Comentarios de la Guerra de las Galias
Parte 1: La Guerra contra los Helvecios
Sabido esto, César vino y llegó al puerto de Iteo con las legiones. Hechas estas cosas, se dirige hacia los heduos. Toda la Galia está dividida en tres partes, de las cuales una la habitan los belgas, otra los aquitanos, la tercera la habitan los que en su lengua son llamados celtas, en la nuestra, galos. Todas estas se diferencian en lengua, costumbres y leyes.
Los belgas comienzan en el extremo de la Galia; llegan hacia la parte inferior del río Rin; contemplan hacia el septentrión y hacia el oriente. Aquitania se extiende desde el río Garona hasta los montes Pirineos y esta parte del océano que está junto a Hispania.
Entre los helvecios, Orgetórige fue con mucho el más rico. Siendo cónsules Mesala y Pisón, llevado por el deseo de poder, hizo una conspiración con la nobleza y convenció a la ciudad para que salieran con todas sus pertenencias del mismo territorio.
Los helvecios por todas partes están rodeados: una parte por el río Rin, anchísimo y profundísimo, el cual divide los campos helvecios de los germanos; por la otra parte, el monte Jura, el cual está entre los secuanos y los helvecios; en tercer lugar, el lago Lemán y el río Ródano, el cual divide nuestra provincia de los helvecios.
Había solamente dos caminos por los cuales podían salir de su patria: uno por los secuanos, estrecho y difícil, entre el monte Jura y el río Ródano, por el cual con dificultad los carros eran llevados; además, un monte muy alto impedía el paso.
Entre tanto, esta legión, la cual tenía con él los soldados que de la provincia se reunían en el lago Lemán, que desemboca en el río Ródano; en el monte Jura, que dividía el territorio de los secuanos de los helvecios, tendió un muro de 19.000 pasos y una fosa.
Los helvecios ya habían trasladado sus tropas por los desfiladeros y territorios de los secuanos y habían llegado al territorio de los eduos y destruían sus campos. Los eduos, como no podían defenderse de estos, enviaron legados a César para pedir ayuda.
Después que advirtió esto, César llevó sus tropas hacia la próxima colina y envió a la caballería para que rechazara el ataque de los enemigos. Entre tanto, él mismo, en medio de la colina, colocó una triple línea de cuatro legiones veteranas.
César, con sus cohortes, entabló combate. Los soldados, lanzados los dardos desde un lugar superior, rompieron fácilmente la falange de los enemigos. Desbaratada esta, desenvainadas las espadas, atacaron a estos.
Así, durante largo tiempo se luchó con encarnizamiento. Como no podían sostener más tiempo el ataque de los nuestros, unos se retiraron al monte, otros se refugiaron junto a los bagajes y sus carros.
Parte 2: La Guerra contra Arioviste
Disuelta esta asamblea, los mismos personajes de las ciudades que antes habían estado junto a César regresaron y pidieron que les fuera permitido tratar con él en un lugar secreto y oculto. Conseguida esta cosa, todos llorando se arrojaron a los pies de César.
Pronunciando este discurso por Diviciaco, todos los que estaban presentes empezaron a pedir ayuda con muchas lágrimas. César se dio cuenta de que los secuanos nada hicieron, sino tristes, bajada la cabeza, miraron la tierra.
Había una llanura grande y un túmulo de tierra bastante grande. Hallado este lugar casi a igual distancia del campamento de Ariovisto y César. Allí, como se había dicho, vinieron a la entrevista. César formó la legión que había llegado a caballo a 200 pasos de este túmulo.
Dándose cuenta de esto, convocado el consejo y todas las clases sociales, y llevados centuriones al consejo de todas las órdenes, con violencia acusó a estos. Siendo cónsul, Ariovisto pidió la amistad del pueblo romano.
Mientras se tratan estas cosas en la entrevista, fue anunciado a César que los jinetes se acercaban más cerca de la colina y cabalgaban hacia los nuestros, disparaban dardos y piedras sobre los nuestros. César terminó de hablar.
Contada esta respuesta al César, este envió legados con estas órdenes… El Senado, siendo cónsules Mesala y Pisón, había decidido que defendiera a los heduos y los otros amigos del pueblo romano.
En este lugar, como se ha dicho, estaba alejado del enemigo alrededor de 600 pasos. Allí, Ariovisto envió alrededor de 16.000 hombres armados a la ligera con toda la caballería, las cuales aterrorizaron a los nuestros y les impidieron los trabajos de fortificación.
Sin embargo, César, como antes había decidido, mandó que dos tropas rechazaran al enemigo, la tercera terminara la obra. Fortificado el campamento, allí dejó dos legiones y parte de las tropas auxiliares, las cuatro tropas restantes replegaron al campamento mayor.
