La Novela Española: Desde el Realismo hasta la Posguerra
La narrativa realista, o naturalista, de finales del siglo XIX reflejaba un mundo socialmente estable con una moralidad duradera. A partir de la crisis de fin de siglo, la nueva realidad histórica y social del siglo XX hizo que los escritores convirtieran los conflictos internos del ser humano en el tema principal de sus novelas. Los modernistas y los del grupo del 98 fueron los primeros en renovar el género narrativo. A partir de 1914, la generación novecentista siguió la línea intelectual de las primeras vanguardias europeas; estos, defensores del arte puro, buscaron una renovación formal usando un estilo cuidado. Los acontecimientos políticos en España desde finales de los años 20 provocaron un cambio de actitud de los escritores. Se dio paso a una rehumanización, y la novela fue el medio para exponer los conflictos humanos.
Primera Mitad del Siglo XIX
- Primero, sigue perviviendo el naturalismo con Blasco Ibáñez y su obra Los 4 jinetes del Apocalipsis, y con Alejandro Sawa y su obra Iluminación en la sombra.
- Posteriormente, aparece la Generación del 98 con las siguientes características:
- Inquietud por la situación del país.
- Deseo de modernizar el país.
- Preocupación nacional (convierte a España en el eje central de sus obras).
- Esencia de lo español y los valores eternos.
- Influencia de filósofos irracionalistas como Schopenhauer.
- Preocupación por los temas humanos (el sentido de la vida).
- Afán por renovar literariamente nuestra lengua: recuperan palabras tradicionales, defienden un estilo antirretórico y modernizan los géneros tradicionales.
Representada por autores como Azorín, que trató temas como el paso del tiempo y el paisaje; destacamos Antonio Azorín y Doña Inés. También es importante Unamuno, uno de los mayores representantes de la Generación del 98, con temas existenciales como el problema religioso en Nivola y La tía Tula. Y, por último, también es importante hablar de Pío Baroja; para él, la novela es un género que lo abarca todo, un género abierto. Estaba en contra de los novelistas que parten de un argumento cerrado. Destacan El árbol de la ciencia y las trilogías como El mar o Las ciudades.
- Más tarde, apareció el Novecentismo. Grupo de escritores que se dan a conocer durante 1914, por lo que también se les llama Generación del 14. Son considerados como el grupo de intelectuales más importante de la España moderna, un puente entre la generación de fin de siglo y las vanguardias. Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Pérez de Ayala, Manuel Azaña y Juan Ramón Jiménez, entre otros. Destacamos a Ortega y Gasset, que fue muy importante para que surgiera esta generación, con La deshumanización del arte; Pérez de Ayala destaca con su novela intelectual, relatos con un estilo intelectualista, humor irónico, lenguaje difícil, como Tigre Juan; Ramón Gómez de la Serna también cabe mencionarle, fue el creador de la novela vanguardista; y también destaca Gabriel Miró con una novela lírica, lenguaje clásico, como Nómada. Características de esta generación:
- Trabajo intelectual.
- Compromiso político.
- Preocupación por España.
- Afán pedagógico.
- Preferencia por el ensayo.
- Concepto elitista del arte.
- Cosmopolitismo intelectual.
- Poesía y novela de Valle-Inclán. En sus principios, utiliza una estética modernista de lenguaje sonoro y musical, como en Sonatas. Después, escribió la trilogía de La guerra carlista; así comienza la evolución hacia un lenguaje más duro y crítico. Y, a partir de 1920, creó el esperpento, que dio a sus novelas unas características sarcásticas, como las del teatro. Tirano Banderas, donde critica las dictaduras hispanoamericanas. A los esperpentos pertenecen los poemas de La pipa de Kif, en los que vemos un mundo grotesco y vicioso.
- La novela vanguardista utiliza técnicas iniciadas por narradores como Joyce y, a veces, se deja influir por otras corrientes como el surrealismo. Como autor, destaca Gómez de la Serna.
- La novela social: tras las vanguardias, apareció la novela social. Sus representantes más importantes son Manuel Benavides y Ramón J. Sender. Este tipo de novela denuncia las injusticias sociales e invita al lector a comprometerse en la transformación del país.
