Evolución de los Géneros Literarios en la Antigua Roma: Historiografía, Oratoria, Épica y Lírica

Historiografía Republicana

El Género de la Historiografía: Para los antiguos, la narración de los hechos históricos constituía un género literario, por lo que los historiadores romanos se consideran verdaderos literatos. Los primeros autores escriben la historia latina en griego, en forma de Annales, en el último tercio del siglo III a. C., pero en seguida se consolida el género en latín. El analista Fabio Píctor es el primero del que tenemos noticia. Las obras históricas recibían este nombre debido a que el Pontífice Máximo, jefe religioso en Roma, escribía unos Annales en los que anotaba los hechos notables asociados a los magistrados de la ciudad en orden cronológico. En torno al comienzo del siglo siguiente se desarrolla la historiografía en Roma con dos autores contrapuestos; por un lado, tenemos a Catón el Censor, que compone una obra en latín llamada Origines, de la que sólo conservamos fragmentos. Por otro lado, Polibio, un esclavo griego que entra en el círculo de los Escipiones y escribe una Historia desde el comienzo de las Guerras Púnicas hasta sus días en griego. Después de Catón, los analistas escriben en latín. Las fuentes de estos primeros analistas son orales, basadas en leyendas a menudo. Los analistas continuaron el resto del s. II a. C. y el primero hasta la época de Sila, en la que nacen los primeros grandes autores que cambian el rumbo de la historiografía latina, César y Salustio.

  • César: (100 a. C.-44 a. C.). Gran militar, político y orador, escribe La guerra de las Galias, que narra en 7 libros la conquista de este territorio por los romanos, a cuyo frente estuvo él personalmente, y La guerra civil, que cuenta en tres libros la guerra que sostuvo contra Pompeyo. Muere asesinado por un grupo de aristócratas que veían en él una amenaza para la República.
  • Salustio (86 a. C.-35 a. C.). Hijo de familia plebeya pero acomodada, se dedica a la política hasta que, tras ser procesado por concusión y absuelto gracias a César, deja la vida pública y se dedica a escribir. Se conservan dos obras monográficas: La conjuración de Catilina (donde narra el intento del noble Catilina de conseguir el consulado a la fuerza) y la Guerra de Iugurta.

El Epigrama

Un epigrama se puede definir como composición poética en dísticos elegíacos que se caracteriza por ser breve, concisa, ingeniosa y variada. Originariamente, en el mundo literario griego, el epigrama era una inscripción en verso sobre piedra o sobre algún objeto que poseía una finalidad votiva o funeraria. El metro característico era el dístico elegíaco. A partir del S. IV a. C. aparecen en Grecia epigramas de contenido sentencioso, erótico, descriptivo o simposíaco. En la época alejandrina el gusto por la brevedad hizo de esta composición el metro perfecto para el ingenio y la agudeza verbal. En la literatura latina, la producción de epigramas se inicia a finales del S. II a. C. con los poetas neotéricos, que se sirvieron de estas composiciones tanto para expresar su pasión amorosa como para atacar a sus enemigos, con un tono agresivo y un lenguaje en ocasiones obsceno.

Historiografía Augustea e Imperial

El Género de la Historiografía: Para los antiguos, la narración de los hechos históricos constituía un género literario, por lo que los historiadores romanos se consideran verdaderos literatos. Los primeros autores escriben la historia latina en griego, en forma de Annales, en el último tercio del siglo III a. C., pero en seguida se consolida el género en latín. El analista Fabio Píctor es el primero del que tenemos noticia. Las obras históricas recibían este nombre debido a que el Pontífice Máximo, jefe religioso en Roma, escribía unos Annales en los que anotaba los hechos notables asociados a los magistrados de la ciudad en orden cronológico. En torno al comienzo del siglo siguiente se desarrolla la historiografía en Roma con dos autores contrapuestos; por un lado, tenemos a Catón el Censor, que compone una obra en latín llamada Origines, de la que sólo conservamos fragmentos. Por otro lado, Polibio, un esclavo griego que entra en el círculo de los Escipiones y escribe una Historia desde el comienzo de las Guerras Púnicas hasta sus días en griego. Después de Catón, los analistas escriben en latín. Las fuentes de estos primeros analistas son orales, basadas en leyendas a menudo. Los analistas continuaron el resto del s. II a. C. y el primero hasta la época de Sila, en la que nacen los primeros grandes autores que cambian el rumbo de la historiografía latina, César y Salustio. Después, en época imperial, podemos destacar los siguientes autores:

  • Tito Livio (59 a. C.-17 d. C.). Contemporáneo de Augusto. Escribe Ab urbe condita, que es la historia de Roma desde su fundación hasta el año 9 a. C. De los 142 libros que la componían sólo conservamos 35. Pretende con esta obra ensalzar Roma y con ella, la figura y la obra del emperador a cuyo círculo de amigos pertenece. Su influencia en la posteridad es enorme.
  • Tácito (55?- 120?). Recibió una excelente educación oratoria y se dedicó a la política llegando a ser cónsul en el año 97 y después procónsul de Asia. Escribe dos obras menores (por su extensión): Agrícola, una biografía de su suegro que fue gobernador de Bretaña y cayó en desgracia con Domiciano, y Germania, un estudio de la situación y costumbres de los germanos. Sus obras mayores son las Historias, que comprenden el periodo histórico que transcurre entre la muerte de Nerón y la de Domiciano, y los Anales, que cuentan la época entre la muerte de Augusto y la de Nerón.

