Análisis exhaustivo de las aventuras de Don Quijote en el Toboso y más allá

Capítulo 9: En busca del palacio de Dulcinea

Don Quijote y Sancho entraron a media noche al Toboso para buscar el palacio de Dulcinea, el que no encontraban ya que no existía. Tras un tiempo buscando llegaron a la conclusión de que ninguno de los dos conocía a Dulcinea, pues don Quijote se había enamorado de ella por la buena fama que tenía y Sancho la había visto también por los comentarios que de ella le habían hecho.

Después de un buen rato buscando, Sancho decide convencer a don Quijote para que éste se quede esperando en un encinar hasta que Sancho encuentre a Dulcinea y le diga que su amado caballero le está esperando en un encinar cercano.

Capítulo 10: El encuentro con las labradoras

Antes de marchar Sancho en busca de Dulcinea, don Quijote le había ordenado que se fijara en las reacciones físicas que mostrara Dulcinea al enterarse de que estaba allí su caballero.

Antes de que Sancho comenzara su búsqueda se sentó, donde su amo no pudiese verle, para reflexionar acerca de la locura de su amo, que aunque Sancho le llevase a otra persona que no fuese Dulcinea, don Quijote juraría que su amada está encantada. Al atardecer Sancho vio pasar cerca de él a tres labradoras y fue corriendo junto a su amo para decirle que Dulcinea se acercaba con dos de sus sirvientas y, de este modo, se inventó sus ropas para que su amo pensase que su amada se acercaba.

Cuando se estaban acercando las tres labradoras, se puso en marcha el plan de Sancho, ya que él pensaba que cuando su amo viese a las tres labradoras e hiciese caso a Sancho, que decía que era Dulcinea con sus sirvientas, pensaría que estaban encantadas.

Las labradoras, al oír las alabanzas que don Quijote hacía de ellas, salieron corriendo escapando de don Quijote y de Sancho. Después de ver cómo las tres labradoras huyeron, Sancho y don Quijote comenzaron a hablar contra los encantadores que privaron a don Quijote de ver la belleza de su amada, Dulcinea. Finalmente, don Quijote y Sancho prosiguieron su camino hacia Zaragoza donde se celebraban todos los años unas fiestas muy importantes.

Capítulo 12: El Caballero del Bosque

Después de la pequeña aventura del capítulo anterior, Sancho y don Quijote se dispusieron a pasar la noche bajo unos árboles no muy alejados del lugar.

Durante la noche, don Quijote comenzó a comparar la comedia con la vida. Sancho le dijo que era una sabia comparación pero que ya estaba demasiado vista. Después de decir esto Sancho comenzó a confesarle a don Quijote lo mucho que estaba prosperando cerca de él, ya que antes no tenía ningún tipo de conocimiento y ahora ya conoce bastante más acerca de la caballería, sus leyes y otros temas de cultura de aquella época.

Al llegar a un prado don Quijote aprovechó para descansar tumbado bajo una encina, mientras Sancho dormía también al pie de un alcornoque.

Algo más tarde, don Quijote se despertó al oír cómo un hombre, que se hacía llamar “El Caballero del Bosque”, que al igual que don Quijote era caballero andante, bajaba de su caballo y comenzaba a explicar cómo su amada, Casildea de Vandalia, no le correspondía para nada todo el amor que él le ofrecía. Al darse cuenta el caballero de que don Quijote estaba cerca de él se presentó y comenzaron a hablar de sus amores. Los dos escuderos dejaron a sus respectivos caballeros hablando solos mientras ellos se iban a hablar de cosas de escuderos algo más lejos de allí.

Capítulo 13: Sancho y el escudero del Caballero del Bosque

En este capítulo se nos narran las conversaciones que mantienen Sancho y el escudero del Caballero del Bosque.

Ambos comienzan hablando de las recompensas que sus respectivos caballeros les habían ofrecido. El del Caballero del Bosque dice que su amo le había ofrecido un canonicato, de lo que Sancho deduce que El Caballero del Bosque era un caballero a lo eclesiástico.

Después comienzan a hablar de las respectivas familias de cada escudero. Sancho dice que tiene dos hijos y alaba especialmente a su hija a la cual convertirá en Condesa en cuanto don Quijote le dé su recompensa. En ese momento, tras un comentario no apropiado del colega de Sancho, Sancho le dice que sus formas de hablar no son apropiadas de gente que acompaña a caballeros andantes.

Más tarde comienzan a hablar de las enamoradas de sus amos y de las cualidades de sus amos. El del Caballero del Bosque dice que su amo es muy valiente pero algo bellaco. Sancho dice que don Quijote no tiene absolutamente nada de bellaco ya que, en realidad, es incapaz de hacerle daño a nadie.

Finalmente ambos escuderos comienzan a comer y a beber unos exquisitos manjares que llevaba el escudero del Caballero del Bosque. Después de haber comido y bebido ambos escuderos se quedaron dormidos.

