Análisis Escénico y Estilístico de ‘La Casa de Bernarda Alba’

Espacio Escénico y Simbolismo en ‘La Casa de Bernarda Alba’

Respecto al decorado de los tres actos, diremos que la caracterización de cada escenario viene explicada en la acotación inicial de cada acto. Observamos que, en general, los tres decorados coinciden en su sencillez ornamental, en la simplificación de sus elementos y en su valor simbólico. Las variaciones entre uno y otro son mínimas.

Primer Acto: Blancura y Aislamiento

Las características del escenario del primer acto están muy bien detalladas en la acotación. Destaca la **blancura** de la habitación interior como expresión de un mundo de apariencias. Sus “muros gruesos” evitan que las cosas de dentro puedan salir al exterior: hay una incomunicación, por tanto, entre el mundo interior y exterior.

El mobiliario de “cortinas de yute” y “sillas de anea” sugiere lo áspero, lo duro, como característica de esta casa, donde se palpa la ausencia del calor del hogar.

En medio de este espacio tosco y triste, las paredes están decoradas con “cuadros con paisajes inverosímiles de ninfas, o reyes de leyenda”, que contrastaban con la realidad ambiental: un mundo alejado, fantástico, de ensueño, frente a la sobriedad y monotonía de las paredes blancas y de la habitación interior prácticamente vacía.

En el espacio físico de la habitación anterior, incomunicada del mundo exterior, va a transcurrir el primer acto. En esta habitación se impone el enclaustramiento de ocho años durante los que “no ha de entrar en esta casa el viento de la calle”.

Segundo Acto: Transición Cromática

La acotación del segundo acto presenta menos detalles que la acotación del primero. Tan sólo se nos dice que se trata de otra habitación al interior, pero no “blanquísima”, sino “blanca”.

Tercer Acto: Oscuridad y Simplicidad

El tercer acto se sitúa en el patio interior de la casa de Bernarda. Apenas hay luz, tan sólo un “tenue fulgor”. Es de noche. El color de las paredes se ha transformado en “blancas ligeramente azuladas”. Sobre el decorado, se facilita sólo una apreciación general: “ha de ser una perfecta simplicidad”.

Elementos Escénicos Clave

  • El Silencio: Está relacionado con el luto y el respeto, impuesto por Bernarda.
  • Los Colores: El contraste entre el blanco y el negro refleja la vida triste de los personajes. El abanico rojo y verde, y el vestido verde de Adela, simbolizan rebeldía.

En definitiva, en La Casa de Bernarda Alba, lo que de verdad cobra importancia es la comparación que se hace entre el blanco y el negro que sirve para reflejar la vida triste que llevan los inquilinos de la casa.

Por último, hay que decir que la escenografía y la iluminación en la obra varían según los actos, dando una sensación de dinamismo y de cambio por parte de la escena y de los propios personajes.

  • En el primer acto, el autor presenta una habitación blanquísima del interior de la casa, con muros gruesos, y nos dice que es verano, con lo que hay una gran iluminación.
  • En cambio, en el segundo acto, la habitación anterior de la casa es simplemente blanca, y el autor no especifica si es de día o de noche.
  • Y, por último, en el tercer acto, la habitación se encuentra en el patio interior de la casa y presenta cuatro paredes blancas ligeramente azuladas, y el autor dice que es de noche, con lo que la luz apenas se percibe en la escena.

Como conclusión, La Casa de Bernarda Alba presenta muchísimos contrastes en todo tipo de situaciones, tanto los colores de las paredes, vestuario, etc.

Estilo y Lenguaje

El estilo de la obra es directo y objetivo, se presenta con la intención de reflejar los acontecimientos sin intervención del propio escritor. Por esta razón no aparecen muchos fragmentos en verso, únicamente en la canción de los segadores y la canción de María Josefa, la madre de Bernarda (en el acto II). El lenguaje que aparece en esta obra es de nivel estándar, sin la presencia de cultismos y tecnicismos.

El lenguaje empleado es de tipo estándar-culto, sin la presencia de muchas estructuras de tono elevado ni cultismos. No obstante, inserta muchas frases, palabras y expresiones típicas de la época en la que vivió, y que se solían utilizar mucho por las gentes en los medios rurales, sobre todo en los pueblos andaluces. Claros ejemplos de esto son “mal dolor de clavo” o las “onzas” y los “reales”, entre muchos otros. También abundan las metáforas, como “tener preparada la cuchilla”, que pronuncia Bernarda haciendo entender el odio que Poncia le tiene. Es frecuente la presencia de algún eufemismo, como “guardaré la lengua en la madriguera”; “estrellas como puños” y palabras pertenecientes a campos semánticos relacionados con la vida en el pueblo, como los “gañanes”, “corral”… Predominan las réplicas cortas y rápidas y a menudo llama la atención su sentenciosidad. Los verbos que más predominan son el presente de indicativo, utilizado en los diálogos en presente y, en menor medida, el futuro imperfecto y el pretérito imperfecto, ambos indicativo. Y también hay uso del imperativo. También aparecen perífrasis verbales como “me voy a perder” o “estaba cosiendo”, entre otras.

¿Tragedia o Drama Rural?

También cabe destacar la pregunta, ¿tragedia o drama rural? Aunque algunos críticos han señalado que La Casa de Bernarda Alba es una tragedia (aunque no en el sentido clásico de la palabra), considero que es más correcto clasificarla como un drama rural ya que los personajes no se enfrentan a su destino (aparte del hecho de ser mujer en una sociedad machista). Es cierto que, como en la tragedia, Lorca plantea un conflicto, pero no lo sitúa en un plano idealista sino en la propia realidad, con personajes tomados de la vida cotidiana. Otro aspecto que separa La Casa de Bernarda Alba de la tragedia es el hecho de que no existen elementos rituales para que se cumpla lo trágico (como en Bodas de Sangre) ni se presentan personajes sobrenaturales (la Luna, la Noche) que nos indiquen designios sobrehumanos.