En la literatura de posguerra se distinguen tres grandes etapas: la década de los 40 (literatura existencial); la década de los 50 (realismo social); a partir de los 60 (literatura de carácter renovador y experimental). Sin embargo, también debemos hablar de la poesía del exilio, de la que destacan poetas como Antonio Machado; poetas de la Generación del 14, como J.R. Jiménez o León Felipe; poetas de la Generación del 27, excepto D. Alonso, G. Diego y V. Aleixandre. Entre ellos se distinguen tres temas comunes: la patria perdida, las eternas preocupaciones humanas y ciertas realidades de las tierras que los acogieron.
Miguel Hernández: Puente entre Generaciones
A Miguel Hernández se le considera el último miembro del 27 por su relación con los componentes del mismo y por su peculiar amalgama de lo neogongorino y lo popular, como se aprecia en Perito en lunas y en El rayo que no cesa. Algunos críticos estiman que, por la fecha de su nacimiento y por su evolución poética hacia la poesía de combate, se le debe incluir en la Generación del 36. Dentro de este tipo de poesía combativa destaca Viento del pueblo, de nítida preocupación social, y Cancionero y romancero de ausencias, de versos cortos y con un lenguaje sencillo que habla del amor a la esposa y al hijo. Destaca entre todos el poema titulado Nanas de la cebolla.
La Poesía en los Años 40: Generación del 36 o Generación Escindida
Se diferencian dos tendencias:
- Poesía arraigada (visión del mundo ordenada y serena). Sus características son el deseo de belleza formal; temas tradicionales como las cosas bellas y el sentimiento religioso; uso de estrofas y metros clásicos (endecasílabo y el soneto). A tales características responde la poesía de los garcilasistas, ya que se dieron a conocer a través de la revista “Garcilaso”, entre los que destacan Luis Rosales, Leopoldo Panero, Luis Felipe Vivanco, Dionisio Ridruejo y José García Nieto.
- Poesía desarraigada (visión del mundo como un caos y una angustia; de tono existencial). La religiosidad adopta en estos poetas el tono de la desesperanza. Poesía de estilo bronco y desgarrado. Estos poetas se dieron a conocer mediante la revista “Espadaña” y destacan José Luis Hidalgo; Blas de Otero, Ángel fieramente humano; Gabriel Celaya; pero especialmente destaca Hijos de la ira de Dámaso Alonso, publicado en 1944. Y de los años cuarenta, José María Valverde; José Hierro; Carlos Edmundo de Ory, fundador del Postsurrealismo; y el grupo Cántico de Córdoba.
La Poesía en los Años 50: Poesía Social
Se ve a la poesía como un instrumento para cambiar el mundo y la sociedad. Los temas fundamentales son la preocupación general por España y la denuncia de la situación concreta del hombre. En cuanto a la forma, deseosos de que su poesía llegue a la inmensa mayoría, se busca un lenguaje claro y sencillo, con un tono coloquial. Los poetas más representativos de esta tendencia son Blas de Otero (Pido la paz y la palabra) y Gabriel Celaya (Cantos Íberos).
La Poesía en los Años 60: Generación del 50, Poesía de la Experiencia
A finales de los años cincuenta una serie de poetas se proponen la renovación del lenguaje poético, con una mayor atención a los valores estéticos y formales del poema. En cuanto a los temas, predominan los de la experiencia personal y cotidiana, luego se asiste a un proceso de poetización de la experiencia personal. En cuanto al estilo, se aprecia el interés por los valores estéticos y por las posibilidades del lenguaje. Aunque se siga un estilo conversacional, ello no debe ocultar una exigente labor de depuración y de concentración de la palabra. Los poetas más representativos de esta Generación del 50 son: Ángel González, con Áspero mundo; Jaime Gil de Biedma, con Moralidades; José Ángel Valente, maestro del lenguaje depurado y concentrado, A modo de esperanza; Claudio Rodríguez, Don de la ebriedad.
Años 70: Los “Novísimos” o Generación del 68/70 y la Poesía Experimental
El alejamiento de la poesía social se consolida en los años setenta con la aparición de poetas más jóvenes, nacidos entre 1939 y 1948, especialmente los reunidos en una antología confeccionada por J. Mª Castellet y titulada Nueve novísimos poetas españoles. Estos son: M. Vázquez Montalbán, Martínez Sarrión, José Mª Álvarez, Félix de Azúa, Pere Gimferrer (Arde el mar, La muerte en Beverly Hills), V. Molina Foix, Guillermo Carnero, Ana Mª Moix y Leopoldo Mª Panero. Entre los rasgos más destacados de esta nueva generación de poetas cabe citar: la influencia de los medios de comunicación de masas, particularmente el cine; búsqueda de nuevas formas de expresión, con técnicas que van desde el collage hasta la escritura automática; amplia variedad temática; tono inconformista y provocativo a veces. Encuentran inspiraciones en sectores de la sociedad de consumo: el cine, la música, los cómics, la publicidad. En la temática encontramos motivos “personales” junto a cuestiones “públicas”. Pese a todo, lo que les importa es el estilo, de forma que vuelven la espalda definitivamente al prosaísmo y a las formas tradicionales.
A Partir de los Años 80: Diversidad de Tendencias
Se produce una rehumanización de la lírica, luego se vuelven a temas clásicos como el amor y los sentimientos. Se aprecia que existen multitud de tendencias como la de la experiencia, en la que destaca Luis García Montero o Luis Alberto de Cuenca; la neoimpresionista, con el tema fundamental del paso del tiempo (Andrés Trapiello, La vida fácil); la poesía épica, que rescata la historia y los mitos (Julio Llamazares, La lentitud de los bueyes), entre otras.