El Teatro Español en el Primer Tercio del Siglo XX: Tradición e Innovación

En este primer tercio de siglo, el teatro es el género literario en el que España tiene menos que ofrecer al conjunto de la cultura europea. El motivo no se debe a la falta de talentos, sino al rechazo del público aristocrático y burgués de todo teatro innovador. La mayor parte de los empresarios van a tener en cuenta los gustos de este público. De estas circunstancias se derivan toda una serie de limitaciones: por un lado, en lo ideológico, son escasas las posibilidades de un teatro crítico que vaya más allá de lo que pueda soportar este público burgués y aristocrático; por otro lado, en el campo de la estética, se observarán fuertes resistencias ante cualquier experiencia innovadora que no se comprendiera. Teniendo todo esto en cuenta, en el primer tercio de siglo, las tendencias dramáticas se reparten en dos frentes: el teatro que repite unos moldes antiguos y triunfa y el innovador que en líneas generales no logra el éxito.

1. El Teatro que Triunfa

Distinguimos tres líneas:

1.1 La Comedia Burguesa o Teatro Benaventino

Su máximo representante es Jacinto Benavente. En estas obras se aprecian tolerables atisbos de crítica social. Las más valiosas del autor son Los intereses creados y La malquerida. En la primera, utilizando el ambiente y los personajes de la comedia del arte, el autor expresa la tesis de que los seres humanos son corruptibles e hipócritas. La malquerida trata de una gran pasión incestuosa y aunque es una obra de gran fuerza, no acertó con el lenguaje para que este fuera convincente. En general, las obras benaventinas representan sátiras costumbristas, amables de la sociedad burguesa de provincias, interiores burgueses ciudadanos o interiores lujosos como yates o palacios.

1.2 Teatro en Verso o Poético

Se alimenta de una doble fuente:

  • a) La tradición romántica de vuelta al pasado y uso del verso.
  • b) Por otro lado, se adhiere al arte verbal modernista con versos sonoros, lenguaje culto y efectos coloristas.

Además, le caracteriza una ideología marcadamente tradicionalista que exalta los ideales nobiliarios, gestas medievales del Imperio Español. Sus principales representantes son Francisco Villaespesa, Eduardo Marquina y algunas obras escritas en colaboración con los hermanos Machado, como La Lola se va a los puertos (1929).

1.3 El Teatro Cómico o Costumbrista

Representado por los hermanos Álvarez Quintero, con más de 200 obras en las que siempre representaron el esquema dramático asegurándose el éxito popular. Retrata de una manera superficial y amable la vida andaluza, haciendo caso omiso de cualquier tipo de tensión social. Ofrece una Andalucía tópica, alegre, salerosa donde los únicos problemas son los sentimentales.

Carlos Arniches: distinguimos dos grupos en su producción. Primero, los sainetes de ambiente madrileño, que se caracterizan por su gran habilidad en el diálogo del teatro cómico, del uso que hace del habla castiza-madrileña y ambientes y personajes convencionales (La chica del gato y Don Quintín, el amargao). Su vertiente, dominante a partir de 1916, es lo que él llamó “tragedia grotesca”. Las obras más interesantes son: La señorita de Trévelez y Los caciques.

Pedro Muñoz Seca y El astracán, género creado por el mismo autor, son obras descabelladas donde lo único que importa es la carcajada del público, para ello utiliza el chiste fácil y los juegos de palabras. Su obra más conocida es La venganza de Don Mendo.

2. Teatro Innovador

Dentro de este teatro más original que encontró el rechazo del público distinguimos dos grupos que se corresponden con las dos generaciones más brillantes de la literatura contemporánea: la Generación del 98 y la Generación del 27. Los dramaturgos noventayochistas no hicieron nada para conseguir el favor del público por lo que renunciaron a ver sus obras representadas; por el contrario, los de la Generación del 27 adoptaron una actitud más activa: para conseguir un cambio de actitud en el público y además formar a las masas populares, crearon sus propias compañías, un ejemplo claro es La Barraca de Federico García Lorca.

