Contexto Histórico y Literario de la Posguerra en España

Contexto Histórico (1939-1975)

Tras la Guerra Civil (1936-1939), el general Franco reúne en su persona todos los poderes y se inicia un régimen dictatorial que perdurará hasta 1975. Son dos las etapas principales del franquismo:

La autarquía (1939-1959)

Se suprimen los partidos políticos y las organizaciones sindicales. Son los años del control social, de la represión y la autosuficiencia económica. Todo ello se traduce en carestía, racionamiento, estraperlo y mercado negro. España queda aislada internacionalmente por su apoyo a Alemania e Italia, el bando perdedor de la II Guerra Mundial. Con la Guerra Fría, Franco se convierte en aliado en la lucha anticomunista. En 1955 España ingresa en la ONU; son los primeros pasos para salir del aislamiento.

El periodo desarrollista (1959-1975)

Esta etapa se caracteriza por el crecimiento económico y el desarrollo industrial – impulsado por el Plan de Estabilización (1959) – así como el del sector turístico. Este crecimiento acelera el proceso migratorio del campo a las zonas industrializadas, la aparición de una gran masa de obreros y el aumento de las clases medias urbanas que van incorporando los modelos de la sociedad capitalista y de consumo. Sin embargo, el inmovilismo político del régimen provocará el aumento de la conflictividad social que se agudizará en los últimos años del franquismo.

Contexto Literario: La Narrativa de Posguerra (1939-1962)

El panorama literario español de la posguerra viene marcado por el exilio de muchos escritores, la censura de los que permanecieron en el país y el triunfalismo de los seguidores del régimen.

Narrativa del exilio

Entre los exiliados se encuentran grandes nombres de la novela española del s. XX como Ramón J. Sender (Réquiem por un campesino español, Crónica del alba), Francisco Ayala (Muertes de perro), Rosa Chacel (Memorias de Leticia Valle) o Max Aub (El laberinto mágico). En las obras de estos escritores aparece el recuerdo de la España anterior a 1936, la añoranza de los amigos desaparecidos, reflexiones acerca de la guerra y la descripción de los nuevos ambientes en los que viven y las circunstancias del exilio.

Narrativa de los años 40: realismo existencial

Los escritores afines al franquismo cultivan una novela heroica que exalta los valores ideológicos del nuevo régimen. Frente a esta óptica de los vencedores, aparecen un grupo de novelas centradas en un personaje antiheroico enfrentado a una sociedad indiferente y hostil; se plantean temas como la amargura de la vida cotidiana, la soledad, la frustración y la muerte. Los títulos destacados de esta época son La familia de Pascual Duarte de Cela (1942), Nada de Carmen Laforet (1945) y La sombra del ciprés es alargada de Miguel Delibes (1947). Hay que destacar la obra citada de Cela porque supuso la aparición del llamado tremendismo: una tendencia estética que presenta a sus personajes enfrentados a situaciones extremas y llenas de violencia, donde la conducta del protagonista es fruto de su relación con el medio.

Narrativa de los años 50: realismo social

Los escritores abogarán por la necesidad de dotar de verosimilitud a la narrativa y se buscará la objetividad mediante la descripción pormenorizada de ambientes y una actitud crítica hacia el modelo de sociedad. Aparecen nuevos temas como las duras condiciones de vida de campesinos, marineros, obreros, etc. y la crítica de la vida vacía de la burguesía. La novela se convierte en un instrumento de denuncia social y presenta características como el protagonista colectivo, la limitación espacial y temporal, el orden lineal, la simplificación de la trama, la importancia de los diálogos y la sencillez expresiva. Las obras más importantes son La colmena de Cela, Los bravos de Jesús Fernández Santos (1954), El Jarama de Rafael Sánchez Ferlosio (1956) y Entre visillos de Carmen Martín Gaite (1958).

Personajes

Andrea. Es la protagonista de la novela. Tiene una presencia física borrosa, es una sensibilidad que observa. Se opone al arquetipo de protagonista femenina de la novela rosa e inaugura en la literatura española el tipo de “chica rara”. Su timidez esconde una personalidad fuerte, muy sensible, que se rebela contra las convenciones sociales y quiere llevar una vida libre e independiente.

Personajes femeninos

Están mejor trazados que los masculinos y presentas finos matices psicológicos. Se presentan como modelos femeninos: todas son mujeres en conflicto que han de luchar con sus contradicciones. Andrea irá analizando y criticando esos modelos de mujer hasta encontrar el suyo.

