La Novela Española desde 1939 hasta 1970
El estudio de la literatura española a partir de 1939, es decir, del fin de la Guerra Civil, se suele agrupar en décadas, con una división significativa en 1975, que coincide con el fin de la era de Franco y el comienzo de la democracia.
La Novela de los Primeros Años de la Posguerra
En España, la situación económica y social es desastrosa, agravada además con el aislamiento exterior tras la victoria de los aliados en la Segunda Guerra Mundial. Desde el punto de vista literario, la guerra supuso una ruptura, que se manifestó, a su terminación, con el exilio para muchos novelistas (Ramón J. Sender, Max Aub, Francisco Ayala, Rosa Chacel…) y con una censura vigilante bajo la que tuvieron que escribir aquellos que se quedaron.
En los primeros años de la posguerra predominan narraciones de estilo tradicional, como Mariona Rebull, de Ignacio Agustí, historia sobre las vicisitudes de una familia de la alta burguesía catalana de las primeras décadas del siglo XX. Ignacio Agustí es uno de los creadores del Premio Nadal, que tan importante va a ser para el desarrollo de la novela en nuestro país.
En esta época, aparece lo que se ha llamado novela existencial, es decir, visiones pesimistas de unos personajes desorientados en un mundo que resulta amenazador e incomprensible. Es lo que ocurre con Nada (Premio Nadal en 1944) de Carmen Laforet, en la que, con un lenguaje sencillo, Andrea, la joven protagonista, cuenta su llegada a Barcelona para estudiar y su desorientación ante la sordidez del ambiente familiar lleno de secretos antiguos y de frustraciones.
En La familia de Pascual Duarte (1942) de Camilo José Cela, Pascual Duarte narra su propia biografía: un cúmulo de crímenes y atrocidades condicionadas, en gran medida, por un ambiente bárbaro e injusto de pobreza y privaciones, lo que convierte al protagonista en asesino y víctima al mismo tiempo. Más que existencialista, esta novela fue considerada en su época como “tremendista” por la acumulación de sangre y violencia. En el año 1948, publicó Viaje a la Alcarria, con el que se inauguraba una serie de libros de viajes, en que bajo un tono costumbrista y lírico, se daba una visión crítica de España y de su situación.
Los Cincuenta: El Realismo Social
La guerra va quedando lentamente atrás. España va saliendo de su aislamiento internacional en la órbita de los EE.UU. (es admitida en la ONU en 1955). La censura seguía impidiendo la crítica política en la prensa, pero no tanto en la literatura, por lo que ésta cede su función a las preocupaciones políticas y a las críticas sociales: es el llamado realismo social, cuyas características principales fueron:
- El protagonista es colectivo: un sector, un grupo, una clase o la sociedad en general.
- Las acciones se desarrollan en unos pocos días y en espacios muy concretos.
- El tema pretende reflejar la realidad mediocre de la sociedad española, la dureza de la vida en el campo, los problemas laborales, las injusticias sociales…
- La técnica narrativa es aparentemente sencilla. El autor aparece como un simple transcriptor de la realidad; de ahí el deseo de reflejar fielmente el lenguaje coloquial: frases cortas, léxico sencillo, vacilaciones, incluso incorrecciones.
- La intención final de la novela es la denuncia social o política, a la que se sacrifican los valores artísticos, literarios o experimentales.
La novela que comenzó esta etapa es también de Cela: La colmena (1951). Fue publicada en Buenos Aires, por problemas de censura. Aparecen en ella más de trescientos personajes mediocres, vulgares, algunos despreciables, otros conmovedores, que viven sorteando un presente sin esperanzas o con aspiraciones ilusorias. Cela los observa como un naturalista lo haría con las abejas de una colmena, de ahí el título. Pero el título también alude a la estructuración de la obra en un mosaico de breves capítulos sin numerar, como las celdillas de una colmena, en los que se reflejan breves secuencias de la vida cotidiana de sus protagonistas, sin orden cronológico estricto y pasando continuamente de una escena a otra, de un ambiente a otro, de un personaje a otro. En conjunto, ofrecen una visión panorámica del vivir colectivo en dos o tres días de invierno del Madrid de 1942. Es una novela abierta, sin peripecia argumental, ni final tradicional.
En general, el autor adopta una actitud objetiva, ya que describe este mundo desde fuera, pero a veces, aparece el narrador omnisciente que conoce el pensamiento de sus personajes, o bien, el comentarista irónico que valora a sus criaturas con opiniones burlonas, tiernas o despiadadas. El estilo, bajo la aparente sencillez, es muy cuidado y destaca por la recreación del lenguaje coloquial.
