XVIII. Contexto histórico
El siglo XVIII es el siglo de la Ilustración, un movimiento que pretendió ilustrar al pueblo sobre los nuevos conocimientos científicos y filosóficos, utilizando la razón para mejorar la vida y la cultura de las personas. Los ilustrados buscaron promover reformas sociales y económicas, apoyándose en la idea de que educar al pueblo lo haría más feliz. Durante este periodo, se inició una lucha contra el fanatismo religioso. El racionalismo imperante cristalizó en la obra francesa conocida como La Enciclopedia, que revisó el sistema de ideas y creencias heredado del pasado. Los ilustrados lucharon contra la superstición y las formas religiosas consideradas absurdas e irracionales, enarbolando la bandera del progreso. En lo político, consideraban que la sociedad estaba formada por un conjunto de ciudadanos libres e iguales. En lo científico, cultivaron las ciencias naturales e impulsaron notablemente las técnicas. Los principios de la Ilustración dieron lugar al llamado despotismo ilustrado. Para mejorar la vida del pueblo, se establecieron industrias públicas, museos y escuelas. Esta ideología culminó en la Revolución Francesa.
En España, el espíritu ilustrado tardó en consolidarse debido al aislacionismo cultural del país durante el siglo anterior, al tradicionalismo arraigado y al estado de postración socioeconómica. Sin embargo, con el apoyo de la corona, la cultura ilustrada fue penetrando en la península, a través de la traducción de libros, la obra del padre Feijoo y los viajes. Los ilustrados alcanzaron el poder político con Carlos III.
El movimiento ilustrado fructificó en la creación de nuevas instituciones que agrupaban a los espíritus ilustrados que deseaban impulsar el progreso y las reformas. Destacan los intentos de mejora en la educación y la aparición de los primeros periódicos.
La literatura española
La Ilustración tuvo su principal manifestación artística en el Neoclasicismo. Los neoclásicos buscaban crear obras regidas por normas y con una intención didáctica, donde destacaran la claridad y la armonía. El conjunto de normas de la creación literaria se recogía en las “poéticas”. En España, destacó la Poética de Luzán, que divulgó los principios neoclásicos para la composición literaria. El siglo XVIII no fue de gran esplendor para la literatura española debido al predominio de la razón sobre el sentimiento, a que el cultivo de las letras pasó a ser una actividad complementaria y al encorsetamiento que imponían las reglas neoclásicas. En una primera etapa, se mantuvo la literatura barroca y se cultivó poco la literatura de creación, interesando más el ensayo y la sátira, donde destaca la novela Historia del famoso predicador fray Gerundio de Campazas, alias Zotes, del padre Isla. A mediados de siglo, se implantó el Neoclasicismo: el teatro adoptó la regla de las tres unidades, la lírica se centró en temas filosóficos y fábulas moralizantes, y la narrativa prácticamente desapareció. En las últimas décadas, se desarrolló el Prerromanticismo, con temas emotivos, nocturnos y lacrimosos, como se aprecia en Noches lúgubres de Cadalso.
La prosa dieciochsca: el ensayo ilustrado
El ensayo, en todas sus formas, se convirtió en el género predilecto para divulgar los principios de la Ilustración. Destacan autores como el padre Feijoo, Cadalso y Jovellanos.
Benito Jerónimo Feijoo
Fraile benedictino, fue la principal figura en el surgimiento del ensayo en España. En sus textos, pretendía educar al pueblo y, desde la Iglesia, censuró conductas individuales de ostentación y lujo. Sus obras principales son: Teatro Crítico Universal y Cartas eruditas y curiosas.
Cadalso
Una de las figuras más interesantes de las letras neoclásicas. Recibió una educación en los mejores colegios jesuitas de Francia y España. Se enamoró de María Ignacia Ibáñez, a quien dedicó la obra de teatro Noches lúgubres, con características del Romanticismo. Su obra más relevante es Cartas marruecas, donde adoptó la forma epistolar: tres personajes intercambian cartas con las que el autor muestra la realidad española desde varias perspectivas. Gazel es un joven marroquí curioso que viaja por España, Nuño representa al español ideal, y la visión generalizada la ofrece Ben-Beley, el sabio marroquí. Su estilo es moderado y busca la claridad y la precisión.
Jovellanos
Uno de los españoles más destacados de nuestra historia civil. Bajo Carlos III, acometió importantes empresas cívicas, y bajo Carlos IV fue perseguido y encarcelado. Tuvo altos cargos en la justicia de Sevilla y Madrid, y perteneció a varias Reales Academias. Creó el Instituto de Estudios Asturianos en su tierra natal. Escribió dos dramas y varios poemas, pero sus escritos más importantes pertenecen a la prosa didáctica, donde expone fórmulas críticas y propone reformas para mejorar la dignidad espiritual y material de España. Fue un reformador que quiso favorecer al pueblo, pero sin contar con él. Su prosa es sencilla y clara, con una intención expositivo-argumentativa acorde con los imperativos de la época. Obras destacadas: Informe sobre la ley agraria y Memoria sobre espectáculos y diversiones públicas.
Teatro
El teatro fue el gran campo de batalla de los ilustrados, el género de mayor recepción por parte del público. El teatro barroco siguió gozando de gran éxito, ya que el público prefería el espectáculo y el costumbrismo a las piezas neoclásicas. A mediados de siglo, se observaron cambios que se harían más evidentes en las décadas de 1770 y 1780. Las propuestas de los escritores clasicistas no fueron muy bien acogidas inicialmente, pero Moratín y sus seguidores acabarían teniendo gran éxito. Se desarrolló el teatro costumbrista, donde destacan los sainetes de Ramón de la Cruz. El teatro neoclásico se regía por varias normas: seguir la regla de las tres unidades, la verosimilitud, no mezclar prosa y verso, y utilizar pocos personajes. La forma más adecuada era la tragedia neoclásica, pero en España no hubo grandes obras de este género, a excepción de Raquel. La comedia neoclásica, en cambio, tuvo relevancia y favor del público, especialmente gracias a Moratín, quien combinó la sátira de costumbres con elementos sentimentales en el desenlace.
Moratín
Principal autor dramático de la escuela neoclásica española, hijo de Nicolás Fernández de Moratín. Se formó en los principios ilustrados, protegido por Jovellanos y Godoy. Durante la invasión napoleónica, se hizo afrancesado y tuvo que exiliarse. Murió en París. Su personalidad le granjeó tanto implacables enemigos como fieles amigos. Escribió cinco comedias: en verso, El viejo y la niña, El barón y La mojigata; en prosa, La comedia nueva o el café y El sí de las niñas. A excepción de La comedia nueva o el café, que aún muestra excesos del teatro barroco, sus obras tratan sobre la libertad de elección en el matrimonio y la convivencia de personas de edades similares. El sí de las niñas se estrenó en Madrid en 1806 con gran éxito, siendo la comedia más lograda de Moratín y del Neoclasicismo. Tiene tres actos, está escrita en prosa y presenta una trama sencilla: Don Diego, un caballero de sesenta años, quiere casarse con Paquita (de dieciséis años), cuya madre ha propuesto la unión. La muchacha, sin embargo, está enamorada de Don Carlos. Finalmente, este último renuncia a Paquita y permite el matrimonio de los jóvenes. La comedia se ajusta a las normas neoclásicas, representando las tres unidades dramáticas, utilizando un lenguaje mesurado, natural y sencillo, llevando un ritmo dramático bien logrado y presentando personajes brillantemente caracterizados.