Ena. Basada en Linka Babecka, una amiga polaca a la que Laforet conoció en la universidad y que se casó con el pintor Pedro Borrell. La novela está dedicada a ese matrimonio. Ena representa el prototipo de chica burguesa culta, coqueta y moderna. A pesar de su moderada rebeldía, Ena parece destinada a seguir los pasos de su madre que en su juventud vivió una crisis sentimental que la enfrentó a sus padres. Andrea admira y envidia a Ena, por eso acabará integrándose en su familia. A su vez, la madre de Ena y Ena sienten fascinación por Román.

La tía Angustias. Representa el modelo de mujer tradicional; piensa que solo hay dos caminos para la mujer honrada: el matrimonio o el convento. Andrea se enfrenta pasivamente al control de su tía y se burla interiormente de ese modelo de mujer. Paradójicamente, la tía Angustias mantiene una doble moral, ya que vive una relación secreta y adúltera con su jefe.

Gloria. Ha vivido los años de emancipación de la mujer durante la República y la Guerra Civil, por eso aparece como la “mujer serpiente”, representante de una moral relajada, poco decente, que juega en los garitos del Barrio Chino para mantener a su marido y a su hijo; aunque está mal considerada dentro de la familia y es maltratada por su marido.

Espacio y Tiempo

Espacios y ambientes. La estancia en Barcelona se vincula a un cambio existencial, una experiencia vital decisiva, situada entre la infancia en Canarias y Madrid, la madurez personal de Andrea.

El marco espacial es concreto y reconocible; casi toda la acción transcurre en espacios urbanos de Barcelona, salvo algunas excursiones fuera de ella. La visión de la ciudad que ofrece Andrea es subjetiva, impresionista, difusa, con pocas alusiones a la vida cotidiana o descripciones del paisaje urbano. Hace escasas referencias a las huellas de la guerra en la ciudad, pero hay abundantes referencias a la miseria y al hambre que Andrea y su familia sufren directamente.

Existe una marcada oposición entre los espacios interiores y los exteriores. Los primeros representan el ámbito de la opresión y de la frustración, mientras los segundos adquieren connotaciones de felicidad, de libertad. Los espacios interiores son sucios, sórdidos, en consonancia con la decadencia económica y social de la familia de Andrea. Cada personaje de la casa proyecta su personalidad en su habitación (el cuarto de Gloria es el cubil de una fiera, la buhardilla de Román, el cuarto de Angustias huele a naftalina e incienso). Andrea se refugia en su habitación y en el baño (la ducha adquiere un valor simbólico, el de protección y limpieza de la suciedad física y moral que la rodea).

Los espacios exteriores se dividen en dos ámbitos sociológicos: el de la clase alta (casa de Ena, universidad, el estudio de Guíxols…) y el de la clase baja marginal (Barrio Chino), que simboliza la degeneración moral y social que atrae y repugna a Andrea.

Las ansias de libertad de la protagonista no se expresan mediante un discurso verbal, sino mediante transgresiones de los espacios que las normas de la época asignaban a una chica de su clase social.

Tiempo. La acción transcurre durante el curso 1939-40, pero se producen algunas retrospecciones o flash-backs basados en otras estancias de Andrea en Barcelona, cuando iba a pasar los veranos a casa de sus abuelos a la calle de Aribau. Esos veranos se asocian a la felicidad infantil. De ahí su decepción al regresar once años después. También hay algunas referencias a un colegio de monjas y a la casa de su prima Isabel.

El relato se presenta como una recopilación de recuerdos, narrados siguiendo un orden temporal lineal, aunque de manera ocasional interviene para adelantar acontecimientos y bajo un punto de vista omnisciente.

Al recuperar los hechos en su memoria, reflexiona y se autocritica, ya que, cuatro años después, la narradora tiene una mayor experiencia y madurez, lo que le permite distanciarse y juzgar sus actuaciones y reacciones inmaduras.

Lenguaje y Estilo

Nada tiene un estilo natural, con reflejos del habla coloquial en los diálogos. Sin embargo, en los fragmentos narrativos, se utiliza un lenguaje repleto de recursos poéticos, como sinestesias (“el olor de la melancolía”, “el sabor a polvo”), personificaciones, metáforas y comparaciones (“faroles como centinelas borrachos”, “esa barroca, inconfundible luz de Barcelona”), así como las animalizaciones (“Gloria, la mujer serpiente”, “la madre de Ena parecía un pájaro extraño”). Esa forma de escribir, entre realista y poética, se ajusta muy bien al tema de la novela, basada en una descripción cruda de la realidad desde una perspectiva intimista y sensible. En la época este estilo fue una novedad. Se trata de un realismo impresionista, basado en el punto de vista subjetivo de la narradora, de ahí la frecuencia de expresiones como “parecía”, “me parecía”, “para mí”, “como si”, etc.

