Panorama de la Poesía Latina: Horacio, Lucrecio y Virgilio

Horacio (65 – 8 a.C.)

A su vuelta a Roma, tras su participación en la batalla de Filipos, Horacio se hace con un puesto de escribano que le garantiza el sustento económico necesario. Presentado por Virgilio, ingresa en el círculo de Mecenas. En 35 a.C. concluye su primer libro de sátiras (Sermones).

En las sátiras (dos libros con un total de dieciocho composiciones) Horacio alude en varias ocasiones a Lucilio como inventor del género y se declara seguidor suyo. Lo cierto es que entre ambos autores hay diferencias considerables: las sátiras de Horacio son generalmente más irónicas y sutiles, propias de quien afirmaba que la broma festiva y la burla amable son más eficaces que la invectiva destemplada. Pero más que la intención los diferencia el estilo, mucho más cuidado en Horacio con su característica perfección formal en el uso del lenguaje y de la métrica.

Otro de los géneros cultivados por Horacio fue el de la epístola poética. Escribió en hexámetros dos libros de Epistulae. De entre ellas (veintitrés en total) la más conocida e influyente en la cultura occidental es la tercera y última epístola del segundo libro, la dirigida a los Pisones, conocida como Ars poetica, que viene a ser un tratado de arte poética.

Lucrecio (ca. 98—55 a.C.)

Los datos relativos a su vida son escasos y dudosos. La noticia más extensa, no necesariamente fiable, procede de S. Jerónimo, que en referencia al año 94 a.C. dice: “Nace el poeta Tito Lucrecio, que después, habiéndose vuelto loco por un filtro amoroso y tras escribir en los intervalos de lucidez algunos libros, que luego enmendó Cicerón, se dio muerte con su propia mano a los cuarenta y tres años de edad.”

Compuso una obra que tradicionalmente se ha clasificado como perteneciente al género de la poesía didáctica, aunque quizá sería preferible (por su poderoso ritmo, su sintaxis, sus imágenes y su concepción misma) considerarla épica científica: De rerum natura.

Al modo de los poetas filósofos griegos, Parménides y, sobre todo, Empédocles, en este poema extenso Lucrecio lleva a cabo una exposición sistemática sobre la física de Epicuro y sus implicaciones éticas (la suprema felicidad radica en la indiferencia y en la certidumbre de que, estando el universo regido por leyes inmutables, es absurdo cualquier temor a lo sobrenatural). La obra consta de tres pares de libros que tratan respectivamente de la física, la psicología y la cosmología de Epicuro. Contiene 7415 hexámetros. Al principio de cada libro figura un largo proemio y aparecen fórmulas de transición en el final. La lengua de Lucrecio presenta un halo arcaico en el léxico y en las expresiones y recuerda la poesía tradicional de Ennio. Es notable la variedad de tonos, que va desde sobriedad expositiva hasta la solemnidad del himno.

Virgilio (70 a.C. — 19 a.C.)

Virgilio nació en 70 a.C. en la aldea o comarca de Andes, cerca de Mantua. Cursó sus primeros estudios en Cremona. Cumplidos los quince años, estudió Retórica primero en Milán y luego en Roma. En Nápoles se introdujo en el círculo del epicúreo Sirón.

La vida de Virgilio transcurre en una época de crisis y cambios profundos en el mundo romano. Al igual que otros escritores del período, está en relación con el círculo de Mecenas, amigo de Augusto, protector de los artistas y colaborador suyo en el proyecto renovador de tradiciones y costumbres.

Del 42 al 39 a.C. Virgilio escribe las Bucólicas, diez composiciones de tema pastoril con influencias (en cuanto a erudición, técnica y búsqueda de la perfección formal se refiere) de los poetas neotéricos y con modelo en el poeta alejandrino Teócrito. De él toma, el poeta latino motivos poéticos, escenas e incluso nombres de pastores, si bien lleva a cabo una transposición a escenario italiano, al paisaje querido y sentido de su infancia y en bastantes ocasiones alude (aunque sea alegóricamente) a personajes y circunstancias de la vida real, como la confiscación de terrenos a favor de los veteranos. En las Bucólicas está ya presente lo característico de Virgilio: el sentido de la armonía y el equilibrio, la sobriedad, la medida, el pathos en la expresión de sentimientos, la calidez y el afecto en el tratamiento de la naturaleza. También son evidentes en la obra rasgos característicos de la literatura augústea: clasicismo formal y sintonía con las circunstancias políticas y sociales.

En el año 30 a.C. termina su poema Geórgicas, cuatro libros sobre el trabajo y la vida del campesino acorde al programa social, agrario y religioso de Augusto, que se proponía la vuelta del pueblo romano al cultivo de la tierra y a las tradiciones religiosas campesinas. El modelo griego para esta obra es Los trabajos y los días de Hesíodo. Para la parte técnica cuenta con los tratados latinos de agricultura de Catón y de Varrón. En el libro I trata el cultivo de la tierra; en el II, el de árboles y viña; en el III, los rebaños y en el IV, la apicultura. Las Geórgicas, ejemplo de poesía didáctica, es considerada por muchos estudiosos la cumbre de la poesía virgiliana en cuanto a perfección formal. A diferencia de la Eneida (inacabada), esta quedó terminada al gusto del poeta. El tema encajaba perfectamente en las preferencias de un autor de origen campesino que supo plasmar el sentimiento de unidad de dimensión sagrada entre el hombre y la tierra.