Características del Ensayo
Precisión y Claridad
Dos de las características fundamentales que debe poseer este género son la precisión y la claridad, rasgos que comparte con otros textos de carácter expositivo y argumentativo.
Aspectos Relevantes del Género
- Carácter didáctico y divulgativo: La figura del lector no especializado adquiere singular relevancia, ya que condicionará la forma de exposición de las meditaciones y reflexiones del autor. Por esta razón, presenta una estructura diagonal.
- Extensión variable.
- Amplitud temática: La forma de tratamiento va desde el estudio riguroso sobre un determinado tema, similar al tratado científico, hasta la exposición de temas concernientes a la vida cotidiana o informaciones de interés actual. En este caso, es habitual que el autor aporte ejemplos de su propia experiencia.
- Desarrollo asistemático: El ensayo no presenta una ordenación rigurosa y el pensamiento fluye sin un orden lineal. Los temas del ensayo no son presentados de una manera exhaustiva, puesto que no tiene carácter técnico. Su objetivo se centra en sugerir, en incitar al lector a la reflexión.
- Estructura abierta: El discurso suele progresar mediante asociaciones de ideas y digresiones.
- Subjetividad: De una manera implícita o explícita, se reflejan las actitudes personales del autor, sus gustos o aversiones; es decir, presenta y enjuicia desde su perspectiva personal una cuestión determinada, hasta el punto que la opinión del autor constituye el elemento que da un sentido coherente y unitario a este tipo de escritos. Para ellos, se apoyan, a menudo, en los recursos argumentativos y dialécticos.
- Intencionalidad estética: En casi todos los textos ensayísticos existe una voluntad de estilo por parte del autor.
- Exposición y argumentación: Son las formas de elocución que más a menudo se utilizan.
Valoración Crítica de “La verdad sobre el caso Savolta”
Pocas veces se ha recibido con tanto entusiasmo una novela. La crítica fue unánime en sus alabanzas, hasta el extremo que se le otorgó el Premio de la Crítica de 1976. Publicada en abril de 1975, La verdad sobre el caso Savolta es una obra de excepcional calidad por muchos motivos y se podría decir que es la novela más importante de la última década. En esta novela aparece la anécdota, que suponía la recuperación de la aventura, la vuelta del argumento, a la acción como ingrediente fundamental del género novelesco. El lector se ve atrapado por el decurso del relato, por los acontecimientos, y su interés no decae hasta prácticamente la última página. Cerraba así esta novela unos cuantos años de experimentalismo bastante estéril.
Pero además, La verdad sobre el caso Savolta es una novela espléndidamente escrita, un verdadero placer para el lector que encuentra en ella una habilísima síntesis (o parodia, a veces, pero muy finamente elaborada) de estilos y géneros literarios. En torno a un hilo conductor, los recuerdos en primera persona de Miranda se acumulan sabiamente distribuidos con los más diversos materiales; y la estructura, caleidoscópica al principio, más lineal en otros capítulos, está perfectamente medida.
Junto a descripciones de sabor romántico, encontramos transcripciones de documentos (cartas, instancias…), diálogos brillantes, relatos en la mejor tradición de la literatura negra o páginas de muy seria denuncia social.
Selectividad: Eduardo Mendoza
Eduardo Mendoza es uno de los narradores más importantes de la segunda mitad del siglo XX y La verdad sobre el caso Savolta, una de sus novelas claves. En ella se unen varias tendencias de la novela española contemporánea: el experimentalismo característico de los años 70, tan patente en su estructura, la novela social de los 60 y también la tendencia a la recuperación de la narración, al gusto por contar una historia que aparece en las últimas décadas del siglo XX.
La verdad sobre el caso Savolta es una novela policíaca: se cometen una serie de asesinatos, el primero de ellos el del industrial catalán Savolta, y como en las novelas negras hay que averiguar quién es el asesino.
Por otro lado, la obra recrea la tensión revolucionaria de Barcelona durante el periodo 1917-1919, cuando la capital catalana fue escenario de choques violentos entre obreros y patronos, la Primera Guerra Mundial y sus consecuencias. Hay un detallado análisis de la realidad económica, política y social de una Barcelona en la que conviven una burguesía reaccionaria, otra liberal y un potente movimiento obrero y anarquista. Mendoza cuenta una historia apasionante, de bajos fondos y fortunas cambiantes, es una sátira del triunfo del capitalismo en Barcelona entre las dos grandes exposiciones de 1888 y 1929. En este sentido, la ciudad es la auténtica protagonista de la historia.
