Los Francos
Los francos, denominación que etimológicamente significa “libre”, eran una tribu germánica, perteneciente a los llamados pueblos bárbaros por los romanos, originaria de Westfalia (un poco al este de Renania) y de la Baja Renania (al oeste de Alemania, en ambas márgenes del Rin).
Clodoveo se convirtió al catolicismo, sobre todo luego de contraer enlace con Clotilde, una princesa católica, en el año 493, quedando como los únicos germanos no arrianos, y fueron reconocidos por el emperador del Imperio Romano de Oriente dando inicio a la dinastía merovingia llamada así, en honor al abuelo de Clodoveo, de nombre Meroveo. Durante el reinado de Clodoveo se promulgó la ley sálica (llamada así por derivar de los francos salios) como elemento aglutinador de los francos. Regía sus cuestiones jurídicas relativas al derecho civil, sucesorio y penal, e impedía a las mujeres acceder al trono. A su muerte, el imperio quedó en manos de su hijo, Luis el Piadoso http://www.laguia2000.com/francia/luis-el-piadoso, y ocurrida su muerte en el año 840, comenzó la fragmentación del territorio, entre Lotario, Luis y Carlos, con disputas por la herencia.
Clodoveo y la creación del reino de los francos
Comenzó una política de expansión de su autoridad sobre las otras tribus francas y de ampliación de su territorio al sur y oeste de la Galia. Así, comenzó una campaña militar con la intención de consolidar los varios reinos francos en la Galia y Renania, dentro de la cual se enmarca la derrota de Siagrio. Esta victoria supuso el fin del control romano en la región de París.
Pueblo franco
Los francos fueron una confederación de pueblos procedentes de Baja Renania y de los territorios situados inmediatamente al este (Westfalia) del Rin, que, al igual que muchas otras tribus germánicas occidentales, entró a formar parte del Imperio Romano en su última etapa en calidad de foederati asentándose en el limes (Bélgica y norte de Francia). Las poderosas y duraderas dinastías establecidas por los francos reinaron en una zona que abarca la mayor parte de los actuales países de Francia, Bélgica y Holanda así como la región de Franconia en Alemania. La palabra franco (Frank o Francus) significa «libre» en el lenguaje franco, ya que los francos no estaban dominados por el Imperio Romano ni por ningún otro pueblo. Dado que la raíz frank no pertenece a la lengua germánica primitiva, se piensa también que podría derivar de frie-rancken (libere vacantes) que significa libres viajeros.
Los primeros francos
No se sabe mucho de los inicios de la historia de los francos.
La primera vez que los autores clásicos de la antigüedad nombran al territorio de los francos es en la recolección de relatos laudatorios de emperadores romanos Panegyrici Latini (Panegíricos Latinos), a principios del siglo IV EC. En esa época tal territorio se correspondía con el área situada al norte y al este del Rin (la Renania actual), con unos límites difusos encerrados en el triángulo entre las ciudades de Utrecht, Bielefeld y Bonn de hoy día. En el citado territorio se situaban las tierras de la confederación de pueblos francos de los sicambros, los salios, tencteros, usipetos, vindelices, brúcteros, ampsivarios, camavos y catos. Algunas de estas tribus, como los sicambros y los francos salios, suministraban tropas a las fuerzas romanas que protegían el limes (las fronteras del imperio). En un principio, se dividían en dos grupos, cuyos nombres derivarían, según algunas interpretaciones, de sus asentamientos en torno a dos ríos:
- Los francos salios habitarían, a mediados del siglo III d. C., el valle inferior del río Rin, en los actuales Países Bajos y noroeste de Alemania. Su nombre estaría vinculado, según unos, al río Ijssel (forma antigua Isala, como otros cursos de agua: Isère, Yser, Isar); según otros, al vocablo germánico «see» (mar), o también al germánico «i sala» (aguas oscuras).
- Los francos ripuarios http://es.wikipedia.org/wiki/Francos_ripuarios habitarían el curso medio del río Rín, y su nombre derivaría del vocablo latino «ripa» (río), en el sentido de la gente del Rin.
Los francos en el Imperio romano
Entre los años 355 y 358, el emperador Juliano intentó dominar las vías fluviales del Rin bajo el control de los francos, y una vez más volvió a pacificarlos. Roma les concedió una parte considerable de la Gallia Belgica, momento a partir del cual pasaron a ser foederati del Imperio Romano, aunque el emperador forzó el retorno de los camavos a Hamaland (un distrito ahora holandés en la actual Güeldres). De este modo, los francos se convirtieron en el primer pueblo germánico que se asentó de manera permanente dentro de territorio romano.
