La Narrativa Española Durante la Dictadura (1936-1975)

La narrativa española durante la dictadura se puede organizar en tres etapas: la novela de los años 40, existencial y tremendista; la de los años 50, con temática social; y la novela experimental de los años sesenta y principios de los setenta.

La Novela de la Guerra Civil (1936-1940)

Entre 1936 y 1939, se escriben novelas con la Guerra Civil como tema principal, tratando relatos partidistas, marcados por la inmediatez de la guerra y la ideología del autor, como Madrid, de corte a checa de Agustín de Foxá. Durante los años 40 continúa este tipo de novela con motivos como la exaltación del ejército sublevado o el ideario falangista, como Javier Mariño de Gonzalo Torrente Ballester.

La Novela de los Años 40: Existencialismo y Tremendismo

Simultáneamente, al margen de esta vertiente, existen dos tendencias:

La Novela Existencial

Exenta de crítica social ni política, busca reflejar la sensación de fracaso y la angustia individual marcada por la experiencia de la muerte. En esta corriente, la obra más importante es Nada (1944) de Carmen Laforet, en la que la joven llamada Andrea se muda a casa de sus tíos en Barcelona donde experimenta un progresivo desencanto que tras el suicidio de su tío culmina con su regreso a Madrid. También destaca Miguel Delibes con La sombra del ciprés es alargada (1948).

La Novela Tremendista

Se trata de una manifestación extrema de la novela existencial, reflejando la misma angustia y desolación pero acentuando la atrocidad y la violencia. La novela más representativa es La familia de Pascual Duarte de Camilo José Cela, en la que se plasma la inhumanidad y la violencia de la España rural. Pascual narra en ella su vida en primera persona y trata de explicar sus crímenes haciéndolos parecer inevitables por la extrema miseria, la violencia y la falta de instrucción (“Yo, señor, no soy malo, aunque no me faltarían motivos para serlo”).

La Novela Social de los Años 50 (Neorrealismo)

A partir de los años 50, las novelas ofrecen un testimonio crítico de la sociedad española, dando lugar al neorrealismo o realismo social. La novela que inaugura esta corriente será La colmena de Camilo José Cela, prohibida en España durante años, en la que usa técnicas narrativas como el protagonismo colectivo, reflejando rutinas y miserias cotidianas de los personajes que luchan por sobrevivir; así como el fragmentarismo y la técnica del contrapunto, pues se desarrolla un tejido de líneas argumentales simultáneas en las que el narrador irrumpe en ocasiones en primera persona.

Para los autores del realismo social, la literatura debía ser un instrumento para transformar la realidad por lo que debía reflejar las circunstancias en las que estaba escrita. En consecuencia, los temas que se tratan son la falta de libertad, las injusticias sociales y las condiciones de vida de la gente común en la España de la posguerra, rompiendo la narrativa anterior con el objetivismo, la descripción de la realidad imparcial, con un narrador en tercera persona que se dedica a registrar los diálogos de los personajes y mostrar sus comportamientos.

Algunos de los autores que cultivan esta novela son Cela y Delibes, los cuales recorren todas las etapas de la narrativa española de posguerra (junto con Torrente Ballester). Además, entre los autores más jóvenes, se distinguen entre: los que expresan un compromiso social y político explícito, como Alfonso Grosso con La zanja; y los que presentan una mayor preocupación por la construcción narrativa y carecen de la voluntad de denuncia, como Ana María Matute, Carmen Martín Gaite o Rafael Sánchez Ferlosio con El Jarama.

La Novela Experimental de los Años 60

Por último, a principios de la década de los sesenta, se produjo un movimiento de renovación basado en que el arte debe ser independiente de la política, el discurso cobra más importancia que la historia y la necesidad de conferir un rasgo artístico a la prosa narrativa.

La novela experimental se caracteriza por sus personajes individualizados y sumidos en una crisis personal, la desaparición del capítulo que es sustituido por la secuencia (Tiempo de silencio de Martín Santos) o el párrafo extenso (La saga/fuga de J.B. de Torrente Ballester), la creación de espacios simbólicos como el País de la Feliz Gobernación (Miguel Espinosa) o Castroforte del Baralla (Torrente Ballester), la inclusión de materiales como noticias, rótulos o poemas, se emplea el desorden cronológico y la pluralidad de voces narrativas con un estilo barroquizante y hermético (“hay ciudades […] que no tienen catedral”, Luis Martín Santos).

La obra que marca el punto de inflexión es Tiempo de silencio (1962) de Luis Martín Santos, en la que Pedro, un médico que investiga el cáncer, es detenido por verse involucrado en un aborto clandestino y su novia es asesinada por el novio de la chica que murió en el aborto; tras esto, Pedro, derrotado por las circunstancias se va de Madrid. El fracaso vital del protagonista representa el fracaso de todo el país que se ve inmerso en ese “tiempo de silencio”.

Destaca también Cinco horas con Mario (1966) de Miguel Delibes, un extenso soliloquio de Menchu mientras vela durante la noche el cadáver de su marido Mario y donde se contraponen las dos visiones del mundo que representan las dos Españas: Mario, un intelectual progresista y Menchu, representando la España más reaccionaria.

La Novela del Exilio

En cuanto a los novelistas del 27 exiliados, continuaron su obra con temas como la Guerra Civil, como El laberinto mágico de Max Aub y la reflexión autobiográfica como con Memoria de la melancolía de María Teresa León.

Conclusión

La novela tras 1936, como el teatro y la poesía, pasa por diferentes etapas: al principio muy marcada por la guerra, contraponiendo a los escritores afines al régimen y aquellos en contra; luego los autores que aspiran a cambiar la sociedad; y finalmente, ante la incapacidad de esto, la búsqueda de nuevas formas de expresión.

En 1975, España comenzará el periodo de Transición a la democracia y tras 40 años, la literatura volverá a ser libre. “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos”, escribe el padre de la novela moderna.