Capítulo 14: El duelo y la verdad revelada

Mientras tanto, El Caballero del Bosque y don Quijote dialogaban acerca de sus aventuras y de sus amadas.

El Caballero del Bosque afirmó que entre sus aventuras había vencido a muchísimos caballeros incluyendo entre ellos al gran don Quijote de la Mancha. Don Quijote al oír esto se hizo el tonto para que más tarde confesara su propia mentira. Al ver que éste no lo confesaba y se emperraba en su mentira, don Quijote le retó a un duelo en el cual el caballero que saliese vencido obedecería al vencedor.

Ambos caballeros fueron a avisar a sus escuderos para que prepararan todo para la batalla. Momentos antes de la batalla Sancho se subió a un árbol ya que tenía miedo del Caballero del Bosque debido a todo lo que le había contado el escudero de este caballero.

Finalmente, debido a que el caballo del Caballero del Bosque se quedó parado justo delante de Rocinante durante la pelea, don Quijote derribó al Caballero del Bosque y salió victorioso del duelo.

Después de caer al suelo el Caballero del Bosque, Sancho y don Quijote se dieron cuenta de que era el bachiller Sansón Carrasco. A su vez Sancho se dio cuenta de que el escudero del Caballero del Bosque era su vecino Tomé Celial y entonces le pidió a don Quijote que no matara a Sansón Carrasco. Al reanimarse Sansón Carrasco, don Quijote le obligó a ir al Toboso a encomendarse a la dama de don Quijote y a admitir que no había vencido a don Quijote sino a alguien que se parecía mucho a él. Después de esto don Quijote y Sancho prosiguieron su camino hacia Zaragoza.

Capítulo 15: El plan del bachiller

Obviamente, el bachiller había acordado con el cura y el barbero el animar a don Quijote a realizar su tercera salida y que de este modo cuando Sansón se hiciese pasar por el Caballero del Bosque y venciera a don Quijote le obligaría a volver a la ciudad para cumplir el acuerdo como vencido que había salido del duelo.

Sansón Carrasco manifiesta notablemente su deseo de salir y apalear a don Quijote como venganza mientras que Tomé Celial, su supuesto escudero, decide irse a su casa y dejar de actuar como un simple loco.

Capítulo 19: Invitación a las bodas de Camacho

Cuando proseguían su camino encontraron a dos estudiantes los cuales tras un tiempo hablando invitaron a don Quijote a que asistiera a las bodas de Camacho con una labradora, a la que llamaban Quiteria, la Hermosa. Los estudiantes le dijeron que iban a ser unas bodas muy abundantes y que todos esperaban la reacción de Basilio, un joven que estaba enamorado de Quiteria y que además ella le correspondía el amor solo que el padre de ella no les permitía casarse debido a los pocos bienes materiales de Basilio.

Por el camino ambos estudiantes comenzaron una pelea acerca del arte o la fuerza en los combates con espada, esgrima. Tras un largo enfrentamiento se dio a demostrar que predominaba el arte sobre la fuerza.

Cuando llegaron al lugar donde se iban a celebrar las bodas, oyeron numerosos instrumentos con lo que don Quijote se negó a entrar y pasaron la noche al aire libre como era costumbre en los caballeros, decisión que no se tomó excesivamente bien Sancho.

Capítulo 20: Los preparativos de la boda

Al amanecer, viendo don Quijote cómo su escudero dormía comenzó a hablar acerca del sueño de su criado.

Más tarde Sancho se despertó al oler los manjares que se estaban preparando para la boda de Camacho. Sancho al ver estos platos se acercó a un cocinero y le pidió cortésmente si le podía dar un poco, el cocinero le dijo que comiera todo lo que quisiera que tenía su total permiso para comer.

Mientras Sancho comía, don Quijote se entretenía con las danzas y bailes que, como la noche anterior, animaban el lugar.

Hasta que comenzaron las bodas don Quijote y Sancho siguieron dialogando sobre la muerte.

Capítulo 21: La boda y la astucia de Basilio

Una vez que llegaron los novios, don Quijote afirmó que nunca había visto una mujer tan guapa como Quiteria, sin contar claro está a Dulcinea.

Al poco rato apareció Basilio diciendo que si Quiteria no se podía casar con él debido a que le había dado su palabra a Camacho, se mataría y sacando de un bastón una espada se la clavó. Cuando el Cura se acercó a él para darle las bendiciones, Basilio dijo que no quería bendiciones sino que quería que Quiteria se casase con él in articulo mortis. El cura, Quiteria y Camacho aceptaron pero en cuanto estaban casados Basilio se levantó diciendo que no estaba herido sino que era un truco. Cuando los personajes presentes se dieron cuenta quisieron anular la boda pero Quiteria dijo que no, que la boda era válida.

Después de esto Quiteria, Basilio, sus amigos, Sancho y don Quijote se retiraron hacia la aldea como si nada hubiera pasado.

Capítulo 22: Consejos y preparativos para la cueva de Montesinos

Don Quijote fue fuertemente elogiado debido a que defendió contundentemente a los nuevos esposos en los momentos críticos de la boda de éstos. Don Quijote se quedó durante tres días en la casa de Basilio.

