La Oratoria en Roma: De la República al Imperio

La Oratoria en Roma

El romano, de carácter pragmático, será un decidido partidario de los estudios de retórica consciente siempre del poder y del valor de la oratoria. Obviamente, el ejercicio público de la oratoria va ligado a la libertad de expresión; cuanto mayores son las libertades públicas y mayor es el grado de democracia, mayores son las posibilidades del género. Así, la oratoria romana florecerá en tiempos republicanos e irá declinando en época imperial. Trazar una historia de la oratoria romana implica trazar una línea partida por un punto que marca inexorablemente un antes y un después; ese punto es Cicerón.

La Oratoria Preciceroniana

Muchos de los datos que tenemos de la oratoria anterior a Cicerón proceden de su diálogo Brutus, en el cual traza una historia de la oratoria romana; unos doscientos nombres aparecen citados en esas páginas. Las primeras manifestaciones oratorias no escritas deben buscarse en las laudationes funebres; esto es, el discurso que con motivo de los funerales de un personaje ilustre pronunciaba uno de los allegados o familiares más próximos. En el siglo II a.C., la oratoria romana se consolida, porque los contactos con Grecia son más frecuentes. En el año 146 a.C. cae Corinto; Grecia pasa a ser provincia romana y se comenzará a hacer llegar masivamente a Roma a oradores y filósofos.

Aparecen dos figuras: Marco Poncio Catón y Escipión Emiliano.

Catón

Afirmaba Cicerón que escribió como vivió; es decir, con una sobriedad y una austeridad ejemplares. Es la conciencia moral de su tiempo; sus discursos son constantes llamadas a la sencillez y a la sobriedad.

Publio Cornelio Escipión

Comparte con Catón y con otros personajes de su círculo la preocupación por los valores morales de la sociedad.

Servio Sulpicio Galba

Fue otro de los oradores notables del siglo II a.C., según los datos que nos da Cicerón. Sulpicio Galba es importante porque ayuda a trazar la primera línea divisoria entre los dos estilos de oratoria:

  • El estilo ático, el aticismo, mesurado y sobrio.
  • El estilo asiático, el asianismo, ampuloso y exagerado, que conecta mejor con la primitiva vehemencia romana.

Tiberio y Cayo Graco

Los hermanos Tiberio y Cayo Graco son también figuras destacadas en ese mismo siglo II a.C. Su importancia radica en que son los primeros en hacer del discurso auténticas arengas dirigidas a las capas más humildes de la sociedad para cambiar el sistema de gobierno y conducir a la república por caminos más favorables a los intereses del pueblo llano.

Marco Antonio y L. Licinio Craso

A caballo entre el siglo II y el siglo I a.C., Cicerón menciona con letras de molde a dos personajes: Marco Antonio y L. Licinio Craso.

La Oratoria Ciceroniana

La época en que vive Cicerón es especialmente propicia para el ejercicio del discurso. La República está en un momento intenso y álgido; las tensiones entre partidos son máximas; la opinión pública está atenta a lo que puedan decirle sus políticos, a los que ovacionan o censuran sin reparos. Cicerón fue testigo de cuatro enfrentamientos civiles: el de Mario contra Sila y el de César contra Pompeyo; así como de la rebelión de Espartaco y de la conjuración de Catilina. Defensor de la república, no vio jamás con buenos ojos el triunfo de César, en quien adivinaba tendencias dictatoriales e imperialistas. Arremetió contra Marco Antonio, heredero en cierto modo de los ideales y las ambiciones de Julio César. Le dedicó unas filípicas que le costaron la vida.

Los discursos ciceronianos

Sus discursos pueden dividirse en dos grandes apartados:

  • Discursos judiciales, pronunciados ante un tribunal, tanto en calidad de abogado defensor como de fiscal acusador.
  • Discursos políticos, pronunciados en el Senado o en el Foro.

