Oratoria y Retórica en la Antigua Roma
Se trata del arte de utilizar la palabra en público con corrección y belleza con el fin de agradar y persuadir al destinatario, teniendo en Roma un uso temprano y prolongado, por no hablar de su influencia en la cultura griega y su democracia, donde esta era fundamental.
El sistema político de la República favoreció el buen uso de la palabra en Roma, basándose en la consulta popular y la deliberación. Una vez esta cayó, creció la oratoria de la mano del Imperio en un ambiente de libertad debilitada y transformada en un ejercicio de retórica, que no debemos confundir con oratoria, ya que la primera es el arte teórico del discurso y la segunda trata de su aplicación práctica.
En definitiva, en la cultura grecolatina, notablemente oral, la oratoria era propia de la vida pública. Su valor era profundamente reconocido y el dominio de la palabra era fundamental en diferentes ámbitos. El pueblo romano, profundamente aficionado a los discursos, sabía valorar y aplaudir a los oradores brillantes.
En Roma, el orador necesitaba una preparación previa para llegar a serlo, siendo una aspiración imprescindible para los jóvenes patricios, que buscaban abrirse paso en la política desarrollando su cursus honorum. Este debía adquirir una serie de cualidades gracias a la técnica y la retórica, partes del conjunto de recursos para poder hablar bien. Las escuelas de retórica en Grecia se distinguían por sus métodos, estilos y lenguaje empleado, mientras que en Roma comenzaron a asentarse en el siglo I a.C., cuando los jóvenes, al acabar sus estudios, pasaban a manos del rhetor, de quien aprendían las técnicas de oratoria.
Siendo la finalidad de cualquier discurso instruir, agradar, conmover y convencer, los oradores se encargaban de que su discurso incluyera las siguientes partes marcadas por la retórica:
Exordium: introducción para atraer al público (captatio benevolentiae). Debe ser ágil y rápida, centrada en el tema a desarrollar e incluir algo impactante que atraiga.
Narratio: explica el asunto a tratar.
Argumentatio: desarrolla los argumentos favorables a la tesis expuesta y refuta los contrarios a la misma (confirmatio // refutatio)
Peroratio: resumen y conclusión que obtiene el beneplácito del auditorio. Debe ser grave, enigmática, impactante y convincente.
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Este incluía diferentes elementos técnicos que quien confeccionaba el discurso debía seguir:
Inventio: búsqueda y selección de ideas y argumentos.
Ordinatio: organización y secuenciación lógica de los argumentos.
Elocutio: elección y disposición de las palabras, cuidando el ritmo, figuras retóricas y expresividad.
Memoria: capacidad para memorizar el contenido del discurso.
Actio: elementos externos, como la modulación de la voz, gestos, movimientos y expresiones, que ayudan a la persuasión.
Marco Tulio Cicerón: El Orador Romano por Excelencia
Es considerado la encarnación de la oratoria romana tanto en la teoría como en la práctica. Nació en Arpino en el seno de una familia pudiente de clase plebeya, realizando sus primeros estudios tanto en Roma como en otras ciudades griegas. Vivió en un periodo marcado por guerras civiles, conspiraciones y conflictos políticos. Su carrera política lo llevó a ocupar grandes cargos, como el de cónsul en el año 63 a.C., aunque también sufrió el destierro, enfrentando riesgos en sus intervenciones contra poderosos como Marco Antonio.
Dentro de su producción literaria en oratoria conservamos 58 discursos que a su vez dividimos en tres grupos:
Judiciales: dirigidos ante tribunales, tanto de defensa como de acusación, como los discursos In Verrem, contra los Verres.
Políticos: pronunciados en el Senado o foro, defendiendo o criticando a sus adversarios, como In Catilinam, contra Catilina, a quien derrota en las elecciones.
Otros: discursos en defensa de figuras como Arquías o Milón, y otros ejemplos como Pro Marcello y Pro Ligario, apelando a la clemencia y al elogio de virtudes.
Además de su labor como orador, Cicerón escribió grandes tratados de retórica, donde aborda desde la formación del orador hasta la elocución perfecta. Destacan aquí:
Brutus: dedicado a Bruto, sobre la elocuencia romana, haciendo un breve resumen de la oratoria en Grecia.
De Oratore: diálogo en tres libros sobre la formación del orador resaltando la necesidad de cultura amplia y la técnica en preparación del discurso.
Orator: tratado enfocado en la elocución, detallando diferentes figuras además del uso de recursos lingüísticos para lograr persuadir.
Quintiliano: El Legado de la Retórica
Nacido en Calahorra, fue un abogado de gran reputación además de profesor de retórica, destacando entre sus discípulos grandes escritores latinos como Plinio el Joven o Juvenal.
Destaca su obra Institutio Oratoria, compuesta por 12 libros y considerada como el tratado de retórica más completo de la antigüedad. En ella expone una teoría retórica integral, ofreciendo un recorrido pedagógico que guía al aprendiz desde sus primeros pasos hasta la perfección oratoria.
Al igual que Catón, el maestro de oratoria enfatiza que la elocuencia debe ir acompañada de la honestidad y la moral, ya que para él un buen orador no solo domina la técnica sino que además es un hombre ético.
En su contexto de la época imperial, la falta de ambiente de debate público y la corrupción de las costumbres contribuyeron a la decadencia de la oratoria, contrastando con su florecimiento en la República.