En el tiempo que estuvo en la casa de Basilio le recomendó que se enriqueciera mediante negocios limpios. Además de esto estuvo hablando con él acerca de la pobreza, la honradez y la belleza de las mujeres.

Cuando don Quijote estaba dispuesto a irse le pidió a uno de los estudiantes que le acompañaron hacia las bodas que le consiguiera un guía para ir a la cueva de Montesinos. Finalmente le acompañó un primo del estudiante que además leía libros de caballería.

El estudiante dio a entender que era un humanista que se preocupaba por saber cosas inútiles y que estaba preparando tres libros los cuales produjeron algunas bromas por parte de Sancho. Pasaron la noche en una aldea donde don Quijote compró cien brazas de cuerda para descolgarse a la cueva de Montesinos.

A las dos de la tarde llegaron a la cueva de Montesinos; el estudiante y Sancho ataron fuertemente a don Quijote para que no se soltara y comenzaron a bajarle. Cuando don Quijote descendió hasta la entrada de la cueva, cortó las malezas que la cubrían y se introdujo en ella. Cuando el estudiante y Sancho se quedaron sin cuerda esperaron un rato y comenzaron a subir a don Quijote. Hasta las ochenta brazas de cuerda no comenzaron a notar peso en la cuerda y cuando a las diez brazas vieron a don Quijote se tranquilizaron solo que don Quijote se encontraba dormido. Tras despertarse comenzó a contar unas historias que según él le habían sucedido, que Sancho nunca llegó a creérselas.

Capítulo 23: El relato de Montesinos

En este capítulo don Quijote relata su encuentro con Montesinos.

Don Quijote contó que en la cueva había visto al primo y amigo de Montesinos, Durandarte, el cual yacía en carne y hueso en un sepulcro de mármol debido a un encantamiento del mago Merlín. Dijo que también estaban allí encantados Belerma, dama de Durandarte; su escudero, Guadiana, convertido en río, y otros muchos amigos y parientes de Durandarte convertidos en lagunas.

Sancho no se podía creer lo que contaba pero no pudo aguantar su risa cuando don Quijote dijo que había visto a Dulcinea y a las dos damas que la acompañaban y que éstas le habían pedido seis reales a cambio de un pañuelo de algodón. Don Quijote le dijo a Sancho que su incredulidad se debía a que no tenía experiencia en el mundo pero que algún día le demostraría que todo aquello era cierto.

Capítulo 25: Maese Pedro y el retablo

Una vez que llegaron a la venta, don Quijote no paró hasta encontrar al hombre que habían visto antes, ya que estaba impaciente por que le contara la historia de por qué llevaba esas armas. Una vez que lo encontró le comenzó a contar la siguiente historia: Un día en el pueblo en el que él vivía se le perdió un asno y junto con un amigo salieron a buscarlo al monte, donde decían que le habían visto por ultima vez. En el monte para llamar la atención del asno ambos hombres comenzaron a rebuznar por separado, momentos más tarde encontraron al asno devorado por los lobos pero se quedaron con la anécdota de que rebuznaban tan bien que en varias ocasiones confundieron sus propios rebuznos con los del asno. A partir de ese día esa anécdota se conoció en los pueblos de la zona de tal manera que cuando alguien veía a un habitante de ese pueblo le rebuznaba en señal de burla. Entonces por eso el hombre aquel llevaba armas tan urgentemente a su pueblo ya que las necesitaban para enfrentarse con todos los pueblos que burlaban a sus compañeros de aldea.

En ese momento entró en la venta un hombre que se hacía llamar Maese Pedro, quien explicó que era un titiritero que representaba en su pequeño escenario diversas historias y que además en su repertorio tenía un mono que le adivinaba todo lo pasado y presente.

Maese Pedro adivinó que era don Quijote y explicó a todos lo que estaba haciendo en ese momento la mujer de Sancho y explicó también que lo que había visto don Quijote en la cueva de Montesinos había sido cierto a medias. Tras estas explicaciones quiso hacer una función en honor a don Quijote.

Capítulo 26: La función de Maese Pedro

Maese Pedro representó una historia en la cual don Gaiferos liberaba a su esposa, Melisendra, la cual estaba cautiva de los moros en Sansueña.

Durante la actuación de Maese Pedro don Quijote estuvo interviniendo constantemente para explicar lo que en la obra estaba sucediendo como si de pura realidad se tratara. Don Quijote en otro arrebato de locura desenvainó la espada destruyendo todos los muñecos de Maese Pedro ya que eran unos moros que perseguían a los “buenos” de la obra y don Quijote como buen caballero quería ayudarlos a escapar. Don Quijote viendo lo que había hecho achacó su error a los encantadores que le habían embaucado.

A la mañana siguiente Maese Pedro se marchó muy pronto ya que no quería encontrarse con don Quijote por si le hacía otra de las suyas.