Los discursos judiciales

  • In C. Verrem, siete discursos demoledores contra Cayo Verres, que fue gobernador de Sicilia. Bastó que pronunciara dos de los siete que compuso para que el facineroso Verres se desterrara voluntariamente.
  • Pro Fronteio y Pro Rabirio, ambos son procesos por prevaricación y malversación de fondos.
  • Pro Marcelo.
  • Pro Murena.
  • Pro Archia poeta, al defender a este poeta griego, defiende las letras todas.
  • Pro Ligario, en defensa de quien, como él, estaba en contra de César.
  • Pro Milone, en defensa de Milón, que había dado muerte en un enfrentamiento a Clodio, el hombre que mandó al destierro al propio Cicerón.
  • Pro Roscio Amerino.

Son solo algunos botones de muestra.

Los discursos políticos

  • De imperio Pompeii, todo un alegato a favor de Pompeyo frente a César.
  • Catilinarias, cuatro vibrantes discursos contra L. Sergio Catilina, que fue candidato al consulado junto a Cicerón. Al no resultar elegido, trama una auténtica conspiración para hacerse con el poder. Cicerón lo descubre y arremete sin piedad contra él.
  • Filípicas, son catorce discursos virulentos contra Marco Antonio. El poder no le perdonó sus ataques y le dio por respuesta una muerte atroz.

Las obras retóricas de Cicerón

A su faceta como compositor y ejecutor de discursos une Cicerón una fecunda actividad como crítico literario o teorizante de retórica; esa teoría la explica en varias obras: De Oratore, Brutus y Orator. En Brutus, traza una historia de la oratoria romana que ya hemos resumido; De oratore y el Orator son los auténticos manuales de retórica.

La elaboración del discurso

Basándose en los escritos de los rétores griegos, Cicerón, en sus obras retóricas, explica las cinco partes del proceso que exige el discurso:

  • Inventio, o búsqueda de los correspondientes argumentos.
  • Dispositio, o distribución adecuada de esos argumentos, encadenando unos con otros.
  • Elocutio, o arte de adornar las ideas con la sintaxis precisa.
  • Memoria, para recordar cada dato en su lugar apropiado.
  • Actio, todo lo relacionado con el momento de la pronunciación del discurso: gestos, voz, énfasis.

También explica Cicerón las partes en las que se estructura el discurso:

  • Exordium, o introducción al tema.
  • Narratio, o exposición del asunto objeto del discurso.
  • Argumentatio, esta parte tiene dos facetas; una positiva –probatio– o exposición razonada de los argumentos, y otra negativa –refutatio– o rechazo de las objeciones reales o posibles.
  • Peroratio, es la conclusión final.

El Orator se centra en la elocutio, se explican las figuras de palabra y de pensamiento, la composición de las frases, el ritmo, la expresividad, etcétera; se matiza entre estilo sencillo, mediano y sublime.

La Oratoria Posciceroniana

Después de Cicerón, la oratoria se refugia en las escuelas de retórica; los discursos y los tratados de Cicerón serán allí libros de referencia y de consulta obligada. La implantación del imperio implica la supresión de la democracia; el papel del Senado acabará siendo muy poco relevante; no hay propaganda electoral y la vida política activa va agonizando. La oratoria solo permanece viva en las escuelas de retórica.

Séneca el Viejo

Es la mejor fuente de que disponemos para saber el funcionamiento de esas escuelas. Su obra Oratorum et rhetorum sententiae, divisiones, colores es un documento valiosísimo. Está dividida en dos partes: Suasoriae y Controversiae. Se trata de dos tipos de ejercicios prácticos que debían desarrollar los alumnos.

En las Suasoriae, ejercicios de primer nivel, se presenta a personajes míticos o históricos instantes antes de tomar una decisión trascendente. El alumno debe exponer los pros y los contras, las ventajas e inconvenientes de actuar en un determinado sentido. Las Controversiae son más complejas, de contenido jurídico. Prácticamente se trata de enfrentarse como acusador y defensor de alguien a partir de supuestos prácticos.

M. Fabio Quintiliano

Acierta a escribir Institutio oratoria, doce libros que constituyen el tratado de retórica más importante del mundo romano. Completa y perfecciona los escritos de Cicerón. Explica cómo debe formarse un orador desde que nace hasta que triunfa.