Crónica de una Muerte Anunciada: Análisis y Personajes

Crónica de una Muerte Anunciada

Personajes

Santiago Nasar

Un hombre de 21 años que abandonó los estudios de secundaria porque su padre falleció y tenía que ser el padre de familia y dirigir el Divino Rostro, una hacienda que su padre le dejó en herencia. Era bastante soñador, alegre, pacífico de corazón fácil, una persona con la que se podía hablar, bello, formal y creyente. Tenía un cierto talento casi mágico para los disfraces. Es el acusado de violar a Angela Vicario. La acusación de Angela Vicario es el único testimonio de su culpabilidad. A la certidumbre con que Angela le acusa suceden otras versiones exculpatorias, avaladas incluso por su conducta, por su tranquilidad primero y su azoramiento y sorpresa después al tener la noticia de que lo buscaban. Pertenece a la comunidad árabe del pueblo y junto a una holgada posición ha heredado de su padre Ibrahim las mañas de mujeriego que sufre Divina Flor y tienen sobre ascuas a Victoria Guzmán a quien su muerte no le disgusta. Su machismo, pues se concreta en andar de ave de presa con las mujeres ajenas y a guardar respeto a su novia Flora Miguel.

Angela Vicario

Era la menor de una familia, no es creyente, muy recatada respecto a los hombres, sabía lo que hacía en cada caso. Maduró después de lo que le pasó y se volvió ingeniosa. Aunque nadie le pudo sacar nada de lo que pasó aquella noche ni qué pasó con Santiago. La versión más corriente, era que Ángela estaba protegiendo a alguien a quien amaba de verdad. Muy indecisa a la hora de tomar decisiones por sí misma ya que sus padres le impusieron su novio. Mujer de Bayardo San Román, quien fue devuelta en su noche de bodas al no llegar virgen al matrimonio, ella culpa a Santiago Nasar. Es una chica de humilde condición, tan pobre como hermosa, Angela se ve obligada a un matrimonio de conveniencia. También el amor se aprende le dirá su mamá, que favorecerá a la familia. Rodeada de una aureola de desdicha y desvalimiento, es una criatura empequeñecida que no revela a su familia su deshonra, pero tiene la valentía para no usar de las artimañas aprendidas para ocultarle al esposo la pérdida de su virginidad. García Márquez la convierte en una heroína amorosa a la que súbitamente se le revela una encendida pasión con el marido burlado con el se ha casado sin amor.

Bayardo San Román

A la prepotencia que manifiesta en su relación con Angela y que le viene acaso de su fortuna y de ser hijo de general, a su magnificencia y derroche en ocasiones como la boda o la compra de la casa al viudo Xius, sucede su declive al verse burlado, engañado por Angela. No logra vencer la vergüenza del ultraje y su gesto es la huida, la búsqueda de soledad y el olvido. La desbordante pasión de Angela lo anima a regresar con ella con un simple “Aquí estoy” y todas las cartas de amor que ha recibido están sin abrir. Andaba por los treinta años, pero muy bien escondidos, pues tenía una cintura angosta de novillero, los ojos dorados, y la piel cocinada a fuego lento por salitre. Al primo de Ángela le pareció: “Me pareció atractivo […]. Me pareció más serio de lo que hacían creer sus travesuras, y de una tensión recóndita apenas disimulaba por sus gracias excesivas. Pero sobre todo, me pareció un hombre triste.” Según dijo, era ingeniero de trenes, pero no fue esa la razón por la que fue al pueblo, sino que la única razón era: encontrar una mujer para poder casarse, aunque su matrimonio con Ángela le duró muy poco, ya que éste la devolvió a su casa porque no era virgen.

Hermanos Vicario

Se mueven en función de la ofensa que salpica a toda la familia y que como hombres se ven obligados por el código del honor a vengar. Son arrastrados a un crimen que no desean. Sus bravuconadas machistas, la parafernalia de los cuchillos y su decisión en el momento de matar a Santiago Nasar contrasta con la publicidad que dan al cumplimiento de su obligación, la borrachera y las vueltas e indecisiones por las que atraviesan. La carga que pesa sobre ellos los convierte en fantoches, en autómatas dirigidos a una meta única, en definitivos asesinos a su pesar. Y pese a que se sienten prestigiados ante los demás tras el crimen, su quiebra interior se advierte en los 3 días de insomnio que padecen, que en Pedro se hacen 11 meses. Son también víctimas del destino fatal.

