Rapto de Europa
Pintura pompeyana Siglo I d. C. Museo Arqueológico Nacional (Nápoles) Europa, joven amada por Júpiter, se suele representar sentada sobre la grupa de un toro, mientras el animal huye entre las olas del mar.Júpiter, el rey de los dioses, se enamoró de Europa, hija del rey fenicio Agenor y de Teléfasa, y transformado en un cándido toro blanco con los cuernos dorados, marcha a la playa donde la joven juega con sus sirvientas. La muchacha, inicialmente aterrorizada, se arma de valor, acaricia al animal y le ciñe los cuernos con guirnaldas de flores, hasta que por fin se sienta en su grupa. Júpiter, entre los gestos de Europa, huye alejándose entre las olas y llega hasta Creta donde se une con la joven. Europa dará a Júpiter tres hijos: Minos, Sarpedón y Radamante. Sus hermanos, Fénix, Fineo, Cadmo y Cílix, salieron en su busca, fundando durante esta empresa numerosas colonias.Este episodio mítico es uno de los más representados por los artistas. En el arte, el rapto de Europa se suele representar en el momento en que Júpiter huye con la muchacha sobre su dorso mientras en la orilla se distingue a las sirvientas. A veces, algunos amorcillos sobrevuelan a Europa y al toro.
Júpiter e Ío
Corregio; siglo XVI. Kunsthistorisches Museum (Viena)A Ío se la representa mientras Júpiter, en forma de nube, la seduce. También se la suele representar en forma de ternera, animal en el que fue transformada por el dios para esconder su culpa a su mujer Juno.Júpiter, se enamora de Ío, sacerdotisa de la ciudad de Argos, hija de Ínaco, río de la Argólida, y la seduce transformándose en una nube. Juno, sospechando de la insólita nube en pleno día, va en busca del marido, quien, para que su esposa no sospechara nada, transforma a la muchacha en una espléndida ternera. Comprendiendo el engaño, Juno pide al dios que se la regale y confía Ío a Argos, el guardián de los cien ojos, que sólo dormía cerrando cincuenta, para que la vigile. Pero Júpiter, compadecido de la suerte de Ío, pide a Mercurio que la libere. El mensajero de los dioses logra dormir a Argos con el dulce sonido de su flauta y lo mata. Al enterarse Juno, recogió los cien ojos y los puso en la cola del pavo real, como recuerdo de su atroz asesinato y en venganza envía un horrible tábano para que atormente a la muchacha, la cual desesperada, huye por todo el mundo. La falsa ternera estuvo errando durante varios meses por toda Grecia huyendo de las picaduras del tábano. Tras cruzar el Bósforo (o “paso de la vaca”). Ío tomó entonces rumbo a Egipto donde recuperó su forma humana y dio a luz a Épafo. En el arte, Ío se representa mientras Júpiter en forma de nube la seduce o bien con el aspecto de ternera. En algunas escenas aparece también Juno mientras pide a Júpiter que le entregue al animal o en el momento en que Ío es entregada a Argos.
Rapto de Ganímedes
Escultura romana; siglo II d. C. Museo
del Prado (Madrid) Joven de extraordinaria belleza, a Ganímedes se le suele
representar en el instante en que es raptado por Júpiter, que se presenta bajo
la forma de águila.Según el relato homérico, Ganímedes, hijo del rey
troyano Tros y de Calírroe, es raptado por los dioses para que haga de copero y
les sirva durante los banquetes. Versiones más tardías cuentan, en cambio, que
Júpiter, enamorado del joven, lo rapta después de haberse transformado en
águila, cuando éste guardaba los rebaños de su padre en las montañas que rodean
la ciudad de Troya, lo conduce al Olimpo y le convierte en su copero.
Es la versión del mito que se impone en el arte. El joven representado entre
las garras del águila o sentado sobre él, mientras le conduce hacia el cielo.
Ganímedes lleva a veces consigo una pequeña ánfora, que alude a la futura tarea
de copero de los dioses, o bien se le ve en el Olimpo, donde Hebe, quien
también tenía asignada la misma función originariamente, le entrega una copa;
al fondo se desarrolla el banquete de los dioses
Dánae recibiendo la lluvia de oro
Tiziano; siglo XVI. Museo del Prado (Madrid)A
Dánae los pintores la suelen representar recostada, mientras Júpiter desciende
sobre ella en forma de sutil lluvia de oro.
Dánae era hija de Acrisio, rey de Argos, a quien un oráculo predijo que lo
mataría su nieto. Por ese motivo el rey mandó encerrar a la muchacha en una
torre de bronce. Pero Júpiter, enamorado de Dánae, logró penetrar en la celda
en forma de sutil lluvia de oro; de esa unión nació Perseo. Al descubrirse lo
ocurrido, Acrisio mandó encerrar a Dánae y al hijo en un cofre y arrojarlos al
mar. El cofre embarrancó en la isla de Sérifos y los dos fueron salvados.
Después de diversas peripecias Acrisio y Perseo hicieron las paces, pero el
oráculo se cumplió, ya que el joven mató por error al abuelo durante una
competición de lanzamiento de disco.
