícolas tradicionales: escasa utilización de abonos y rendimientos bajos.
No obstante, se produjo un cambio lento y progresivo:
- Cambio de titularidad de la tierra.
- Aumento de la producción agrícola.
- Aparición de nuevos sectores.
Integración del Mundo Rural en la Economía Capitalista
Para afrontar los gastos de la guerra carlista, Mendizábal procedió a la desamortización de las tierras y bienes de monasterios y conventos. La desamortización eclesiástica fue el conjunto de medidas adoptadas por el Estado liberal en el siglo XIX para liberar las tierras acumuladas por la Iglesia católica. El Estado se comprometía a compensar a la Iglesia asumiendo los gastos del culto y del clero.
Industrialización, Ferrocarril, Banca y Comercio en la España del Siglo XIX
Aunque en España no se puede hablar de una revolución industrial plena en esta época, sí se inició un proceso de industrialización, si bien fue lento y no alcanzó el nivel de los países de Europa Occidental. Los historiadores señalan las siguientes causas:
- Débil crecimiento demográfico.
- Escasez de materias primas y fuentes de energía, y su costosa extracción.
- Inexistencia de un mercado integrado.
- Falta de capitales nacionales, lo que originó la dependencia de inversiones extranjeras.
- El papel del Estado, que favoreció los intereses de los latifundistas agrarios.
- La pérdida de las colonias, que hubieran proporcionado materias primas.
Sin embargo, a lo largo del siglo hubo importantes avances económicos que provocaron el nacimiento de significativos focos industriales. Dos fueron las zonas pioneras: Cataluña y el País Vasco. Y dos también las industrias más importantes: la textil y la siderurgia.
La Industria Textil Catalana
El primer sector que adoptó las formas modernas de producción fue la industria textil catalana, especialmente la dedicada a la elaboración de tejidos de algodón. A partir de la década de 1830, se produjo un intenso proceso de renovación tecnológica. Entre 1830 y 1880, la expansión agraria favoreció el crecimiento de la manufactura textil catalana. Los industriales catalanes y los propietarios cerealistas castellanos eran los dos grandes grupos sociales interesados en el mantenimiento de una política proteccionista. Contaban con un mercado nacional reservado y protegido con fuertes aranceles, y con un campesinado con un nivel de renta aceptable que demandaba sus productos. Durante el periodo isabelino se sustituyó la lana por el algodón y se mecanizó casi totalmente la producción textil.
Siderurgia y Carbón
El otro intento de desarrollo industrial se centró en el área de la siderurgia y el carbón.
El Ferrocarril y su Impacto en la Economía
En el comercio, la novedad más decisiva fue el inicio de la construcción del ferrocarril en España. La creación del ferrocarril permitió conectar los centros cerealistas del interior con las zonas de consumo de la periferia. Además, la mejora de las comunicaciones tuvo como consecuencia la creación de una economía internacionalizada y ayudó a la especialización de la agricultura, favoreciendo las exportaciones. Las primeras líneas fueron Barcelona-Mataró en 1848 y Madrid-Aranjuez en 1851. La Ley de Ferrocarriles de 1855 supuso un importante aumento de las inversiones en la construcción del ferrocarril, con entrada de capitales franceses, belgas e ingleses. El ferrocarril se convirtió en el principal campo de especulación. Técnicamente se han criticado dos aspectos:
- El distinto ancho de vía.
- La disposición radial del trazado.
A pesar de todo, el ferrocarril tuvo un efecto positivo en la economía, facilitó el comercio y las comunicaciones, y ayudó a la creación de un mercado económico único. La Ley de Bancos de Emisión y Sociedades de Crédito de 1856 favoreció el desarrollo de la banca en nuestro país.
La Nueva Sociedad de Clases en la España del Siglo XIX
El liberalismo del siglo XIX aportó nuevas ideas económicas y políticas, dando origen a profundos cambios sociales que llevaron a la desaparición de la organización social estamental y la aparición de la sociedad de clases. En España, este proceso fue lento debido a:
- La escasa industrialización.
- El peso de la gran propiedad agraria.
- El poder de la nobleza y el clero, grupos privilegiados del Antiguo Régimen.
Los estamentos dejaron de existir en España en el siglo XIX con la configuración del Estado liberal, cuyas leyes determinaron la igualdad jurídica de todos los ciudadanos. En el nuevo sistema liberal, todos los grupos sociales:
- Pagaban impuestos.
- Eran juzgados por las mismas leyes y tribunales.
- Gozaban de iguales derechos políticos.
El conjunto de la población formaba una sola categoría jurídica, la de ciudadanos. Las diferencias sociales se establecieron en función de la riqueza, y los ciudadanos quedaron definidos por su pertenencia a una determinada clase social, condicionada por su nivel económico.
La Nobleza y el Clero en la Nueva Sociedad
La nobleza perdió sus privilegios. En cuanto al clero, el proceso de desamortización y desvinculación mermó el poder de la Iglesia al privarla de muchas de sus propiedades. Con la pérdida de poder económico, a mediados del siglo XIX el clero disminuyó de manera considerable. La conflictividad social adoptó nuevas formas propiciadas por las grandes desigualdades de riqueza y las duras condiciones de vida de la clase trabajadora.
La Burguesía y la Oligarquía
A mediados del siglo XIX, España era todavía un país agrario y la nobleza era la mayor poseedora de tierras. La revolución liberal en España conformó una nueva burguesía surgida de los negocios, el comercio, la banca y el capital extranjero. La élite dirigente de la sociedad liberal española del siglo XIX se formó con la unión entre la antigua aristocracia y los nuevos grupos burgueses:
- La burguesía aportaba la innovación, las nuevas formas jurídicas y políticas que articulaban el Estado, el derecho y la propiedad, y en muchos casos también el dinero.
- La nobleza era un símbolo de abolengo, de prestigio social y de reconocimiento público.
Ambas clases constituyeron una nueva oligarquía que tenía el poder económico e imponía las formas culturales. La implantación de un régimen liberal de carácter censitario implicó que los partidos políticos estuvieran constituidos principalmente por abogados, profesores, hombres de negocios y altos cargos militares. La vieja nobleza participó menos en la dirección de la vida política del país.
Las Clases Populares y el Campesinado
Las clases populares constituyeron la inmensa mayoría de la población. Los privilegios gremiales desaparecieron en la década de 1830. Entre las clases más humildes predominaban las mujeres empleadas en el trabajo doméstico. Un sector de mujeres trabajaban de lavanderas, planchadoras, costureras o amas de cría. En España, la reforma agraria liberal concentró la propiedad de la tierra aún más que durante el Antiguo Régimen. Al contrario que en otros países del occidente europeo, no hubo emigración a las ciudades y la población campesina española permaneció en el campo. Aumentaron los campesinos sin tierras, los contratos de explotación a corto plazo y el latifundio. Existían diferencias regionales:
- En Castilla-La Mancha, Andalucía y Extremadura, los antiguos señores conservaron sus tierras y se les reconoció la propiedad plena de sus antiguos señoríos.
- En Cataluña y Valencia, muchos arrendatarios enfitéuticos accedieron a la propiedad, estructurándose un grupo de pequeños y medianos propietarios.
La reforma liberal en el siglo XIX no permitió a la mayoría de los campesinos el acceso a la propiedad de la tierra. La situación del campesinado mejoró poco entre 1830 y 1870, desde la desamortización de Mendizábal hasta las crisis agrarias de finales de siglo.