Los Orígenes de la Historiografía: Un Análisis Completo

Los orígenes de la historiografía

Los primeros autores griegos se dedicaban a la descripción geográfica de lugares y de pueblos; más adelante, se profundizó en el aspecto etnográfico, en el origen de las ciudades y de los pueblos. A partir del final del siglo IV a.n.e., en Roma, el pontífice máximo registraba de forma sistemática los acontecimientos más significativos y los colgaba anualmente en el exterior de su residencia; eran los annales maximi.

Existían los fasti consulares, que anotaban cada año los nombres de los cónsules; y los fasti triumphales, que recogían los triunfos de los generales.

Otros documentos eran las laudationes funebres, discursos en los que se celebraban las hazañas de importantes ciudadanos fallecidos y que se conservaban en los archivos familiares.

Autores latinos:

  • Quinto Fabio Píctor: padre de la historiografía latina que escribe en griego: Rerum gestarum libri.
  • Marco Porcio Catón: político conocido por la defensa de los valores de la tradición romana; autor de la primera obra sobre la historia de Roma en latín cuyo protagonista era el pueblo romano: Origines.
  • Cayo Julio César: político y general que conquistó la Galia y luchó en la guerra civil contra Pompeyo; fue cronista de sus campañas: Commentarii de bello gallico, Commentarii de bello civili.


1. Cayo Julio César

Protagonista de la historia de Roma, convirtió la historiografía en un instrumento político. Su obra tiene una inmensa calidad literaria redactada en un latín puro que combina la claridad con la densidad de los acontecimientos que expone. Sus diarios de campaña buscan tanto la objetividad como impresionar con sus victorias y excusar algunas de sus actuaciones al margen del Senado; nada es pintoresco ni superfluo, todo está estructurado conforme a la mejor estrategia. Su escritura evoluciona y va desde las notas a la descripción de escenas dramáticas; de las digresiones etnográficas, geográficas o técnicas a la transcripción de discursos en estilo indirecto. Su objetivo es la exaltación del enemigo para así realzar también su propia persona.

  • Comentarios sobre la Guerra de las Galias: después de una descripción, César cuenta las distintas campañas hasta el levantamiento de Vercingetórix en Alexia y el triunfo de César; el libro octavo fue escrito por su lugarteniente Aulo Hircio.
  • Comentarios sobre la Guerra Civil: causas y sucesos principales de su enfrentamiento con Pompeyo hasta su derrota en Farsalia. Otras obras de autoría incierta y de escaso valor literario: Guerra de Alejandría, Guerra de África y Guerra de Hispania.


2. Cayo Salustio Crispo

Detentó diversos cargos públicos y llegó a amasar una fortuna como procónsul en la provincia de África. El asesinato de César y la deriva política de Marco Antonio favorecieron su deseo de escribir sobre la historia reciente y dar una interpretación moralizante. Su obra se centra en aspectos concretos de una república en franca decadencia, quizá por ello su latín está plagado de rasgos arcaizantes que imitan a Catón o a los antiguos historiadores.

  • La Guerra de Yugurta: rey númida que se enfrentó a Roma.
  • La Conjuración de Catilina: intento de golpe de estado de un revolucionario que quiso asesinar a los cónsules del año.
  • Historiae: sublevación de Sertorio que pretendió atacar al dictador Sila desde Hispania.


3. Tito Livio

Fue testigo de los acontecimientos de su tiempo: sus primeros años de vida coincidieron con la dictadura de César. Perteneció al círculo de Augusto, pero no participó en la vida política. Ab Urbe condita libri: es un proyecto de 150 libros que pretendían narrar la historia de Roma; trabajó en él durante 40 años y llegó a escribir 142 libros que llegaban hasta la muerte de Druso, se han conservado completos 35. Perseguía que la historia de Roma sirviera de modelo de valores; entendía que los hechos gloriosos y la prosperidad que habían colocado a Roma a la cabeza del mundo eran el reflejo de sus virtudes, y la decadencia, de la ausencia de ellas. Emplea un latín culto, influido por las narraciones de César y la retórica de Cicerón, con un toque de dramatismo en los episodios que lo requieren; su valor como historiador reside en que fue el primero en concebir la historia como una totalidad.

