Características del drama romántico en España: El drama romántico enarbola la bandera de la libertad como principio estético. Ruptura con la estética neoclásica, refrescó la escena española con un aire nuevo y dejó obras de gran mérito. Se estructura en tres y cinco actos. Rompe las unidades de tiempo y lugar. Mezcla lo trágico con lo cómico y la prosa con el verso, hasta que el drama alcanza su madurez. Temas como el amor, la pasión amorosa y el sentimiento de libertad son centrales. La acción se sitúa en la Edad Media o en la España de los Austrias (mazmorras, riscos, lugares solitarios…).
**Héroe y heroína románticos:** El héroe tiene un halo misterioso de origen desconocido u ocultado y un destino trágico; la heroína es el ideal de belleza virtuosa, tanto física como espiritual, que ilumina con su luz la angustia melancólica del héroe, siendo arrastrada con el sufrimiento y la muerte. El lenguaje amoroso está marcado por un profundo lirismo. Se presentan sucesos inesperados y desconcertantes, gestos dramáticos y un final desgraciado.
Dramaturgos románticos:
– Francisco Martínez de la Rosa: “La conjuración de Venecia”.
– Mariano José de Larra: “Macías”.
– El duque de Rivas: “Don Álvaro o la fuerza del sino”: incierto caballero de origen misterioso.
– Antonio García Gutiérrez: “El Trovador”: Manrique, el Trovador, enamorado de Leonor.
– Juan Eugenio de Hartzenbusch: “Los amantes de Teruel”: Diego Marsilla e Isabel de Segura se enamoran, pero no pueden casarse por la oposición del padre de ella.
– José Zorrilla: Capacidad de teatralización y musicalidad (elocuencia de su verso). Obras destacadas: “El zapatero y el rey” y “Don Juan Tenorio”: recreación de “El Burlador de Sevilla” de Tirso de Molina. El mito de Don Juan, creado por Tirso de Molina en la época contrarreformista, es un burlador de las mujeres que desafía al cielo mientras atropella las leyes divinas y humanas con voz y gesto altivo. Es un mito y los mitos no mueren.
TEMA 18.
La sociedad española entre el Romanticismo y el Realismo: La burguesía y las clases medias que gobiernan buscan la moderación. El país se va incorporando a un lento progreso, con crecimiento agrícola y minero. La industrialización incorpora a un nuevo grupo de trabajadores de clase popular. El Romanticismo enfatiza la individualidad de los seres humanos y de los pueblos, revitalizando las culturas en lengua vernácula y reivindicando nuestra cultura nacional. El costumbrismo literario se apoya en la observación de los usos sociales, y se hará desde la prensa, con críticas dirigidas a la reforma política y social. La sensibilidad romántica pervive hasta el final de la centuria (Bécquer, Rosalía y Verdaguer).
Primera mitad del siglo XIX: el costumbrismo.
– Larra: costumbres interiores y eternas del hombre.
– Los costumbristas firmaban con seudónimos: Larra (Fígaro, El Duende, Andrés Niporesas y El Pobrecito Hablador), Mesonero (El Curioso Parlante), y Estébanez Calderón (El Solitario).
La vida cotidiana en la literatura:
Ramón de Mesonero Romanos: “Manual de Madrid”: espíritu optimista y comunicativo.
Mariano José de Larra: Artículos: espíritu crítico y agudo y la sátira mordaz.
Serafín Estébanez Calderón: “Escenas andaluzas”.
La novela en la primera mitad del siglo XIX: Producción novelística propia. La lectura de Chateaubriand, Henry Fielding, Daniel Defoe y Walter Scott estimula a los escritores españoles. Diversas modalidades: novela de corte sentimental, novela de terror y novela histórica. Lord Byron: lírica; Victor Hugo: teatro; Alejandro Dumas: novela. Se populariza en forma de folletín y novela por entregas. Socialismo utópico. Eugene Sue: gran cultivador del folletín. Victor Hugo, George Sand y Alejandro Dumas: novelas con preocupación social. Wenceslao Ayguals de Izco: detalla la vida miserable de los bajos fondos madrileños, utilizando técnicas de procedencia folletinesca. Gertrudis Gómez de Avellaneda y Rosalía de Castro: novela sentimental. Fernán Caballero: “La gaviota” y “La familia de Alvareda”.
Segunda mitad del siglo XIX: el Realismo y el Naturalismo: Desaparece el imperio colonial. Recuperación económica estimulada por el tendido de la red ferroviaria, el crecimiento de la banca, de la industria y del comercio. Mejores condiciones de vida. España rural. Escolarización: desciende el analfabetismo. Movimiento obrero: llegada de un nuevo tipo de sociedad. Julián Sanz del Río, Francisco Giner de los Ríos, Joaquín Costa, Clarín y Galdós.
El Realismo literario: Observación de la realidad. Stendhal (“Rojo y negro”, “La cartuja de Parma”), Charles Dickens (“Oliver Twist”, “David Copperfield”), Honoré de Balzac (“Comedia humana”) y Gustave Flaubert (“Madame Bovary”). Observación y realidad inmediata (a lo humilde y cotidiano). Novela. Lenguaje minucioso y descriptivo. Manuscritos (textos escritos a mano). Novelas por entregas (novelas de evasión). Prensa.
Pedro Antonio de Alarcón: “El sombrero de tres picos”: ritmo rápido, lleno de vivacidad y gracia.
Juan Valera: “Pepita Jiménez”: notable teórico y crítico literario.
José María de Pereda: “Sotileza”.
La poesía en la segunda mitad del siglo XIX: Ramón de Campoamor, Gaspar Núñez de Arce y José María Gabriel y Galán.
