La Caída de Atenas: El Fin de la Guerra del Peloponeso

32. Se decían también muchas otras cosas y se resolvió condenar a muerte a cuantos prisioneros atenienses había, excepto a Adimanto, porque solo él censuró en la asamblea el decreto del corte de las manos. Además, fue acusado por algunos de entregar las naves. Lisandro, preguntando primero a Filocles, el cual arrojó a los andrios y a los corintios, que era digno que sufriera habiendo comenzado a obrar contra las leyes para los griegos, lo decapitó. 33. En Atenas, habiendo llegado la paralo a anunciar de noche la desgracia, un gemido se extendió desde el Pireo a la capital a través de los Muros Largos, comunicándolo uno a otro, de manera que aquella noche nadie durmió, no solo llorando a los desaparecidos, sino mucho más aún por sí mismos, pensando que iban a sufrir cuantas cosas hicieron a los medos, que eran colonias de los lacedemonios, habiéndolos vendido en el asedio, y a los istieos, a los escioneos, a los toroneos, a los eginetas y a otros muchos griegos. 36. Enseguida también el resto de Grecia se separó de los atenienses después del combate naval, excepto los samios. Estos, degollando a los ilustres, dominaron la ciudad. 37. Lisandro, después de eso, envió mensajes a Decelia y a Lacedemonia, que llegaron con 200 naves. Los lacedemonios salieron en masa y el resto de los peloponesios, excepto los argivos, habiendo dado la orden Pausanias, el otro rey de los lacedemonios. 38. Después que todos se reunieron, habiendo tomado el mando, acampó junto a la ciudad en la Academia (nombre de un gimnasio que era llamado un gimnasio). 34. Al día siguiente celebraron una asamblea, en la que se decidió cerrar las puertas excepto una, restaurar las murallas, apostar centinelas y en cuanto a todas las demás cosas, preparar la ciudad como para un asedio. Y estos se ocuparon de ello. 43. Después que estos estaban en Selasia y los éforos se informaron por ellos de lo que decía, que era lo mismo que propusieron a Agis, desde allí les ordenaron que marcharan, y si pedían paz, que volvieran habiendo deliberado algo mejor. 44. Después que los embajadores llegaron a casa y lo anunciaron a la ciudad, el desánimo se apoderó de todos, pues creían que serían esclavos y, hasta que no enviaron otros embajadores, que muchos morirían de hambre.

45. Sobre el derribo de los muros nadie quería presentar una moción, pues Arquístrato, diciendo en la asamblea que era mejor hacer la paz con los lacedemonios con las cosas que proponían, fue detenido: proponían derribar los Muros Largos en 10 estadios de cada lado. Y surgió un decreto que no era posible presentar mociones sobre ello. 46. Estando así tales cosas, Teramenes dijo en la asamblea que si querían enviarlo con Lisandro, volvería conociendo a los lacedemonios si perseveraban sobre los muros queriendo esclavizar la ciudad o a causa de la lealtad. Enviado, pasó tres meses junto a Lisandro, acechando el momento en que los atenienses iban a aprobar lo que alguien propusiera por carecer de todo trigo. 47. Después que volvió al cuarto mes, comunicó en la asamblea que Lisandro lo había retenido hasta ese momento, después que le ordenó que fuera a Lacedemonia, pues tenía poderes sobre las cosas que le preguntaban, sino los éforos. Después de eso, fue elegido embajador, diez con plenos poderes, ante Lacedemonia. 43. Después que estos estaban en Selasia y los éforos se informaron por ellos de lo que decía, que era lo mismo que propusieron a Agis, desde allí les ordenaron que marcharan, y si pedían paz, que volvieran habiendo deliberado algo mejor. 44. Después que los embajadores llegaron a casa y lo anunciaron a la ciudad, el desánimo se apoderó de todos, pues creían que serían esclavos y, hasta que no enviaron otros embajadores, que muchos morirían de hambre. 45. Sobre el derribo de los muros nadie quería presentar una moción, pues Arquístrato, diciendo en la asamblea que era mejor hacer la paz con los lacedemonios con las cosas que proponían, fue detenido: proponían derribar los Muros Largos en 10 estadios de cada lado. Y surgió un decreto que no era posible presentar mociones sobre ello. 46. Estando así tales cosas, Teramenes dijo en la asamblea que si querían enviarlo con Lisandro, volvería conociendo a los lacedemonios si perseveraban sobre los muros queriendo esclavizar la ciudad o a causa de la lealtad. Enviado, pasó tres meses junto a Lisandro, acechando el momento en que los atenienses iban a aprobar lo que alguien propusiera por carecer de todo trigo.

47. Después que volvió al cuarto mes, comunicó en la asamblea que Lisandro lo había retenido hasta ese momento, después que le ordenó que fuera a Lacedemonia, pues tenía poderes sobre las cosas que le preguntaban, sino los éforos. Después de eso, fue elegido embajador, diez con plenos poderes, ante Lacedemonia. 49. Teramenes y los demás embajadores, después que estuvieron en Selasia siendo interrogados acerca de la propuesta que tenían, dijeron que con plenos poderes en torno a la paz. Después de eso, los éforos les mandaron llamar. Después que llegaron, celebraron la asamblea, en la que decían a su vez los corintios y, sobre todo, los tebanos, y otros muchos helenos, no pactar con los atenienses, sino arrasarlos. 50. Los lacedemonios dijeron que no esclavizarían una ciudad griega que había hecho gran bien en los mayores peligros ocurridos a la Hélade, sino que harían la paz con la condición de que, derribando los Muros Largos y el Pireo, entregando las naves excepto doce, admitiendo a los desterrados, considerando al mismo enemigo y amigo, siguiesen a los lacedemonios por tierra y por mar a donde los llevasen. 51. Teramenes y los embajadores con él llevaron estas propuestas a Atenas. Una gran muchedumbre los rodeaba cuando entraban, temiendo que volvieran vacíos, pues ya no podía aplacarse por la multitud de los que morían de hambre. 52. Al día siguiente, los embajadores comunicaron en qué condiciones los lacedemonios harían la paz. Teramenes habló por ellos, diciendo que era necesario obedecer a los lacedemonios y derribar los muros. Oponiéndose a él algunos, habiéndolo aprobado muchos más, se resolvió aceptar la paz. 53. Después de eso, Lisandro entró en el Pireo y los desterrados regresaron y derribaron los muros al son de las flautas, con gran celo, pensando que aquel día comenzaba la libertad para la Hélade. 54. Y terminaba el año, a mediados del cual el siracusano Dionisio, hijo de Hermócrates, fue tirano, habiendo sido vencidos antes en la batalla los cartagineses por los siracusanos, tras tomar Acraganta por escasez de trigo, abandonando los sículos la ciudad.