Autores de palliatae
Anteriormente ya hemos aludido a Livio Andrónico y Nevio; pero, sin duda alguna, podemos conocer de forma bastante exacta el desarrollo de la comedia latina gracias a la obra de dos grandes comediógrafos de la época republicana: Plauto y Terencio.
VI.1.1.- PLAUTO (c 255 a.C. – 189 a.C.)
Fue el más popular de los autores de comedias. Nació en Sarsina, Umbría. Se sabe que en su juventud trabajó en el entorno de compañías dramáticas, donde pudo adquirir su conocimiento poco común de los aspectos técnicos y del repertorio tanto griego como romano. Durante treinta años produce una gran cantidad de comedias para la escena.
De la enorme popularidad de Plauto da fe el hecho de que en el momento de su muerte circularon como suyas unas ciento treinta comedias, de las que sólo veintiuna, ya desde la Antigüedad, por razones de estilo, se han considerado como auténticas. Todas sus comedias son palliatae, basadas en originales griegos de la comedia nueva ateniense. Plauto es el primer poeta romano que se especializa en un sólo género literario.
Sus títulos son: Amphitruo, Asinaria, Aulularia, Captivi, Curculio, Casina, Cistellaria, Epidicus, Bacchides, Mostellaria, Menaechmi, Miles Gloriosus, Mercator, Pseudolus, Poenulus, Persa, Rudens, Stichus, Trinummus, Truculentas y Vidularia, ésta última está en estado fragmentario.
Plauto no oculta en ningún momento que sus obras están basadas en otras griegas; utiliza para referirse a su trabajo el término “verteré” (traducir) y, en ocasiones, cita el autor y la obra que utiliza como modelo. Sin embargo, como hizo Nevio con anterioridad, maneja los modelos griegos con una absoluta libertad; no sólo mezcla fragmentos de distintas obras y de distintos autores griegos, sino que además modifica el original cortando o añadiendo, insertando recursos cómicos típicamente itálicos, recreando situaciones con mayor fuerza cómica y, en definitiva, dando lugar a una comedia totalmente diferente, profundamente romana.
Teoría de la Comedia de Plauto
Su teoría de la comedia era la de entenderla como un “espejo de la vida”, logrando caricaturizar y ridiculizar las escenas más cotidianas de la Roma de la época con carácter jovial y propenso a la risa fácil sin segundas intenciones. La finalidad es la de divertir persiguiendo el efecto cómico en cada escena, aunque tenga que sacrificar la lógica interna de la acción o caer en contradicciones, incoherencias y absurdos.
Sus obras son todas “comedias de enredo”, de múltiples complicaciones y situaciones cómicas.
Su estilo es superficial, de comparaciones muy exageradas, identificaciones extrañas, bromas que explotan fórmulas y conceptos del derecho romano, comparaciones mitológicas, etc. Esto es un rasgo singular de la comedia plautina.
Temas y Personajes
Los temas son muy variados, aunque es el amor el móvil principal de sus obras, pero no un amor de casados, sino un amor donde el amante es ridiculizado por ser víctima de la frustración: en Casina, el joven y el anciano se esfuerzan por conseguir a la misma mujer; en Mostellaria, es un presunto fantasma con cuya descripción un esclavo astuto quiere impedir que un padre regrese a casa y sorprenda a su hijo entregado a los placeres y al amor.
Otras, como Rudens, tienen un tono más serio con golpes cómicos, como el reconocimiento de un hijo que se creía perdido.
En cambio, es característico que en su obra no encontremos alusión alguna al momento político, ni utilización satírica de cosas o personas relacionadas con el Estado.
Los personajes son modelos ya existentes desde antiguo (un viejo avaro o que se enamora de una joven, un esclavo ingenuo o de mala reputación, un joven enamorado, una joven sin dote, una nodriza exótica o extravagante, un parásito hambriento, etc.), a los que Plauto explota sus posibilidades. Sus figuras mejor logradas son los papeles secundarios, papeles de mucho efecto por ser los que ocasionan la trama de la obra.
Algo propio del género es otorgar a los personajes nombres parlantes o con un significado que lo caracteriza: en el Miles gloriosus, el soldado fanfarrón se llama Pirgopolinices (“asaltador de muchas torres”); en el Pseudolus, Polimaqueroplagida (“el que recibe muchos sablazos”); el parásito, Astótrogo (“Devorapán”); la muchacha, Filocomasia (“la que se deja invitar al festín”); etc.
Su caracterización de los personajes es a veces extravagante y las situaciones se alargan frecuentemente más allá de lo verosímil.
Lenguaje y Estructura
Toda la vivacidad y vigor de la comedia de Plauto no reside en la acción o en la trama de la obra, sino en un lenguaje expresado con toda la vivacidad de la lengua coloquial: el insulto grosero, la parodia del estilo trágico, el tono lírico, los chistes obscenos, etc.
Sus obras carecen de localización en el tiempo y en el espacio, aunque podemos decir que el lugar en el tiempo es el presente y en el espacio, por ser palliatae se sitúan teóricamente en la ciudad de Atenas, en Epidamno o en Etolia, aunque la verdad es que es siempre la misma ciudad grecorromana.
También en el campo de la estructura formal se distancia Plauto de sus modelos griegos, creando una forma nueva de comedia con entidad propia. Desde Livio Andrónico el teatro romano concede mayor importancia a las partes cantadas que el teatro griego; Plauto acentúa esta tendencia, creando una comedia en la que la parte dialogada o recitada (diverbia) ocupa en la mayor parte de las obras sólo un tercio del total. Los cántica se enriquecen en su estructura y en su métrica; no sólo incluyen parlamentos y recitados al son de flauta, también se encuentran fragmentos melodramáticos (arias, solos, dúos) interpretados con acompañamiento instrumental. Este carácter melodramático de las comedias de Plauto, unido a su lenguaje cotidiano y popular de gran fuerza cómica, les confiere un carácter propio e inconfundible.
Influencia de Plauto
Plauto tuvo siempre éxito entre el público romano y sus comedias se representaron con éxito hasta que perdió interés en el S. I a. C. En el Renacimiento Plauto vuelve a ser leído y representado y ejerce gran influencia en el teatro europeo de los siglos XVI y XVII: La comedia de los equívocos de Shakespeare utiliza el argumento de Menaechmi y El avaro de Moliere recuerda al Euclión de la Aulularia.