La zarzuela y el género chico: Se dan por primera vez.
El nacimiento del periodismo en el siglo XIX: Diferentes tipos: periodismo personal (persona política), periodismo de partido político (expresión a un grupo parlamentario), periodismo de un grupo político (identificarse como grupo).
**Héroe y heroína románticos:** El héroe tiene un halo misterioso de origen desconocido u ocultado y un destino trágico; la heroína es el ideal de belleza virtuosa, tanto física como espiritual, que ilumina con su luz la angustia melancólica del héroe, siendo arrastrada con el sufrimiento y la muerte. El lenguaje amoroso está marcado por un profundo lirismo. Se presentan sucesos inesperados y desconcertantes, gestos dramáticos y un final desgraciado.
Dramaturgos románticos:
– Francisco Martínez de la Rosa: “La conjuración de Venecia”.
– Mariano José de Larra: “Macías”.
– El duque de Rivas: “Don Álvaro o la fuerza del sino”: incierto caballero de origen misterioso.
– Antonio García Gutiérrez: “El Trovador”: Manrique, el Trovador, enamorado de Leonor.
– Juan Eugenio de Hartzenbusch: “Los amantes de Teruel”: Diego Marsilla e Isabel de Segura se enamoran, pero no pueden casarse por la oposición del padre de ella.
– José Zorrilla: Capacidad de teatralización y musicalidad (elocuencia de su verso). Obras destacadas: “El zapatero y el rey” y “Don Juan Tenorio”: recreación de “El Burlador de Sevilla” de Tirso de Molina. El mito de Don Juan, creado por Tirso de Molina en la época contrarreformista, es un burlador de las mujeres que desafía al cielo mientras atropella las leyes divinas y humanas con voz y gesto altivo. Es un mito y los mitos no mueren.
TEMA 18.
La sociedad española entre el Romanticismo y el Realismo: La burguesía y las clases medias que gobiernan buscan la moderación. El país se va incorporando a un lento progreso, con crecimiento agrícola y minero. La industrialización incorpora a un nuevo grupo de trabajadores de clase popular. El Romanticismo enfatiza la individualidad de los seres humanos y de los pueblos, revitalizando las culturas en lengua vernácula y reivindicando nuestra cultura nacional. El costumbrismo literario se apoya en la observación de los usos sociales, y se hará desde la prensa, con críticas dirigidas a la reforma política y social. La sensibilidad romántica pervive hasta el final de la centuria (Bécquer, Rosalía y Verdaguer).
Primera mitad del siglo XIX: el costumbrismo.
– Larra: costumbres interiores y eternas del hombre.
– Los costumbristas firmaban con seudónimos: Larra (Fígaro, El Duende, Andrés Niporesas y El Pobrecito Hablador), Mesonero (El Curioso Parlante), y Estébanez Calderón (El Solitario).
La vida cotidiana en la literatura:
Ramón de Mesonero Romanos: “Manual de Madrid”: espíritu optimista y comunicativo.
Mariano José de Larra: Artículos: espíritu crítico y agudo y la sátira mordaz.
Serafín Estébanez Calderón: “Escenas andaluzas”.
La novela en la primera mitad del siglo XIX: Producción novelística propia. La lectura de Chateaubriand, Henry Fielding, Daniel Defoe y Walter Scott estimula a los escritores españoles. Diversas modalidades: novela de corte sentimental, novela de terror y novela histórica. Lord Byron: lírica; Victor Hugo: teatro; Alejandro Dumas: novela. Se populariza en forma de folletín y novela por entregas. Socialismo utópico. Eugene Sue: gran cultivador del folletín. Victor Hugo, George Sand y Alejandro Dumas: novelas con preocupación social. Wenceslao Ayguals de Izco: detalla la vida miserable de los bajos fondos madrileños, utilizando técnicas de procedencia folletinesca. Gertrudis Gómez de Avellaneda y Rosalía de Castro: novela sentimental. Fernán Caballero: “La gaviota” y “La familia de Alvareda”.
Segunda mitad del siglo XIX: el Realismo y el Naturalismo: Desaparece el imperio colonial. Recuperación económica estimulada por el tendido de la red ferroviaria, el crecimiento de la banca, de la industria y del comercio. Mejores condiciones de vida. España rural. Escolarización: desciende el analfabetismo. Movimiento obrero: llegada de un nuevo tipo de sociedad. Julián Sanz del Río, Francisco Giner de los Ríos, Joaquín Costa, Clarín y Galdós.
El Realismo literario: Observación de la realidad. Stendhal (“Rojo y negro”, “La cartuja de Parma”), Charles Dickens (“Oliver Twist”, “David Copperfield”), Honoré de Balzac (“Comedia humana”) y Gustave Flaubert (“Madame Bovary”). Observación y realidad inmediata (a lo humilde y cotidiano). Novela. Lenguaje minucioso y descriptivo. Manuscritos (textos escritos a mano). Novelas por entregas (novelas de evasión). Prensa.
Pedro Antonio de Alarcón: “El sombrero de tres picos”: ritmo rápido, lleno de vivacidad y gracia.
Juan Valera: “Pepita Jiménez”: notable teórico y crítico literario.
José María de Pereda: “Sotileza”.
La poesía en la segunda mitad del siglo XIX: Ramón de Campoamor, Gaspar Núñez de Arce y José María Gabriel y Galán.
La zarzuela y el género chico: Se dan por primera vez.
El nacimiento del periodismo en el siglo XIX: Diferentes tipos: periodismo personal (persona política), periodismo de partido político (expresión a un grupo parlamentario), periodismo de un grupo político (identificarse como grupo).