Capítulo 30: Encuentro con los Duques

Después de lo hecho se marcharon del río pensando cada cual en sus cosas, don Quijote claro está pensando en Dulcinea.

Al día siguiente de esta aventura, cuando don Quijote y Sancho proseguían su camino, encontraron a una Duquesa y a un Duque a los cuales don Quijote presentó su deseo e intención de servir en cuanto hiciese falta. La Duquesa y el Duque habían reconocido a don Quijote ya que habían leído con anterioridad la primera parte del Quijote.

Don Quijote y Sancho acompañaron a los Duques hacia su castillo ya que ambos Duques eran lectores de libros de caballería y querían pasar unos días con don Quijote.

Capítulo 31: En el castillo de los Duques

Antes de que don Quijote llegara al castillo, los Duques se habían adelantado para explicar a los criados cómo debían tratar a don Quijote. En cuanto llegó don Quijote a la casa de los Duques se dio cuenta de que realmente era un caballero famoso ya que todos en el castillo le trataban de una manera totalmente caballeresca, aunque don Quijote no se dio cuenta de que en realidad le estaban tomando el pelo.

Después de que las doncellas le hubiesen quitado a don Quijote las armaduras se dispusieron todos a cenar. En ese momento se produjo una discusión cortés, entre el Duque y don Quijote, acerca de quién debía presidir la mesa. Finalmente fue don Quijote quien presidió la mesa. En ese momento Sancho contó una historia mediante la cual avergonzó a don Quijote por ser él quien se encontraba presidiendo la mesa. Para evitar el apuro de don Quijote la Duquesa se vio obligada a preguntarle a don Quijote acerca de Dulcinea.

En ese momento el cura que acompañaba a los Duques, don Quijote y Sancho se dio cuenta de quién era el que estaba sentado en la mesa junto a ellos y comenzó a insultar a don Quijote diciendo que era un loco y que tenía la cabeza llena de tonterías y de chorradas y le dijo que sería mejor se fuese a su casa y que dejase de hacer el ridículo.

Capítulo 32: La defensa de la caballería andante

Don Quijote al ver que quien le insultaba era un clérigo, únicamente le contradijo dando un discurso en defensa de la caballería andante tan bueno que consiguió que Sancho se emocionara y diera muestras de disfrutar escuchando a don Quijote.

Después de ese discurso el cura le preguntó a Sancho si realmente él era Sancho Panza y Sancho para probarlo contestó con una retahíla de refranes propia de su personalidad. En ese momento el Duque le dijo a Sancho que él le concedería el gobierno de la ínsula que le había prometido don Quijote, Sancho al oír esto se volvió loco de la alegría. El cura a su vez criticó el que los Duques, que se suponen que estaban cuerdos, permitían que Sancho y don Quijote siguiesen locos y no hacían nada por impedirlo, el cura añadió además que él se quedaría allí hasta que don Quijote y Sancho se fueran.

Después de cenar aparecieron unas doncellas que comenzaron a lavarle la cara a don Quijote el cual pensó que era la costumbre del lugar. Al poco tiempo las doncellas que le lavaban la cara fingieron que se quedaban sin agua culminando así la primera broma que le gastaron a don Quijote. Los Duques al ver esto se rieron de gran manera pero para que el caballero no se diese cuenta de la broma se lavaron también ellos la cara.

Después de esto se retiraron don Quijote y la Duquesa la cual le preguntó a don Quijote acerca de sí Dulcinea existía realmente o si era causa de su imaginación. Don Quijote le dijo que si Dulcinea existía o no era algo que no merecía hablarse pero que dentro de él mismo estaba y con eso valía, explicó también que si Sancho había visto a Dulcinea mal vestida era por causa de los encantadores que al no poder perjudicar a don Quijote lo intentaban con Dulcinea.

Capítulo 35: La penitencia de Sancho

En el último carro apareció una extraña ninfa, con la cara desgarrada, que decía ser Merlín, el encantador, el cual se conmovió al ver a Dulcinea convertida en rústica aldeana y decidió que la única y exclusiva manera para que Dulcinea volviese a tener la misma belleza que antes era que Sancho se debía dar tres mil trescientos azotes en las posaderas.

Sancho al oír esto le dijo a don Quijote que no pensaba dárselos ya que él no tenía ni la más mínima intención de que Dulcinea volviese a su estado natural, además dijo que si era don Quijote el que tenía tanta intención en volver a ver a Dulcinea bien que se diera él los azotes y que no se lo pidiera a Sancho ya que él no tenía culpa ninguna.

En ese momento intervino el Duque el cual dijo que si no accedía a darse los azotes no le daría el gobierno de la ínsula ya que demostraría ser un gobernador muy duro. Sancho al oír esto accedió con la condición de que él debía decidir cuándo se daría los azotes y que no deberían hacerle sangre y además dijo que no debería haber nadie que se los contara y que se tendrían que fiar de lo que él dijera.