4. Cayo Cornelio Tácito

Destacó por su elocuencia y, tras ser cónsul en el 97 n.e., se dedicó de lleno a la historia. Diálogo sobre los oradores, Vida de Agrícola, Germania. Sus grandes obras, Historias y Anales, fueron concebidas como un todo global sobre la historia de la Roma del siglo I n.e. Historias narra el periodo de la dinastía Flavia, desde la muerte de Nerón a la de Domiciano, mientras que los Anales, escritos después, cuentan sin embargo acontecimientos anteriores, los reinados de Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón.

Las obras de Tácito se caracterizan por su sinceridad y objetividad; su método se basaba en la búsqueda del rigor y la imparcialidad a partir de las obras de autores anteriores. Tenía una concepción moralista de la historia, magistra vitae, en la que introduce un punto de vista psicológico: sus preocupaciones como ciudadano aportan cierto pesimismo en los hechos que narra y, a través de los personajes, genera cierta tensión dramática.


La Oratoria

El orador, según Catón, era un vir bonus dicendi peritus, “un hombre honrado experto en hablar”; pronto la influencia griega lo convirtió en algo más técnico y adecuado a la realidad política y judicial de Roma.

Oratoria y retórica son términos casi sinónimos: retórica se utiliza para designar el arte teórico del discurso y oratoria es su aplicación práctica, el arte de la persuasión por medio de la palabra con fines políticos o judiciales. Tras unos comienzos con características propias, creció el influjo de la literatura griega gracias a la difusión que realizaron, entre otros, los miembros del Círculo de los Escipiones. Florecieron las escuelas de retórica donde los rétores griegos educaban a los jóvenes nobles, comenzaron a aceptarse rétores latinos y a publicar manuales en latín.

Había tres escuelas:

  • Escuela aticista: defendía la sobriedad y concisión en el discurso a la manera del orador griego. Julio César pertenecía a esta tendencia.
  • Escuela asianista: partidaria de la abundancia, fogosidad y el estilo florido. Hortensio fue uno de los autores.
  • Escuela de Rodas: manteniendo la amplitud, abundancia y brillantez del discurso, esta escuela busca el equilibrio y el gusto. El principal representante será Cicerón.


1. Marco Tulio Cicerón

Recibió una educación griega; desempeñó todos los cargos del cursus honorum y se formó con el retórico Molón de Rodas. Apoyó a Pompeyo y, como cónsul, se enfrentó a la conjuración de Catilina. Intentó una aproximación a César, pero finalmente desistió de la política y se dedicó a escribir discursos y tratados de retórica. Ante la nueva guerra civil, se retiró y, durante la dictadura de César, defendió a algunos pompeyanos. Tras su asesinato, tomó partido por Octavio frente a Marco Antonio, contra el que dirigió sus Filípicas. Mientras huía, unos partidarios de Antonio le cortaron la cabeza y las manos. Cicerón combinó en sus obras el estilo asianista, florido, rítmico y grandilocuente, con el aticista, sencillo, claro y directo.

Obras

  1. Discursos: judiciales (ante el tribunal de justicia) y políticos (ante el Senado o en el Foro).
  2. Tratados de retórica: domina teoría y práctica.
  3. Obras filosóficas: sintetiza la filosofía griega.
  4. Epistolografía.

Estilo

Distingue tres estilos en el discurso, que se corresponden con las tres finalidades de la retórica: elevado, medio y sencillo. El orador debe saber qué decir y el modo como debe decirlo. Su prosa combina claridad y elocuencia en un latín puro que rechaza el habla vulgar y los neologismos; por eso, acuña una terminología filosófica latina. Pensadores y diplomáticos de todas las épocas han imitado su sintaxis y la cadencia de su discurso; desde Erasmo a Descartes, Hume o Kant.

2. Marco Fabio Quintiliano

Con la consolidación del Principado, el Senado pierde su función y la oratoria viva cede ante la retórica como ejercicio escolar. Su obra principal, Institutio oratoria, es una programación educativa general. En De causis corruptae eloquentiae expone las causas de la decadencia de la elocuencia.