2.1 La Generación del 98

Son obras frustradas en el sentido teatral pero no en el literario, la única excepción es la obra de Valle-Inclán que sí va a ver los escenarios, pero años más tarde. Algunos de los autores más representativos son:

  • Unamuno: es uno de los autores más importantes del teatro noventayochista. La misma temática que en sus novelas y ensayos aparece en su teatro: la muerte, la angustia, el problema de la personalidad… Son obras muy abstractas lo que explica su fracaso ante el público. Fedra (1911) y El otro (1917).
  • Azorín: teatro antirrealista, muy experimental, entra en el mundo de la subjetividad y del subconsciente. Destacamos su trilogía Lo invisible en 1928.
  • Jacinto Grau: teatro intelectual y por tanto minoritario. Interesado en la mitología y en los temas literarios. El señor de Pigmalión (1921).
  • Valle-Inclán: se trata del autor español contemporáneo más importante y que crea una nueva forma de hacer teatro. Su renovación afecta no solo al texto dramático sino a los actores, a la tramoya, dirección… Se distinguen tres etapas en su obra:

*Etapa Modernista: con un lenguaje rico y lleno de efectos sensoriales. Destacamos Cuento de abril (1909), escrita en verso y Voces de gesta (1911) que aborda el tema de la guerra carlista.

*Etapa de Transición: se inicia con su trilogía Comedias bárbaras en un ambiente rural gallego, lleno de miseria, en el que aparecen personajes extraños y violentos, movidos por fuertes pasiones, con un lenguaje más fuerte y agrio aunque no pierde su musicalidad y belleza. La acción gira en torno a la lujuria y la avaricia y el lenguaje es desgarrado y brutal, de esta manera se corresponde con la realidad representada.

*La última etapa y la más importante es la conocida con el nombre de “el esperpento”, hace aparición en 1920 con su obra Luces de Bohemia a la que siguieron otras como Las galas del difunto, Los cuernos de don Friolera y La hija del Capitán, trilogía bajo el título Martes de Carnaval. El esperpento supone una estética y una nueva visión del mundo. Este consiste en aplicar a personajes y situaciones una óptica degradada, como un espejo cóncavo distorsiona y ridiculiza la apariencia, así, Valle-Inclán deforma la realidad española de su tiempo y lo hace mediante la animalización de los personajes, produciendo risa y horror a la vez. El esperpento comparte, con la literatura contemporánea su gran preocupación existencial y el sentido absurdo de la misma.

2.2 La Generación del 27

Tres facetas debemos destacar en la creación dramática del 27: depuración del teatro poético, la incorporación de las formas de vanguardia e intento de acercar el teatro al pueblo.

  • Pedro Salinas: todas sus obras son representativas del humanismo característico del autor. El director es una obra compleja sobre el tema de la felicidad.
  • Rafael Alberti: antes de la Guerra Civil escribe dos obras de diferente signo. La primera, El hombre deshabitado (1930) de tipo surrealista; la otra, Fermín Galán (1931) literatura comprometida. Tras la Guerra Civil su teatro sigue dos caminos por un lado el político con una obra Noche de guerra en el museo del Prado y por otro lado el poético, plagado de símbolos como es El adefesio.
  • Alejandro Casona: sus primeras obras son de carácter antirrealista, durante el exilio se acentúa el simbolismo de sus obras.
  • Max Aub: en su producción se distinguen tres etapas. La primera tiene que ver con un teatro vanguardista; la segunda se produce durante la Guerra y contribuye al teatro político y la tercera y más importante la del exilio en la que aborda temas sobre la guerra, las cárceles, los campos de concentración, Morir por cerrar los ojos.
  • Lorca: una de las cumbres del teatro contemporáneo español y universal. A lo largo de toda su producción encontramos tres características constantes. La primera que es un teatro simbólico, el lenguaje está profundamente elaborado; la segunda es que es un teatro experimental, jamás escribió teatro comercial; la tercera es un teatro unitario temáticamente, el elemento central es la frustración, el conflicto entre la realidad y el deseo, la aparición del destino trágico, seres condenados a la infelicidad. Entre sus obras La zapatera prodigiosa, Así que pasen cinco años y por último su trilogía más exitosa formada por Bodas de sangre (1933), Yerma (1934) y La casa de Bernarda Alba (1936).