Capítulo 36: La carta de Sancho y la llegada de Trifaldin

Al día siguiente Sancho le comenzó a explicar a la Duquesa que ya se había dado unas cuantas palmadas en la espalda ya que no creía que mereciese la pena el azotarse para que otros obtuvieran la recompensa. La Duquesa al oír esto le dijo a Sancho que debía buscar otro método para azotarse ya que el darse palmadas en la espalda no servía absolutamente de nada.

Sancho le enseñó a la Duquesa una carta que tenía pensado mandar a su mujer en la cual le contaba que estaba a punto de irse a gobernar la ínsula que el Duque le había prometido y que la Duquesa no hacía más que besarle la mano con lo que ella también debería hacerlo. También le dijo a su mujer que estaba deseando ir a gobernar la ínsula para ver si así conseguía algo de dinero. Al oír esto la Duquesa contestó que se mostraba un poco codicioso y que un buen gobernador no se tenía que mostrar codicioso.

Después de esto se fueron al jardín a comer y mientras comían vieron cómo se acercaba un hombre que se hacía llamar Trifaldin, escudero de la condesa Trifaldi, el cual en realidad era el mayordomo del Duque que se había hecho pasar por Merlín un par de capítulos más atrás. Este personaje decía que la condesa Trifaldi estaba esperando fuera y quería hablar con don Quijote porque le necesitaba por temas caballerescos. Don Quijote y el Duque accedieron a que entrara y esperaron a que llegara.

Capítulo 37: Conversación sobre las dueñas

Mientras todos estaban esperando a que la condesa Trifaldi hiciese su aparición se produjo una conversación entre Sancho, la dueña doña Rodríguez y la Duquesa en la cual cada uno dio su opinión acerca de si este tipo de mujeres tienen alguna función en este mundo o si simplemente sirven para adornar y para tener ocupado un puesto en la sociedad que luego no sirve de nada y lo único que hace es gastar dinero público con su mantenimiento.

Capítulo 38: La historia de la Trifaldi

Cuando la Trifaldi apareció, precedida de doce doncellas, preguntó si se encontraban allí don Quijote de la Mancha y su escudero Sancho Panza. Cuando don Quijote y Sancho se presentaron ante ella comenzó a contarles su historia, con una voz ronca y poco femenina.

Ella había ayudado a una princesa, Antonomasia, hija y heredera del rey Archipiela y de la reina Maguncia de Candaya, a conseguir el amor de un caballero llamado don Clavijo. Debido a su intención Antonomasia se había entregado a don Clavijo y tenían intención de casarse.

Capítulo 39: La venganza de Malambruno

Cuando la madre de Antonomasia se enteró de que su hija se había casado con un hombre de linaje más bajo que ella, se enojó tanto que a los tres día murió. Un día después de su muerte apareció el gigante Malambruno, primo hermano de la madre de Antonomasia, en un caballo de madera y para vengarse de la muerte de su prima convirtió a Antonomasia y a don Clavijo en estatuas de diversos metales. Y para culminar la venganza hizo crecer barbas a todas las doncellas del palacio para vengarse así de la intercesión de la Trifaldi.

Una vez dijo eso y para que los allí presentes se lo creyeran se descubrieron la cara y mostraron cómo tenían todas unas barbas bastante considerables.

Capítulo 40: El caballo Clavileño

Después de haberle contado la historia a don Quijote le acabó pidiendo que por favor fuese a luchar con Malambruno ya que éste había dicho que solo desharía el encantamiento en caso de que don Quijote de la Mancha fuese a luchar contra él. Cuando don Quijote aceptó, la Trifaldi le dijo que Malambruno había dicho que mandaría un caballo de madera, llamado Clavileño, el cual llevaría a Sancho y a don Quijote a donde se encontraba él, que estaba a 3.220 leguas por el aire y en línea recta sobre Clavileño.

Capítulo 41: El vuelo de Clavileño

Por la noche llevaron a don Quijote y a Sancho hacia el caballo y le dijeron que deberían taparse los ojos porque la altitud que iban a alcanzar era muy grande y se podía marear. Don Quijote y Sancho accedieron, y al momento les dijeron que para activar el caballo había que mover una clavija que se encontraba en el cuello del caballo. Y para bajarse del caballo cuando llegasen tendrían que esperar a que este relinchara.

Cuando don Quijote apretó la clavija todos los allí presentes se despedían como si realmente se estuvieran moviendo, incluso imitaban el calor de la altitud y el movimiento del viento. Al cabo de un rato los allí presentes encendieron la cola de Clavileño el cual al estar lleno de cohetes salió disparado por el aire tirando a don Quijote y a Sancho al suelo. Cuando se levantaron vieron que no se habían movido del lugar y que a su alrededor estaban los mismos personajes que antes y observaron también que junto a ellos había una lanza con un mensaje el cual decía que don Quijote había vencido con solo intentarlo y que Malambruno se contentaba con eso y había desencantado a la Trifaldi y a sus doncellas. También decía que igualmente se desencantaría Dulcinea en cuanto Sancho cumpliera lo prometido. Cuando el Duque leyó la carta felicitó efusivamente a don Quijote por su hazaña.