La estructura es complicada. El libro está dividido en dos partes. En la primera, caracterizada por un gran desorden cronológico y presentada mediante la técnica del collage, declaraciones en un juicio en Nueva York en 1975, narraciones en primera o tercera persona de hechos pasados, presentación de documentos, etc., resulta confusa en algunos aspectos.
En la segunda parte, toda la confusión que se había creado en la primera va cobrando sentido progresivamente. Entre los numerosos personajes destacan Javier Miranda, español con nacionalidad estadounidense, el principal declarante en el juicio, y Lepprince, un francés inteligente, ambicioso y sin escrúpulos que termina devorado por la trama que él mismo ha ayudado a crear.
La Narrativa Española Posterior a la Guerra Civil
Década de los Cuarenta
La Novela Existencial
Los temas como la miseria y sordidez de la vida cotidiana, la frustración y la angustia personal, la inadaptación social, la soledad y la muerte; los personajes desarraigados, desorientados o marginados; vuelven a las técnicas narrativas de la novela realista tradicional. Autores destacados: Carmen Laforet (1921). Su novela Nada ofrece un retrato de la vida sórdida y monótona de los años de posguerra en Barcelona a través de las experiencias de la protagonista, Andrea, en sus primeros años como estudiante universitaria. Miguel Delibes (Valladolid, 1920), con su primera novela, La sombra del ciprés es alargada (1948).
La Novela Tremendista
Se caracteriza por presentar ambientes, situaciones y personajes de gran dureza y violencia, en las que un individuo lucha contra el destino. Las técnicas narrativas son tradicionales. El autor más representativo de esta tendencia es Camilo José Cela (1916-2002): En su primera novela, La familia de Pascual Duarte (1942), el protagonista, un campesino extremeño, relata su vida en primera persona, mientras espera en la cárcel para ser ejecutado.
La Novela Realista Tradicional
La burguesía, sus valores y comportamientos constituyen el tema fundamental. El argumento, muy extenso, se suele desarrollar en largos periodos de tiempo con una amplia sucesión de hechos que da lugar a las llamadas novelas-río. Los personajes adquieren consistencia psicológica en ambientes recreados con gran precisión. Destacados: Ignacio Agustí con La ceniza fue árbol, cinco novelas conocidas popularmente como “La saga de los Rius”, entre las que destacan Mariola Rebull, El viudo Rius. Juan Antonio de Zunzunegui, ¡Ay…, estos hijos! ofrece una visión pesimista de la realidad centrada en la decadencia de la burguesía.
La Novela Nacionalista
La novela de los vencedores reflejó su ideología y sirvió para la defensa de sus valores. Se exaltó el belicismo mediante la presencia de un héroe, capaz de dar la vida por la defensa de unos determinados ideales. El entusiasmo fue sustituido paulatinamente por una sensación de desencanto. División tajante entre vencedores y vencidos. Defensa de la familia y la religión. Obras representativas: La fiel infantería de Rafael García Serrano, Camisa azul de Felipe Ximénez de Sandoval, Javier Mariño de Gonzalo Torrente Ballester.
La Novela Fantástica y Humorística
Superación del realismo tradicional con una visión desencantada y escéptica. Wenceslao Fernández Flórez con El bosque animado.
La Novela del Exilio
Exiliados como consecuencia de la guerra civil desarrollan su obra de forma diversa, desde el realismo tradicional hasta el vanguardismo. Trata temas de contenido social, recuperación de la realidad española. Ramón J. Sender (1910-1982) inició su trayectoria antes de la guerra y fue uno de los exiliados más prolíficos con Réquiem por un campesino español, Crónica del alba (autobiografía ficticia). Max Aub (1903-1972), su obra más importante, bastante autobiográfica, es la serie de “Campos”: (Campo cerrado (1943), Campo de sangre (1945), Campo abierto (1951), Campo del Moro (1963), Campo francés (1963) y Campo de los almendros (1968)), en la que cuenta acontecimientos ocurridos durante la Guerra Civil y en el exilio en los campos de concentración de Francia. Rosa Chacel (1898-1994), influencia de Ortega y Gasset, el motivo de la memoria como una forma de recuperar la propia identidad vital. Incorpora distintas técnicas de la novela del siglo XX. Obras: Memorias de Leticia Valle, Barrio de Maravillas. Francisco Ayala (1906) es autor de varios libros de relatos cortos como Los usurpadores, Muertes de perro y El fondo del vaso.