Ese estilo poético se utiliza sobre todo en las descripciones. Pero en el capítulo IV, la conversación entre la abuela y Gloria está transcrita en forma teatral, cediendo la voz a los personajes.

En los diálogos se refleja el lenguaje coloquial, con sus interrupciones, repeticiones, etc., así como palabras en catalán, lo que contribuye a crear una ambientación verosímil de la realidad cotidiana de la sociedad barcelonesa de la época.

Estructura

La novela tiene poca acción y no existe una intriga central basada en el esquema tradicional (presentación, nudo y desenlace). Sin embargo, se mantiene el interés del lector gracias a una serie de intrigas psicológicas y relaciones sentimentales esbozadas, sin acabar de concretarse y destinadas a crear incertidumbre. El lector se siente intrigado por la complejidad emocional de los personajes.

La narradora da muy poca información sobre sí misma: sabemos que es huérfana y que viene de un pueblo canario, pero nada dice de su familia, de su infancia… El lector debe reconstruir la psicología de Andrea por las pistas que va dando.

Se plantean intrigas secundarias que no acaban de resolverse, casi todas relacionadas con Román:

-La personalidad compleja y misteriosa de Román (su pasado, su actuación durante la guerra, se dedica al estraperlo…).

-Relaciones sentimentales de Román, (madre de Ena, Ena, Gloria…) morbosas y envueltas en misterio.

-Relaciones de Angustias con su jefe, contradictorias con la moral puritana que esta pretende imponer a Andrea.

-El futuro de Andrea después de salir de Barcelona. El desenlace es abierto, deliberadamente ambiguo. La narradora relata años después los hechos, pero la obra termina sin que se sepa si se han podido resolver los conflictos planteados.

Narradora: Andrea es una narradora-testigo. Apenas cuenta lo que hace o lo que piensa, cuenta lo que observa, es una espectadora de la vida. Su papel de observadora pasiva se nota en la ausencia de detalles sobre su aspecto físico, su escaso interés en la ropa, peinados, etc., Existe una correspondencia espacio-temporal entre las biografías de Andrea y de la autora: En la novela no hay datos sobre la infancia de Andrea, no se sabe si nació y vivió en Canarias o en Barcelona. En 1939, Andrea y la autora tienen la misma edad, 18 años y llegan a Barcelona. No hay datos sobre cuándo escribe Andrea sus recuerdos, y tampoco sabemos si ha superado del todo la crisis juvenil vivida en Barcelona.

Temática

El tema principal de la novela es el anhelo de liberación, de encontrar una vida nueva. La novela de iniciación o Bildungsroman, protagonizada por un joven que se enfrenta a la vida adulta, es un subgénero narrativo presente en la literatura europea contemporánea. No obstante, el inconformismo y la rebeldía son significativos, ya que proceden de una chica. Andrea vive unas circunstancias excepcionales entre las chicas de su edad de la época (lejos de sus padres, estudia en la universidad…) y se enfrenta sutilmente a las normas morales que quiere imponerle su tía Angustias. Esa búsqueda de libertad se plantea como una solitaria lucha contra la sociedad. A veces, esa rebeldía se encarna en artistas con una vida bohemia y libre de convenciones sociales (amigos de Andrea). La marcha de Andrea de Barcelona se convierte en una oportunidad de vida nueva. La madre de Ena se convierte para Andrea en el modelo femenino a seguir: la felicidad no la ha encontrado en el amor pasional ni en el conyugal, sino en la maternidad.

El tema de la emancipación de la mujer tiene mucho que ver con el de las relaciones amorosas. Andrea tiene una actitud distante respecto al amor y a los hombres. No parece preocupada por tener novio y casarse. Se relaciona con sus amigos bohemios en un plano de amistad y de igualdad. La sexualidad desvinculada del amor le parece brutal. Pero se manifiesta la crítica al tópico del amor romántico (Cuando Pons la invita a la fiesta, acabará sintiéndose extraña, con sensación de fracaso/ Ena y su madre también son víctimas de los tópicos de la novela rosa en su relación con Román. /La relación de Angustias con su jefe se compara con una novela del siglo pasado…).

Otros temas presentes en la obra son la amistad, el maltrato a la mujer y el retrato de la sociedad catalana de posguerra.