Sancho le dijo a la Duquesa que durante su viaje en Clavileño se había quitado el pañuelo y había visto cómo el mundo y las personas eran muy pequeñas desde esas alturas, la Duquesa al decirle que eso era imposible Sancho le respondió que mediante el encantamiento nada era imposible. Sancho prosiguió contando que había estado tan cerca del sol que había podido comprobar que realmente era muy grande, también dijo que se habían detenido en la constelación de las siete cabrillas ya que como Sancho había sido cabrero se entretuvo un poco con ellas.

Capítulo 42: Consejos para gobernar

Cuando los Duques se dieron cuenta de que las bromas funcionaban y don Quijote y Sancho no se daban cuenta de nada decidieron proseguir con ellas para reírse más. Mas tarde el Duque le dijo a Sancho que se preparara por que al día siguiente irían a la ínsula en la que Sancho gobernaría. Al oír esto don Quijote se apartó con Sancho un momento para aconsejarle acerca de cómo tenía que comportarse como gobernador de una ínsula.

Primero la aconsejó acerca del alma. Don Quijote le dice que se haga amigo de Dios, que no se avergüence de su linaje ya que si no se avergüenza él nadie se avergonzará nunca de él. También le dijo que en caso de que fuesen sus parientes a visitarlos que no los desprecie y en caso de que enviudase que supiera elegir bien a la mujer ya que en ocasiones son éstas las que ayudan a gobernar. También le dijo que juzgase igual a un rico que a un pobre pero que atendiese más a las lágrimas de un pobre ya que son los que no tienen nada en este mundo.

Capítulo 43: Consejos sobre el cuerpo

En este capítulo don Quijote le comienza a dar consejos a Sancho acerca del cuerpo.

Don Quijote le dice a Sancho que se debe mantener limpio y aseado, que no debe comer nada que le haga oler mal, que no debe comer demasiado ni muy deprisa por que si no puede dar una mala impresión y también le dice que no diga tantos refranes como solía decir siempre ya que le harían quedar muy mal.

Don Quijote al final le dice que debe gobernar bien ya que las responsabilidades que acarrearan su mal gobierno caerían también sobre él y no quiere sentirse culpable de ningún mal mandato. Sancho al oír esto le dice a don Quijote que si él lo desea dejará el cargo de gobernador ya que no quiere que su amo sufra consecuencia alguna de lo que él pueda hacer mal. Don Quijote al oír que Sancho está dispuesto a dejar de ser gobernador de una ínsula para que él no quede mal en ningún momento le dice Sancho que merecería mil ínsulas ya que sus razonamientos son sabios y correctos.

Capítulo 44: Sancho parte hacia Barataria

Al partir Sancho hacia su ínsula se despidió de todos y se montó en el Rucio y comenzó su camino. Con él estaba el mayordomo, que había fingido ser la Trifaldi; al verlo Sancho se lo comentó a don Quijote el cual al comprobar que lo que Sancho decía era cierto se quedó frustrado y acabó diciendo que eso no podía ser así ya que sería una gran contradicción.

A la marcha de Sancho se quedó don Quijote solo y al notarlo la Duquesa le ofreció un par de doncellas para que le sirvieran. Don Quijote las rechazó diciendo que él era un caballero andante y no necesitaba doncellas de ningún tipo. Cuando don Quijote estaba a punto de marcharse a la cama abrió la ventana y vio como una doncella, Altisidora, cantaba un romance burlesco en el cual declaraba su amor a don Quijote.

Don Quijote al oír esto le dijo a Altisidora que él ya tenía una dama y que por nada le sería infiel. Y mediante varias comparaciones reafirmó su amor hacia Dulcinea del Toboso, su dama.

Capítulo 45: Sancho gobierna Barataria

Cuando Sancho llegó a su ínsula, Barataria, le recibieron con mucho afecto y cariño. Al verle le llevaron a la iglesia y allí le dieron las llaves de la ciudad y le admitieron como gobernador perpetuo.

Al momento le llevaron al juzgado donde comenzó a ejercer como gobernador en unos juicios que le presentaron los habitantes de la ínsula.

Primer juicio

Era un señor que le fue a pedir a un sastre que le hiciera una caperuza con un tipo de tela que él le llevaba, pero como era tan desconfiado y temía que el sastre se quedara con un trozo de tela le dijo que le hiciera las máximas posibles. Al final el sastre le dijo que le podía hacer cinco caperuzas. El problema estaba en que el sastre había hecho unas caperuzas diminutas haciendo caso a que el hombre quería cinco. Entonces el sastre le exigía al hombre el dinero que se había ganado haciendo esas caperuzas, mientras que el hombre le exigía al sastre el trozo de tela que le había dado. Sancho al ver esto decidió que ninguno de los dos tuviera lo que pedía ya que ambos habían sido muy desconfiados con el otro.