Novela de los Cincuenta (1951-1962)
En los cincuenta, España empieza a salir lentamente del aislamiento político y de la autarquía económica y cultural: incorporación a la UNESCO y a la ONU; cierta tolerancia de la censura; descubrimiento por parte de algunos novelistas de nuevas técnicas. La novela de los cincuenta está marcada por lo que se ha llamado realismo social, cuya finalidad es dejar constancia de los problemas económicos y sociopolíticos del país, siguiendo las técnicas y contenidos del neorrealismo italiano y de una concepción del arte de inspiración marxista que recibió el nombre de realismo social. Sus límites temporales van desde 1951, fecha en la cual se publica La colmena, de Camilo José Cela, y hasta 1962, año de publicación de Tiempo de silencio, de Martín-Santos. Las innovaciones principales vienen de la generación del medio siglo, pero antes, autores de la generación anterior preparan el terreno con aportaciones temáticas y técnicas muy importantes. Autores: Camilo José Cela. En 1951 publicó La colmena. Luis Romero (1916) con La noria (1952) expone una visión panorámica de la ciudad de Barcelona, ejemplificada en una treintena de personajes representativos de la ciudad. La rutina, angustia e incomunicación del vivir cotidiano se expresan simbólicamente en la noria. Miguel Delibes: escribió en estos años algunas de sus obras más conocidas: El camino (1950). Las ratas (1962), reflejo de las duras condiciones de vida de un pueblo castellano. Autores de la Generación del medio siglo (nacidos entre 1924-1936): El neorrealismo se limita a reproducir la conducta externa de los personajes, sus movimientos y actitudes, dejando al margen cualquier forma de introspección: el lector es el que saca sus conclusiones con respecto a la situación de quienes aparecen en la novela. La novela objetivista por excelencia es El Jarama (1955), de Rafael Sánchez Ferlosio (1927), reproducción fiel de la jornada dominical que un grupo de jóvenes madrileños de clase humilde pasan a orillas del río Jarama. Autores destacados: Ignacio Aldecoa (1925-1969), El fulgor y la muerte (1954), Jesús Fernández Santos (1926-1988) Los bravos (1954), Ana María Matute (1926) Fiesta al noroeste (1925), Carmen Martín Gaite (1925) Entre visillos (1958). El realismo crítico, presentando una visión parcial de la realidad con la intención de poner de relieve las causas y los efectos de las injusticias sociales. La finalidad es criticar a la sociedad. Autores destacados: José Manuel Caballero Bonald (1926) Dos días de septiembre (1962), Alfonso Grosso (1928-1994) La zanja (1961), Juan García Hortelano (1928-1992) Tormenta de verano (1961), Juan Goytisolo (1931) Juegos de manos (1954). Jesús López Pacheco en Central eléctrica (1958) trata sobre la explotación de unos campesinos en la construcción de un embalse. Al margen de este realismo existen otras tendencias: el realismo tradicional, la novela fantástica y la novela humorística.
Renovación de los Años 60
España experimenta un notable desarrollo económico y comienza a emerger lentamente de su aislamiento internacional. El auge del turismo favorece el intercambio con el extranjero y la renovación paulatina de las costumbres y de la mentalidad de la sociedad española. El agotamiento de la fórmula realista caracteriza la renovación de la novela española en estos años. Factores: el descubrimiento de la novela hispanoamericana, La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa, Rayuela de Julio Cortázar y Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, dando origen a lo que se conoce como el “boom” de la narrativa hispanoamericana. La influencia de los grandes innovadores de la novela contemporánea: del francés Marcel Proust, del checo Franz Kafka, del norteamericano William Faulkner y, sobre todo, del irlandés James Joyce y su novela Ulises, considerada la novela más revolucionaria del siglo XX. La aparición de dos obras fundamentales: Tiempo de silencio de Luis Martín-Santos y Señas de identidad de Juan Goytisolo. La renovación de la novela de este periodo se centró, en lo ideológico, en el abandono de la idea marxista de que la literatura es un arma de lucha política y en la experimentación del lenguaje y de nuevas fórmulas narrativas, entre las que destacan: la ruptura de la linealidad argumental del relato, tiempo y espacio fragmentados, búsqueda de lectores cómplices y discurso descompuesto. Los autores y obras más destacados son: Luis Martín Santos (1924-1964), con su obra Tiempo de silencio, incorpora a la novela española las técnicas narrativas modernas. Juan Goytisolo, Señas de identidad, Juan Benet con Volverás a Región, Juan Marsé con Últimas tardes con Teresa, Miguel Delibes, en Cinco horas con Mario, Camilo José Cela con San Camilo 1936 y Torrente Ballester, La saga/fuga de J.B.