Otros títulos significativos de esta época son: El Jarama de Rafael Sánchez Ferlosio (también Premio Nadal en 1955), que narra con técnica conductista (es decir, presentando a los personajes únicamente por su conducta y sus palabras, como pudiera hacerlo una cámara cinematográfica) la excursión al río Jarama de un grupo de jóvenes madrileños que deja en evidencia el vacío de unas vidas grises y sin ningún aliciente, víctimas y reflejo del ambiente general de la época.
Miguel Delibes, que había ganado el Nadal en 1947 con su primera novela, La sombra del ciprés es alargada, publicó durante estos años: El camino (1950), idealización de la vida rural como paraíso perdido a través de los ojos del niño protagonista que tiene que abandonar el pueblo para ir a estudiar el bachillerato a la capital; La hoja roja (1959), que presenta la perspectiva de un jubilado; y Las ratas (1962), donde muestra la dura vida de un viejo y un niño en un pueblo castellano caracterizado por la sequedad y la pobreza. En todas ellas predomina la defensa de los valores humanos y de la vida natural frente a una sociedad cada vez más materialista y superficial, con un estilo sobrio y sugerente, economizador de adjetivos superfluos.
La Década de los Sesenta y Primeros Setenta: La Renovación Estética
El agotamiento de los presupuestos del realismo social se reflejó en la literatura en un deseo de renovación estética. La renovación de la novela se entiende como una superación del sencillo relato realista, con intención crítica o directamente política, que había caracterizado la novela de los años cuarenta y cincuenta. Algunos novelistas se empiezan a interesar por las técnicas que estaban experimentándose en Europa y Norteamérica desde los años veinte, a las que se añade la influencia del “boom” de la novela hispanoamericana de los sesenta y su realismo mágico (Vargas Llosa, Cortázar, García Márquez…).
La renovación de la novela afecta a diferentes aspectos:
- Los personajes pierden su definición tradicional y se convierten en problemáticos o indefinidos.
- El tiempo del relato no respeta la linealidad tradicional, adquiere una duración relativa, en función de la mayor o menor impresión que los acontecimientos causan en el protagonista o narrador y, frecuentemente, se mezclan diferentes tiempos a través de la retrospección y la anticipación.
- El espacio se comprime igualmente en espacios concretos o limitados.
- El argumento cede su importancia a la técnica novelística. A menudo es la forma de contar la historia lo que centra el interés de una novela y casi no hay asunto ni acción, sólo reflexión.
- El autor renuncia a la omnisciencia del autor decimonónico y se limita a contar la historia desde una cierta perspectiva. Es el llamado perspectivismo, ya sea simple, de un solo personaje, o múltiple, de varios.
- Para ello emplea con cierta frecuencia el monólogo interior o flujo de conciencia, es decir, la transcripción del pensamiento anterior a toda organización lógica o gramatical; de ahí lo caótico de su desarrollo, los saltos, las asociaciones imprevistas, la ausencia de signos de puntuación o de mayúsculas…
- El contrapunto, procedimiento para entrelazar vidas humanas, y que consiste en explicar varias historias a la vez, ya que suceden simultáneamente, pero en distintos lugares.
- Las innovaciones afectan también a la invención de palabras, a la supresión de los signos tipográficos tradicionales, a la mezcla de diferentes registros, a la supresión de los capítulos tradicionales…
En 1962, se publica Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos, con la que triunfan en España definitivamente las novedades que acabamos de enumerar.
Lo más original de la novela tiene que ver con la técnica y el estilo. Se suceden en el libro procedimientos narrativos innovadores: monólogos interiores, yuxtaposición de puntos de vista, perspectivismo, parodias literarias… El estilo es barroco y son frecuentes las alusiones cultistas y minoritarias.
En 1966, Delibes publica Cinco horas con Mario, considerada como su mejor novela. A través de un monólogo interior continuado, Carmen, la protagonista, que está velando a su esposo muerto, Mario, recuerda su vida con él. Carmen representa lo más retrógrado y clasista del pensamiento conservador y Mario encarna la figura del intelectual con preocupaciones sociales y existenciales, crítico respecto a su mundo, pero impotente para cambiarlo. La novela presenta la historia desordenadamente, se producen saltos en el tiempo y es el lector el que debe reconstruir el orden de la historia.
Cela, por su parte, a finales de los años sesenta intensifica el experimentalismo en San Camilo 1936 (1969), cuyo título completo es Vísperas, festividad y octava de San Camilo del año 1936 en Madrid, un monólogo interior de tono esperpéntico, que sitúa al comienzo de la guerra. Oficio de tinieblas 5 (1973) es una sucesión de pequeños párrafos, sin ningún tipo de puntuación y técnica surrealista y caótica.
Otros autores y títulos reseñables son: Gonzalo Torrente Ballester (La saga/fuga de J.B), Juan Goytisolo (Señas de identidad, Reivindicación del conde don Julián), Juan Benet (Volverás a Región), Juan Marsé (Últimas tardes con Teresa).