La Épica Romana
La Eneida de Virgilio
La Eneida consta de doce libros, casi diez mil hexámetros. Tradicionalmente se ha querido ver en ella una división en dos partes: a) libros I-VI: imitación de la Odisea (viajes de Eneas); b) VII-XII: imitación de la Ilíada (guerras de Eneas en suelo itálico). También hay quienes han pensado en tres partes según el protagonismo de tres personajes: a) I-IV: Dido; b) V-VIII: Eneas; c) Turno.
Eneas, el protagonista, ha sufrido tradicionalmente la comparación con los héroes homéricos: se le ha tildado de blando, dubitativo a veces, poco espontáneo y muy humano. La comparación es poco afortunada porque difícilmente se pueden equiparar obras tan distantes en el tiempo, en la mentalidad y especialmente en la forma de composición. Eneas es el héroe de Roma y sobre sus hombros descansan Anquises y Julo, el pasado y el porvenir; él es el responsable del cumplimiento de su destino personal y del de su pueblo; duda ante exigencias contrarias a sus sentimientos (salir de Troya, dejar a Dido), pero atiende las llamadas de los dioses: es la famosa pietas (para con los dioses, para con los antepasados, para con la patria) de Eneas, una de las virtudes más sólidamente asentadas en el pensamiento romano tradicional.
Virgilio es el creador de un lenguaje poético clásico de extraordinaria elegancia y perfección formal, moderado y oportuno en el uso de recursos expresivos (metáforas, aliteraciones, hedíadis, etc.) y maestro del hexámetro. Pero seguramente la lengua y el estilo de Virgilio, su forma de narrar y sus personajes no serían lo que son sin esa sensibilidad tan suya, tan esencial y característica, esa capacidad de acercamiento, de introspección, de comprensión, en fin, ese interés tan humano por lo humano.
La Farsalia de Lucano
Lucano (39-65 d.C.). De la abundante producción de este cordobés condenado a muerte a los veintiséis años por Nerón sólo se nos ha conservado su poema épico Farsalia, en el que se narran cronológicamente los sucesos de la guerra civil entre César y Pompeyo, es decir, un tema no mitológico, sino histórico. Su obra supone una revolución en el género épico al prescindir del elemento divino tradicional, de modo que el hombre es el único responsable de sus acciones, al explicar de manera racional y científicamente muchos fenómenos que en la epopeya se explicaban recurriendo a la intervención de los dioses y al no presentar un héroe claro. Desde el punto de vista del estilo peca de retoricismo y de cierta inclinación a lo patético.
La Lírica Romana
Poetas Neotéricos
La lírica se desarrolló en Roma bajo la influencia del alejandrinismo propio de los llamados poetae novi, esos que, de espaldas a la tradición literaria latina, buscaron inspiración en los poetas griegos de época alejandrina. Fue Catulo quien trazó las líneas por las que luego discurrirían los líricos posteriores: sentimentales, amorosas, etc. Los esquemas métricos utilizados por Catulo experimentaron una mayor fijación por parte de Horacio.
Círculo de Lutacio Cátulo
(mediados s. I a.C.). Los primeros poetas líricos romanos se reúnen en torno al poeta Lutacio Cátulo. Cultivan el epigrama erótico, compuesto en dísticos elegíacos, a imitación de ciertos poetas alejandrinos.
Neotéricos
Entrado ya el siglo I a.C., llevaron a cabo una auténtica revolución literaria en la poesía latina e influyeron decisivamente en Virgilio y Horacio. Como los del grupo anterior buscaban su inspiración en los poetas alejandrinos, especialmente en Calímaco (preferencia por los poemas cortos y la máxima perfección formal).
Catulo
Catulo (ca. 90 — ca. 50 a.C.). Su obra lírica consta de 116 poemas, dispuestos en tres secciones según su contenido y métrica:
- I-60: nugae: en metros variados tratan temas diversos de la vida cotidiana.
- 61-68: poemas doctos, los más largos de su producción; abunda el tema mitológico.
- 69-116: epigramas en dísticos elegíacos sobre temas de la vida cotidiana.
Tanto en el primer grupo como en el tercero destacan especialmente los poemas amorosos, dedicados especialmente a Clodia, a la que canta bajo el nombre de Lesbia. Es innegable la renovación y la frescura que Catulo aportó a la poesía latina, reelaborando de manera personal, auténtica y sentida los temas de la poesía alejandrina. En su lengua se mezclan elementos cultos y populares; su métrica adopta nuevos ritmos tomados de la lírica griega. La búsqueda de la perfección formal no estorba la espontaneidad en la expresión de pasiones y sentimientos.
Virgilio: Bucólicas
Virgilio: Bucólicas (42-39 a.C.). Son diez composiciones de tema pastoril en las que imita el género cultivado por el poeta griego Teócrito. En ellas se encuentra ya lo propiamente virgiliano: la armonía y el equilibrio, la sobriedad y el sentido de la medida, el sentimiento de comprensión y de comunidad con la naturaleza entera.
Horacio: Epodos y Odas
Horacio (65 — 8 a.C.): Epodos y Odas. Horacio, nacido al sur de Italia, tuvo una esmerada educación, primero en Roma y después en Atenas. Vuelto a Roma entró en el círculo de amigos de Mecenas y se dedicó plenamente a la poesía. No imitó a los poetas alejandrinos, sino a los líricos griegos arcaicos (s. VII y VI a.C.), Arquíloco, Safo y Anacreonte especialmente. Siguiendo a Arquíloco compuso un libro de yambos (17 poemas en total) que los gramáticos posteriores llamaron Epodos. Sus Odas se consideran la obra cumbre de la lírica latina. Son cuatro libros con un total de 104 poemas de temas y motivos muy variados. Destacan los de tipo filosófico en los que reflexiona con cierta melancolía sobre el paso del tiempo, la inexorabilidad de la muerte y la conveniencia de gozar el presente (carpe diem) y conformarse con una posición moderada. El estilo del que junto a Virgilio ha pasado a ser el clásico por excelencia de la poesía latina se caracteriza por el equilibrio, la contención y la expresión ajustada al pensamiento. La perfección formal es igualmente apreciable en su dominio de los metros griegos, en la composición y estructura de sus poemas y en la cuidada selección léxica.
ada selección léxica.