La Novela Española a Partir de 1975
El ambiente de libertad en que comenzó a desarrollarse la cultura española tras la muerte del general Franco permitió un mejor conocimiento de la literatura española en Europa y de la literatura occidental en España. A ello contribuyeron significativamente la desaparición de la censura y la recuperación de la obra de los escritores exiliados y de muchos autores de otros países. Es difícil establecer objetivos o propósitos comunes en los novelistas de estas dos últimas décadas. Entre otras razones, debido a la proliferación de obras, a la convivencia de diversas generaciones y tendencias y a la falta de perspectiva histórica. De manera muy general, se puede observar las siguientes características: un alejamiento del experimentalismo extremo y una vuelta al interés por la anécdota, la recreación de tipos y la reconstrucción de ambientes; recuperación de la narratividad, encabezada por Eduardo Mendoza con su obra La verdad sobre el caso Savolta (1975), uso de diálogos, abandono de intenciones políticas expresas, presencia de elementos oníricos, subjetivos o fantásticos. Las principales líneas de la novela a partir de 1975, así como algunos de los autores y títulos más destacados, serían los siguientes: Metanovela. Simbiosis entre la narración de la historia (creación) y el proceso seguido para su construcción (crítica). Esta manifestación de la literatura dentro de la literatura define la mayoría de las novelas de Juan Goytisolo y de su hermano Luis, de José María Merino, de Juan José Millás y alcanza su punto extremo en la obra de Julián Ríos. Lirismo. La novela lírica o poemática centra su interés en un mundo más sugerente que concreto, con personajes-símbolos y una mayor tendencia al lenguaje poético. Es la modalidad preferida por Francisco Umbral (Mortal y rosa) y la característica esencial de la narrativa de Julio Llamazares (La lluvia amarilla). Dentro de este mismo género podemos encontrar otros afines, como el relato de aprendizaje, el memorialismo y la autobiografía, aspectos a los que responde muchas de las novelas de Javier Marías (Todas las almas, Corazón tan blanco). Recreación histórica. Novelas ambientadas en el pasado, desde el más lejano (Urraca, de Lourdes Ortiz; El maestro de esgrima de Pérez Reverte) al más próximo: la guerra civil (Octubre, octubre de José Luis Sampedro), los años de la dictadura franquista, la transición política, etc. Novela de intriga. Mezcla esquemas policiacos con aspectos políticos e históricos. La serie de novelas sobre el detective Carvalho o Galíndez (1990) convierten a Manuel Vázquez Montalbán en el autor más representativo. Aunque no es el único, ya que de algunos elementos de este género también se han servido Eduardo Mendoza (La ciudad de los prodigios) y Antonio Muñoz Molina (El invierno en Lisboa y Beltenebros). Enfoque realista. Tras el furor del experimentalismo, algunos autores han vuelto a recuperar para la novela el arte de narrar. Eso sí, desde una perspectiva más amplia y abierta, que abarca también el mundo onírico, irracional o absurdo… En esa línea cabría mencionar el realismo carnavalesco de Luis Mateo Díez (La fuente de la edad) o el imaginario de Luis Landero (Juegos de la edad tardía). En suma, dos son los aspectos más significativos de la novela española en los últimos veinte años: a) El carácter aglutinador. Acoge prácticamente todas las tendencias, modalidades, discursos, temas, experiencias y preocupaciones personales. b) La individualidad. Cada novelista elegirá la orientación que le resulte más adecuada para encontrar un estilo propio con el que expresar su mundo personal y su particular visión de la realidad.