El Teatro Español de 1939 a 1975: Contexto y Evolución
1. Panorama General: El Teatro en la Posguerra
El teatro español entre 1939 y 1975 experimentó una lenta renovación debido a tres factores principales:
- La fuerte presión de la censura franquista.
- La dependencia de los gustos de un público mayoritariamente burgués.
- La ruptura con la línea de renovación teatral vanguardista que había comenzado antes de la Guerra Civil.
En la inmediata posguerra, se pueden distinguir dos corrientes principales:
- Teatro burgués: Caracterizado por la intriga, una crítica social suave y una cuidada construcción dramática. Los personajes suelen ser de la burguesía acomodada y los temas recurrentes giran en torno al matrimonio (infidelidad, celos, etc.). Tiene una finalidad moralizante. Autores representativos incluyen a Luca de Tena, Pemán, Alfonso Paso y Calvo Sotelo (Una muchachita de Valladolid).
- Teatro de humor: Se distingue por una comicidad que roza el absurdo. Destacan dos autores: Jardiel Poncela y Miguel Mihura.
Jardiel Poncela, creador del “teatro de lo inverosímil”, presenta situaciones ilógicas y disparatadas. Utiliza una técnica similar a la novela policíaca, acumulando datos inexplicables que se resuelven al final. Sus personajes, a menudo con tics o manías, tienen diálogos ingeniosos llenos de equívocos y paradojas. Obras destacadas: Cuatro corazones con freno y marcha atrás, Eloísa está debajo de un almendro y Los ladrones somos gente honrada.
Miguel Mihura, por su parte, crea obras con diálogos llenos de humor y situaciones absurdas. Critica los convencionalismos sociales y plantea una nueva moral. Ejemplo paradigmático es Tres sombreros de copa, que presenta dos visiones de la existencia: la vida convencional (representada por Dionisio y su novia) y la vida idealista (encarnada en Paula). Otras obras importantes: Melocotón en almíbar, Maribel y la extraña familia y Ninette y un señor de Murcia.
2. Los Años Cincuenta: El Teatro Realista de Protesta y Denuncia
Aunque continúa el teatro comercial (melodramas, comedia burguesa y comedia humorística), en esta década se estrenan dos obras clave que marcan un nuevo rumbo:
- Historia de una escalera (1949) de Antonio Buero Vallejo.
- Escuadra hacia la muerte de Alfonso Sastre.
Estas obras abren el camino al teatro social-realista. Esta tendencia se consolida a partir de 1950 y se extiende hasta mediados de los sesenta. Incluye a autores de la “generación realista” como Lauro Olmo (La camisa), Rodríguez Méndez (Los inocentes de la Moncloa), Carlos Muñiz (El tintero), Rodríguez Buded y José Martín Recuerda (Las salvajes en Puente de San Gil).
La censura llevó a estos autores a adoptar dos posturas:
- Imposibilistas (Alfonso Sastre): Defendían una crítica abierta y directa, aun a riesgo de no ser representados.
- Posibilistas (Buero Vallejo): Buscaban dosificar la crítica y disfrazar el lenguaje para llegar al público.
3. El Teatro en los Años Setenta
Junto al teatro comercial, persiste el teatro de denuncia, con una línea neoexpresionista, como en Las arrecogías del beaterio de Santa María Egipciaca de Martín Recuerda (sobre Mariana Pineda).
Surge un teatro “underground” o soterrado, al margen de los circuitos comerciales. Comparte el rechazo a la situación española con el teatro realista, pero utiliza técnicas más audaces. Combina influencias del teatro épico, el teatro de la crueldad y el teatro del absurdo. Sus temas centrales son la falta de libertad y la injusticia. Incorpora elementos musicales, circenses y de danza, con personajes deshumanizados y un lenguaje alegórico.
Destacan:
- Francisco Nieva: Creador del “teatro furioso”, lleno de símbolos y elementos oníricos (La carroza de plomo candente; Coronada y el toro).