En el arte, la joven suele yacer recostada en un lecho o apoyada en una
almohada y, mientras dirige la mirada hacia lo alto, cae sobre ella desde una
nube una lluvia dorada, a veces en forma de monedas. También puede aparecer una
sirvienta que extiende su delantal para recoger la preciosa lluvia.
Júpiter y Sémele
Rubens; siglos XVI – XVII. Museo de Bellas Artes (Bruselas) A Sémele se la suele representar como una muchacha que yace exánime; armado con sus rayos, Júpiter aparece en el cielo junto a su águila; a veces se puede ver la figura de Juno escondida entre las nubes.Sémele, hija de Cadmo y de Harmonía, amada de Júpiter, concibe un hijo. La terrible Juno, airada y obcecada por los celos, decide castigar a la muchacha por el ultraje sufrido, y asume la apariencia de la vieja Beroe, nodriza de Sémele. La reina de los dioses se presenta de ese modo ante Sémele, quien, creyéndola su nodriza, comienza a hablar con ella hasta que la conversación deriva sobre el rey de los dioses. Entonces Beroe pone en guardia a la muchacha para que no se fíe del dios y la exhorta para que le exija una prueba de su verdadera identidad, sugiriéndole que pida a Júpiter que se presente ante ella como lo hace con Juno. Al cabo de algún tiempo, Sémele, recordando las palabras de la vieja, pide a Júpiter que le ofrezca un regalo, y el dios promete darle lo que ella desee. Entonces Sémele le ruega que se le manifieste en todo su poder. Júpiter, desesperado, se ve obligado a realizar lo que se le ha pedido y se presenta ante Sémele armado de sus rayos. La muchacha, no pudiendo soportar el tremendo resplandor, se quema. No obstante, Júpiter logra salvar al hijo que la joven esperaba extrayéndolo del seno materno y se lo cose dentro de su muslo. Transcurrido el tiempo necesario, nace Baco, del que se dice, por ese motivo, “nacido dos veces”
El juicio de Paris
Rubens; siglos XVI – XVII. Museo del Prado (Madrid) Paris no tiene connotaciones iconográficas específicas. Se le suele representar en el episodio del juicio, con la manzana de oro en una mano. A su lado puede estar Hermes, mientras Paris se encuentra ante Afrodita, Hera y Atenea.Paris, hijo de Hécuba y Príamo, rey de Troya, y hermano de Héctor. Poco antes de su nacimiento se le predijo a Hécuba que el hijo que tenía en su seno causaría algún día la destrucción de Troya. La reina, atemorizada, abandonó en el monte Ida al niño, que fue criado por pastores. A continuación, Paris se hizo reconocer por su padre, que lo acogió devolviéndole su condición de príncipe. A Paris se le recuerda sobre todo por el episodio del famoso juicio que ocasionó la guerra de Troya. La leyenda cuenta que, durante el banquete de bodas de Peleo y Tetis, la diosa de la discordia, ofendida por no haber sido invitada, arrojó sobre la mesa de los dioses una manzana de oro con esta leyenda: “Para la más bella”. Inmediatamente surgió una disputa entre Juno, Minerva y Venus, que se pelearon por el regalo. Para dirimir la disputa, Júpiter encargó a Mercurio que fuera al monte Ida y entregara la manzana a Paris, quien habría de elegir entre las rivales la más bella. Las diosas se presentaron ante Paris y trataron de corromperlo con el fin de obtener la manzana. Juno prometió al joven la soberanía sobre Asia entera, Minerva la sabiduría y la victoria en los combates y Venus el amor de Helena, la mujer más bella del mundo. Paris escogió a Venus y dio la manzana a la diosa del amo r
El nacimiento de la vía Láctea
P.P.
Rubens; siglos XVI – XVII. Museo del Prado (Madrid) Hércules es hijo de la
mortal Alcmena y de Júpiter, quien seduce a la mujer asumiendo la figura de su
esposo, Anfitrión. Por este motivo Juno mantuvo un profundo rencor hacia el
héroe. Según la tradición mitológica, Juno dio de mamar a Hércules, pero sobre
este asunto hay tres versiones: En la primera, Alcmena, por temor a los celos
de Juno, abandona a Hércules recién nacido en el campo; por allí pasan Juno y
Minerva, que, admirada del niño, convence a Juno de que se lo ponga en el
pecho, y así lo hace, hasta que el niño le da tales tirones, que la diosa,
disgustada, lo arroja lejos de sí; Minerva lo recoge, se lo lleva de nuevo a
Alcmena y le ordena que lo críe.
En la segunda versión,
Mercurio, sabiendo que los hijos de Júpiter no podrán alcanzar honores celestes
si alguno de ellos no mama del pecho de Juno, consigue poner a Hércules, recién
nacido, al pecho de Juno, hasta que ésta se da cuenta y entonces se quita al
niño, pero éste ya ha mamado de la leche divina que le hará inmortal a su
debido tiempo, y la leche que se derrama del pecho de Juno será catasterizada y
pasará a ser la Vía Láctea. En la tercera versión, el niño mamaba con tal
avidez, que la leche de Juno se le derramaba fuera de la boca y así se formó la
Vía Láctea. En todos los casos Juno ignora de quién es el hijo al que está
dando de mamar