De este modo se restableció el combate y todos los enemigos volvieron las espaldas y no los dejaron hasta que llegaron al río Rin, alrededor de miles de pasos llegaron al lugar.
Dejadas las lanzas, se luchó cuerpo a cuerpo con la espada; pero los germanos, formada rápidamente la falange según su costumbre, rechazaron los ataques de las espadas. Muchos soldados nuestros fueron encontrados y saltaron hacia las falanges.
El mismo día, movió el campamento y a 600 pasos del campamento de César lo colocó, al pie del monte. Al día siguiente de este día, trasladó sus tropas por delante del campamento del César y levantó un campamento a 2.000 pasos más allá de este.
Dos fueron las mujeres de Ariovisto, una de nación sueva, la cual consigo se la llevó de su casa, otra nórdica, hermana del rey Vocción, a la cual tomó por esposa en la Galia, enviada por su hermano: ambas murieron en esta fuga; dos hijas: de estas, una fue asesinada y otra matada.
Estaba la batalla anunciada al otro lado del río, los suevos, los cuales llegaron hacia la costa, comenzaron a regresar a su casa; los que habitan próximos al río mataron a un gran número de estos.
Parte 3: Campañas Posteriores
César, en un solo verano, acabó dos grandísimas guerras, poco antes de lo que pedía la época del año, dirigió el ejército a los cuarteles de invierno, en los secuanos: colocó al frente de los cuarteles de invierno a Labieno, él mismo se marchó a la Galia Cisalpina.
Movido por estas noticias y cartas, César alistó dos nuevas legiones en la Galia Cisalpina, y empezado ya el verano, envió al legado Q. Pedio, la cual condujo hacia la Galia Ulterior. Él mismo se dirigió al ejército.
En este río había un puente. Colocó allí un destacamento y en el otro lado del río deja a Q. Titurio Sabino, al legado, con seis cohortes; ordenó fortificar el campamento en altura con una valla de 12 pies y una fosa de 18 pies.
Hecho esto, dejadas en el campamento dos legiones que alistó recientemente…
César, animando a los remos, mandó que se reuniera el senado.
Encontrados los vados, intentaron pasar parte de las tropas.
Labieno, tras reparar el puente, el cual los días pasados los enemigos destruyeron, llevó el ejército y, siguiendo el curso del río, empezó la marcha hacia Lutecia. Los enemigos, conocido el asunto, incendiaron Lutecia y hacia la costa del río Sena se instalan.
Al día siguiente, según su costumbre, César, desde ambos campamentos, hizo salir sus tropas, tras avanzar un poco desde el campamento principal, dispuso al ejército, dio la posibilidad de luchar a los enemigos. Cuando conoció, se dio cuenta de que estos no avanzaban, hacia el campamento replegó el ejército.
En la plaza fuerte de los remos, de nombre Bibrax, estaba alejada de este campamento 8.000 pasos. Comenzaron los belgas a asaltar esta plaza con ímpetu. En aquel día, con dificultad se resistió.
Al día siguiente de este día, César, antes que los enemigos se recuperen del terror y huida, en la frontera de los suesiones, que eran vecinos de los remos, llevó al ejército militar y, hecho un gran camino, vino a la plaza fuerte de Noviodunum.
César, recibidos a los primeros rehenes de la ciudad y el mismo rey Galba recibió dos hijos, todas las armas en la plaza fuerte se entregaron, aceptó a los suesiones en rendición y llevó al ejército contra los belovacos.
Esta era la naturaleza del lugar, que los nuestros eligieron un lugar para el campamento: una colina desde arriba en pendiente uniformemente hacia el río Sabis, el cual nombraba desde arriba. Sobre el borde de este río nacía una igual pendiente contraria a esta.
Los atatucos, los que desde arriba escriben antes, con todas las tropas vinieron en auxilio de los nervios, aquí, anunciada la lucha, regresaron de la marcha a la tierra; abandonadas todas las plazas fuertes y fortalezas, todas sus cosas se las llevaron a una sola plaza fuerte fortificada excelentemente por la naturaleza.
Los soldados de la novena y décima legión, lanzadas flechas, rechazaron rápidamente a los atrebates del lugar superior hacia el río y, persiguiéndolos con espadas, mataron a gran parte de estos.
Matados alrededor de 4.000 hombres, los restantes fueron rechazados en la plaza fuerte. Al día siguiente de este día, rotas las puertas, como ya nadie defendía, y, introducidos nuestros soldados, César vendió todo el botín de esta ciudad.