- Fernando Arrabal: Con gran éxito en el exilio francés, creador del “teatro pánico”, provocador y rebelde, con elementos vanguardistas y del absurdo. Obras como Pic-Nic, Fando y Lis o El cementerio de automóviles se conocieron en España a partir de 1977.
A finales de la década, surgen grupos de teatro independiente, renovadores y al margen del circuito oficial: Els Joglars, Tábano, Los Goliardos, el Teatro Experimental Independiente (TEI) y La Fura dels Baus. Sus rasgos distintivos son:
- Creación colectiva sin texto previo, con improvisación.
- Escasa importancia del texto; prima el espectáculo (expresión corporal, maquillaje, danza, mimo, música, etc.).
- Enfoque crítico a través de la burla, el humor y la caricatura.
- Ruptura de convenciones escénicas (disposición del teatro, participación del público).
- Síntesis de lo experimental y lo popular.
No se puede olvidar a Antonio Gala, que cultiva el drama simbólico-moral (Los verdes campos del Edén), el realismo poético (Los buenos días perdidos) y la obra histórica (Anillos para una dama).
Antonio Buero Vallejo: La Tragedia Moderna y el Compromiso Social
Biografía y Contexto
Antonio Buero Vallejo (1916-2000) inicialmente se dedicó a la pintura. Tras una crisis religiosa, se alistó en el ejército republicano durante la Guerra Civil. Fue condenado a muerte, pero la pena fue conmutada. En prisión, descubrió su vocación de dramaturgo. En 1949, Historia de una escalera marcó un hito en el teatro de posguerra. En los años 60, su fama se extendió internacionalmente. Participó en la oposición política al franquismo. Fue miembro de la Real Academia Española (1971) y recibió el Premio Cervantes (1986).
Concepción del Teatro
Buero Vallejo es, ante todo, un autor trágico. Su teatro tiene una doble función:
- Inquietar: Plantea problemas sin imponer soluciones. Sus obras suelen tener un final abierto para que el espectador reflexione.
- Curar: Señala la necesidad de superación personal y colectiva, impulsando la lucha por la dignidad humana.
Sus “tragedias” encierran una llamada a la esperanza. Giran en torno al anhelo de realización humana y sus limitaciones (la búsqueda de la felicidad, la verdad, la libertad), obstaculizado por el mundo. Aborda esta temática desde un plano existencial, social y ético.
Etapas de su Producción Dramática
- Primera época (hasta 1957): Enfoque existencial y respeto a las unidades dramáticas. Realismo simbólico. Técnicas modernas en el uso del espacio escénico (Historia de una escalera) y la luminotecnia (En la ardiente oscuridad).
- Segunda época (hasta 1970): Se acentúa la crítica social. Prefiere el drama histórico, con un tema central: el destino del pueblo en una sociedad injusta. La historia sirve como pretexto para plantear problemas actuales. Obras destacadas: Un soñador para el pueblo (1958, sobre Esquilache) y Las Meninas (1960, sobre Velázquez). El tragaluz (1967) incorpora elementos de la siguiente etapa.
- Tercera época (desde los años setenta): Mantiene las preocupaciones existenciales y sociales, pero aumenta la experimentación formal. Introduce “efectos de inmersión” (el espectador ve la historia desde el punto de vista de un personaje; por ejemplo, en La ardiente oscuridad, el escenario se oscurece para simular la ceguera) y “signos de indicio” para orientar la interpretación. Obras clave: El sueño de la razón (1970) y La Fundación (1974).
Técnica Dramática
- El diálogo: Ocupa un lugar central. El lenguaje de los personajes es denso, profundo y preciso.
- El espectáculo: El espacio escénico es minucioso y significativo. En El tragaluz, hay varios espacios simultáneos. El gesto y el movimiento de los actores responden a motivaciones internas. La música y la luz son elementos del significado global. Las acotaciones son muy detalladas.
Estas características convierten a Buero Vallejo en uno de los autores más importantes de la dramaturgia de posguerra en España.