Oratoria y Retórica

En Roma, siguiendo los modelos de la Atenas clásica, la oratoria adquiere una enorme importancia, aunque también debió haber una oratoria itálica que nos es muy difícil de reconstruir. A partir del s. II a. C. Roma acoge un gran número de rétores griegos, a la vez que los romanos de pro viajan a Grecia a aprender las técnicas de la oratoria. En esta época los discursos más brillantes se pronuncian en el Senado, verdadero centro de decisión de la vida pública de Roma, donde las dotes de persuasión en el ejercicio de la oratoria son determinantes para el éxito político de todo romano. La oratoria se sitúa en la cima de los estudios. Es en el fondo el germen de las futuras universidades medievales. La dicción esmerada y culta da origen a muchos de los tropos literarios, que aún hoy en día se llaman también figuras retóricas. Estas figuras hacen de la oratoria uno de los géneros más difíciles y elaborados. La oratoria suele clasificar los discursos en tres tipos, siguiendo lo establecido por Aristóteles en su Retórica: los políticos, los forenses (para ser expuestos en el foro con valor a menudo judicial) y los epidícticos (para exponer cualquier asunto o elogiar a un personaje). Por sus estilos los discursos eran clasificados de aticistas, más parcos o asianistas, más recargados, según cuál fuera su modelo griego, Demóstenes o Lisias.

Oratoria es el arte de hablar bien en público mediante unas reglas que rigen la elaboración y la pronunciación del discurso. En la antigüedad clásica era indispensable conocerlo ya que era la única arma que tenía el político en democracia. Se enseñaba a los jóvenes de familia acomodada en las escuelas de retórica, que constituían la enseñanza universitaria en Roma. Los máximos representantes de este género son Cicerón y Quintiliano:

  • Cicerón: (106 a. C.- 43 a. C.) es el maestro indiscutible de la oratoria occidental. De él tenemos obra práctica (conservamos sus discursos) y obra teórica. Entre sus discursos hay judiciales como Las Verrinas, contra Verres, Pro Caelio, en defensa de Celio o Pro Archia poeta, solicitando la ciudadanía del poeta; también políticos como las famosas Catilinarias o las Filípicas contra Marco Antonio. Sus obras teóricas son De oratore, sobre la formación del orador, Brutus, en donde traza una historia de la oratoria romana y Orator, donde traza el retrato del orador ideal.
  • Quintiliano (30? d. C.-95 d. C.), nacido en Calagurris, actual Calahorra, llegó a ser un abogado famoso y abrió una escuela de retórica, que alcanzó pronto tal prestigio que Vespasiano le nombró maestro oficial de este arte. Su obra Institutio oratoria, trata en 12 libros sobre la formación del orador, fue escrita al final de una vida consagrada a la práctica judicial y al profesorado.

La Retórica

Cicerón, además del conjunto de discursos, aportó a la retórica varios tratados que han sido los cánones de la oratoria durante mucho tiempo. Entre estas obras destacamos: Orator, De oratore, Brutus, Topica y la de dudosa atribución Rhetorica ad Herennium. En estas obras Cicerón fija las bases del trabajo del orador.

Épica

La épica nació en Grecia con la Ilíada y Odisea de Homero. Este género literario canta las hazañas de un héroe que lucha por la formación de un pueblo. Relata historias acaecidas en un pasado legendario, en las que el hombre forma parte de una colectividad a la que sirve de modelo: es el héroe épico. El género está revestido de solemnidad marcada entre otras formas mediante el uso del verso más solemne que hay en griego y latín, el hexámetro dactílico. La épica puede ser popular (compuesta para ser cantada o recitada, sin autor conocido) o culta (escrita por un autor para ser recitada y leída). En Roma, como los demás géneros, entra imitando a la griega. En la época arcaica Nevio compone sus Anales e introduce con este poema el hexámetro dactílico (verso griego en el que se escribirá a partir de este momento toda la épica romana). Los principales autores de este género son:

  • Virgilio (70 a. C.-19 a. C.), contemporáneo de Augusto, que escribe el mayor poema épico de la historia latina: la Eneida. En él se narra la historia de Roma desde sus orígenes que entroncan con la historia y la literatura griega gracias al héroe homérico Eneas, fundador del linaje romano, que da nombre al poema. Con esta obra pretende ensalzar Roma y con ella, la figura y la obra de Augusto, a cuyo círculo de amigos pertenece.
  • Lucano (39-65 d. C.), contemporáneo de Nerón. Escribe la Farsalia, poema que narra la guerra civil entre César y Pompeyo.

Lírica

Este género poético abarca formas y temas muy variados. Quizá el hilo conductor de sus contenidos sea la órbita privada del ser humano, en contraste con la épica en la cual la temática está marcada por el ámbito público o social del hombre. La poesía tocada al son de la lira, de donde recibe su nombre, también nació en la época arcaica en Grecia. Sus temas están en la órbita de lo íntimo y lo personal. Se pueden distinguir subgéneros como la lírica monódica ejecutada por un solista y la coral por un coro. La lírica expresa en verso los sentimientos y emociones del autor. En Roma surge muy tarde, cuando ya estaban consolidados los otros géneros. Nace a partir de la influencia de la poesía griega, como todos los demás. Los principales autores son:

  • Catulo: siglo I a. C. (87 a. C.-57? a. C.). Es el verdadero revolucionario de la poesía latina y el más moderno de los autores latinos. Escribe 116 poemas de los que hay que destacar los de tema amoroso, en los que por primera vez en la historia de la literatura, un autor cuenta sus vivencias personales. El amor que siente por su amada Clodia (él le da el nombre de Lesbia) constituye la parte más importante de su creación artística.
  • Horacio: (65 a. C.-8 a. C.). Contemporáneo de Augusto, es el poeta más importante de la “latinidad”. Escribe los Epodos, 17 poemas de breve extensión de temas variados en los que expone su filosofía de la vida (epicúrea). El más famoso es el Beatus ille. Su obra más importante son las Odas, también de temas variados entre las que destaca el famoso Carpe diem.