El Teatro Español: Desde Principios del Siglo XX hasta la Posguerra
Durante la primera mitad del siglo XIX, el aislamiento del país a la cultura europea y el escaso desarrollo económico hacen que el teatro español se mantenga al margen del drama innovador de otros países. Los intereses económicos de los empresarios, que no se arriesgan a dar obras vanguardistas, van a condicionar el estilo de un teatro que se resiste a evolucionar. Muchos dramaturgos se adaptaron al público burgués. Este teatro comercial convivió con intentos renovadores. Tras la Guerra Civil, la censura impuesta por el nuevo régimen, la necesidad de evasión y el exilio o muerte de algunos dramaturgos dieron lugar a que el teatro español se hiciera más tradicional.
Principios del Siglo XX
El teatro estaba dividido en tres clases: alta comedia, teatro poético y teatro humorístico:
- Alta comedia: hace una crítica suave de los conflictos morales de la burguesía, ambientes lujosos con un lenguaje cuidado. Máximo representante: Jacinto Benavente, nacido en Madrid. Sus temas apenas evolucionaron durante su trayectoria. Según la intencionalidad de sus obras, las podemos clasificar en:
- Obras de crítica a la burguesía: El nido ajeno.
- Rosas de otoño, donde quiere recuperar los valores morales perdidos.
- Obras en las que hay una ruptura temporal con la línea acomodaticia: Los intereses creados, que enfrenta el amor verdadero a los intereses económicos.
- Dramas en los que se hostiga la hipocresía de la sociedad rural: La malquerida, que ofrece una visión tópica del mundo.
- El teatro poético: en verso, mezcla el drama histórico-romántico con un lenguaje modernista superficial. Teatro tradicional en sus ideas, recupera leyendas y personajes nobles. Destacan Eduardo Marquina, Francisco Villaespesa y Manuel y Antonio Machado.
- El teatro humorístico: temas superficiales con una trama fácil que se resuelve favorablemente. Personajes populares y castizos. Destacan Arniches y Serafín y Joaquín Álvarez Quintero.
Primer Tercio del Siglo XX
Durante el primer tercio del siglo XX, el drama decimonónico en España convive con los intentos renovadores. Primero, con el de la Generación del 98, con autores como Unamuno, que se centra en el teatro sin acción, como Fedra; o Azorín, que muestra su obsesión por el paso del tiempo en su obra Lo invisible. Luego, aparece Valle-Inclán; su originalidad lo aleja de cualquier encasillamiento, aunque la crítica más tradicional le incluye en el grupo del 98. Evoluciona del modernismo al esperpento. En su creación, tiene tres etapas: la etapa modernista, con El Yermo de las Almas; la etapa de transición, con la trilogía Comedias Bárbaras y las farsas como Cabeza de Dragón; y, por último, su etapa de esperpentos, donde destacan Luces de Bohemia. Junto a él, aparece Gómez de la Serna.
El teatro comercial a fines de los años 20 no difiere del de las décadas anteriores; continúa sin ofrecer calidad literaria, solo con intención de atracción de un público sin inquietudes. Al margen del teatro comercial, se llevaron a cabo intentos de renovación dramática; en algunos de estos grupos innovadores, cabe destacar a Valle-Inclán. Con la Segunda República, se propició el acercamiento de la cultura, y así del teatro, a otros medios sociales. Con este fin, se crearon las Misiones Pedagógicas, constituidas por grupos de universitarios que desarrollaron campañas de alfabetización. Algunas actividades fueron las representaciones teatrales, de las que se encargaba el grupo Teatro del Pueblo, dirigido por Casona. Se pretendía encontrar un auditorio que no estuviera contaminado por el gusto chabacano del público burgués. El dramaturgo más importante de esta época fue Federico García Lorca; otros: Max Aub y Casona. Hablamos de Lorca: experimentó el teatro simbolista, el teatro de marionetas, como Retablillo de don Cristóbal; el teatro en verso modernista; las farsas para personas, como La zapatera prodigiosa. Durante los años 30, su deseo de experimentación lo llevó por dos caminos: el teatro vanguardista próximo al surrealismo y el teatro realista. Más convencionales son Bodas de sangre, Yerma, Doña Rosita la soltera o El lenguaje de las flores y La casa de Bernarda Alba. Tienen en común el tema de la marginación social de las mujeres. Bodas de sangre y Yerma son tragedias clásicas, mezclan prosa y verso, y encontramos elementos simbólicos. La casa de Bernarda Alba es una de las cumbres del arte dramático de su autor.
