El Teatro Español a Principios del Siglo XX: Entre la Tradición y la Innovación
En el primer tercio del siglo XX, el teatro español se bifurcó en dos tendencias principales: el teatro comercial, apegado a las formas tradicionales y orientado a satisfacer al público burgués, y el teatro innovador, que buscaba nuevas fórmulas dramáticas sin las ataduras de los intereses comerciales. Dentro de esta última corriente, destacan figuras como Valle-Inclán y Lorca. Los géneros más populares en el teatro comercial de la época fueron:
A) La Comedia Burguesa
Uno de los géneros de mayor éxito fue el nuevo teatro realista, que se distanciaba del estilo decimonónico y se enfocaba en retratar los comportamientos de la burguesía mediante personajes refinados y diálogos ágiles. Jacinto Benavente (1866-1954) fue su principal exponente. Aunque inició su carrera con una obra crítica, El nido ajeno (1894), que no tuvo éxito por incomodar al público, optó por adaptarse y moderar su crítica. Sobresalió con la “comedia de salón”, en particular con Los intereses creados (1907), una farsa con personajes de la Commedia dell’arte que satirizaba los valores burgueses. También incursionó en el drama rural con La malquerida (1913), que aborda una pasión incestuosa, aunque sin lograr un lenguaje rural convincente.
B) El Teatro Cómico
En las primeras décadas del siglo XX, el teatro cómico gozó de gran popularidad, especialmente aquel que incorporaba elementos líricos como música, canto y baile. Su objetivo principal era entretener al público. Dentro de este género, se distinguían dos tipos de obras:
- Con música: opereta, revista y vodevil.
- Sin música: juguete cómico, sainete y astracán.
El sainete fue el más popular. Consistía en piezas breves que presentaban una visión idealizada y superficial de la sociedad, sin intención crítica. Entre sus principales autores destacan los hermanos Álvarez Quintero, Serafín y Joaquín, quienes mostraban una Andalucía alegre y sin conflictos más allá de los sentimentales. Sus obras, como El patio, El genio alegre o Las de Caín, se caracterizaban por su tono ligero y diálogos intrascendentes.
Por otro lado, Carlos Arniches ofreció un teatro más variado. En sus primeros años escribió sainetes madrileños, conocidos por su uso del habla castiza. A partir de 1916, evolucionó hacia la comedia grotesca, un intento de fusionar lo cómico con lo conmovedor y añadir una crítica social más profunda. Ejemplos de ello son La señorita de Trévelez, que trata sobre una broma cruel de unos jóvenes adinerados, y Los caciques, que denuncia la corrupción política.
Finalmente, el astracán, creado por Pedro Muñoz Seca, representaba la vertiente más disparatada del teatro cómico. Sus obras se basaban en situaciones absurdas con el único propósito de hacer reír. Su pieza más destacada, La venganza de Don Mendo, es una parodia del teatro romántico y en verso, considerada una de las comedias más populares de la época.
C) El Teatro en Verso
A principios del siglo XX, el teatro poético combinaba influencias del posromanticismo con rasgos modernistas. Este tipo de teatro se centraba en episodios del pasado histórico español para exaltar valores como la nobleza, el patriotismo y el sacrificio, considerados fundamentales por los dramaturgos conservadores. Entre los autores más representativos destacan:
- Francisco Villaespesa (1877-1936), conocido por su poesía modernista superficial y sus dramas históricos que glorifican la España medieval. Entre sus obras destacan Doña María de Padilla y El gran capitán.
- Eduardo Marquina (1879-1946), quien también combinó poesía y teatro, logrando gran éxito con dramas históricos como Las hijas del Cid y Teresa de Jesús.
- Los hermanos Machado, que escribieron en colaboración obras como Juan de Mañara, sobre un Don Juan sevillano que termina convirtiéndose en asceta, y La Lola se va a los puertos, que narra la historia de una cantaora que rechaza a los señoritos y se enamora de un guitarrista, símbolo del pueblo.
