Características del Romanticismo
Irracionalismo: se niega que la razón pueda explicar por completo la realidad, lo que explica la preferencia de los románticos por lo sobrenatural.
Subjetivismo: frente a la razón, el sentimiento y la emoción se alzan como fuerzas creadoras.
Individualismo idealista: el ser romántico tiene conciencia de ser distinto a los demás y afirma constantemente su yo frente a lo que le rodea.
Insatisfacción: el idealismo hace que el romántico sea, por naturaleza, alguien insatisfecho e inseguro.
Desengaño: el choque entre el yo romántico y la realidad prosaica, que no satisface sus anhelos, produce en el artista romántico un hondo desengaño que lo conduce a un violento enfrentamiento con el mundo.
Evasión: el romántico no está de acuerdo con el mundo que lo rodea, lo que le conduce a la evasión, bien al sueño, bien a la huida espacial o temporal.
Naturaleza dinámica: el romántico representa la naturaleza haciendo que se identifique con sus estados de ánimo, y así, puede ser una naturaleza turbulenta, melancólica o tétrica.
Temática Romántica
El amor: tema que se presenta en una doble vertiente; por un lado, es un sentimiento idealizado que lleva a equiparar a la amada con Dios, y por otro, es una fuerza apasionada y arrebatadora.
La naturaleza: el paisaje romántico es una proyección de los sentimientos del romántico; prefiere ambientes libres, agrestes y lúgubres.
La evasión: en el espacio, lleva a países exóticos, orientales y nórdicos; la evasión en el tiempo le conduce a la época medieval.
La muerte: el héroe no teme morir por conseguir hacer realidad sus deseos y ambiciones.
La libertad: el afán de vivir sin normas que condicionen la conducta del individuo ocasiona la aparición de historias protagonizadas por personajes que viven al margen de la ley y de la sociedad.
Las fantasías: aparecen elementos fantásticos y sobrenaturales relacionados con el sueño y el subconsciente, difícilmente explicables a través de la razón.
El costumbrismo: hay una clara preferencia por los temas legendarios e históricos de cada país; el romanticismo es la época en que surgen los nacionalismos.
Penetración y Desarrollo del Romanticismo en España
Dadas las circunstancias políticas de España en la época, el romanticismo tuvo una escasa duración (época de apogeo: 1835), cuando los intelectuales liberales se habían exiliado. Durante los primeros decenios del siglo, perviven las formas neoclásicas junto a ciertas manifestaciones prerrománticas. El movimiento romántico penetra en España por tres vías:
- El Mercurio Gaditano, en donde Böhl de Faber defendía la libertad del escritor en el tratamiento del asunto (a partir de 1818).
- Algunos románticos catalanes combaten el neoclasicismo en la revista El Europeo, segundo foco de difusión del romanticismo.
- Finalizado el Trienio Liberal, los intelectuales se autoexilian; la mayor parte de ellos encuentran acogida en Inglaterra, entrando en contacto con nuevas corrientes culturales.
Los Dos Romanticismos
Se distinguen dos tendencias contrapuestas dentro del movimiento romántico. A los autores románticos les une el rechazo de su mundo, pero las reacciones ante el mismo pueden ser dos bien distintas: la nostalgia por los antiguos valores tradicionales o la rebelión ante su mundo y también ante lo antiguo. La primera postura pertenece al romanticismo tradicional y conservador, como Zorrilla, y la segunda es la que emprende una tarea crítica social en sus obras, que marca el romanticismo liberal, como Larra.
El Teatro Romántico: Características
Temas dramáticos: con final trágico, sobre todo trata el amor enfrentado a las convenciones sociales por temas de clase o dinero.
Rechazo de las reglas neoclásicas de tiempo, lugar y acción.
Mezcla de lo cómico y lo trágico, del verso y la prosa.
Dramas de cinco actos en lugar de tres.
Aspira a conmover y no a adoctrinar.
Protagonista marcado por un destino extraño, singular y misterioso, que hace alardes de gallardía y de cinismo.
Abundancia de escenas nocturnas y sepulcrales.
Este nuevo teatro recobra su antiguo poder de convocatoria y alcanza grandes éxitos. Los dramaturgos románticos españoles más destacados son: el Duque de Rivas (Don Álvaro o la fuerza del sino, 1835) y José Zorrilla (Don Juan Tenorio).
Los Temas de la Lírica Romántica
El amor: entendido como pasión arrebatada que conduce al goce o a la desesperación por no lograr el objeto amado o por su pérdida.
La angustia del hombre perdido en el universo: los poetas han tratado los problemas del significado de la vida, y aparece el tópico cristiano de la vida como valle de lágrimas.
Las reivindicaciones sociales: se manifiestan con la revaloración de los tipos marginados de la sociedad, a quienes se presenta como modelo de libertad individual.
Desarrollo de lo escenográfico: aparece en ambientes exóticos, medievales y pintorescos; lugares comunes como el castillo (símbolo de épocas pasadas más felices), el mar embravecido (símbolo del desastre de la vida que arrastra al hombre), la tormenta o el mar como espacios libres, sin fronteras ni leyes, para quienes se consideran apátridas.
La Prosa Romántica
La prosa romántica presenta dos manifestaciones fundamentales:
Novela histórica: Ivanhoe de Walter Scott (el auge de este género se explica por el afán evasionista romántico y la admiración por tiempos pasados, sobre todo la Edad Media).
Prosa didáctica: artículos de José de Larra.
Los Temas de la Lírica Romántica
El amor: entendido como pasión arrebatada que conduce al goce o a la desesperación por no lograr el objeto amado o por su pérdida.
La angustia del hombre perdido en el universo: los poetas han tratado los problemas del significado de la vida, y aparece el tópico cristiano de la vida como valle de lágrimas.
Las reivindicaciones sociales: se manifiestan con la revaloración de los tipos marginados de la sociedad, a quienes se presenta como modelo de libertad individual.
Desarrollo de lo escenográfico: aparece en ambientes exóticos, medievales y pintorescos; lugares comunes como el castillo (símbolo de épocas pasadas más felices), el mar embravecido (símbolo del desastre de la vida que arrastra al hombre), la tormenta o el mar como espacios libres, sin fronteras ni leyes, para quienes se consideran apátridas.