Dentro del género cómico, destaca Poncela, que unió en sus obras rasgos vanguardistas y el humor convencional. La Guerra Civil no supuso la interrupción de la producción teatral. En las grandes ciudades bajo control del Gobierno republicano, continuaron representándose los mismos espectáculos de años anteriores. Pero se promovió un tipo de teatro que estuvo al servicio de la República. La propia dinámica de la guerra impulsó la creación de grupos teatrales que llevaban las obras de un lado a otro. Se escribe un teatro con contenido militar, el teatro de urgencia de Alberti, Miguel Hernández… Mucho menor es la actividad teatral durante la Guerra Civil en la España nacional.
El Teatro Posterior a la Guerra Civil
Al finalizar la Guerra Civil, el panorama intelectual en España se encontraba arrasado. Se instauró en España un régimen político que impuso a toda la producción literaria un sistema de censura. En la década de los 40, tres obras fundamentales marcaron el camino de renovación literaria: la novela La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela; el libro de poemas Hijos de la ira, de Dámaso Alonso; y la obra teatral Historia de una escalera, de Antonio Buero Vallejo, que recibió el Premio Lope de Vega y fue estrenada con gran éxito en Madrid. Coincidiendo con el desarrollo de la poesía social y la novela del realismo social, la obra de Buero Vallejo supuso el inicio de un teatro realista. Junto a Vallejo, Sastre iniciará la renovación de la escena española. Surgirá tras ellos un grupo de autores realistas que, durante los 50 y 60, desarrollarán su labor dramática. Muchos recurren a distintas máscaras formales y temáticas que les permiten burlar la escena. Otros verán prohibidas sus obras hasta la llegada de la democracia. Esto lleva a los críticos a diferenciar dos grandes etapas en la producción dramática española de la segunda mitad del siglo XX: el teatro en la sociedad de censura y el teatro en la democracia. A partir de la transición democrática, se rescatan textos dramáticos de autores de la Guerra Civil que no se habían podido difundir en la España franquista, se restituyen a la escena textos prohibidos del pasado inmediato y, por otro lado, los grupos de teatro independiente se profesionalizan formando compañías estables, y surgen nuevos autores.
El Teatro en la Sociedad de Censura (1950-1975)
Ahora hay tres clases de teatro:
- El teatro realista, crítico e inconformista aborda problemas esenciales del ser humano. En la década de los 60, algunos autores continúan el trabajo iniciado por Buero Vallejo y Sastre; son Lauro Olmo o Carlos Muñiz. El teatro realista se caracteriza por: temas como la injusticia social, protagonistas caracterizados como víctimas, lenguaje violento y directo, y rechazo de las formas del teatro de vanguardia y del teatro del absurdo. Destacan Buero Vallejo, con Historia de una escalera; Sastre, con Escuadra hacia la muerte; Muñiz; Lauro Olmo; Antonio Gala, con Los verdes campos del Edén.
- Tras este teatro, aparece el teatro no realista, que trata los mismos temas que los autores realistas, pero con una estética diferente: lenguaje poético, rechazo del realismo, incorpora elementos simbólicos, influenciado por Brecht, sustitución del personaje-persona por el personaje-signo, desarrollo de la acción no lineal, preferencia por la farsa satírica. Destacan Nieva, por su calidad y las extraordinarias posibilidades de su puesta en escena; también son importantes los grupos de teatro independientes, como Tábano y La Cuadra.
- Por último, apareció el teatro de consumo, sin intención crítica; su principal finalidad es la de entretener al público burgués. Se desarrolla en espacios lujosos, el tema es el amor y el adulterio. Destacan Poncela, con Un marido de ida y vuelta; Miguel Mihura, con Tres sombreros de copa durante los 40; y, en los 60, Alfonso Paso.
El Teatro en la Democracia (1975-Actualidad)
Se siguen representando obras de autores consagrados, por ejemplo, de Buero Vallejo, de Nieva o de Arrabal. Cabe hablar de Arrabal: fijó su residencia en Francia y publicó en francés obras que luego se tradujeron a otros idiomas; fue uno de los fundadores del Teatro Pánico (confusión, terror, azar, euforia). También triunfa el teatro de Gala, como Los buenos días perdidos; Fermín Cabal, con Tú estás loco; Fernando Fernán Gómez, con Las bicicletas son para el verano. Los nuevos autores publican obras en la democracia, simplificando el lenguaje. Destacan Armada y Ernesto Caballero. Por último, se crean grupos estables de teatro, como La Fura dels Baus, Tricicle y La Cubana.