Evolución del Teatro Español en el Siglo XX: Desde la Burguesía al Vanguardismo

El Teatro Español a Comienzos del Siglo XX: Un Panorama en Transición

El teatro español de comienzos del siglo XX hereda burgueses y temas costumbristas y melodramáticos de la centuria anterior. Es un teatro intrascendente y exitoso, muy alejado de la gravedad expresiva de la tragedia y el drama verdaderos, y cuyas fórmulas dramáticas responden a los diferentes “públicos” de la época.

Tendencias Teatrales Principales

Destacamos:

  1. La alta comedia de Jacinto Benavente: Acabó con el efectismo del Romanticismo tardío mediante conflictos presuntamente realistas y contemporáneos con los que censura la pérdida de valores morales y sociales. Benavente supo construir diálogos expresivos y dosificar la intriga para mantener la atención del espectador. Ejemplo: Los intereses creados.

  2. El teatro histórico en verso: Genera un tipo de obras antirrealistas que mitifican el pasado español y exaltan sus valores más tradicionales. Autores destacados: Eduardo Marquina (En Flandes se ha puesto el sol), Manuel y Antonio Machado (La Lola se va a los puertos). Aunque hoy en día ambas tendencias nos suenan a huecas, en su momento fueron aclamadas por las clases urbanas más distinguidas: burguesía, aristocracia y clases medias acomodadas.

  3. El teatro cómico: Era el preferido de las clases populares. Se componía de obras breves concebidas para entretener y basadas en escenas cómicas o amorosas y en historietas costumbristas aliñadas con modismos y jergas. Dentro de la variedad de subgéneros cómicos, los había sin música, como el sainete, y con ella, como el género chico. En cuanto a autores, sobresalen:

    • Los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero (El genio alegre).
    • Carlos Arniches, que primero renovó el castizo sainete madrileño y después creó la “tragedia grotesca”, una mezcla de comedia risueña y drama sensiblero.
    • Pedro Muñoz Seca, quien inventó el “astracán”, una comedia de humorismo verbal disparatado y situaciones rocambolescas (La venganza de don Mendo).

Intentos de Renovación Teatral

En medio de este panorama teatral vulgar y continuista, hay ciertos intentos de renovación todavía dentro de planteamientos realistas-naturalistas. Los casos más notables son Juan José de Joaquín Dicenta, que abre el camino para el drama de denuncia social, y el teatro de Galdós (ejemplos: Doña Perfecta y Electra) quien, influido por el naturalismo europeo, apuesta por reflejar el drama interior del individuo enfrentado a la sociedad.

El Teatro de la Generación del 98 y las Vanguardias

Dentro del horizonte simbolista y existencial de la Generación del 98 y del primer vanguardismo, autores como Unamuno (El otro), Azorín (con la trilogía Lo invisible), Jacinto Grau (El señor de Pigmalión) y Ramón Gómez de la Serna (El lunático) proponen obras de orientación antiburguesa, con diálogos muy intelectualizados. Sin embargo, será dentro del experimentalismo vanguardista (1920-1939) donde aparezcan los dos dramaturgos españoles más innovadores de los siglos XX y XXI: Valle Inclán, que nunca gozó del favor del público, y García Lorca, que sí lo alcanzó.

Generacionalmente, son algunos autores del 27, durante la II República y la Guerra Civil, quienes ponen en marcha este teatro, uniendo la renovación formal y temática al reformismo político republicano. Un ejemplo es la creación del grupo teatral La Barraca dirigido por Lorca, cuyo objetivo era difundir el teatro clásico español por los pueblos más atrasados de España. Otro ejemplo fue la creación en Valencia del grupo universitario El búho, dirigido por Max Aub.

Valle-Inclán: El Esperpento como Renovación Estética

Valle-Inclán fue un experimentador del estilo, cuya obra teatral no se supo valorar ni representar hasta los años 70. Su teatro primerizo se mueve dentro de un modernismo refinado y decadente asociado a convicciones carlistas (ejemplo: Voces de gesta). Sin embargo, es después de la I Guerra Mundial cuando descubre el vacío de ese tradicionalismo carlista, y comienza a escribir una obra radical donde funde lo experimental y el acercamiento a las posiciones políticas y sociales más avanzadas del republicanismo español.

Esta superación del modernismo presenta tres vías de salida:

  1. El espacio gallego o ciclo del mito, en el que se interesa por Galicia y sus tradiciones (ejemplos: Divinas palabras).
  2. El espacio versallesco o ciclo de la farsa, donde recrea burlonamente un siglo XVIII cortesano, estilizado al gusto modernista, pero enfatizando los contrastes entre elementos sentimentales y grotescos (ejemplo: La marquesa Rosalinda).
  3. Desde 1920 hasta su muerte, en 1936, desarrolla el vanguardista ciclo del esperpento. Más que un género literario o teatral, es, ante todo, una estética y una visión del mundo nuevas con las que pretende ofrecer un retrato distorsionado de la sociedad española contemporánea (la de la Restauración), mostrando todo lo ridículo que hay en ella, especialmente los degradados valores defendidos por las clases pudientes, valores que sólo encubren egoísmo e ignorancia. La obra inaugural de este ciclo es Luces de Bohemia, donde aplica y explica los procedimientos esperpénticos esenciales: animalización y cosificación de personajes, impasibilidad de sentimientos ante la desgracia, mezcla de registros lingüísticos, tono humorístico y sarcástico, sátira política y libertad formal.

García Lorca: Poesía y Drama en Escena

García Lorca veía la vida como un escenario en el que se funden espectáculo y poesía, de ahí que lo entendiera como un espectáculo que reúne diálogos muy poéticos y recursos escénicos simbólicos. Sus personajes hablan en prosa, transmitiendo un intenso lirismo, potenciado por la inclusión de romances y canciones. Lorca, además, fue un innovador teatral, que se negó a hacer comedia burguesa y a repetir las fórmulas dramáticas propias. Lo que él buscaba era poner en escena los grandes temas humanos: el amor, la muerte, el paso del tiempo, la opresión y la rebeldía, la fuerza del destino, y experimenta para hacerlo con distintas formas dramáticas, desde las más tradicionales y convencionales hasta las más contemporáneas y experimentales como el teatro simbolista, pero lo hace convencido de que la finalidad del teatro es enseñar y entretener.

Estos temas habituales en el teatro de Lorca se personifican en la mujer como símbolo trágico del deseo incumplido en una sociedad patriarcal. Por debajo de esta personalización, hay en sus obras dos fuerzas opuestas: el principio de libertad y el principio de autoridad. La tensión entre ambas fuerzas o principios es la base del conflicto dramático lorquiano.

Hay un teatro de Lorca antes y después de su viaje a Nueva York. Las innovaciones de la primera época tienen que ver con la exploración de la expresividad de ciertos géneros dramáticos, convencionales y no convencionales.

Desde 1929, Lorca orienta su teatro en dos direcciones: un teatro experimental que llamó “imposible” y un teatro comercial con elementos experimentales. El teatro imposible domina los recursos irracionales surrealistas. El teatro comercial de carácter experimental tiene base realista para reinventar poéticamente la tragedia (Bodas de Sangre) y el drama burgués naturalista (La casa de Bernarda Alba).

A parte de Lorca, otros autores de teatro importantes de la generación del 27 son: Alberti y Miguel Hernández, Miguel Mihura.