Bárbaro
Bárbaro es un exónimo peyorativo que procede del griego y su traducción literal es “el que balbucea”. Aunque los griegos empleaban el término para referirse a personas extranjeras, que no hablaban el griego y cuya lengua extranjera sonaba a sus oídos como un balbuceo incompresible u onomatopeya (bar-bar- similar a bla-bla-). Existen escritos, como los de Isócrates, que demuestran una apertura de este pueblo para concebir a los bárbaros no como “extranjeros”, sino como individuos que carecían de educación, independientemente de su lugar de nacimiento.
Los romanos tomaron posteriormente la palabra y su significado para el trato con los pueblos que invadieron el Imperio Romano. Los clásicos dieron el nombre de bárbaros a todos los extranjeros de las comarcas fronterizas con el Imperio, y con los que lucharon, si bien se limita la consideración a los que, ocupando en Europa las comarcas al norte del Imperio, invadieron éste, apoderándose de su parte occidental.
Galos
Los galos eran los pueblos que habitaron lo que hoy es Francia, Bélgica, el oeste de Suiza y las zonas de Holanda y Alemania al oeste del Rin, así como una franja aún poco determinada de este último país, a la orilla derecha del río. Los griegos los llamaron keltoi (celtas), mientras que los romanos les apodaron galos, y a su gran región, la Galia. Pero hoy día, los historiadores y arqueólogos han convenido que las Galias eran múltiples, es decir, que no todas las regiones se correspondían con un mismo grado de celtitud. Ya los mismos romanos habían notado esto, por lo que hacían una diferencia entre la Galia Cisalpina (de este lado de los Alpes) y la Transalpina (del otro lado de los Alpes). A su vez, la Transalpina era dividida en cuatro partes que, según la época de Roma, llamaron Galia Bélgica (de celtas menos ortodoxos), la Galia Comata o Melenuna (la netamente celta o tradicional), la Galia Aquitana (con celtas de características diversas o poco definidas) y la Galia Luguria o Celtoligur, la primera en ser anexada a Roma como la Provincia.
Los galos (o celtas) se extendieron por toda Europa desde siglos antes de la llegada de los romanos. Eran gentes en continua migración a quienes los griegos llamaron keltoi, aunque se piensa que con este nombre no estaban señalando a un único pueblo, sino a unas gentes que se movían y se situaban en determinados territorios, identificándoles realmente con los hiperbóreos. Por eso los historiadores y geógrafos griegos, al observar las migraciones y escribir sobre los keltoi (galos) decían: La Céltica está más allá de los Alpes, La Céltica está cerca de los Ligures, en Italia, La Céltica está en Asia Menor [Turquía], La Céltica está más allá de las Columnas de Hércules.
Íberos
Los íberos o íberos fue como llamaron los antiguos escritores griegos a las gentes del levante y sur de la Península Ibérica para distinguirlos de los pueblos del interior, cuya cultura y costumbres eran diferentes. De estos pueblos escribieron Hecateo de Mileto, Heródoto, Estrabón o Rufo Festo Avieno citándolos con estos nombres, al menos desde el siglo VI a. C.: elisices, sordones, ceretanos, airenosinos, andosinos, bergistanos, ausetanos, indigetes, castelani, lacetanos, layetanos, cossetanos, ilergetas, iacetanos, suessetanos, sedetanos, ilercavones, edetanos, contestanos, oretanos, bastetanos y turdetanos.
Geográficamente, Estrabón y Apiano denominaron “Iberia” al territorio de la Península Ibérica.
Germanos
Los germanos eran un pueblo guerrero de raíz indoeuropea, diferenciables del tronco eslavo más que por rasgos físicos por patrones culturales (la religión de los germanos era distinta a la de los eslavos, por poner un ejemplo). Practicaban la agricultura y la ganadería en los tiempos de paz y el saqueo en los de guerra. Generalmente, al ser venidos del norte, la escasez y el frío los impulsaban a grandes expansiones territoriales.
Invasiones bárbaras
Se conoce como Invasiones bárbaras, Época de las invasiones o Período de las Grandes Migraciones al conjunto de migraciones masivas que se desarrollaron aproximadamente entre el siglo III y siglo VIII de nuestra era en Europa y la cuenca del Mediterráneo, marcando la transición entre la Historia Antigua y la Edad Media que se conoce con el nombre de Antigüedad tardía.
