Claudio Rodríguez
Uno de los poetas más destacados de la Generación del 50, su obra poética se inicia con Don de la ebriedad (1953), libro complejo marcado por la presencia de imágenes surrealistas. Temas como el fervor ante la vivencia inmediata y el contacto del poeta con la tierra y el mundo campesino son recurrentes. Este estado de éxtasis vital, que lo aproxima a la literatura mística, se expresa con gran musicalidad en endecasílabos asonantados que alternan con versos blancos. Su segundo libro, Conjuros (1958), insiste en el vitalismo y en su deseo de identificarse con las cosas sencillas, pero se percibe un cambio en la visión del poeta de la naturaleza y el mundo. Aparece el lado oscuro de la vida, con sus aspectos negativos que busca solucionar conjurando la unión perdida con los elementos de la naturaleza, la amistad y la solidaridad. Con mayor variedad métrica, Alianza y condena (1965), escrito en el exilio, expresa la añoranza de la tierra y el pasado, presenta una gran temática, una mayor profundidad moral y un tono meditativo. Sus temas se debaten entre la necesidad de la verdad, su naturaleza real y los instrumentos para buscarla, poseerla y ocultarla. Vuelo de la celebración (1976) mantiene los temas anteriores, aunque se introduce el erotismo y el amor carnal como símbolo de la felicidad. Casi una leyenda (1991) establece la muerte como solución a los conflictos anteriores, aceptada de modo sereno y sin negar la vida, pues ambas se necesitan. Dejó a su muerte un poemario, Aventura, que recuerda algunas de sus palabras.
Camilo José Cela (1916-2002)
Aporta una visión del mundo tremendista, cercana a Pío Baroja, en el pesimismo existencial y la escasa fe. Manifiesta una obsesión por renovar las técnicas y estructuras narrativas, pero destaca sobre todo por su dominio del lenguaje y la capacidad de crear ambientes y describir tipos humanos diferentes. Se decanta por el uso de la sátira y el humor desgarrado, además de una gran variedad de recursos lingüísticos, como en Viaje a la Alcarria (1948) o Viaje al Pirineo de Lérida (1965). Su evolución novelística se reparte entre el realismo y la vanguardia. En una primera etapa, sigue la línea del realismo existencial con tintes tremendistas en La familia de Pascual Duarte (1942). Su segunda etapa, la del realismo social, se inicia con La colmena (1951), donde ofrece una visión despiadada y distanciada del Madrid de la posguerra. En los años 60 se suma al afán de renovación y experimentación, y en 1969 aparece San Camilo 1936, novela ambientada antes del inicio de la Guerra Civil y con un gran monólogo interior. El uso de técnicas renovadoras y experimentales marcará el resto de su carrera, y a partir de 1975 encontramos alteraciones del orden cronológico, saltos temporales y mezcla de elementos. En esta línea se sitúan Mazurca para dos muertos (1983) o Madera de boj (1999). Recibió el Premio Nobel de Literatura en 1989.
Miguel Delibes (1920-2010)
Catedrático de Derecho Mercantil, director durante varios años del periódico El Norte de Castilla. Su ideología responde a un liberalismo cristiano, la autenticidad de la persona y la justicia social, que se traduce en sus novelas en ternura y comprensión hacia los seres desvalidos y dura crítica hacia la burguesía. En sus novelas se repiten unas preocupaciones temáticas que son reflejo de sus propias inquietudes existenciales, como la muerte (resultado de una obsesión y miedo a la muerte), la infancia (la aparición de niños en sus novelas), el prójimo (que centra sus inquietudes sociales) y la naturaleza (con una función regeneradora del ser humano). Su concepto sobre la novela es muy tradicional: es el fruto de la observación de la realidad y de una visión personal del mundo, pudiendo experimentar, pero sin poder destruir los elementos narrativos principales, como los personajes o el tiempo. El elemento más cuidado por este autor son los personajes, que son el eje de la novela y el resto de elementos deben subordinarse a sus exigencias. Un léxico rico y preciso es muy característico de sus novelas. La crítica ha establecido tres etapas en su obra:
1. Etapa de iniciación (1947-1949)
La sombra del ciprés es alargada (1948) y Aún es de día (1949) responden a una concepción tradicional del género, con un narrador omnisciente que describe, opina y valora. Se enmarcan dentro de la novela existencial de los años 40.
2. Etapa de formación (1950-1962)
Con El camino (1950) empieza una nueva etapa. Aparecen la idealización del mundo rural como paraíso perdido y el afecto por los humildes. En esta década adopta una técnica más moderna y objetiva, abandonando los planteamientos existenciales y centrándose en los aspectos de la realidad, como en Mi idolatrado hijo Sisí (1953) o La hoja roja (1959).
3. Etapa de madurez (a partir de 1962)
Se van perfilando el dominio del humor, la ironía y la ternura. Las ratas (1962) es una notable muestra de madurez, protagonizada por un niño que tiene un gran conocimiento de la naturaleza y sobrevive cazando ratas. En los años 60 da paso a la experimentación con nuevas técnicas, como por ejemplo en Cinco horas con Mario (1966) o Parábola del náufrago (1969). Sus siguientes novelas vuelven a técnicas más sobrias: El príncipe destronado (1973), microcosmos de una familia de clase media desde el punto de vista de un niño de tres años; La guerra de nuestros antepasados (1975); Los santos inocentes (1981); o El hereje (1998).
Antonio Buero Vallejo (1916-2000)
Figura más importante del teatro español de posguerra, con una gran trayectoria. Su teatro es de acento trágico, centrándose en los grandes interrogantes de la condición humana y en los problemas del hombre contemporáneo, con críticas a la España de su tiempo. Sus obras giran en torno a aquellos que buscan realizarse como personas y escapar de un mundo lleno de limitaciones. Esta temática ha sido enfocada en un doble plano: un plano existencial de meditación sobre el sentido de la vida, y un plano social, con cierto sentido político. Con estos planteamientos se entreteje un enfoque ético de búsqueda de la verdad. Los personajes no se reducen a simples esquemas; son caracteres complejos que experimentan una transformación a lo largo de la historia. Hay dos tipos: los activos, que carecen de escrúpulos y actúan por egoísmo; y los contemplativos, que se sienten angustiados. El mundo en el que viven es muy pequeño, soñando con un imposible, pero están abocados al fracaso. Su obra se divide en tres etapas:
1. Enfoque existencial de los temas y técnica realista
Historia de una escalera denuncia las condiciones sociales de vida y causó gran impacto por su realismo y su contenido. Tres generaciones de vecinos ven cómo el tiempo va destruyendo sus ilusiones y su falta de voluntad. También La ardiente oscuridad (1950) trata por primera vez el símbolo de la ceguera.
2. Predominio del enfoque social y una técnica más compleja
Escenario de múltiples rupturas en el desarrollo temporal. El tragaluz, con la sombría Guerra Civil como trasfondo; Las cartas boca abajo, de tema histórico; Un soñador para un pueblo; o Las Meninas, donde se inauguró una nueva fórmula de abordar el tema de la historia en el teatro, de forma que el drama histórico cumple dos metas: la de recuperar un ayer y la de reflexionar sobre las acciones.
3. A partir de los años setenta
Los contenidos sociales y políticos son más explícitos, como en La Fundación, situada en una celda de presos políticos que luchan por la superación, suponiendo un constante ejercicio de experimentación propio del teatro experimental del momento.