Personajes Testigos

Que adquieren voz a través del narrador, su función es la de aportar información en cuanto testigos partícipes secundarios de los hechos, de unos hechos que unos no saben y otros no quieren modificar. Son exponentes del personaje-grupo anónimo que es el pueblo. Su mezquindad se manifiesta en una serie de exculpaciones con las que tratan de justificarse. Su pasividad, su impotencia o su escondido deseo de que la amenaza se cumpliera, es parte esencial del aciago destino, del fatum que pesa sobre la víctima.

Humor

En los momentos de máxima intensidad trágica, de máxima expectación o repulsión, García Márquez muestra una fina ironía, un aparente absurdo que envuelve hechos y palabras y que recorre la obra de principio a fin. Un ejemplo de humor pasa durante la autopsia que hace el cura (se vio obligada a hacerla por ausencia del doctor), Divina Flor bregando con los perros porque lo que quieren es comerse las tripas. En estos momentos existe una clara intención humorística por ejemplo la de ridiculizar a los bárbaros gemelos en su estancia en el calabozo mostrándolos como seres miedosos y débiles “se le cerró la orina”; “estuve despierto 11 meses”; hasta entonces había llenado 2 veces la letrina portátil que al final deben ser trasladados. Uno de los episodios más absurdos es el del crimen de Santiago Nasar, una situación que roza lo grotesco, incluso lo esperpéntico y que se regocija en ello. El propio Pedro Vicario confiesa a su interlocutor, refiriéndose a la víctima “me pareció que se estaba riendo”. Después de vaciarle el estómago, el protagonista se echó a andar (…) sosteniendo con las manos las vísceras colgantes y fue capaz de dirigirse a la casa vecina cuando sus ocupantes desayunaban y dedicarles una sonrisa para después responder “Que me mataron, niña Wene”.

Técnicas Narrativas

El narrador presenta gran riqueza y complejidad, se convierte en una especie de eje movedizo que va reconstruyendo partes para el medio olvidadas o desconocidas de la historia. Por eso su voz abre paso a otras por las que surge la amplia polifonía (muchas voces distintas) de la narración, otorgando sensación de verosimilitud a la historia. Ello viene obligado por su papel de cronista que ha de reconstruir un caso que consta incompleto, en un sumario; un caso del que, en parte, él ha sido testigo además de príncipe secundario de algunos hechos que, sin embargo, están borrosos en su memoria. Y regresa al pueblo a recomponer con tantas astillas dispersas el espejo roto de la memoria. En la reconstrucción de lo sucedido a través de su crónica se sitúa en diferentes niveles de temporalidad, algunos tan amplios (27 años) que le permiten conocer no solo el pasado, sino el futuro de ese mismo pasado. Para reconstruir dicha historia se sirve de:

  • Correspondencia epistolar con su madre;
  • Informe jurídico e informe de la historia (sumario);
  • Su incompleta memoria personal y su condición de testigo y copartícipe.

La objetividad de la obra viene dada sobre todo por la necesidad del narrador de dar paso a los testimonios directos de los numerosos testigos. Cuando el narrador habla desde su propio Yo aumenta la subjetividad.

Punto de vista o perspectivismo

Responde a los cánones de la crónica de prensa, es decir da cuenta de las opiniones o puntos de vista de las personas que el cronista considera oportunas, evitando en los posible la subjetividad. Crónica de una muerta anunciada tiene una condición perspectivista porque:

  • Utiliza la 1ª persona cuando el narrador se implica en los hechos. Hay mayor subjetividad. Se trata de una crónica autobiográfica.
  • Se utiliza la 3ª persona cuando el narrador se sirve de recuerdos, se distancia de lo narrado y adopta un enfoque omnisciente. Predomina la objetividad y se trata de una crónica periodística.

Hay mayor subjetividad en las descripciones y mayor objetividad en las narraciones. Un ejemplo de esta característica es la diferente valoración de unos personajes y otros respecto al día en que mataron a Santiago Nasar, muchos coincidían en el recuerdo de que era una mañana radiante…la mayoría estaba de acuerdo en que era un tiempo fúnebre o la deshonra de Angela Vicario y la identidad del causante de la misma. Angela reitera un nombre ante su familia, y ante el narrador fue “él” pero la versión más corriente es la que Angela estaba protegiendo a quien de veras amaba.