Segundo juicio

Un hombre había recibido prestados diez ducados y no se los quería devolver a su dueño original porque decía que ya se los había devuelto. El primer hombre le dio al segundo una caña que tenía en la mano y juró ante todos que ya se los había devuelto y entonces se fue recuperando su caña antes. Sancho al darse cuenta de esto le mandó que le diese la caña al hombre que le había dejado los diez escudos y le dijo que con la caña ya estaba pagado. La sorpresa vino cuando el hombre rompió la caña y vio que dentro de ella estaban los diez escudos.

Tercer juicio

Una mujer llegó ante Sancho diciendo que un hombre la había forzado en mitad de un camino y no la quería indemnizar. El hombre decía que la mujer se le había ofrecido y que ya le había pagado lo justo por esos trabajos. Sancho le dijo al hombre que le diese una bolsa que tenía llena de dinero, y cuando se fue la mujer le mandó salir detrás de ella para recuperar la bolsa. Al cabo de un rato regresaron el hombre y la mujer sólo que ambos unidos a la bolsa ya que la mujer no la quería soltar por nada del mundo. Sancho al ver esto le dijo a la mujer que si hubiera puesto tanto empeño en defenderse como lo está poniendo ahora en agarrar la bolsa nadie la habría forzado en el campo. Les mandó ir y le devolvió la bolsa de dinero al hombre.

Capítulo 46: Altisidora y los gatos

Un día al salir don Quijote se encontró a Altisidora y una amiga, al ver a don Quijote Altisidora fingió que se desmayaba para que don Quijote se fijase en ella. Don Quijote al verla le dijo a su amiga que esa noche se quedaría él mismo haciendo la compañía para que se desengañara. Por la noche comenzó a cantarle un romance a Altisidora en el cual le decía que él sólo estaba enamorado de una mujer y que sus sentimientos no se cambiarían por nada ni por nadie. En el jardín estaban las Duques y otras personas del castillo.

Desde un corredor cercano a la reja de don Quijote descolgaron un saco lleno de gatos los cuales al meterse en la habitación de don Quijote comenzaron a montar un escándalo tan grande que parecía que en la habitación se estaba librando la mayor batalla jamás vista. Don Quijote pensó que la habitación estaba llena de encantadores y, puesto que estaba a oscuras, comenzó a dar espadazos contra los gatos. Entonces uno de los gatos se le subió a la cabeza y le arañó y mordió la cara.

Capítulo 47: Sancho y el médico

En la ínsula de Sancho era la hora de comer y sus sirvientes le llevaron a un gran palacio donde le iban sirviendo grandes platos de comida. Con el pequeño inconveniente de que cada vez que tenía un plato de comida delante un médico que estaba junto a él mandaba que se lo quitaran con lo cual es fácilmente imaginable el hambre que estaba pasando el pobre Sancho.

Cuando Sancho estaba a punto de comer algo decente llegó una carta del Duque diciendo que existía una conspiración contra él y sería recomendable que no comiera nada de lo que le ofrecían. Entonces Sancho se tuvo que contentar con un racimo de uvas y un poco de pan.

Mientras Sancho comía la poca comida que le permitían comer apareció un labrador que le comenzó a contar su vida. Sancho después de escucharle le preguntó qué era lo que quería. Entonces el labrador le pidió a Sancho que le diese 300 ó 600 ducados para poder celebrar la boda de su hijo y una carta para que su futuro consuegro accediese a la boda con su hijo.

Sancho se enfadó tanto al oír esto que el médico que estaba allí le prometió darle de comer para evitar enfados similares.

Capítulo 49: La ronda nocturna de Sancho

De vuelta en la ínsula de Sancho éste se empeñó en hacer una ronda de noche para ver la clase de gente que se paseaba por su ínsula de noche y limpiarla

a ser posible de mala gente.

En esta ronda vio, primero, a un muchacho que le dijo que nadie conseguiría hacer que él durmiera una sola noche en la cárcel, al preguntarle Sancho si era por que dudaba de su autoridad el muchacho le dijo que no era cuestión de autoridad sino que él se pasaría toda la noche sin dormir.

Después de esto vio Sancho a una muchacha vestida de niño a la cual le preguntó por qué iba vestida de esa manera. La muchacha le contó a Sancho que se había disfrazado de niño por que su padre no la dejaba salir desde que había muerto su madre. Entonces entre su hermano y ella habían decidido cambiarse las ropas para  que así pudiera salir sin que su padre se diera cuenta. Después de haber oído esto Sancho decidió llevar a la muchacha a casa.

Después de esta noche Sancho seguía demostrando a todos los habitantes de la ínsula su gran sensatez y juicio.

Capítulo 51

Volviendo a la ínsula de Sancho éste regresó a sus obligaciones como juez.

Se le presentó un caso en el cual se contaba lo siguiente. Este era un terreno dividido por un río; el río era atravesado por un puente, al final del puente había una horca y una casa en la cual se juzgaba a todo aquel que pasara de forma que aquel que mintiera al preguntarle a donde iba sería ahorcado. Por lo general todos decían la verdad pero un día se les apareció un hombre que dijo que únicamente venía a morir en la horca. Pero los jueces no supieron qué hacer ya que si le ahorcaban el hombre habría dicho la verdad y no habría merecido morir, pero si le dejaban ir el hombre había dicho mentira y merecería ser colgado en la horca.