Suele hablarse de varias fases en esas invasiones correspondiendo el protagonismo de las primeras a los pueblos germánicos (del siglo III al siglo VI), mientras que las últimas corresponden a los vikingos y los magiares, así como a los árabes (protagonistas de la invasión musulmana del siglo VII y VIII, que incorporó a su civilización la ribera sur del Mediterráneo).
Pueblos bárbaros
Se conoce como Invasiones bárbaras, Época de las invasiones o Período de las Grandes Migraciones al conjunto de migraciones masivas que se desarrollaron aproximadamente entre el siglo III y siglo VIII de nuestra era en Europa y la cuenca del Mediterráneo, marcando la transición entre la Historia Antigua y la Edad Media que se conoce con el nombre de Antigüedad tardía.
Suele hablarse de varias fases en esas invasiones, correspondiendo el protagonismo de las primeras a los pueblos germánicos (del siglo III al siglo VI), mientras que las últimas corresponden a los vikingos y los magiares, así como a los árabes (protagonistas de la invasión musulmana del siglo VII y VIII, que incorporó a su civilización la ribera sur del Mediterráneo).
Principales pueblos bárbaros
Entre los pueblos germanos invasores encontramos a los godos, divididos en visigodos, en occidente, y los ostrogodos en oriente. Los francos, los suevos, los burgundios, los anglos, los sajones y los jutos, los vándalos, los frisones, los alanos (iranios) y los alamanes, constituían el resto de los pueblos.
El comienzo de las invasiones al Imperio romano
Entre los años 235 y 285, Roma estuvo sumida en un periodo de anarquía y guerras civiles. Esto debilitó las fronteras, y los germanos, en busca de nuevas tierras, se desplazaron hasta la frontera norte del imperio. Los emperadores de la época permitieron el ingreso de los germanos bajo dos condiciones: debían actuar como colonos y trabajar las tierras, además de ejercer como vigilantes de frontera. Sin embargo, esta pacificidad se acabó cuando Atila, el rey de los hunos, comenzó a hostigar a los germanos que habían invadido el Imperio. Luego de la retirada de los hunos, las tribus bárbaras se establecieron en el interior del imperio: los francos y burgundios tomaron la Galia; los suevos, vándalos y visigodos se asentaron en Hispania.
Causas del derrumbamiento del Imperio romano
Después de los siglos dorados del Imperio romano (periodo denominado Pax Romana, siglos I al II), comenzó un deterioro en las instituciones del Imperio, particularmente la del propio Emperador. Fue así como tras las malas administraciones de la Dinastía de los Severos, en particular la de Heliogábalo, y tras la muerte del último de ellos, Alejandro Severo, el Imperio cayó en un estado de ingobernabilidad al cual se le denomina Anarquía del siglo III.
Entre el 238 y el 285 pasaron 19 emperadores, los cuales -incapaces de tomar las riendas del gobierno y actuar de manera concorde con el Senado- terminaron por situar a Roma en una verdadera crisis institucional. Durante este mismo período comenzó la llamada invasión pacífica, en la cual varias tribus bárbaras se situaron, en un principio, en los limes del Imperio debido a la falta de disciplina por parte del ejército, además de la ingobernabilidad producida en el poder central, incapaz de actuar en contra de esta situación.
Consecuencias del derrumbamiento
Las invasiones provocaron la paralización del comercio y la industria, la destrucción del Imperio romano de Occidente, es decir, el fin de una civilización antigua avanzada, y también el comienzo de una nueva era en Europa, la Edad Media.
Feudalismo
Se denomina feudalismo a la organización social, política y económica basada en el feudo que predominó en la Europa entre los siglos IX y XV. Se trataba de propiedades de terrenos cultivados principalmente por siervos, parte de cuya producción debía ser entregada en concepto de “censo” (arriendo) al amo de las tierras, en la mayoría de los casos un pequeño noble (señor) nominalmente leal a un rey. Puede definirse el feudalismo como un conjunto de instituciones que crean y rigen obligaciones de obediencia y servicio -principalmente militar- por parte de un hombre libre, llamado vasallo, hacia un hombre libre llamado señor, y obligaciones de protección y sostenimiento por parte del señor respecto del vasallo, dándose el caso de que la obligación de sostenimiento tuviera la mayoría de las veces como efecto la concesión, por parte del señor al vasallo, de un bien llamado feudo.