Como César se marchó a Italia, envió a Servio Galba con la legión duodécima y parte de la caballería a los nantuates, los veragros y sedunos, los alobroges y el lago Lemán y el río Ródano se extendieron hasta la cima de los Alpes.
Mientras esto sucede entre los venetos, Q. T. S., con estas tropas que había recibido de César, llegó al territorio de los unelos. Viridovix estaba al frente de estos y tenía el mando supremo de todas estas ciudades que se habían separado.
Así pues, devastados todos sus campos, tras quemar los edificios y aldeas, César retiró el ejército y colocó en los cuarteles de invierno en los aulercos y lexovios, dejadas del mismo modo las ciudades a las cuales recientemente había hecho la guerra.
Conocidas estas cosas, César adoptó una resolución sobre la naturaleza del lugar. En efecto, había alrededor del campamento de Pompeyo muchísimas colinas altas y encrespadas. Ocupó estas con destacamentos. De allí, dispone bloquear a Pompeyo.
Conocida esta lucha, la mayor parte de Aquitania se le entregó a Craso y, de manera espontánea, envió rehenes. Ellos, como había sido ordenado, llevadas las cohortes, rápidamente vinieron a las fortificaciones. Tomadas las armas y los rehenes, Craso marchó al territorio de los vocates.
En este combate son matados 74 de nuestros jinetes, entre estos, Aquitano, un hombre muy fuerte nacido de una familia noble, cuyo abuelo habría logrado todo el poder en la ciudad, llamado amigo por nuestro senado.
Los germanos, detrás de la espalda, oyeron gritar, como vieron que los suyos eran asesinados, tiradas las armas y dejadas las banderas militares, se precipitaron fuera del campamento, y como llegaron hasta la confluencia del Rin y Mosa, perdida la esperanza de huir, muertos un gran número, los restantes se precipitaron al río y allí, murieron ahogados por el miedo, fatiga y corriente del río.
Acabado todo el trabajo en 10 días, el ejército es trasladado. César, dejado un destacamento fuerte y sólido a una y otra parte del puente, se dirigió al territorio de los sugambros. Entre tanto, vienen legados a él de muchas ciudades.
Entretanto, conocido el consejo de este y llevado a los bretones por medio de los mercaderes, vinieron a él legados de muchas ciudades de la isla, que ofrecieron dar rehenes de guerra y obedecer al poder del pueblo romano.
César, dejado el ejército y tomado el lugar idóneo para el campamento, cuando conoció de los prisioneros en qué lugar se establecieron las tropas enemigas, dejadas 10 cohortes en la mar y 300 jinetes, que sirviera de protección para las naves, durante la tercera vigilia se dirige hacia los enemigos.
Mientras esto sucede, ocupados los nuestros, los que estaban en el campo restantes se separaron. Siguieron durante varios días consecutivos tempestades, las cuales a los nuestros los retienen en el campamento y las tempestades obligan al enemigo a abstenerse de la lucha. Entre tanto, los bárbaros enviaron a todas partes mensajeros.
Todos los bretones verdaderamente impregnan glasto, el cual produce un color azulado, y son más horribles en el aspecto de lucha; tenían el cabello largo y toda la parte del cuerpo afeitada excepto la cabeza y el labio superior (bigote).
Crecido por esta victoria, Ambíorix al instante marcha con la caballería contra los aduáticos, que eran vecinos de su reino, ni de noche ni de día descansan y ordena seguir a la infantería.
Él mismo, con todas las tropas, marchó hacia los morinos, el cual desde allí había un trayecto más corto hacia Britania. Ordena que acudan aquí naves de todas partes de la región vecina y una flota que en el verano pasado había luchado junto a Venecio.
Pues, todavía no acabado el invierno, reunidas las 4 próximas legiones vecinas, de improviso se dirige al territorio de los nervios y, antes que ellos pudieran reunirse o escapar, un gran número de ganados y hombres capturó, y este botín concedió a los soldados y, despoblados los campos, les obligó a rendirse y a entregar rehenes. Este rápidamente terminó el trabajo, de nuevo retiró a las legiones a los cuarteles de invierno.
César, dividió las tropas con el embajador C. Fabio y el cuestor M. Craso, rápidamente construidos los puentes, atacó con 3 columnas, incendió los edificios y aldeas, se apoderó de un gran número de ganado y hombres.
Comenzado este proyecto, envió todos los bagajes del ejército a Labieno en Tréveris y ordena que 2 legiones marchen junto a él. Él mismo, con las 5 legiones armadas a la ligera, marchó a los menapios. Ellos se refugiaron en los pantanos y selvas y allí llevan sus bienes.