Biografía
Nacido en Arpino en el año 106 a.C., Marco Tulio Cicerón provenía de una familia acomodada, perteneciente a la clase de los caballeros rurales. Su brillante carrera política lo llevó a ocupar el cargo de cónsul en el año 63 a.C., destacando por su lucha contra la conjuración de Catilina, por lo que le fue conferido el título de pater patriae.
En política defendió la concordia ordinum, la colaboración armónica de las diversas clases para el sostenimiento de las instituciones republicanas. Pero se granjeó tanto las iras de los optimates (conservadores), como de los populares (demócratas). Los unos por haber apoyado a Pompeyo, los otros por su dictamen de pena de muerte contra los partidarios de Catilina.
Al formarse el triunvirato con Pompeyo, Craso y César, éste último buscó la amistad de Cicerón sin conseguirlo, por lo que pagaría las consecuencias: fue desterrado por mediación del tribuno de la plebe Clodio a causa de la ejecución ilegal de ciudadanos romanos (Catilina y sus partidarios) y sus bienes se confiscaron.
Obra
La obra de Cicerón es muy amplia. Abarca tanto discursos como tratados de retórica, ya que él dominaba la doble vertiente práctica y teórica.
Tratados retóricos
Cicerón escribió varios tratados de retórica en los que recopilaba todos los conocimientos que había adquirido estudiando la retórica griega e investigando la historia de la oratoria romana, junto con los que había extraído de su experiencia personal como abogado y estadista:
- De Oratore (acerca de la formación del orador)
- Orator (retrato del orador ideal, que trata especialmente de la elocutio)
- Brutus (historia de la oratoria griega y romana)
- Otros menores, como De inventione, De optimo genere oratorum, Partitiones oratoriae, Topica.
Discursos
Cicerón puso en práctica sus principios sobre retórica en sus propios discursos, que, publicados en gran número, se convirtieron en obras literarias. Sus secretarios los tomaban taquigráficamente, y después él los retocaba a su conveniencia.
1. Discursos políticos
Fueron pronunciados ante el Senado o ante la Asamblea del pueblo. Destacan:
- Las Catilinarias, serie de cuatro discursos famosísimos con los que consiguió abortar la conjuración de Catilina durante el año de su propio consulado (63 a.C.).
- Las Filípicas, 17 discursos con los que intentó frenar la subida al poder de Marco Antonio (antiguo lugarteniente de César) y que serían la causa de su muerte.
2. Discursos judiciales
De sus actuaciones como abogado nos han quedado numerosos discursos:
- Algunos como acusador, como In C. Verrem (las famosas Verrinas, 7 discursos, de los que bastó que se pronunciasen dos para ganar la causa).
- La mayoría como defensor, como Pro Milone, Pro Archia poeta, Pro Caelio, Pro Marcello, Pro Ligario…
También se conservan de Cicerón algunas obras filosóficas, numerosas cartas (en las que se puede conocer su auténtica personalidad) e incluso poemas, aunque no de gran valor. El esfuerzo de Cicerón por crear un vocabulario apto para la expresión de temas filosóficos, adaptando muchos términos griegos, sirvió para enriquecer la lengua latina. Además de su valor literario de primer orden, hay que considerar que gracias a las obras filosóficas de Cicerón se conoce el pensamiento de filósofos importantes de su época cuya obra original se ha perdido.
La oratoria después de Cicerón
Con la caída de la República y el establecimiento del sistema imperial las asambleas perdieron sus poderes y el Senado perdió la mayor parte de sus competencias, asumidas por el emperador. En suma, desaparece la libertad política, campo donde se había desarrollado la oratoria. Ésta, aunque se siguió cultivando según los preceptos de Cicerón, fue decayendo y pasando del foro, su lugar natural, a las escuelas: allí la retórica sigue manteniéndose con una finalidad educativa e influeyendo en la lengua y literatura latina. En cambio, la oratoria se convierte en pura declamación: los discursos serán ejercicios de declamación que, según nos cuenta Séneca el Mayor, se dividen en dos tipos: suasoriae (deliberaciones ficticias de personajes que habían de tomar una decisión) y controversiae (debates de casos legales complicados, con razones jurídicas a favor y en contra).
Autores posteriores a Cicerón
Entre los autores posteriores a Cicerón que escribieron tratados de retórica destacan Séneca el Retórico, Tácito y Quintiliano.
Marco Anneo Séneca el Retórico (55 a.C.-39 d.C.)
Nació en Corduba (actual Córdoba), en Hispania. Fue padre de Séneca el filósofo. Escribió unas Controversiae y unas Suasoriae, en las que recopilaba ejemplos de los tipos de argumentación discursiva así llamados. La controversia era una confrontación de distintos puntos de vista sobre un tema tratado; la suasoria era un discurso que pretendía convencer a un auditorio de una tesis determinada.
Marco Fabio Quintiliano (30-100 d.C.)
Nacido en Calagurris (actual Calahorra), regentó la primera escuela sufragada por el Estado durante el reinado de Vespasiano. Escribió el manual de retórica más famoso si se exceptúan los de Cicerón: De institutione oratoria, en 12 libros, un tratado completo de educación del orador desde la misma infancia, que constituye un estudio del sistema educativo romano de su tiempo. Quintiliano señala a Cicerón como modelo. Escribió también un De causis corruptae eloquentiae, en el que atribuye las causas de la degeneración de la oratoria al abandono de los modelos clásicos.