La Renovación Teatral y Federico García Lorca
Los primeros intentos de renovación teatral en el siglo XX, liderados por autores como Jacinto Grau, Unamuno y Azorín, no alcanzaron el éxito esperado. Sin embargo, la verdadera cima del teatro innovador la lograron Valle-Inclán y Lorca, quienes consiguieron una renovación de gran calidad. Estos cambios trajeron consigo un mayor interés por la escenografía, donde los teóricos insistían en la armonización de todos los elementos escénicos, destacando la iluminación, utilizada para crear ambientes y centrar la atención en la acción. Se pueden distinguir las siguientes tendencias:
1) El Teatro en la Generación del 98
Miguel de Unamuno y Azorín fueron dos de los autores que intentaron renovar el teatro español en las primeras décadas del siglo XX, aunque sin éxito comercial.
Unamuno creó un teatro desnudo, sin adornos y centrado en conflictos humanos. Sus obras eran dramas de ideas, con diálogos densos y sin concesiones a las exigencias escénicas, lo que dificultó su aceptación. Destacan Fedra, sobre la búsqueda del amor, y El otro, que trata el problema de la identidad.
Azorín apostó por un teatro antirrealista, alejado de la reproducción fiel de la realidad e incorporando elementos subconscientes y maravillosos. Sus obras más destacadas son Angelita (1930), sobre su obsesión por el tiempo, y Lo invisible (1928), una trilogía sobre la angustia ante la muerte. Su teatro siguió la misma línea innovadora que su narrativa.
2) El Teatro Vanguardista
Ramón Gómez de la Serna destacó más por su intento de romper con las fórmulas teatrales tradicionales que por la calidad de sus obras. Sus primeros dramas, como El Drama del palacio deshabitado, se centran en temas como el erotismo y la crítica a los convencionalismos sociales, explorando, por ejemplo, el deseo sexual a través de muertos como personajes.
Jacinto Grau se dedicó exclusivamente al teatro, creando obras diferentes, densas y cultas. Aunque tuvo éxito en el extranjero, sus obras fracasaron en España. Su obra más destacada es El señor de Pigmalión; su originalidad dramática y el estilo lírico lo colocan por encima del teatro popular de su época.
3) El Teatro de la Generación del 27
Rafael Alberti estrenó antes de la guerra dos obras muy distintas. El hombre deshabitado es una obra surrealista que aborda la crisis existencial. Por otro lado, Fermín Galán es un giro hacia el teatro político, centrado en la figura de un héroe republicano fusilado. Después de la guerra, Alberti continuó con el teatro comprometido, destacando Noche de guerra en el Museo del Prado (1956) como su obra más importante.
Federico García Lorca experimentó una evolución en su teatro dividida en tres fases:
1. Los Años 20
Sus primeros dramas están relacionados con el modernismo, como El maleficio de la mariposa. En esta etapa, también experimentó con farsas que combinaban lo lírico y lo grotesco, como La zapatera prodigiosa. Mostró interés por el teatro de títeres en Títeres de Cachiporra.
2. La Vanguardia de los Años 30
En esta etapa, marcada por una crisis personal y estética, Lorca se vio influenciado por el surrealismo, especialmente tras su estancia en Nueva York. Sus obras de esta fase, como Así que pasen cinco años y El público, presentan una ruptura con la lógica espacio-temporal y exploran la multiplicidad de interpretaciones.
3. Las Grandes Tragedias Lorquianas
En esta fase, Lorca crea obras de gran poder estético y popular, como Bodas de sangre (sobre una pasión que lleva a la muerte), Yerma (el drama de una mujer infértil) y La casa de Bernarda Alba (sobre el enfrentamiento entre autoridad y libertad). En estas tragedias, las fuerzas naturales marcan el destino trágico, y la mujer es la figura central, mostrando la sensibilidad del autor hacia su condición en la sociedad tradicional.