Sancho después de pensar detenidamente recordó algo que le había dicho don Quijote, lo cual decía que cuando la ley estuviese en duda debería decantarse del lado de la pobreza y humildad. Con lo cual Sancho les dijo que dejaran ir al hombre.

A los pocos días Sancho recibió una carta de don Quijote en la cual éste le daba nuevos consejos para gobernar la ínsula. Sancho al poco tiempo le contestó comentándole el problema que tenía con el doctor y la comida.

Capítulo 53

En la ínsula de Sancho era de noche cuando le despertaron diciéndole que se armara porque estaban invadiendo la ínsula. Sancho alarmado se dejó armar con dos grandes escudos, uno por delante y otro por detrás, de entre los cuales sacaba la cabeza, las piernas y los brazos. También le dieron una lanza para que se defendiese y saliera a la batalla.

Una vez en la batalla Sancho cayó al suelo al poco de salir y quedó tendido en allí sin poder moverse. Los que estaban fingiendo la batalla apagaron las antorchas para que Sancho no les reconociera y comenzaron a pasar por encima de Sancho una y otra vez.

Después de esto los burladores levantaron a Sancho y comenzaron a felicitarlo por su gran batalla. Sancho al oír esto se desmayó del cansancio y del susto y se quedó dormido.

Al día siguiente Sancho preparó al Rucio y decidió marcharse, todos los que allí estaban decidieron convencerle para que se quedara pero Sancho dijo que él no había nacido para ser gobernador y  que se iba del gobierno tan pobre como había llegado a él.

Capítulo 54

Los Duques eran conscientes de que el labrador se había marchado de sus tierras para no tener que ser pariente de la dueña Rodríguez. Entonces para que se pudiera celebrar el desafío mandaron a un criado que suplantara al labrador y le dieron instrucciones concretas.

Mientras tanto don Quijote se encontraba excesivamente contento ya que por fin podría demostrar a los Duques hasta donde llegaba su valor.

Entre tanto Sancho volvía a la casa de los Duques para incorporarse con don Quijote a sus aventuras. En su camino encontró a unos peregrinos entre los cuales estaba un amigo suyo que vivía con anterioridad en el pueblo de donde era Sancho. El amigo de Sancho y él estuvieron un rato hablando de la expulsión que había hecho que el amigo de Sancho, el cual era morisco, se tuviera que ir de España. Este amigo de Sancho le contó que estaba de vuelta en España porque había regresado a buscar un tesoro que había dejado escondido. Le dijo a Sancho que si le quería ayudar pero este se negó y después de esto se separaron y cada uno prosiguió su camino.

Capítulo 59

Prosiguiendo el camino don Quijote y Sancho se pararon a comer un poco pero don Quijote comenzó a decir que tenía pensado dejarse morir de hambre ya que estaba totalmente sumido en sus pensamientos. También le pidió a Sancho que se diese algunos azotes para poder así desencantar a Dulcinea, pero Sancho dijo que no se los pensaba dar ya que azotarse uno mismo era algo excesivamente doloroso.

Al llegar a una venta próxima descubrieron que unos caballeros estaban hablando de una segunda parte del Quijote que se había publicado.

Cuando don Quijote leyó algo del libro se quedó asombrado de lo malo que era y de todas las mentiras que en él se decían. Además decidieron no ir a Zaragoza ya que según habían dicho esos caballeros el libro había estado en las justas de la ciudad. Don Quijote también dejó recado a los caballeros de que dijeran y publicaran la falsedad de ese libro, y dicho esto se marcharon. Al oír todo lo que don Quijote había dicho estos caballeros se quedaron totalmente admirados y se dieron cuenta de que en verdad eran don Quijote y Sancho.

Capítulo Ab. 74

Cuando llegó el médico a la casa de don Quijote y le vio dijo que sería mejor que se fuese confesando ya que no le quedaba demasiado tiempo de vida. Don Quijote al oír eso hizo llamar a sus amigos y les comenzó a decir que era consciente de todos los peligros en los que se había metido pero que ya había vuelto en sí y que ya era otra vez Alonso Quijano, el Bueno. Sus amigos le intentaban animar diciéndole que pronto iban a ser todos pastores y que Dulcinea ya estaba desencantada, pero Alonso Quijano les decía que no se burlaran de él que ya era cuerdo. Tras hacer testamento y dejar una clara muestra de que ya había vuelto a la cordura comenzó a criticar la actitud de Avellaneda que había escrito un libro falso acerca de estupideces como las que él había vivido.

Antes de morir, le dijo a su sobrina que, por favor, no se casara con un hombre que conociera las  novelas de Caballerías ya que éstas le acabarían llevando a la locura. Y tras decir esto Alonso Quijano falleció.